Se reportan diez indígenas Yaqui desaparecidos en la ultima semana
Foto de portada por Santiago Navarro F
Por Vanessa García Navarro y David Milán
En Sonora, el pueblo Yaqui de Loma de Bácum, uno de los ocho pueblos que forman la Tribu Yaqui, denunció el pasado miércoles 14 de julio, la desaparición de varios miembros de su comunidad. Desde entonces la incertidumbre continúa latente, pues, los familiares ignoran en qué condiciones se encuentran las víctimas de este acontecimiento.
En la denuncia pública, hecha por la comunidad, figuran los nombres de siete personas: Martín Hurtado Flores, Braulio Pérez Sol, Eladio Molina Zavala, Juan Justino Galaviz Cruz, Fabian Sombra Miranda, Leocadio Galaviz Cruz, y Fabian Valencia Romero (cuyas edades oscilan entre los 27 y 66 años); sin embargo, en esa misma fecha, también se reportó la desaparición de Artemio Arballo Canizalez, Benjamín Portela Peralta y Gustavo Acosta Hurtado. Son diez indígenas que hasta el momento se encuentran en calidad de desaparecidos.
Se informa que siete de ellos fueron vistos por última ocasión mientras se disponían a llevar vacas para efectuar una celebración en una población aledaña. La comunidad se enteró de las desapariciones el mismo día que ocurrieron, por tanto, la guardia tradicional de esta comunidad decidió proceder con cautela antes de tomar acciones. Al día siguiente, al ver que sus hermanos no volvieron, la vigilancia tradicional y algunos voluntarios partieron rumbo a la sierra a bordo de cuatro camionetas para buscarlos. Lamentablemente los escasos hallazgos fueron “sólo el equipaje esparcido de tres de ellos, una piola y una vaca quemada,” como indicaron los familiares en la denuncia pública.
Otro miembro del pueblo, que por razones de seguridad prefirió solo presentarse como Felipe, explicó las circunstancias de la desaparición y, la situación peligrosa en la que se encuentran, ya que desconfían del Estado y de la presencia del narco en la región, los cuales muchas veces no se sabe distinguir. “Ellos cuidaban vacas. Eran parte de un rancho que se llama Agua Caliente. Iban por unas reses para las fiestas tradicionales del siguiente pueblo, que se llama Bataconsica, que está a cinco kilómetros de nuestro pueblo que se llama Loma de Bácum”, dijo Felipe.
Entonces cuando ellos venían ya con las reses es cuando los interceptaron. “Como ya habíamos vivido la experiencia de que se habían llevado a un compa y a su esposo, por eso es que nosotros pensamos que eran los de la PEI (Policía Estatal Investigadora), los del gobierno. Entonces resulta que hace poco supimos que eran los del crimen organizado. Pero igual todos sabemos que cuando estamos en la lucha, tanto el crimen organizado como el gobierno, o como los policías estatales, están coludidos. Y pues igual quieren el mismo objetivo de fregar a los que están en la lucha para poder llegar a lo que ellos quieren”, agrega el indígena refiriéndose a la resistencia que sostienen contra un gasoducto que pretende cruzar su territorio, de la transnacional estadounidense Sempra Energy.
Ver la investigación: Los “Ventajosos” beneficios de Sempra Energy en México
Esta transnacional, a través de su filial mexicana Ienova, ha tenido problemas por la oposición de este pueblo, al no permitir que el gasoducto atraviese a escasos 300 metros de sus viviendas. Sobre todo, temen por sus vidas, por el riesgo que implica. De los ocho pueblos Yaquis en la zona, Loma de Bácum fue el único que no aceptó este proyecto y, por ello, más de una vez han sido atacados por grupos de choque. Mientras que Sempra tiene el respaldo del gobierno de México.
Ahora, lejos de encontrar tregua en el proceso de defender sus vidas y tierra, el pueblo Yaqui encara una nueva amenaza. Recientemente, el vocero de Loma de Bacum, Guadalupe Flores Maldonado, recalcó que el gobierno estatal ha dado cabida a más empresas trasnacionales para invadir territorio originario, ya que les ha otorgado alrededor de 12 concesiones mineras. La intencionalidad de estas empresas extranjeras es la extracción de oro, sin importar los múltiples daños colaterales que arrasarán con el equilibrio ecológico de la zona y los habitantes del lugar.
Ha pasado al menos una semana desde estas desapariciones y Felipe sostiene que, hasta el momento, “no han aparecido, ni han marcado para saber si quieren una recompensa o algo así. Entonces estamos en ceros, de que no sabemos nada de ellos”
La violencia armada contra Loma de Bácum tiene precedentes. En octubre de 2016, un grupo compuesto de policías y miembros de otras comunidades vecinas que, habían aceptado el gasoducto, los atacó con armas de fuego con el objetivo de imponer una nueva autoridad municipal para que aprobara el proyecto. El saldo fue de un muerto, Cruz Buitimea Piña, del lado de los atacantes. Días más tarde, la policía detuvo a Fidencio Aldama, miembro de la Guardia Tradicional de Loma de Bácum, y sin ninguna prueba, lo acusaron de homicidio. Fue condenado a 15 años y medio de prisión, un caso lleno de irregularidades.
Igualmente, la comunidad Yaqui, relataba que miembros de la otra facción armada asaltaron a su guardia tradicional, utilizando a niños como escudo humano para evitar que respondieran a las agresiones.
La comunidad Yaqui vaticina que las mineras, aliadas con actores interesados, utilizarán la violencia para amedrentarlos. En las últimas dos semanas han desaparecido quince miembros del pueblo Yaqui; mientras cinco de ellos han vuelto a casa (tres mujeres y dos niños) diez siguen sin aparecer. Las “desapariciones” tienen como rasgo común, no parecer secuestros comunes, es decir, no se exige recompensa a cambio de los desaparecidos ni tampoco se entabla comunicación para negociar su retorno. El número de víctimas crece, y, como Guadalupe Flores sospecha, “quizás la intensión es asustar y ahuyentar a los pobladores para que dejen el camino libre a las multinacionales”.Por el momento los pobladores se declaran dispuestos a defender su territorio hasta las últimas consecuencias. En tanto, los familiares de los desaparecidos seguirán demandando justicia, ya han interpuesto una denuncia ante el Ministerio Público (con número de caso único 33988), conservando la esperanza de encontrarlos con vida, aunque conscientes de que es menos probable con cada día que pasa.