¿EL ALEPH MAYA?

Agosto del 2024.

  La tolvanera que levantaban se podía ver desde lejos.  Como esas trombas donde el viento se persigue a sí mismo e, incapaz de lograrlo, arrasa con lo que encuentra, lo alza a las nubes y lo arroja de nuevo al suelo.

  “La tormenta”, pensé.  “O algo peor”, volví a pensar.  “¿Algo peor?”, reflexioné.

  “Sólo que se tratara del triple T, el terror que hizo parecer las luchas de la WWE como si fueran pactadas de antemano (¡oh! ¿lo son? No les digo, si ya no hay valores, oiga), el… ¡Comando Palomitas!” (para quien no conozca al Comando Palomitas, está formado por la Verónica, la Cintia y el Chuy, ahora de 7 años; el amado Amado y el Chinto ahora de 12 años).

  Y tal cual, como respondiendo a un conjuro diabólico…

  La primera que apareció fue la Verónica quien, después de escudriñar la champa entera con un vistazo en modo panorámico que olvídate del IOs 77.7, avisó a los demás “no hay galletas”.  Así que, ya desanimados y perdido el impulso inicial, fueron entrando el Chinto, la Cintia, el Chuy y el amado Amado.  Los seguía su escolta, formada por los perritos que pueblan las posiciones zapatistas.  Ah, y varios gatos, gato naranja incluido.

  El incómodo silencio producido por la carencia de galletas fue roto por el amado Amado quien, mintiendo, dijo: “No importan las galletas, cuéntanos un cuento”.

  Sin esperar a que yo accediera, el Comando Palomitas fue tomando posiciones estratégicas en la champa, con una táctica digna del mejor comando terrorista o antiterrorista -es lo mismo-.

  Acorralado y viéndome superado en número y capacidad de fuego (bueno, en realidad era capacidad de agua, la Verónica y la Cintia portaban las pistolas de juguete que, en mala hora, les di hace tiempo), no tuve más opciones.  Así que inicié con…

La historia del lugar que tiene todos los lugares

  Fue antes de que los dioses más primeros, los que nacieron el mundo, aparecieran.  Lo cuenta Ixmucané, quien ya estaba cuando nadie estaba.  Cuenta que había, hace muchos tiempos, un lugar donde estaban todos los lugares.  Todo en el mismo lugar y al mismo tiempo.  Y en ese lugar de todos los lugares, todo era y, al mismo tiempo no era.  O sea que el lugar era todos los lugares, pero no cada lugar individual.  Cada lugar tenía su modo, era diferente, distinto, muy otro.  Pero al mismo tiempo era parte de todo el lugar.

  Todo era terrible y maravilloso.  Cada parte era el todo y era en sí misma sin perder su individualidad y su colectividad.  Y se echó a perder por su culpa de los dioses más primeros, los que nacieron el mundo, porque, machitos al fin y al cabo, empezaron a pelear por quién más y quién mejor.

  De ahí nacieron las Olimpiadas, los patrocinios y los anuncios de apología del crimen de Nike – que podrían ser el lema de un Cártel, una organización terrorista o un Estado ídem, o diseñados por el jefe de campaña del Trump-.  Porque para esos anuncios se necesitan dos cosas: un criminal que los diseñe y un grupo de víctimas que diga “¡Qué buenos anuncios!”

  La mirada colectiva de reproche del triple T Comando Palomitas me llamaron a la cordura.  Así que entendí que me estaba desviando del tema.  Di una bocanada a la pipa rota y retomé el relato:

  “O sea que las partes no competían quién más o quién mejor.  Pero los dioses varones más primeros, los que nacieron el mundo, eran hombres pues.  Así que empezaron a competir.  Y cada uno agarró, como quien dice, su parte.  Y le empezó a dar para que fuera más y mejor que las otras.  Y empezaron las malhabladas y las malmiradas.  “Ya viste que esa parte de allá es, no sé, como muy oscura y muy doble”, maldecían unas.  “Y esa otra tan pálida y flaca que parece que no tomó su pozol”, murmuraban otras.  “Y eso de más allá, de plano no se sabe qué es”, coincidían más.  Y no terminó ahí, las más fuertes atacaron a las más débiles.  Y entonces hubo quien tenía más y quien tenía menos.  Y se olvidó que las que tenían más, era porque les quitaron a otras”.

  El asunto es que empezaron a dividirse y a pelear entre sí, ante la desesperación de Ixmucané, quien hacía lo posible porque cesaran las peleas.

  Fue inútil.

  Así que los hombres y mujeres y otroas que crearon los más primeros dioses, los que nacieron el mundo, salieron con esa falla.  O sea que quieren competir para ver quién más y mejor.

  Pero la Ixmucané algo rescató, y sembró en todos los seres vivos el recuerdo de ese lugar con todos los lugares.  Pero no alcanzó a sembrar bien la semilla y quedó enterrada muy profundo en el alma de cada ser vivo.

  Por eso, al nacer las crías lo hacen con el recuerdo de ese lugar con todos los lugares.  Por eso es el primer llanto, el más doloroso, el que provoca la ausencia.  Y es cuando van creciendo que se les va olvidando esa maravilla, sepultada por los años y los golpes y caídas que llaman vida.

  Y así fue como nacieron las redes sociales.  Tan tan.”

  El Chuy interrumpe: “Oí Capitán Sup, ¿a poco había celulares en ese tiempo?”

  “Es un cuento, sonso”, le aclara la Verónica con un zape.

  El Chuy le reenvió el zape a la Cintia.  La Verónica, en lo que llaman sororidad, se lanzó en defensa de la Cintia.  El amado Amado y el Chinto trataban de detener la trifulca, pero la Verónica ya estaba en modo “tzotz” (ataque 100, daño 100, consecuencias 0) y le mordía el tobillo al Chuy.  La Cintia quiso demostrar su valía y también mordió, pero el brazo del Chinto (ataque 100, daño -1).  El amado Amado quiso apartar a la Verónica y le tocó una patada del Chuy, que estaba en modo “demonio de Tasmania” (ataque 100, daño 100 pero, repartido entre los presentes, 20 -porque él mismo se dio un puntapié-).

  La escolta de canes y felinos contemplaba la escena con mirada de reprobación, como diciendo “Hasta parecen perros y gatos”.

  Se desató así el caos.  Y en ese momento terrible y maravilloso, todas las peleas infantiles convergieron en un instante.  Todas las peleas eran una sola pelea y, simultáneamente, eran cada pelea particular.  Hagan de cuenta que una tromba nace en un espacio de 3 por 4 metros con techo de lámina y paredes mitad de block y mitad de tablas.

  Pero en eso, algo sucedió: en la puerta de la champa apareció un enlace y declaró: “Pregunta el SubMoy si alguien va a querer paletas de helado porque está un tiendero móvil en el Puy”.

  Salió en tropel el Comando Palomitas, montó con habilidad sus respectivas bicicletas, y se dirigió al Puy.  Detrás salió la escolta canina-gatuna.  Todos se fueron.

  Bueno, no todos.  Sentado y mirándome con complicidad, estaba el Tragón.  Entonces, pues, saqué las galletas prohibidas.

  Mientras, departía yo con el Tragón, intercambiando galletas y reflexiones sobre el Aleph borgiano de esta manera:

  “Antes de nacer conocemos el Aleph borgiano.  Desde la primera bocanada de ese aire enrarecido que llamamos “vida”, empezamos a olvidar.  El aferrarse a la niñez es porque se intuye que algo terrible y maravilloso la antecedió.  El olvido metódico del vértigo de muchos mundos conviviendo en uno solo, es el origen de la intolerancia, el racismo, el desprecio… y las redes sociales.

  Ergo: cuidad a la niñez, es lo más cercano que estaréis del Aleph.  Y cuidad de la vejez porque es lo más cercano que estaréis de la comprensión de la inutilidad de ese olvido llamado vida.  Su aparente distracción, sus olvidos, no son sino la intuición de un recuerdo de antes de la memoria.  El Aleph Maya es la confirmación de la más implacable sentencia: como individuos aislados somos del todo prescindibles, pero como parte del todo somos necesarios.”

  El Tragón abandonó el debate cuando se acabaron las galletas y se fue a perseguir un carrito de paletas y helados.

  Lo dicho: soy un incomprendido.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

El Capitán.

Agosto del 2024.

P.D.- ¡Ah!, son tan previsibles.  Bastaron unas líneas en una posdata para ponerlos histéricos.  Hasta en eso son iguales.  Y eso que apenas estamos “recomenzando”.  Por lo pronto, con su reacción “jalaron” muchas miradas hacia acá.  Lástima que ya van de salida, les vamos a extrañar.

Anuncio de la marca “NIKE” (de artículos deportivos), trasmitido en la televisión nacional durante las olimpiadas de 2024, en los horarios de los noticieros “estelares” -con subtítulos en español-.  “Creo que soy mejor que el resto.  Quiero lo que es tuyo y no devolvértelo.  Lo mío es mío y lo tuyo también es mío.”  Qué tal, ¿eh?  Todo un programa de gobierno, ¿no?  Eso o la columna vertebral del “Proyecto 2025” de la Heritage Foundation en USA.