En el corazón de Mato Grosso do Sul, Brasil, donde el latifundio ha levantado un desierto verde de soya, la Recuperación de Tierras de Guyraroká resiste en un acto de valentía y supervivencia. Mientras el Estado brasileño retrasa deliberadamente la homologación de las 11 mil 401 hectáreas del Territorio Indígena, limitando a los Guaraní Kaiowá a un fragmento de apenas 44 hectáreas, la comunidad decidió actuar. En octubre recuperaron la Hacienda Ipuitã, un territorio ancestral intoxicado por años de monocultivo, pero que ahora vuelve a latir con la regeneración y la cultura Guaraní Kaiowá.
En este suelo envenenado, donde los monocultivos agotaron la tierra, estos pueblos insisten en recuperar las tierras del latifundio. Los árboles nativos brotan y las huertas tradicionales (kokue) florecen. Pero esta resistencia es atacada todos los días. Las fumigaciones aéreas con agrotóxicos, que avanzan deliberadamente sobre las tierras recuperadas, son armas químicas utilizadas por el enemigo. Ya destruyeron huertas enteras, contaminaron el suelo y el agua, y enfermaron gravemente a la comunidad, con niños, ancianos y jóvenes hospitalizados repetidas veces.
La respuesta del Estado a la legítima recuperación no fue la justicia, sino la represión. El Batallón de Choque, helicópteros, bombas de gas lacrimógeno lanzadas desde el aire, balas de goma y el secuestro de indígenas por guardias blancas componen el escenario de terror impuesto por el gobierno de Riedel (MS) en connivencia con el latifundio. Es un combate asimétrico: de un lado, un pueblo con arcos, flechas y azadones; del otro, un aparato estatal-militar al servicio del agronegocio.
En este contexto, la llegada de las semillas criollas de la Red Teia dos Povos a Guyraroká es estratégica para la soberanía y la autonomía de la recuperación de tierras. Mientras el agronegocio usa el veneno como arma, la Red de Semillas ofrece la semilla criolla, pura y libre de transgénicos, como posibilidad de liberación.
Aquí, la semilla criolla se convierte en símbolo de la resistencia viva. Representa lo opuesto al modelo del agronegocio: es diversidad contra monocultivo, es vida contra veneno, es autonomía contra dependencia.
Mientras el helicóptero del Batallón de Choque sobrevuela el “Terreiro dos Pássaros” y aterroriza a la comunidad, las semillas criollas son sembradas en la tierra, en una silenciosa promesa de buen vivir. La vida, terca y ancestral, reafirmando su derecho a florecer.
De acuerdo con el último reporte de Naciones Unidas (Noticias ONU, 10/8/2025), “Desde octubre de 2023, más de 61.000 personas han muerto, entre ellas 18.000 niños, y 151.000 han resultado heridas. La ONU también ha documentado la muerte de más de 500 trabajadores humanitarios”.
Este 31 de agosto, más de 20 embarcaciones partieron de Barcelona España, hacia la franja de Gaza en Palestina. La Global Sumud Flotilla (GSF) está acompañada por más de 300 activistas de 52 países, los cuales conforman:
Una coalición de personas comunes y corrientes —organizadores, humanitarios, médicos, artistas, clérigos, abogados y marinos— que creen en la dignidad humana y en el poder de la acción no violenta.
En junio, lanzamos una movilización coordinada a nivel mundial por tierra, mar y aire. En verano, volvemos con una estrategia unificada: un objetivo y una coordinación global como nunca antes.
Nuestros esfuerzos se basan en décadas de resistencia palestina y solidaridad internacional. Aunque pertenecemos a diferentes naciones, religiones y creencias políticas, nos une una sola verdad: el asedio y el genocidio deben terminar.
Somos independientes, internacionales y no estamos afiliados a ningún gobierno o partido político. Nuestra lealtad es a la justicia, la libertad y la santidad de la vida humana.
En palabras de Greta Thumberg.
…esta historia también se trata de un levantamiento global, de cómo la gente está dando un paso al frente cuando nuestros gobiernos no lo hacen… Esta misión es para desafiar el extremadamente violento sistema de negocios habitual y un sistema internacional que no cumple con el derecho internacional, ni impide que Estados como Israel cometan los peores crímenes de guerra posibles...
Dentro de la Global Sumud Flotilla, viaja una delegación de seis mexicanos y mexicanas, quienes comparten un objetivo en común: “romper el bloqueo de Israel y abrir un corredor humanitario”.
En palabras de Karen Castillo, quien forma parte de la delegación mexicana rumbo a Gaza:
“Hacemos una invitación a todas las personas en territorio nacional. Necesitamos que, durante la duración de está misión, salgan a las calles, envíen mensajes a la embajada mexicana para exigir el paso de esta flotilla...”
Como parte de las acciones solidarias que acompañan esta iniciativa global, frente a las oficinas de la Secretaria de Relaciones Exteriores (SRE) en la Ciudad de México, se realizó una jornada político-cultural para informar a la población en general sobre el objetivo de la Global Sumud Flotilla y también para denunciar y cuestionar el silencio del Estado Mexicano ante el genocidio perpetrado por el Estado de Israel en Palestina.
Ante el aviso de que Israel tratará como “terroristas” a las y los miembros de la Flotilla Sumud, se pide a la población en general que se mantenga atenta e informada sobre el trayecto de la flotilla. Y también se exige al gobierno de México que pida al Estado de Israel el paso seguro de las Flotillas, pues de eso depende la integridad de las y los activistas.
El capitalismo, que según el análisis del EZLN es causa de tantos males sociales y de la destrucción del planeta en curso, enfrenta una crisis a nivel global que todo indica llevará al colapso del sistema-mundo actual. Este diagnóstico no parte una afición por teorías conspirativas apocalípticas ni de opiniones alarmistas sin fundamento; es resultado de profundos análisis derivados tanto de un proceso interno como de los muchos encuentros realizados a lo largo de los últimos diez años, concebidos para tratar de entender la fase actual del capitalismo y la crisis civilizatoria que atravesamos.
Ante esa previsión, los pueblos zapatistas comenzaron a indagar cómo vivían los antepasados, los abuelos y tatarabuelos, fortaleciendo saberes y rescatando otros del olvido. Esos saberes se empezaron entonces a transmitir a los jóvenes. Conocimientos de lo que en la salud autónoma se conoce como las trés áreas (hierberos, hueseros, parteras), de prácticas de agricultura, de construcción de viviendas con materiales naturales.
En el encuentro, se hicieron demostraciones de preparación de alimentos, de plantas medicinales, de confección de diversos implementos. Nos enseñaron el funcionamiento de un trapiche y la forma de producir piloncillo a partir de la caña de azúcar. Y una champa -una vivienda- se empezó a construir en colectivo.
Al inicio del día, compañeras y compañeros bases de apoyo explicaron el sentido de estos dos días (7 y 8 de agosto) de demostraciones y talleres, para compartir con los pueblos del mundo no sólo las técnicas específicas que demostraron, sino, sobre todo, la comprensión de que es posible liberarse de la dependencia de todo aquello que el capital produce, para posibilitar nuestra supervivencia cuando nuestra civilización desenfrenada empiece a colapsar.
“O EZLN é o espelho que me persegue”, foi o que nos disse o artista oaxaquenho Lukas Avendaño durante o Encontro (Rebel e Revel) Arte, realizado no Caracol Jacinto Canek e no Cideci/UniTierra, em Chiapas/México, de 13 a 19 de abril de 2025. Mas não é qualquer espelho, ele esclareceu: é o espelho fumegante de Tezcatlipoca, o espelho de obsidiana que reflete seu verdadeiro ser, mesmo que você não queira vê-lo. Para ele, como para tantas e tantos outros, o EZLN é um espelho onde vê refletido seu próprio ser — no seu caso, seu ser indígena e seu ser muxe (termo Zapoteca para identidades de gênero não binárias) — com dignidade; reflexo que o impulsiona a contribuir com suas performances e sua vitalidade para a construção de outra humanidade possível.
O Encontro (Rebel e Revel) Arte foi isso: um espelho fumegante que, a partir da reflexão sobre a crise global que atravessamos, nos interpela com uma questão desconfortável, porém, mais necessária do que nunca: e vocês, o que estão fazendo? Uma pergunta que ganha força diante da constatação de tudo o que eles e elas — sobretudo os jovens e as jovens — fazem para enfrentar a tormenta que vivemos, não apenas com coragem e determinação, mas também com uma alegre rebeldia.
Como é possível que nesses espaços onde, durante uma semana, se insistiu — por meio de todas as formas artísticas (poesia, teatro, música, dança, circo, performance, cinema, artes plásticas, literatura e mais) — no provável colapso do nosso mundo diante da voracidade do capital, e na morte e no sofrimento inconcebível que esse processo de colapso implica e implicará para boa parte da humanidade, o que tenha predominado foi justamente a alegria, a festa, a celebração da vida?
Parte da resposta está no contexto. Como confirma o relatório do Centro de Direitos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, Chiapas na espiral da violência armada e criminal, Chiapas vive, há anos, uma gravíssima situação de violência armada, com operação impune de grupos do crime organizado, desaparecimentos e recrutamentos forçados, militarização, assassinatos, imposição de megaprojetos, criminalização e agressões contra defensores do território, entre muitas outras violações. Nesse contexto, as comunidades indígenas e camponesas enfrentam um processo de decomposição social que empurra os jovens a abandonar a terra, muitas vezes migrando para o norte ou unindo-se à delinquência.
É nesse contexto — em que muitos “especialistas” previam o fim do zapatismo — que as e os jovens zapatistas se manifestam com força, criatividade e alegria, incorporando a ética de defesa e amor pela vida impulsionada pelo zapatismo há mais de três décadas. Lá estavam as e os milicianos (zapatistas civis com treinamento militar para a autodefesa das comunidades) com sua dignidade rebelde, jovens artistas protagonistas de peças teatrais extraordinárias, artistas plásticos, rappers, poetas. Uma juventude muito outra, rompendo os moldes do que se entende por juventude indígena, com a vitalidade de uma tradição viva, um olhar voltado para o futuro fundamentado na consciência do passado. Ou seja, uma esperança de vida em meio à tormenta.
No dia 15 de abril, no Caracol Jacinto Canek, uma centena de jovens vindos dos 12 caracóis apresentaram a peça “A natureza se revela e se rebela”. Vestidos com belíssimos figurinos — confeccionados por eles mesmos — representando uma grande variedade de animais, explicaram como a destruição do planeta e a mercantilização da vida os afetam. Também deram voz à água, fonte de vida cada vez mais escassa e contaminada, e por fim, à própria Terra, que sofre com a mineração, a poluição, os agrotóxicos e muito mais. É então que os seres da Terra decidem se organizar e defender a vida de forma coletiva. Quando os empresários chegam com seus portfólios, sua ganância, suas máquinas e seus operários, os insetos — seguidos de todos os outros animais — os atacam e os expulsam. “A vida é comum, comum é a vida; agora nos cabe recriar e renascer outra vida, e isso deve ser em comum”, dizem.
“O comum”, nos dizem por meio das peças de teatro, das músicas, dos poemas, das artes plásticas, é o único caminho diante da maquinária de morte de um sistema cuja voracidade não conhece limites. A prática do “comum” no zapatismo não é novidade. Na verdade, é o fundamento de sua construção desde os tempos da clandestinidade. A organização e o trabalho coletivo foram, desde o início, a base de todo o caminhar zapatista — e, certamente, da construção da autonomia —, desde o autogoverno e a justiça autônoma até a saúde e a educação autônomas, a soberania econômica, a comunicação, a agroecologia e todas as formas de resistência e rebeldia. Mas, é nos tempos recentes que “o comum” se coloca explicitamente como o centro não apenas das grandes transformações internas em curso nos últimos anos, mas também da interpelação do zapatismo para fora, para nós, no contexto da crise global. Sem a ação coletiva de organizações, grupos e indivíduos ao redor do planeta — tanto no campo quanto na cidade —, não haverá vida possível diante da destruição em curso, nos diz o zapatismo uma e outra vez.
Quando o EZLN tornou explícita a noção de “o comum” pela primeira vez em dezembro de 2023, referia-se especificamente a uma proposta radical de posse da terra: a “não propriedade”. Ou seja, terras recuperadas que o EZLN declarava “em comum” — terras de ninguém e de todos — nas quais, após acordo coletivo entre zapatistas e não zapatistas da região, qualquer indivíduo ou coletivo poderia trabalhar coletivamente, beneficiando-se de sua produção, mas sem ser proprietário da terra nem de tudo o que nela fosse construído. Defender a terra, portanto, não significa buscar o reconhecimento oficial de sua propriedade por parte do Estado, mas, ao contrário, abolir o próprio conceito de propriedade e promover o uso comum da terra para o benefício coletivo. No entanto, a proposta do comum não se limita às comunidades indígenas zapatistas e não zapatistas de Chiapas: ela se abre ao mundo, diante da urgência de enfrentar coletivamente a crise global. Diante disso, indivíduos e coletivos de qualquer geografia são convidados a trabalhar em comum para aprender a cultivar a terra e adquirir conhecimentos que ajudem a sobreviver à tormenta.
As peças de teatro e demais criações artísticas apresentadas durante as celebrações do 30º aniversário do levante zapatista, no caracol de Dolores Hidalgo, entre dezembro de 2023 e janeiro de 2024, elaboraram ainda mais a ideia do comum. E, na primeira sessão dos Encontros de Resistência e Rebeldia, em dezembro de 2024 e janeiro deste ano, a comandância, as autoridades civis e os promotores e promotoras de educação e saúde compartilharam o sentido e a genealogia da ideia do comum, que não deriva do marxismo nem de qualquer outra teoria de origem europeia, mas sim da experiência dos avôs e avós dos povos originários.
Agora, neste Encontro (Rebel e Revel) Arte, a noção de “comum” se abre a toda forma de coletividade organizada e radicalmente democrática. Assim, a peça “O amor na tormenta e o dia depois”, criada por jovens dos caracóis de La Realidad, Oventic, Garrucha, Morelia, Roberto Barrios e La Unión, explora a privatização da terra em comunidades irmãs, não zapatistas, o que leva à sua subsequente subdivisão geração após geração, até que se torne impossível viver dela. A peça também aborda a exclusão das mulheres do direito à terra; a decomposição social; a criminalidade, o uso de drogas, o alcoolismo e a prostituição; a migração e a venda das terras diante do endividamento. Já no final, uma comunidade irmã procura os zapatistas, que os orientam com ideias e formação para a construção da autonomia em comum. Dessa forma, a proposta do “comum” vai além da não propriedade das terras recuperadas. A coletividade do comum se estende a todos os aspectos da vida: saúde, educação, justiça, autogoverno, criação e reprodução de mundos em todos os cantos — sementes para o florescimento de uma outra humanidade “no dia depois” do colapso de nossa civilização.
Esse esforço consiste também na partilha “em comum” de conhecimentos e saberes que ajudem a enfrentar a tormenta. Assim, jovens zapatistas — entre 12 e 20 anos — compartilharam saberes herdados de seus ancestrais, que permitem viver de forma autônoma, sem depender de avanços tecnológicos que, por sua vez, dependem de um sistema não sustentável. Fabricação de cestos, pigmentos, adobe, panelas e pratos, cal hidratada, cordas, entre outros — tudo feito com materiais naturais.
Por outro lado, as muitas obras apresentadas pelas e pelos artistas não zapatistas nos convidaram a refletir e a sonhar outras possibilidades a partir de uma extraordinária pluralidade de perspectivas, em uma grande variedade de contextos e geografias. Em tudo isso, evidentemente, a Palestina, assim como as “buscadoras” — os coletivos de mães incansáveis que buscam seus filhos desaparecidos no México — estiveram sempre presentes.
No último dia, 19 de abril, no Cideci/Universidade da Terra, o encontro foi encerrado com uma mesa coordenada pelo Capitão Marcos, da qual participaram Los Zurdos, Payasos en Rebeldía, Stefani Weiss, Antonio Ramírez, Luis de Tavira e o Subcomandante Moisés.
Encerramos aqui com algumas palavras de Iván Prado, do coletivo Payasos en Rebeldía, que nos lembra que é na infância e na juventude que se encontra a esperança de um novo amanhecer: “As crianças mantêm um lugar de espontaneidade, de crença profunda na capacidade de viver nossos sonhos: a força de sonhar. A capacidade do ser humano de construir mundos a partir dos sonhos. A inocência, a consciência e a potência que temos na infância têm a ver com saber quem somos e onde estamos. Somos a semente desse futuro, desse dia depois. O que vimos nestes dias é a semente dessa arte futura que virá após o colapso. Nós, artistas que participamos deste encontro nestes dias, estamos semeando esse amanhã, porque o amanhã se semeia hoje.”
Olhando-nos no espelho de obsidiana que a arte e a criatividade zapatista colocam diante de nossos olhos, partimos deste encontro confrontados com a provocação escrita em grandes letras no palco do Caracol Jacinto Canek: “Despertem já, povos do mundo”. E, com ela, a pergunta insistente que nos lança o espelho zapatista: E você, o que está fazendo?
Durante el Encuentro (Rebel y Revel) Arte, realizado en el Caracol Jacinto Canek y en el Cideci/UniTierra Chiapas, se presentó una gran diversidad de obras de artes plásticas. Aquí un registro fotográfico realizado por Radio Zapatista.
“El EZLN es el espejo que me persigue.” Eso nos dijo el artista oaxaqueño Lukas Avendaño durante el Encuentro (Rebel y Revel) Arte, realizado en el Caracol Jacinto Canek y en el Cideci/UniTierra Chiapas del 13 al 19 de abril de 2025. Pero no cualquier espejo, aclaró: el espejo humeante de Tezcatlipoca, el espejo de obsidiana que refleja tu verdadero ser, aunque no quieras verlo. Para él, como para tantas y tantos otros, el EZLN es un espejo donde ve reflejado su propio ser —en su caso, su ser indígena y su ser muxe— con dignidad; reflejo que lo impulsa a contribuir con sus performances y su vitalidad a la construcción de otra humanidad posible.
El Encuentro (Rebel y Revel) Arte fue eso: un espejo humeante que, a partir de la reflexión sobre la crisis global que atravesamos, nos interpela con la pregunta, sin duda incómoda, pero más que nunca necesaria: Y ustedes, ¿qué? Una pregunta que cobra fuerza a partir de la constatación de lo mucho que ellos y ellas, sobre todo los jóvenes y las jóvenas, hacen por enfrentar la tormenta que vivimos no sólo con fiereza y determinación, sino también con alegre rebeldía.
¿Cómo es posible que en esos espacios donde, durante una semana, se insistió por medio de todas las formas artísticas (poesía, teatro, música, danza, circo, performance, cine, artes plásticas, literatura y más) en el probable colapso de nuestro mundo ante la voracidad del capital, y en la muerte y el inconcebible sufrimiento que el proceso de dicho colapso implica e implicará para buena parte de la humanidad, lo que haya primado haya sido la alegría, la fiesta, la celebración de la vida?
Parte de la respuesta está en el contexto. Como confirma el informe del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, Chiapas, en la espiral de la violencia armada y criminal, Chiapas vive desde hace años una gravísima situación de violencia armada, operación impune de grupos del crimen organizado, desaparición y reclutamiento forzados, militarización, asesinato, imposición de megaproyectos, criminalización y agresiones a defensores del territorio y mucho más. En ese contexto, las comunidades indígenas y campesinas sufren un proceso de descomposición social que impulsa a los jóvenes a abandonar la tierra, muchas veces migrando al norte o uniéndose a la delincuencia.
Es en ese contexto, en el que muchos “expertos” pronosticaban el fin del zapatismo, que las y los jóvenes zapatistas se manifiestan con fuerza, creatividad y alegría, incorporando la ética de defensa y amor por la vida impulsada desde hace más de tres décadas por el zapatismo. Ahí estaban las y los milicianos con su dignidad rebelde, los jóvenes artistas protagonistas de extraordinarias piezas de teatro, los artistas plásticos, los raperos, los poetas. Una juventud muy otra, rompiendo los moldes de lo que se entiende por juventud indígena, con la vitalidad de una tradición viva, con una mirada al futuro fundamentada en la conciencia del pasado. O sea, una esperanza de vida en medio de la tormenta.
El 15 de abril, en el Caracol Jacinto Canek, una centena de jóvenes provenientes de los 12 caracoles presentaron la obra “La naturaleza se revela y se rebela”. Ataviados con bellísimos disfraces, confeccionados por ellos mismos, de una gran multitud de animales, explican cómo les afecta la destrucción del planeta y la mercantilización de la vida. Habla también el agua, fuente de vida contaminada y cada vez más escasa, y finalmente la Tierra, que sufre por la minería, la contaminación, los agroquímicos y mucho más. Es entonces que los seres de la Tierra deciden organizarse y defender la vida en colectivo. Cuando los empresarios llegan con sus portafolios, su avaricia, su maquinaria y sus obreros, los insectos primero y después todos los animales los atacan y los ahuyentan. “La vida es común, común es la vida; ahora nos toca recrear y renacer otra vida, y eso debe ser en común”, dicen.
“El común”, nos dicen por medio de las obras de teatro, las músicas, los poemas, las artes plásticas, es el único camino frente a la maquinaria de muerte de un sistema cuya voracidad no tiene límites. La práctica de “el común” en el zapatismo no es nueva. De hecho, es el fundamento de su construcción desde los tiempos de la clandestinidad. La organización y el trabajo colectivos han sido desde sus inicios la base de todo el caminar zapatista y desde luego de la construcción de la autonomía, desde el autogobierno y la justicia autónoma hasta la salud y educación autónomas, la soberanía económica, la comunicación, la agroecología y todas las formas de resistencia y rebeldía. Pero es en tiempos recientes que “el común” se plantea explícitamente como el centro no sólo de los grandes cambios internos en curso en los últimos años, sino también de la interpelación del zapatismo hacia fuera, hacia nosotras y nosotros, en el contexto de la crisis global. Sin la acción colectiva de organizaciones, agrupaciones e individuos a lo largo del planeta, tanto en el campo como en la ciudad, no habrá vida posible ante la destrucción en curso, nos dice el zapatismo una y otra vez.
Cuando el EZLN hizo explícita la noción de “el común” por primera vez en diciembre de 2023, se refería específicamente a una propuesta radical de tenencia de la tierra: la “no propiedad”. O sea, tierras recuperadas que el EZLN declaraba “en común”, tierras de nadie y de todos en las que, tras común acuerdo por parte de zapatistas y no zapatistas de la región, cualquier individuo o colectivo podría trabajar en común, beneficiándose de su producción, pero sin ser propietario de la tierra ni de todo aquello que en ella se construyera. Defender la tierra, por lo tanto, no implica el reconocimiento oficial de su propiedad por parte del Estado, sino, al contrario, la abolición del concepto mismo de propiedad y el uso común de la tierra para beneficio colectivo. Pero la propuesta del común no abarca solamente a las comunidades indígenas zapatistas y no zapatistas de Chiapas: se abre al mundo ante la urgencia de enfrentar colectivamente la crisis global. Ante eso, se invitan a individuos y colectivos de cualquier geografía a trabajar en común para aprender a labrar la tierra y adquirir conocimientos que ayuden a sobrevivir la tormenta
Las piezas de teatro y demás creaciones artísticas presentadas durante las celebraciones del 30 aniversario del levantamiento zapatista en el caracol de Dolores Hidalgo, en diciembre de 2023 y enero de 2024, elaboraron aún más la idea del común. Y en la primera sesión de los Encuentros de Resistencia y Rebeldía en diciembre de 2024 y enero de este año, la comandancia, autoridades civiles y promotoras y promotores de educación y salud compartieron el sentido y la genealogía de la idea del común, que se deriva no del marxismo ni de cualquier otra teoría de origen europeo, sino de la experiencia de los abuelos y abuelas de los pueblos originarios.
Ahora, en este Encuentro (Rebel y Revel) Arte, la noción del común se abre a toda forma de colectividad organizada y radicalmente democrática. Así, la obra de teatro “El amor en la tormenta y el día después”, creada por jóvenes de los caracoles de La Realidad, Oventic, Garrucha, Morelia, Roberto Barrios y La Unión, explora la privatización de la tierra en comunidades hermanas, no zapatistas, que conduce a su subdivisión subsecuente generación tras generación, hasta que se vuelve imposible vivir de la misma. La obra explora también la exclusión de las mujeres de la propiedad de la tierra; la descomposición social, la delincuencia, la drogadicción, el alcoholismo y la prostitución; la migración y la venta de la tierra ante las deudas. Hacia el final de la obra, una comunidad hermana busca a los zapatistas, quienes los orientan con ideas y capacitación en la construcción de la autonomía en común. Así, la propuesta de “el común” va más allá de la no propiedad de tierras recuperadas. La colectividad de lo común se extiende a todos los aspectos de la vida: la salud, la educación, la justicia, el autogobierno, la creación y reproducción de mundos por doquier que sean semillas para el florecimiento de una humanidad otra “el día después” tras el colapso de nuestra civilización.
Este esfuerzo consiste también en la compartición “en común” de conocimientos y saberes que ayuden a enfrentar la tormenta. Así, jóvenes y jóvenas zapatistas de entre 12 y 20 años de edad compartieron conocimientos heredados de sus antepasados que permiten vivir de forma autónoma sin depender de avances tecnológicos a su vez dependientes de todo un sistema que no es sustentable. Fabricación de canastos, pigmentos, adobe, ollas y platos, calidra, cuerdas, etc., todo con materiales naturales.
Por otro lado, las muchas obras presentadas por las y los artistas no zapatistas nos invitaron a reflexionar y a soñar otras posibilidades desde una pluralidad extraordinaria de perspectivas en una gran variedad de contextos y geografías. En todo eso, evidentemente, Palestina, así como las buscadoras, estuvieron siempre presentes.
El último día, el 19 de abril, en el Cideci/Universidad de la Tierra, el encuentro cerró con una mesa coordinada por el Capitán Marcos en la que participaron Los Zurdos, Payasos en Rebeldía, Stefani Weiss, Antonio Ramírez, Luis de Tavira y el Subcomandante Moisés.
Cerramos aquí con algunas de las palabras de Iván Prado de Payasos en Rebeldía, quien nos dice que es en la infancia y la juventud donde se encuentra la esperanza de un nuevo amanecer: “Los niños mantienen un lugar de espontaneidad, de creencia profunda en la capacidad de vivir nuestros sueños: la fuerza de soñar. La capacidad del ser humano de construir mundos a partir de los sueños. La inocencia, conciencia y potencia que tenemos en la infancia tiene que ver con saber qué somos y dónde estamos. Somos la semilla de ese futuro, de ese día después. Lo que hemos visto estos días es la semilla de ese arte futuro que vendrá tras el colapso. Todas las artistas que hemos participado en este encuentro estos días estamos sembrando ese mañana, porque el mañana se siembra hoy”.
Mirándonos en el espejo de obsidiana que el arte y la creatividad zapatista nos colocan frente a los ojos, partimos de este encuentro confrontados con la provocación escrita en grandes letras en el templete del Caracol Jacinto Canek: “Despierten ya, pueblos del mundo”. Y con ella, la pregunta insistente que nos plantea el espejo zapatista: Y tú, ¿qué?
Colectivos de madres buscadoras, activistas, periodistas, defensores de derechos humanos, religiosos y religiosas se reunieron en el Zócalo de la Ciudad de México para protestar por las víctimas de desaparición forzada en todo el país. El descubrimiento de un rancho en Teuchitlán, Jalisco, donde fueron encontrados restos humanos de más de doscientas personas, incineradas y obligadas por el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ha despertado la indignación a lo largo y ancho del país. En muchas plazas públicas se llevaron a cabo protestas contra está política de exterminio y demandaron a las autoridades encabezadas por la presidenta Claudia Sheinbaum que asuma su responsabilidad por los miles de desapariciones forzadas que cotidianamente se realizan en todo México.
Texto: Radio Zapatista | Fotos: Teia dos Povos | Videos: Teia dos Povos y Radio Zapatista
Mientras alrededor del mundo el odio, la intolerancia y la imposición del mundo único se propagan como un virus, en Brasil miles de personas se reúnen en la VIII Jornada de Agroecología de Bahía, organizada por la Teia dos Povos (Tejido o Red de los Pueblos), una gran alianza negra, indígena y de abajo del campo y la ciudad, para reflexionar sobre el estado de nuestro mundo, continuar construyendo autonomías y celebrar la gran pluralidad de formas de ser, vivir, resistir y crear vida al margen del capital y del Estado.
La Teia dos Povos nació en 2012 ante la comprensión de que ni los pueblos indígenas, ni los pueblos afrodescendientes, ni los pueblos campesinos, ni los sin tierra, ni las luchas urbanas de abajo podrán enfrentar por sí solos el despojo y la violencia de un sistema cada vez más voraz. Fue así que se empezó a construir esa gran articulación de movimientos sociales autonomistas de abajo y a la izquierda en el campo y la ciudad, que hoy incluye un gran número de núcleos en diez estados del país.
La Teia dos Povos se organiza en núcleos de base —territorios donde se construye y defiende la autonomía— vinculados en red por medio de eslabones de la red —organizaciones, colectivos e individuos sin un territorio propio, que sirven de apoyo y vinculación entre los diferentes núcleos—. Cada dos años, la Jornada de Agroecología reúne miles de miembros de pueblos indígenas, afros y de abajo del campo y la ciudad para seguir construyendo esa gran articulación de autonomías.
Esta VIII Jornada se realizó por primera vez en la ciudad de Salvador, Bahía: la ciudad más negra de Brasil, con una población de alrededor de 80% afrodescendiente, con una rica cultura derivada de siglos de resistencia en un contexto de racismo sistémico y de represión por parte de las fuerzas policiales, que en Bahía son las más mortales del país, como denunció Thiago Torres durante la Jornada. Con el tema “Alianza del campo y la ciudad por el combate al hambre y a la pobreza”, la VIII Jornada reunió a varios miles de personas de diversos estados de Brasil del 29 de enero al 2 de febrero de 2025.
Ancestralidad viva
Los pueblos resisten y construyen otras realidades a partir de su propia visión de mundo, diferente y opuesta a la impuesta por el capitalismo, y de su conexión con una ancestralidad que es el fundamento de dicha visión. Así, entre las reflexiones y denuncias de las diversas violencias sufridas por los diferentes pueblos reunidos, la celebración de la ancestralidad está siempre presente. Es por eso que la inauguración de la Jornada el 29 de enero inició con un ritual de apertura de los pueblos indígenas y otro de los pueblos negros:
Se trata de una espiritualidad nunca desvinculada de lo político, una espiritualidad que da sentido a la lucha por la vida y por el cuidado de los territorios, en su dimensión sagrada tan diferente del pensamiento utilitario capitalista. Una espiritualidad que celebra la vida con alegría, con los orixás, inquices y voduns africanos y los encantados indígenas y otras entidades danzando, celebrando, luchando, resistiendo y reexistiendo entre los vivos.
El pasado octubre de 2024, el EZLN convocó a una serie de Encuentros de Rebeldías y Resistencias, con el tema “La Tormenta y el Día Después”, a ser realizados entre diciembre de 2024 y diciembre de 2025. La primera sesión se realizó los días 28, 29 y 30 de diciembre de 2024 en el CIDECI/Universidad de la Tierra, en San Cristóbal de Las Casas. Compartimos aquí los audios y videos de todas las ponencias.
Chiapas: el padre Marcelo camina nuevamente con el pueblo pobre, con el pueblo que denuncia, con el pueblo que sufre. Miles peregrinan para exigir justicia. Foto: Radio Pozol
San Cristóbal de las Casas. 3 de noviembre. Miles exigen justicia en Chiapas. Comunidades integrantes del Pueblo Creyente, de los Altos de Chiapas, peregrinaron este domingo para exigir justicia por el asesinato del padre Marcelo Pérez, defensor de derechos humanos, así como de la tierra y el territorio, quien sufriera un atentado el pasado 20 de octubre, lo que ha tenido repercusiones a nivel nacional como internacional, sin que hasta ahora las autoridades de los tres niveles den informes del proceso de investigación, denunciaron sus familiares.
Evidentemente indignados, los pueblos originarios que caminaron este día arribaron a la catedral de San Cristóbal gritando consignas de manera firme: “Alto a los desplazamientos forzados. Alto al crimen organizado. Alto a la narcopolítica”.
“El padre Marcelo, nos enseñó a caminar con el pueblo pobre, con el pueblo que denuncia, con el pueblo que sufre”, aseguró a medios nacionales Dora Roblero, directora del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba).
“En el fondo hay una actitud racista. El padre Marcelo empezó a ser una persona muy brillante, no sólo en México, también fuera de México, lo que no aceptaban los que rechazaban al padre por ser un indígena que hablaba de justicia, que hablaba de defensa de derechos humanos, y que en todos los lados donde lo ponían adquiría una autoridad tal que suscitaba odio. Él tenía una autoridad moral muy grande, tenía un eco ahí en su diócesis y en el extranjero. ¿Cómo lo iban a soportar que un indígena llegara a este grado de reconocimiento?”, denunció el obispo Raúl Vera a medios de comunicación en México.
Por su parte, la diócesis de San Cristóbal, reiteró en un comunicado (ver abajo) que la violencia en Chiapas no es nueva, y que desde hace varios años se ha denunciado la situación de “injusticias y violencia” que viven en la zona Frontera, Sierra, Soconusco, Costa, Cuxtepeques, Fraylesca, Valles, Selva y Altos. En el estado se viven “asesinatos, desapariciones, desplazamientos forzados, secuestros, desapariciones de niñas y niños, adolescentes y jóvenes, así como reclutamiento forzado”, puntualizaron al final de la peregrinación, denuncias que hasta ahora pocos se atreven a realizar ante la indiferencia de los tres niveles de gobierno.
“Seguimos aprendiendo como Pueblo a caminar en medio de la violencia y no vamos a renunciar a hacerlo”, afirmaron de manera decidida los cientos de comunidades de los Altos de Chiapas. “Que se haga justicia hasta llegar a los verdaderos autores intelectuales y materiales, evitando acusaciones ligeras para evadir la presión social”, exigió la diócesis de San Cristóbal. Esto debido a antecedentes de fabricación de culpables por parte del poder judicial y ejecutivo en el estado.
De igual forma, la Organización de las abajas de Acteal, se pronunció para que la población civil ya no siga siendo “carne de cañón”. “No somos animales, somos seres humanos”, afirmaron al tiempo que convocaron a la Organización de las Naciones Unidas y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para que realicen una observación permanente por “la violencia desbordada e incontrolable por el gobierno de Chiapas y de México”.
Comunicado del Pueblo Creyente leído al terminar la peregrinación: