EZLN
Marcha en CDMX: Alto a la guerra en Chiapas
Arde Chiapas. Arde con una guerra entre cárteles del crimen organizado. Arde con la reproducción de grupos armados por doquier. Arde con conflictos por el control territorial alentados por los gobiernos estatal y federal. Arde con violencia contra quienes luchan contra la violencia.
Frente a eso, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional crea tierras en común para contribuir con la paz. Planea encuentros de reflexión sobre la crisis civilizatoria. Estimula las artes y las ciencias para combatir la catástrofe. Propone el diálogo, la creatividad, el pensamiento crítico, la reflexión. Propone vida.
Frente a eso, el capital, el Estado y el crimen organizado (el tripié que sustenta la catástrofe nacional) responde con más violencia. El 16 de octubre, el EZLN, en voz del Subcomandante Moisés, denunció que personas de la comunidad de Palestina han estado agrediendo a la comunidad zapatista de 6 de Octubre, perteneciente al Caracol de Jerusalén, amenazando a los pobladores con expulsarlos de sus tierras, recuperadas en el levantamiento de 1994 y ocupadas pacíficamente por ellos desde hace tres décadas. Esto con promesas de “legalización” de las tierras a favor de los invasores de Palestina por parte de los gobiernos municipal y estatal y con la participación del crimen organizado. Por esa razón, el EZLN contempla la cancelación de la serie de encuentros anunciada, que comenzaría este diciembre.
A esto se añade el infame asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez, incansable luchador por la paz en Chiapas, el domingo pasado en San Cristóbal de Las Casas. Acabar con toda voz dedicada a construir la paz y a denunciar la violencia, el abuso y la arbitrariedad… esa parece ser la consigna de los poderes fácticos en este estado y este país que se desmoronan.
Frente a eso, miles de personas marcharon en diversas ciudades el 24 de octubre, día internacional de lucha en apoyo a los pueblos zapatistas. En la marcha en la Ciudad de México participó el Congreso Nacional Indígena, la comunidad otomí residente en la Casa de los Pueblos Samir Flores y miles de personas solidarias.
Estas fueron las palabras del Congreso Nacional Indígena – Concejo Indígena de Gobierno frente a Palacio Nacional:
Palabras de la comunidad otomí residente en la Ciudad de México:














Pronunciamiento Alto a la Guerra Contra los Pueblos Zapatistas
A quienes no ven la guerra con indiferencia
“Chiapas al borde de la Guerra Civil” fue el título del comunicado del EZLN del 19 de septiembre de 2021, hoy Chiapas es un campo de Guerra Civil. Según acaba de denunciar el propio EZLN el pasado 16 de octubre, desde hace semanas pobladores de la comunidad llamada Palestina en Chiapas han amenazado a los habitantes del poblado Zapatista “6 de octubre” con armas de alto poder, violaciones de mujeres, quema de casas y el robo de sus pertenencias cosechas y animales para desalojarlos de las tierras que ocupan y trabajan en forma pacífica, desde hace más de 30 años.
Los pobladores de esa comunidad llamada Palestina han señalado que hay presiones del crimen organizado para que sean desalojados las y los compañeros zapatistas y que existe un acuerdo del crimen organizado con los distintos niveles de gobierno para dar carácter de “legal” a este despojo.
Desde 2021 el EZLN ya había advertido de los vínculos entre el gobierno de Chiapas con los cárteles de la droga y denunciaban desde entonces el crecimiento del narcoparamilitarismo que tiene ahora a Chiapas sumergido en la más sangrienta violencia. En Chiapas el narcoparamilitarismo está despojando el territorio y como lo mencionan loas compañeroas Zapatistas opera junto con los diversos niveles de gobierno para legalizar estos despojos. Las mismas tierras que el EZLN liberó de manos de los finqueros en 1994 son las que ahora los gobiernos de los tres niveles pretenden, favoreciendo pasiva o activamente los despojos y la violencia, poner nuevamente en manos de criminales.
En México la guerra no solo no terminó, se ha recrudecido en algunos estados y uno de ellos es Chiapas, la gestión de la guerra que está haciendo el gobierno ha consistido en el despojo del territorio, en la criminalización de la rebeldía y claro, en un discurso que minimiza las atrocidades y justifica el creciente e ineficaz militarismo, como lo ha probado la ininterrumpida militarización en Chiapas. La guerra del narco que ensangrentó la frontera norte de México y poco a poco todo el país, ahora se extiende hacia el sureste y la frontera sur, y ahí los intereses criminales extractivistas, narcoeconómicos y contrainsurgentes de arriba confluyen y se convierten en una guerra narcoparamilitar particularmente hostil en contra de las Comunidades Zapatistas, mientras la Guardia Nacional y el resto de las Fuerzas Armadas no solo solapan estas prácticas criminales sino que las protegen y por otro lado asesinan a migrantes.
Como lo dice el Subcomandante Moisés en el más reciente comunicado del EZLN, la situación es más grave de lo que lo que se alcanza a ver, el riesgo que implican estas amenazas les ha llevado a suspender todo tipo de comunicaciones y a contemplar la cancelación de los encuentros que habían anunciado para éste y el próximo año.
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