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Comunicado conjunto del CNI, el CIG y el EZLN en rechazo al megaproyecto del NAIM y en apoyo y solidaridad con las poblaciones migrantes
COMUNICADO CONJUNTO DEL CNI, EL CIG Y EL EZLN EN RECHAZO AL MEGAPROYECTO DEL NAIM Y EN APOYO Y SOLIDARIDAD CON LAS POBLACIONES MIGRANTES.
26 octubre del 2018.
Al Pueblo de México
A los pueblos del Mundo
A la Sexta Nacional e Internacional
A las redes de apoyo al CIG
A los medios de comunicación
Los pueblos, naciones, tribus y barrios del Congreso Nacional Indígena y el EZLN, nos dirigimos con respeto al pueblo de México y a los pueblos originarios y campesinos que dignamente resisten en contra del megaproyecto de muerte que llaman Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), quienes sin rendirse, sin venderse, ni claudicar, no han dejado que caiga la esperanza; que es una luz para los que soñamos y construimos la justicia.
También va nuestra palabra respetuosa a quienes se ven obligados a buscar en otros suelos lo que les arrebataron en sus geografías; a quienes migran en busca de vida; y a quienes les apoyan desinteresadamente con sus medios, tiempos y modos.
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Hemos visto, seguido y vivido de cerca la lucha de los pueblos del lago de Texcoco y alrededores. Hemos visto su decisión, su dignidad y su dolor, que también han sido nuestras. No olvidamos la represión de mayo de 2006, la tortura sexual, el injusto encarcelamiento de los compañeros y compañeras del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y de la Sexta nacional e internacional; así como el asesinato de nuestro compañero Ollin Alexis Benhumea y el menor Francisco Javier Cortés Santiago; represión ordenada entonces por Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, con el aval y el aplauso de todo el espectro político de arriba, incluidos quienes hoy se presentan como “el cambio”.
Caravana de migrantes: Estrategias políticas de desarticulación
En la plaza de la ciudad de Arriaga, Chiapas, miles de migrantes se acomodaban donde podían en un estado de visible deterioro. Desde que los hemos acompañado, hace sólo dos días, hasta ahora, el cambio es muy notorio. El calor es brutal, el cansancio es intenso. Un bebé yace en su carriola empapado en sudor, mientras su mamá intenta refrescarlo echándole aire con un pedazo de cartón. Gente acostada o sentada por doquier, miradas nubladas. Una mujer pide algunas monedas para poder comprar paracetamol para su hijo de un año, que llora con fiebre. Ver a los niños aquí es desgarrador. Estamos en la última parada en el estado de Chiapas, pero éste es sólo el comienzo de una larguísima travesía por el país. Y ya han sucedido varias tragedias. Dos muertes confirmadas, aunque se rumoran tres más. Un bebé muerto con un impacto de bomba de gas lacrimógeno de la Policía Federal en el puente en la frontera. Un joven de alrededor de 26 años que cayó de un trailer cerca de Huixtla y cuyas últimas palabras, según un testigo, fueron “No me quiero ir”. Pero varios migrantes cuentan también de dos niños que fallecieron ahogados durante la represión en el puente en la frontera. Cuando mucha gente se tiró al río para evitar los gases, las vallas y los antimotines mexicanos, una madre con dos hijos pequeños tuvo que lanzarlos primero antes de aventarse ella misma. Y ya no los volvió a ver. Y ayer se rumoró, sin que se haya podido confirmar, la muerte de una mujer que cayó de un trailer a la salida de Pijijiapan a las tres de la mañana. Al mismo tiempo, el miedo. Una joven de Arriaga, quien abrió las puertas a algunas familias migrantes para que pudieran descansar en su casa, escuchó decir a las mamás que en varias ocasiones han recibido ofertas de comprarles a sus hijos por parte de lo que asumen ser criminales.
Todo esto sucede en el contexto de un evidente esfuerzo coordinado por parte del Estado de debilitar y fragmentar a la caravana. Como mencionamos en nuestra nota anterior, ha habido un cambio notorio de estrategia por parte de las autoridades. En la frontera y en el primer día de camino rumbo a Huixtla, contención y represión, primero intentando impedir la entrada de los migrantes a territorio nacional por medio de la fuerza. Después, en Tapachula, al no ofrecer ninguna ayuda, condicionando la ayuda humanitaria a la detención migratoria e generando miedo en la población, que cerró sus puertas y les negó el paso a baños y cualquier asistencia. Ante ese calor, la gente no bebía agua para no tener que orinar. Después, en su camino desde la frontera hasta Tapachula, la presencia de policías antimotines en varios puntos, sobrevuelo de helicópteros, insistencia en que se registraran “de forma legal”.