
EZLN
COMO MUJERES QUE SOMOS. Mujeres Indígenas Zapatistas | MUJERES Y TERCI@S COMPAS ZAPATISTAS | Junio de 2025
COMO MUJERES QUE SOMOS.
Mujeres Indígenas Zapatistas.
Imágenes de Terci@s Compas Zapatistas
A las maestras indígenas de la CNTE.
En al audio de este video, se escucha una poesía que, en lengua materna de raíz maya, se presentó en el encuentro de arte “RebelArte y RevelArte”, en abril del 2025. La poesía que presentaron las 3 jóvenas zapatistas del Caracol Jacinto Canek se llama “Soy Mujer” o “Soy Mujer Indígena”, y se hizo con un trabajo previo de investigación de lo que se platica en los grupos de como mujeres que somos en esa zona. El poema es de las promotoras de educación de esa zona que, en común, sacaron la idea. Hablaron, pero sobre todo escucharon a mujeres ya de edad (de juicio, como decimos acá), sus abuelas y bisabuelas; hablaron con sus madres y hermanas mayores; y se miraron en el espejo de su ser mujeres jóvenes zapatistas hoy día. Luego buscaron quien presenta y esas jovencitas le entraron. En el video se muestran imágenes de los cursos de Herbolaria, Parteras, Hueseras y Salud General, así como los avances en la construcción del Quirófano y taller de bicis, con la participación de compañeras mujeres zapatistas.
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En la traducción de las compas de ese puy sería, más o menos, así:
“Soy una mujer indígena / topando con problemas / en mi mirada se mira el brillo de la tristeza / en cada paso que doy queda una huella, una marca / de las heridas que me han- hecho, que me ha lastimado /el hombre y el capitalismo. No es como ser mujer rica / sino que es diferente / las ricas también me miran mal / igual los hombres. Me vestí como ellos querían / para olvidar que soy mujer que soy / el ojo del hombre / me convirtió en una cosa / que no valgo / que soy menos / que soy débil, sin fuerza / para así ser muy infeliz / así aprendí que la vida es una mierda / el sufrimiento me llevó a odiar mi cuerpo / a odiar lo que soy / a olvidar que soy bella, hermosa / eso entró en mi cabeza. La palabra zapatista se hizo / como mi mejor amiga / o mi salvación / hoy es mi comienzo / porque aprendí / a quererme como soy / y a querer mi ser mujer / aprendí que no nací / para servir ni agradar al hombre / ni a obedecer a alguien / sino que nací para quererme y amarme / como mujer que soy / y no seré feliz hasta que me dejen de explotar. Hoy festejo por ser mujer que soy / por mi valentía / por mi fuerza / porque he entendido que soy mujer cabal. Ahora en adelante seré mujer / con paso firme / decidida a luchar por la vida. Mi corazón valiente / late con fuerza de ser libre / mi corazón, coraje y fortaleza / me ayudará a ser libre / con la mariposa / seguirá adelante / con mi espíritu de lucha.”
Pero cada oído femenino, otra poesía.
Otras compañeras de lengua tzeltal, pero de otras zonas (el tzeltal varía de una zona a otra) explican: “lo que dice la poema es que ella estaba triste, que no pasa el día, que los ricos la desprecian por ser mujer y también las mujeres ricas la tratan como que es una cosa, no una persona. O sea que no es lo mismo ser mujer rica que ser mujer pobre. Y no es lo mismo ser mujer de la ciudad, que ser mujer indígena. Igual los hombres en su pueblo de lo que decimos machista.
Entonces, como pura tristeza, ella aprendió a odiarse ella misma, así llegó en su cabeza, que odia su propio cuerpo y hasta se olvidó que es bonita. Y entonces llegó la lucha y ahí aprendió que no queda otra más que luchar y ahora pues ya aprende otras cosas y de trabajos. Y está contento su corazón de que sí vale, y que sí es bonita y que tiene fuerza y valentía, y por eso tiene valor como mujer. Yo creo que esa poema la hizo una compañera. Una zapatista pues”.
Tal vez no muy se mira, pero cuando terminan su participación con el “¡Vivan las mujeres!”, también gritan, gritamos, “¡Vivan las mujeres Palestinas!”.
Por ahora es toda nuestra palabra y nuestra imagen como mujeres que somos.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Mujeres indígenas zapatistas.
Junio del 2025.

El Común en la falda de una Montaña (Un Quirófano en la Selva Lacandona) | Terci@s Compas y ͶÀTIꟼAƆ ⅃Ǝ | Junio de 2025
El Común en la falda de una Montaña.
(un Quirófano en la Selva Lacandona)
En la edificación de lo que será la sede de uno de los quirófanos del COMÚN, hay algo que no se explicita en las imágenes. Entre quienes trabajan en la construcción hay partidistas, compañeros del Congreso Nacional Indígena y compas zapatistas; de varias religiones o sin religión; de distintas generaciones, lenguas, raíces, historias.
Y no sólo. Hay, en ese edificio en ciernes, el trabajo, apoyo y solidaridad de personas, grupos, colectivos, organizaciones y movimientos de varias partes del mundo, además de México, quienes, con su esfuerzo, creatividad e inventiva, consiguieron paga para los materiales. Incluso pueblos originarios hermanos partidistas de la Selva Lacandona, apoyaron con paga cuando no podían acudir al trabajo. Y no faltó quien ofreciera banco de grava y hasta camiones de volteo para acarrear los materiales.
En el diseño, digamos arquitectónico, del edificio ocurrió lo siguiente: se consultó con un arquitecto profesional quien se ofreció a realizar el proyecto… a cambio de unos 500 mil pesos. El Interzona zapatista pensó: “si, para hacer otro mundo nuevo y mejor, no dependimos de los grandes teóricos y pensadores, sino que con nuestro propio pensamiento y nuestra propia práctica lo estamos haciendo, entonces pues hagamos un edificio de acuerdo con lo que queremos y con nuestros conocimientos”. Se juntaron así los conocimientos de comunidades originarias, sin importar si son zapatistas o no, ni qué religión profesan, ni su partido político, ni su lengua, ni su color, ni su identidad afectiva, sexual, emocional, social, su tamaño, su peso, su calendario y su geografía.
No está terminado, es cierto. Y aunque faltan paredes, cuartos, baños, techos, equipos, instructores y los mentados aparatos para meter cuchillo y laboratorio; en sus cimientos están ya todos los colores. No es un trabajo sólo de zapatistas, sino que es de COMÚN.
En esas zanjas; la revolvedora a la que le falló el balero (y los mecánicos ya desmontaron la pieza y salió comisión para conseguir el repuesto); los tabiques; el pozol; las varillas; el trabajador que se desmayó y fue atendido por el servicio de salud autónoma zapatista (nada grave, exceso de lombrices); los cursos simultáneos de Herbolaria, Hueseras, Parteras y Salud General; las bicicletas eléctricas y mecánicas de los promotores de salud que están pendientes de quienes trabajan en la construcción; el taller para repararlas porque se descomponen en las caídas; las cubetas para arrear arena, grava, cemento y agua; el internet satelital temporal que se instaló para que los trabajadores pudieran estar pendientes de sus familias, sus milpas, sus animalitos; las bromas y chistes en distintas lenguas y modos; el taller práctico de albañilería que los más juiciosos le imparten a los jóvenes que quieren aprender; la esperanza reavivada por las primeras lluvias que les mojan, sí, pero también dan de beber a la tierra de la que nacerán el maíz, el frijol, las hortalizas, el zacate para el ganado, las calabazas (¡ugh!); la vida que necesitan arroyos y ríos; y las tercias y tercios documentando en imagen y sonido.
En ese todo, cada parte tiene su quién, su qué, su cuándo, su cómo.
Cada pieza del rompecabezas es necesaria para completarlo. Cada quien es quien es y no deja de serlo, pero se hace común para construir algo, un todo que beneficie a las partes sin subordinarlas, cooptarlas, reclutarlas, aleccionarlas, absorberlas.
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Tal vez alguien haga, algún día, una teorización del Común. Con palabras más o menos duras, más o menos complicadas, más o menos confusas. Incluso que se hagan grandes tesis, profundas reflexiones, publicaciones en artículos, revistas, libros, especialidades, mesas redondas, ponencias, simposios. En fin, esas cosas que se hacen en mesas y escritorios mientras, afuera, la vida y la muerte luchan.
Pero, si se les pregunta a las partes que ahora confluyen en esos cimientos de un quirófano en la Selva Lacandona. Si se les inquiere quién o por qué hicieron eso; por qué aportaron su trabajo; por qué sudaron con el sol; por qué se mojaron con la lluvia; por qué dieron tiempo y hasta paga; por qué hicieron actividades, colectas, festivales, exposiciones y no sé qué otra cosa, para conseguir fondos económicos que atraviesen océanos y fronteras, y que sin importar lenguas, geografías y calendarios se hicieron común; por qué se empeñaron en algo que parecía un delirio, un despropósito, un sueño.
Tal vez respondan -en muchas lenguas, en muchos colores, en muchas geografías, en muchos calendarios, en muchos modos-: “Por la vida”.
Porque, suele suceder que hay veces que las cosas pequeñas, aparentemente insignificantes -como una construcción sin perfil aparente definido, en medio de esa nada que las cartas geográficas señalan como “Selva Lacandona”- (lejos de las redes sociales, la academia y el periodismo de opinión, los medios de comunicación masiva, la grilla política, las iglesias de los partidos políticos, las revoluciones y contrarrevoluciones de café, las biblias y catecismos del capitalismo y sus supuestas alternativas, las ínsulas medianas, grandes o pequeñas de la cotidianeidad de cada persona, las penas y alegrías individuales, un multiverso que repite en sus variantes la misma pesadilla), tienen el alma grande y un corazón colectivo.
Y les cuento esto porque, viendo los videos del pasado encuentro RebelArte y RevelArte, miré una pequeña maqueta, una casita de madera en cuyo frente se leía “Quirófano Común”. Eso fue hace poco más de un mes. Eso era (una casita de madera), hace apenas unas semanas, lo que hoy se insinúa en la Selva Lacandona. El Común la hizo crecer, caminar, acicalarse, prepararse y sentarse en un acahual, en las faldas de una montaña que, hace años, navío se hizo por la vida.
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¿Quién lleva la cuenta del sudor, las lágrimas, los desvelos, las enfermedades, el hambre, el hacer las cuentas, el cartel, la promoción, la organización de quienes trabajan hoy, cerca y lejos, en ese rincón?
Bueno, al menos nosotros, los pueblos zapatistas.
Porque, como dice el SubMoy, “quien nada hace, es quien nada ve ni escucha, y sólo lo mira su ombligo y todavía dice que conoce el mundo”.
Vale. Salud y sí, tal vez no sabemos poner en palabras lo que es el Común, pero estamos aprendiendo a ponerlo en práctica. ¿O no?
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
El Capitán.
Junio del 2025.
P.D.- Si la lucha es por la vida, pues que la vida encuentre al fin un respiro para florecer en esa geografía llamada Palestina, lejos pero tan cerca de las montañas del Sureste Mexicano.
Imégenes de Terci@s Compas Zapatistas
Música: YA VIENEN/BADATOZ – Horazz & Suaia