justicia
Toño, luchar hasta el último suspiro

Por: Tlachinollan, 10 de junio de 2015.
Mientras el comisionado general de la Policía Federal degustaba con el círculo cercano que lo acompañó a Tlapa en un restaurante de esta ciudad, varias camionetas de su corporación arremetían contra maestros y maestras que se encontraban en el local de la Coordina-dora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG). Con el anuncio del secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong de que el Ejército y la Policía Federal se trasladarían al sureste de México, la ciudad de Tlapa no fue la excepción, en razón de que en el mapa de riesgos electorales aparecía como un foco rojo. El jueves 4 de junio por la noche llegaron más de doscientos efectivos de la Policía Federal quienes se coordinaron con elementos del Ejército Mexicano para blindar la elección en la ciudad de Tlapa. Este despliegue aparatoso tuvo como finalidad contener la protesta social, pero sobre todo a amedrentar y reprimir al Movimiento Popular Guerrerense que abiertamente se había declarado en contra de las elecciones. El domingo 7 de junio, lamentablemente se cumplió el presagio que se temía: que irrumpiera de manera virulenta este cuerpo de elite contra ciudadanas y ciudadanos catalogados como personajes de “alta peligrosidad”. Fue alrededor de las 2:30 de la tarde cuando dos patrullas con número económico 1699 y 1566 de la Policía Federal (PF) allanaron arbitrariamente las oficinas de la CETEG, ubicadas en la colonia Tepeyac a un costado de la Delegación Re-gional de la Montaña de Servicios Educativos, y detuvieron violentamente a seis maestros: Juan Sánchez Gaspar, Pablo Abad Díaz, Raúl Sierra de Jesús, Francisco Ortega Vicente, Ángel Basurto Ortega y un menor de edad de nombre Julián Allende Chavelas. En este mismo operativo detuvieron a Agustina Luna Martínez y Herlinda Iturbide Pinzón sin que existiera una orden de aprehensión.
Una otra lucha
México, 7 de junio de 2015.
Vamos y venimos en la tierra prometida que nuestros padres siguen buscando. La que nuestras abuelas divisan con la lupa de sus lágrimas y los hijos y las nietas apuntalan. Hartos y cansadas de habitar hogares sin destino, nos abrigamos en lo sagrado ancestral, lo honramos, lo consolidamos como pirámide viva y partimos con dirección a lo que palpita. Nuestra lucha nos acompaña.
En los caminos, sangre de cráneos estudiantiles y magisteriales encharca puentes, túneles, casas o avenidas. Nos pinta la visión en rojo, nos la moja, nos la enfurece. Encontramos las miradas perdidas de quienes toparon, valientes, al verdugo, a unas horas de su legitimación. La vileza electorera nos confronta cobarde con su risa descarnada. Y la venganza nos tienta desnuda para seducirnos. Pero nuestra lucha es otra, nos enseñó un votán, nos enseñaron muchas, muchos.
Somos para ser diferentes. Somos en guerra, no la guerra. Van ajados nuestros pies pero flotamos, danzamos entre cascabeles forjados con cadenas rotas. Apenas duermen las guacamayas, enterramos nuestras manos en un baúl de estrellas impalpables. La dignidad de los montes nos abraza. Ahí supuramos deseos. Allí maduramos. Aquí recitamos el gozo de imaginar un suelo maternal.
Nuestra lucha es nuestra.
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Eugenia Gutiérrez. Colectivo Radio Zapatista.











































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