Amanecer en La Realidad, Chiapas, México. Selva Maya. Foto: Radio Zapatista.

Eugenia Gutiérrez, Colectivo RZ.
México, enero de 2019.

No es sólo porque esta democracia fallida no divisa rumbo. No es nada más porque su instrumentación y su funcionamiento estarían en manos de un equipo político ineficiente, sin ideas propias, sin voz, dedicado a cumplir los caprichos de un patriarca. Si nuestra oposición se fundamentara en eso estaríamos coincidiendo en argumentos con una franja social muy amplia que anhela liderazgos y patrones, siempre que éstos le garanticen tener la habilidad para atajar timones con firmeza, sin importar su sello neoliberal y capitalista o precisamente por eso. Para nuestra oposición a proyectos como el ferrocarril peninsular, el corredor transístmico y otras ambiciones de corte neoliberal existen otras razones. He aquí algunas.

La memoria

Los escribas mayas plasmaron su nombre como Kaanul, el Reino de la Serpiente. Tuvo sus sedes políticas en las ciudades de Dzibanché (en Quintana Roo) y Calakmul (en Campeche) en lo que hoy es México. A lo largo del periodo Clásico, la hegemonía de Kaanul quedó registrada en decenas de ciudades que establecieron alianzas ya sea con ella, o bien, con su gran rival enclavada en lo que hoy es el norte de Guatemala, Tikal (Mutul). Después de casi un baktún de confrontaciones, la dinastía de la Serpiente fue vencida por la dinastía de Mutul hace 1,300 años, el 5 de agosto de 695 d.n.e., en un día 8 Men, 8 de Ch’en. De la derrota que le propinó Motul, la esplendente Kaanul ya no se pudo recuperar. Comenzaron entonces su proceso de abandono y su permanencia. Paradójicamente, los siglos y la selva hicieron su trabajo digestivo y protector. Gracias a ello, los conquistadores europeos no conocieron estas ciudades, no pulverizaron su narrativa tallada en piedra.

En décadas recientes, la exploración arqueológica en la zona ha detonado tiempos emocionantes para el conocimiento de la historia ancestral maya, acompañada por un avance ya imparable en el método de desciframiento jeroglífico. Los descubrimientos en Palenque, La Corona, El Perú-Waká, Dzibanché o la propia ciudad de Calakmul, entre muchas otras, han permitido avanzar en el estudio de los antiguos reinos mayas con una complejidad y una precisión hasta hace poco inimaginables. El entorno selvático donde anida esta fuente incomparable de información histórica se encuentra hoy amenazado por el ansia de transformación “progresista” de un selecto grupo de empresas incapaces de reconocer la importancia de la memoria de la región, como si anhelaran un nuevo colapso maya. Antropólogos y arqueólogos como Carlos Navarrete o Antonio Benavides, junto con decenas de voces sindicales y académicas del INAH, la UNAM y otros centros de estudios, han señalado con claridad los riesgos que implica un proyecto como éste, pero Diego Priego, director refrendando del Instituto Nacional de Antropología e Historia, no ha estado a la altura del problema por venir.

En tanto, un conglomerado de acumuladores insaciables de capital sobrepasan los límites de la banalidad newage mayagaláctica con un nuevo estilo de propaganda turística que desprecia la profundidad de la ancestría mesoamericana. Es 15 de diciembre de 2018, víspera del “ritual de los pueblos originarios a la madre tierra para la anuencia del tren maya”, pantomima que desvirtúa siglos de historia y resistencia. Desde sus redes sociales, los hoteleros de Tabasco estallan de gozo: domingo 16 de diciembre 2018… ven a Tenosique Tabasco y vive una experiencia única… vive al máximo este Gran Evento… ¿ya tienes dónde hospedarte?… no te pierdas este espectáculo… reserva ahora… hospédate en el Hotel Cortés o en el Francés o en el Lords Cabañas… consulta la lista de precios…

Todo sea por una presunta anuencia de la madre tierra. La vergüenza y la búsqueda de la memoria pueden sentarse a esperar.

La vida

La reserva de la biosfera que circunda y arropa Calakmul es parte de la reserva Selva Maya, la segunda más grande de América. Nunca se había propuesto devastarla como lo propone hoy el gobierno de Andrés Manuel López Obrador con su obsesión por atravesarla con un sistema ferroviario y decenas de estaciones de paseo cancuneras. En Campeche, el tren proyectado por el nuevo gobierno de México atravesaría por completo el corazón de la Reserva de la Biosfera de Calakmul. Donde confluyen Campeche y Yucatán, transitaría a unos kilómetros del Parque Natural Petenes-Ría Celestún para recorrer por completo la zona norte yucateca sobre centenares de kilómetros de valles kársticos y fluviales inundables que presentan extensas zonas de erosión cuyos suelos, cuando colapsan, dan origen a los cenotes que maravillan al mundo. En Quintana Roo, el tren recorrería de punta a punta la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an violentando toda lógica conservacionista.

Apenas en enero de 2018, y después de años de exploración espeleológica y arqueológica subacuática, el proyecto Gran Acuífero Maya descubrió bajo el suelo de Quintana Roo el punto de encuentro de vastos sistemas de cuevas inundadas, convirtiéndolo en el más grande del mundo. Hasta ahora este sistema alcanza 347 kilómetros, pero su longitud podría llegar a los mil kilómetros si se confirmara su interconexión con otros sistemas subterráneos que aún están siendo explorados. El equipo de trabajo de Guillermo de Anda ha informado que el promedio de profundidad de este sistema de cuevas inundadas es apenas de 20 metros, con hondura máxima de 100 metros y algunas regiones donde la capa de suelo kárstico es de sólo 2 metros.

Al día de hoy, el equipo dedicado a cumplir los caprichos del presidente de México no ha presentado un solo estudio de impacto ambiental referente a las afectaciones que una bestia de carga que viaja a 160 km por hora podría causar sobre ese formidable sistema de cuevas. No hay ningún sondeo geofísico ni geohidrológico. No se ha entregado ninguna georreferenciación. Tampoco se han presentado estudios sobre los posibles daños para un centenar de especies de mamíferos en toda la península. Tan sólo en la Reserva de la Biosfera de Calakmul hay 18 especies incluidas en la Norma Oficial Mexicana de Ecología 059 (NOM-059-ECOL/1994) que han sido clasificadas como especies en peligro de extinción, amenazadas, raras y sujetas a protección especial. El proyecto transpeninsular pondría en riesgo a cerca de 40 especies. Una de las más afectadas por el tren sería la Panthera onca o jaguar. Biólogos como Gerardo Ceballos y Arturo Bayona aseguran que la reproducción del jaguar quedaría en riesgo de volverse consanguínea, condenándolo a una pronta extinción. Alegar que estas reservas no se verían afectadas con el proyecto del tren porque ya existe el derecho de vía es no entender que, para empezar, ese derecho de vía conlleva de por sí efectos desastrosos para la conservación y debería ser revertido de inmediato.

Decenas de argumentos contra un tren ecocida han sido planteadas por grupos de trabajo expertos en conservación. Hay, sin embargo, otro argumento en contra del tren y otros proyectos de despojo, como el soñado corredor transístmico, que se difunde poco en medios de comunicación, a no ser porque los pueblos originarios lo insertan en la discusión. Se trata del imperativo ético de lucha contra una acumulación obscena de capital y contra una devastación ecológica con fines de lucro que irrespetan la voluntad de muchos pueblos que no están dispuestos a vivir cargando maletas de paseantes.

La dignidad

Será un tren turístico, de pasajeros y de carga, afirman quienes lo promueven. Esto redundará en grandes beneficios para la población peninsular, aseguran. Arracimados en la falacia de un occidentalismo que les parece incuestionable, sus promotores ignoran la voluntad y la palabra de centenares de comunidades que, a lo largo de los 1,525 kilómetros proyectados para la máquina, tienen algo que decir. Hace décadas que los pueblos originarios estamparon su exigencia de reconocimiento como sujetos de derecho en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Desde 1989, los artículos 6º y 19º de dicho convenio establecen que todo proyecto de “desarrollo” que cruce los territorios que cuidan y usufructan deberá ser sometido a consulta. Pero la lucha organizada de todos estos pueblos está siendo ignorada por quienes desestiman lo que no saben que existe o lo que no quieren que exista.

Apenas unos días después de su triunfo electoral, el hoy presidente de México viajó al sureste para visitar la empresa Agromod S.A. de C.V., de la que es dueño el magnate Alfonso Romo, actual jefe de la oficina de la presidencia de la República. Tan contento estaba López Obrador que se dio el gusto de evidenciar en twitter su conflicto de interés. Desde entonces, el nuevo gobierno no ha descansado un día en el atado burdo de los nodos comerciales que explican su obsesión por varios proyectos “para beneficio del pueblo”. Todos los caminos llevan a Romo. Además del tren peninsular, en el futuro de México se perfila el desarrollo de un corredor transístmico (de Coatzacoalcos, Veracruz, a Salina Cruz, Oaxaca) y la siembra de un millón de hectáreas de árboles maderables y frutales, con la que se verán beneficiados Agromod y toda su red de socios especializados en el cultivo, por ejemplo, del bambú guadua o de la papaya.

En medio de esta marejada de ambiciones y cinismos, hace unos días se levantó una voz colectiva rebelde que ha sobrevivido colapsos del Clásico, el Posclásico, la Conquista, la Colonia, la Guerra de Castas y la llamada Modernidad, y que sobrevivirán el de la Posverdad. Lo hizo por enésima vez, como lo ha hecho desde hace 25 años. Fue el Subcomandante Insurgente Moisés, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, quien se dirigió a los pueblos mayas en lucha para dejar en claro que saben resistir solos y que seguirán haciéndolo en tanto sea necesario. Una de sus muchas resistencias será contra este tren. Frente a su palabra firme reventó una ola de insultos, necedades y burlas, envalentonada, quizás, por la futura militarización permanente de México que esa ola tanto aplaude. Desde la indolencia, la misoginia y el racismo, un monero descargó su miedo contra un solo hombre, ignorando por completo la magnitud y la fuerza con que el Concejo Indígena de Gobierno, el Congreso Nacional Indígena, decenas de comunidades mayas, organizaciones sociales y campesinas, especialistas en ciencia y tecnología, ecologistas, feministas, artistas y otros humanismos habremos de oponernos con todo a un tren devastador.

A contrapelo de la indolencia, tras el mensaje de Moisés se han levantado también voces que se manifiestan dispuestas a seguir los caminos de la resistencia y la rebeldía contra el patriarcado y el capitalismo que la lucha zapatista sigue abriendo y recorriendo y en la que no está sola. Por esos caminos transitan la memoria, la vida y la dignidad.