
Fotorreportaje
Magdalena, tierra de desplazadas (Fotorreportaje)
Casas abandonadas y otras semihabitadas, unas más vestidas como trincheras, porque las balas con armas de alto calibre llegan no sólo a los patios sino también a las paredes e incluso han cruzado el umbral de las puertas. Ahí quedaron ya casi sin paredes ni techo algunas y en la soledad sus enseres, en medio de las montañas de Los Altos de Chiapas que guardan la tranquilidad para otras épocas.
Ésta es nuestra Vida.- Registro de las Jornadas “Samir somos todas y todos”
Afuerita de la escuela primaria Samir Flores Soberanes, en una de las jardineras de la plaza central de Amilcingo, con sus murales que crecen y su ayudantía ahora enrejada, mientras varias de las luchas históricas y de las nuevas y urgentes experiencias de estar juntxs para sobrevivir México seguían avanzando sobre cómo articularse, cómo comunicarse y cómo hacer desplegar estrategias de apoyo internacional, un historiador morelense explicaba que los pueblos defienden en su milpa, tradiciones y festividades, el ciclo de la apuesta por la vida. “Y ésa es nuestra vida. ¿Qué sentido tiene nuestro pasar por este mundo si no estamos dando vida? Y ése es Samir”, concluía.
Ese mero. Y además el compa alegre, sencillo y genuino de la mirada y la sonrisa limpias y fuertes a quien no le hubiera gustado convertirse en símbolo pero hoy es ya el continuador de Emiliano y el sobrino del Che. En estos rumbos incluso hay quien asegura que, si Zapata lo hubiera conocido, sería Samirista. En ellos, en estos nuestros rumbos colapsados y desbordados por la rabia y la indignación, por ciudades y países monstruos, continúan en caravana las Madres y los Padres de los 43 declarando que no hay avances en la investigación y pidiendo apoyo según nuestras capacidades para movilizarnos los días 26; y Lourdes Mejía continúa contando que su hijo Sinhúe no la quería chillona sino chingona. “A chillar a mi casa”, dice que le decía.
Y en estos rumbos crecen también José Luis Bartolo Faustino, Modesto Sebastián, Bartolo Morales, Isaías Xanteco y Sergio Rivera Hernández. Y crecen también, de a poco y a contracorriente, los 12 pueblos de Tecamac y la Coordinación de pueblos, barrios originarios y colonias de Xochimilco. Y sigue y sigue y sigue el Congreso Nacional Indígena. Y también la pregunta enorme de cómo enlazar la lucha de los pueblos originarios con la búsqueda nacional de personas desaparecidxs. Y crecen también el número de anti-monumentos y de disidencias organizadas. Y crece, desde luego, la potencia revolucionaria de las Mujeres. En otros lares han dicho que cuando hay peligro lo que nos puede salvar crece. Y sí, en medio del horror y la muerte, según nuestros modos y capacidades, valentías o miedos, muchxs somos Samiristas de corazón. Y ésta es nuestra vida.