Noticias:
radio
Revolucionesdotnet

El zapatismo y la lucha de las mujeres rebeldes

La resistencia de las mujeres indígenas chiapanecas no es una novedad de los últimos años. Ya en marzo de 1993, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional vivió un “alzamiento” anterior al del 1º de enero, encabezado por las insurgentas: no hubo bajas y ellas ganaron. Luego de un profundo debate en el seno de las comunidades, elaboraron la Ley Revolucionaria de Mujeres, que exigía el reconocimiento en territorio zapatista de un conjunto de derechos y la igualdad de oportunidades en todos los planos de la vida. De ahí en más, no han cesado en su lucha contra el sometimiento y la humillación, tanto dentro como fuera de sus comunidades. En este nuevo aniversario del nacimiento del EZLN, compartimos una entrevista realizada en 2005 a Leticia, autoridad del Municipio Autónomo Magdalena de La Paz, en la región de Los Altos de Chiapas.

Texto: Hernán Ouviña

Fotos: Serie La libertad según l@s zapatistas | Colectivo Manifiesto

¿Cómo eran tratadas las mujeres antes del alzamiento zapatista?

Antes nuestra situación como mujeres era muy mala. Nosotras desde niñas no teníamos derecho ni siquiera a hablar. Incluso nuestros abuelos y padres no dejaban que habláramos, y en la propia casa, de parte de nuestra familia, muchas veces sufríamos explotación. Desde niñas vivíamos nuestra triple situación. Sufríamos de pequeñas, pero también de grandes seguíamos así. No nos dejaban participar, como si no fuéramos integrantes de la comunidad, del Municipio, o de la nación. Siempre nos han despreciado y marginado. Antes no podíamos levantar siquiera la vista, ni decirle nada a nuestros esposos, porque siempre fueron muy celosos de nosotras. Teníamos que andar agachadas. Según ellos, nomás servíamos para hacer la comida y cuidar a los niños. Tampoco podíamos ir a la escuela por ser mujeres indígenas. No teníamos derecho a ningún tipo de participación. Los padres mismos nos escondían dentro de la casa, y a veces llegaban a decir que la niña era sorda para no mandarla a la escuela. Por eso nosotras no tuvimos una educación completa y aún hoy nos cuesta mucho explicar nuestra situación. No teníamos siquiera derecho a la herencia de nuestros padres. Solo los hombres lo tenían. Pero ahora sabemos que eso no es cierto: también sabemos pensar y tenemos derechos como los hombres.

¿Qué las motivó a empezar a participar?

Nosotras como mujeres vimos poco a poco la necesidad de empezar a participar, hasta que en 1994 dijimos ¡Ya Basta! a la triple explotación, como mujeres, indígenas y pobres. Empezamos la guerra en 1994 para hacernos escuchar. Vimos la necesidad porque el mal gobierno no nos tuvo nunca en cuenta. Por eso decidimos tomar las armas: para que nos respeten. Ya no queremos ser como antes; ahora exigimos ser tenidas en cuenta. Por eso gritamos que sí podemos participar, como lo estamos haciendo en este Municipio Autónomo, donde nuestro pueblo nos eligió para que seamos autoridad. Pero no solo nosotras lo estamos haciendo. Hay mujeres que participan también desde el 1º de enero en la salud y la educación autónomas, o en el trabajo colectivo en cooperativas. Junto con los hombres, queremos avanzar y aprender a resolver nuestros problemas. Nosotras nos sentimos mal cuando no nos dejan participar. Pero ya no vamos a estar más agachadas: que sepan los hombres que también ellos pueden cuidar niños o trabajar en la cocina. Queremos democracia, justicia y libertad, pero también igualdad con respecto a los hombres.

¿Los hombres aceptan que participen?

Hay algunos hombres, incluso padres y esposos, que todavía no han entendido que nuestra lucha también es suya, y no permiten que sus hijas o esposas ocupen un cargo o simplemente participen; aunque también es verdad que muchos otros sí nos acompañan, y fomentan nuestra participación.

¿Cuáles son las demandas de las mujeres zapatistas?

Nuestra principal demanda es que nos respeten, que haya igualdad de derechos entre hombres y mujeres, que podamos respetarnos entre sí y caminar juntos. Además, como zapatistas seguimos exigiendo nuestros once puntos del 1º de enero de 1994, que el gobierno federal no quiere reconocer: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Muchas son nuestras demandas. Las mujeres, por ejemplo, tenemos que poder decidir sobre nuestro propio cuerpo, decidir si queremos tener hijos, y cuántos van a ser. No solamente los hombres tienen ese derecho. Antes no era así: a nosotras nos pegaban siendo niñas porque ellos querían puros niños. Ahora queremos que no solamente las mujeres indígenas decidan y participen, sino todas las mujeres del mundo.

¿Por último, qué mensaje le darías a las mujeres que están luchando en otros territorios?

Nomás les voy a decir que nosotras como mujeres sí podemos organizar cualquier tipo de trabajo. Tenemos la sabiduría y la inteligencia también para poder gobernar. Y aquí vamos a estar siempre, de pie, porque dijimos ¡Ya Basta! Les diría que sigan adelante, que empiecen a gobernar y a participar, que se sumen a la resistencia aquellas que aún no se han sumado, que no se desanimen en sus trabajos. Nosotras las zapatistas no estamos luchando solo para nuestro país, sino también para todo el mundo. Por eso queremos un mundo donde quepan muchos mundos. Queremos que haya justicia, igualdad y democracia para todas y todos. Les diría además que hagan suyas las demandas zapatistas, llevando como bocina nuestra palabra. Que sepan que aquí vamos a estar hasta triunfar. Aunque el mal gobierno dice que ya no hay zapatistas… ¡Pues aquí estamos! Aunque nos manden paramilitares a los Municipios Autónomos, nosotras seguiremos en resistencia. Aunque los soldados federales planten droga en nuestras tierras para implicarnos, o nos hostiguen los guardias blancos, no tendremos miedo. Continuaremos avanzando con la autonomía en nuestros propios territorios, aunque el mal gobierno no lo quiera.