7 a 10 am: entrevistas con medios alternativos y comerciales de Mexicali.
11 a 13 horas: Encuentro con los pueblos indígenas de Baja California. Escuela Primaria del poblado El Mayor.
17 a 19 horas: Encuentro con la Red de Apoyo, Colectivos, Organizaciones e Individuos (as-oas) que se adscribieron y decidieron apoyar la propuesta del CIG y su Vocera. Salón Social de los Jubilados Burócratas, calle H # 444, casi esquina con Av. Zaragoza, Colonia Nueva.
Viernes 22 de junio.
15 a 20 horas: Festival Cultural y Encuentro con la Red de Apoyo, Colectivos, Organizaciones e Individuos (as-oas) que se adscribieron y decidieron apoyar la propuesta del CIG y su Vocera. Lugar por confirmar.
El pasado 28 de Abril en la CDMX se realizó un concierto solidario en apoyo al Concejo Indígena de Gobierno (CIG) . Aquí el registro visual del evento en donde musiqueros solidarios, colectivos, organizaciones y redes de apoyo al CIG, acompañados por los miles de asistentes al evento; cantaron, escucharon la palabra del CNI , y bailaron hasta hacer retemblar en su centro la tierra.
Ciudad de México, 2 de mayo de 2018.- Este mediodía se llevó a cabo una conferencia de prensa en la que el Congreso Nacional Indígena, el Concejo Indígena de Gobierno y la Comisión Sexta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional informaron los acuerdos de la segunda sesión de trabajo del CIG (que se reunió el 28 y el 29 de abril en la Ciudad de México).
Balance y evaluación de concejalxs sobre los logros y las dificultades del recorrido del CIG en México (4 ’33 min.)
Comunicado del CNI-CIG-Comisión Sexta del EZLN:
(Fuente: Enlace Zapatista)
FALTA LO QUE FALTA
Abril del 2018.
A las Redes de Apoyo al CIG y casitas Marichuy: A quienes participaron en la Asociación Civil “Llegó la hora del florecimiento de los pueblos”: A la Sexta Nacional e Internacional: Al pueblo de México: A los medios libres, autónomos, alternativos, independientes: A la prensa nacional e internacional:
De frente a la agudización de la guerra, despojo y represión que invade nuestros pueblos junto con el avance del proceso electorero y de acuerdo a los pasos andados por las geografías de este país por nuestra vocera Marichuy junto con los concejales y concejalas, nos dirigimos respetuosamente al pueblo de México para decirles que:
Escuchamos el dolor de todos los colores que somos el México de abajo.
Con el pretexto del período de recolección de firmas, recorrimos los territorios indígenas de nuestro país donde juntos, hicimos crecer nuestra propuesta política de abajo, desde donde se visibilizó la lucha de muchos pueblos originarios, sus problemas y sus propuestas.
Con nuestra participación en este proceso electoral, le reiteramos a los pueblos indígena y no indígenas de México que no permaneceremos quietos mientras se destruyen y nos arrebatan la tierra, que heredamos de nuestros abuelos y que se la debemos a nuestros nietos, mientras contaminan los ríos y perforan los cerros para sacar minerales, no nos quedaremos quietos mientras convierten la paz y la vida que venimos construyendo diariamente en guerra y muerte mediante los grupos armados que protegen sus intereses. Nuestra respuesta, no tengan duda, será la resistencia organizada y la rebeldía para sanar al país.
Con la gran movilización de miles y miles de compañeras y compañeros de las redes de apoyo en todo el país, nos dimos cuenta y se hizo descaradamente visible que para aparecer en la boleta electoral se necesita garantizar que somos igual o peor que ellos, que si presentamos firmas deben ser falsas o no valen, si gastamos dinero debe ser de oscura procedencia, si decimos algo debe ser una mentira, si acordamos algo serio, debe ser con los políticos corruptos, con las empresas extractivas, con los banqueros, con los carteles de la droga, pero nunca, jamás, con el pueblo de México.
Aparecer en la boleta electoral es solo para quienes buscan administrar el poder de arriba oprimiendo a los de abajo, porque el poder que buscan está podrido en todas sus partes.
Entonces, es una competencia que se puede ganar con trampa, dinero y poder, como la mercancía que son las elecciones de la clase política en la que no cabe ni cabrá la palabra de los de abajo, de los que siendo indígenas o los que sin ser parte de un pueblo originario, desprecian el poder y construyen la democracia tomando decisiones en colectivo, que luego se hacen gobierno en una calle, en un barrio, en una comunidad, un ejido, un colectivo, una ciudad o un estado.
Entonces el proceso electoral es un gran cochinero en el cual contiende quien pudo falsificar miles de firmas y quien tiene los miles de millones de pesos que le permitan coaccionar y comprar el voto, mientras la mayor parte del pueblo de México se debate entre la pobreza y la miseria.
Por eso nuestra propuesta no es igual, por eso no estamos haciendo campaña, por eso no nos pusimos a falsificar firmas, ni a buscar y gastar dineros que el pueblo de México ocupa para atender sus necesidades vitales, por eso no ocupamos ganar ninguna elección ni revolvernos con la clase política, sino que es el poder de abajo que caminamos buscando, que nace de los dolores de los pueblos y por eso caminamos buscando el dolor de todos los colores que somos el pueblo de México, porque ahí está la esperanza de que nazca un buen gobierno que mande obedeciendo y solo podrá emerger de la dignidad organizada.
No es solo el racismo de la estructura política lo que no dejó que nuestra propuesta figure en la boleta electoral, pues si quienes se oponen a la destrucción capitalista del mundo compartieran entre si los ojos rasgados, azules o rojos, las políticas públicas y la supuesta democracia estarían hechas para excluirlos a ellos. Los pueblos originarios y quienes caminamos abajo y a la izquierda no cabemos en su juego; no por nuestro color, nuestra raza, nuestra clase, nuestra edad, nuestra cultura, nuestro género, nuestro pensamiento, nuestro corazón, sino porque somos uno con la madre tierra y nuestra lucha es porque no se convierta todo en una mercancía, pues sería la destrucción de todo, empezando por la de nosotros como pueblos.
Por eso luchamos, por eso nos organizamos, por eso no solo no cabemos en la estructura del estado capitalista, sino que cada día sentimos más repugnancia por el poder de arriba, que hacen cada día más notorio el profundo desprecio contra todas y todos los mexicanos. La grave situación que viven nuestros pueblos y que se ha agudizado gravemente en las últimas semanas por la represión y el despojo, solo ha merecido el silencio cómplice de todos los candidatos.
En consecuencia, por acuerdo de la segunda sesión de trabajo del Concejo Indígena de Gobierno, llevada a cabo los días 28 y 29 de abril en la Ciudad de México, ni el CIG ni nuestra vocera buscarán ni aceptarán ninguna alianza con ningún partido político o candidato, ni llamarán a votar o a la abstención, sino que seguiremos buscando a todos los de abajo para desmontar el pestilente poder de arriba. Voten o no voten, organícense.
Caminaremos construyendo las claves para sanar el mundo.
En los pueblos originarios de este país, donde el Concejo Indígena de Gobierno fue acordado, y que es por donde nuestra vocera caminó tejiendo, tal como fue el mandato de la asamblea general del CNI, están las resistencias y las rebeldías que le dan forma a nuestra propuesta para toda la nación, por eso junto con las y los concejales de cada estado y región recorrimos sus geografías, donde la guerra y la invasión del monstruo capitalista se vive día con día. Donde la tierra es despojada para que deje de ser colectiva y quede en manos de los ricos, para que los territorios sean ocupados y destruidos por empresas mineras, los acuíferos devastados para la extracción de hidrocarburos, los ríos contaminados, el agua privatizada en presas y acueductos, el mar y el aire privatizados por los parques eólicos y la aviación, las semillas nativas contaminadas por transgénicos y tóxicos químicos, las culturas hechas folclor, los territorios configurados para el funcionamiento del narcotráfico trasnacional, la organización de abajo sometida por la violencia terrorista de los grupos narco paramilitares que sirven a los malos gobiernos.
Nos vimos también en los caminos que se iluminan en los mundos que guardan sus culturas, cuando en ellos se dibuja la propuesta y la palabra de los demás pueblos indígenas, y de su propia lucha y de su propia lengua surgen los fundamentos que son la razón de ser del Concejo Indígena de Gobierno.
Es ahí donde brilla la esperanza que salimos buscando, como lo es también la sociedad civil organizada en las ciudades con la Sexta, con los grupos y Redes de apoyo al CIG que no solo salieron a mostrar su solidaridad y hacer una agenda en todo el país, sino que salieron a construir desde abajo, desde las propias ruinas capitalistas, un mejor país y un mejor mundo. A tod@s ell@s nuestra admiración y respeto.
Llamamos a todas y todos que somos el pueblo de México, a las y los compas de las Redes de apoyo al Concejo Indígena de Gobierno en todos los estados del país, a las compañeras y compañeros que conformaron la Asociación Civil Llegó la Hora del Florecimiento de los Pueblos a seguirnos consultando y evaluando, haciendo las valoraciones, encontrando y caminando los nuevos senderos que decidamos, organizándonos siempre, aunque voten o no voten por algún candidato. Sus palabras, sentimientos y propuestas importan para nosotr@s.
Seguiremos tendiendo puentes respetuosos con quienes viven y luchan, para así juntos hacer crecer la palabra colectiva que nos ayude a resistir contra la injusticia, la destrucción, la muerte y el despojo, para reconstruir cada tejido del país con la conciencia de los que abajo sueñan y se rebelan con sus propias geografías, culturas y modos.
En la propuesta colectiva de los pueblos está guardada nuestra palabra que se dirige al mundo, entonces seguiremos caminando hacia abajo, hacia los pueblos, naciones y tribus indígenas que somos, por lo que llamaremos en el mes de octubre de 2018 a la Asamblea General del Congreso Nacional Indígena, para conocer los resultados de la valoración de los originarios agrupados en el CNI, y avanzar en el siguiente paso.
Hermanas y hermanos del pueblo de México y el mundo, sigamos juntos pues falta lo que falta.
Por la reconstitución Integral de Nuestros Pueblos
No matarán la flor de la palabra. No aquí ni ahora, no con tanta lucha por delante. No con tanta muerte acechando. Tras once días de conversar con música, baile, foto, cine, cartel, silencio atento y palabras, anoche concluyó en el CIDECI-Unitierra un encuentro que resignifica y redefine mucho. Una Comisión Sexta que celebra a su nuevo integrante (el Comandante Pablo), ha planteado una vez más la importancia de la organización mientras propone cuidar la “pedagogía” del mensaje a transmitir. No hay “propiedad privada de la lucha”, dice el Sup Galeano, hay “una nueva semilla que es de todos, todoas, todas y no es de nadie”.
Al presentar a detalle sus vivencias de los meses recientes, cuando se lanzaron a la búsqueda de apoyos para Marichuy y el CIG, integrantes de su Red de Apoyo se hacen voz colectiva que describe el proceso de aprendizaje-trabajo-información vivido por muchos rincones de México. Aunque escuchamos solamente a colectivos de Chiapas y de la Ciudad de México y zonas cercanas, lo que narran podría narrarlo cualquiera de ellxs. Son “colectivo de colectivos”, esfuerzo conjunto aunque disperso. Son fractales de resistencia. Sus voces coinciden cuando nos transmiten la emoción, el frío, la confianza, el agotamiento, el ánimo, el ansia y, sobre todo, la convicción. Recuerdan a Marco Antonio Jiménez, “activo auxiliar de Marichuy”, maestro de la Sexta que “ya no se encuentra aquí entre nosotros”. Recuerdan también a Eloísa Vega Castro, de la Red Sudcaliforniana de apoyo al CIG. Pero en realidad recuerdan todas las muertes y las desapariciones, todos los encarcelamientos y los abusos, todos los feminicidios, todo el despojo y el racismo, pues durante meses se dedicaron a recordárselos a cada persona que se acercó a sus mesas de recolección de apoyos. “También vivimos la tormenta”, nos dicen. “Cada firma era un diálogo que permitía visibilizar la lucha de los pueblos indígenas”, pero para visibilizarla tenían que verla ellxs mismxs. Con gran elocuencia, Raúl Romero presenta sus tres miradas de ese proceso: lo que llamó a juntar firmas (el diagnóstico), lo que pasó juntando firmas (las experiencias) y lo que es este semillero (la esperanza).
En sus intervenciones durante la clausura, tanto el Comandante Pablo como los Subcomandantes Moisés y Galeano replicaron el “efecto Marichuy” y los pueblos originarios al insistir en que nuestra lucha es por la vida. Según lo narraron a lo largo de estos días, cada participante de este Conversatorio-Semillero recibió una invitación del EZLN que les preguntaba “¿cómo está tu corazón?”. Cada quién dio su respuesta. Pero por lo que nos enseñaron y por la fuerza organizada de quienes convocaron, todo indica que el corazón está listo.
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Esta tarde clara en el auditorio del CIDECI, Néstor Quiñones ha explicado que llevamos por dentro una batalla ardua entre pulsiones ya sea destructivas o impulsivas hacia la vida. En el arte, explicó, nuestras sumas de obsesiones, deseos y dolores toman partido por alguna de estas opciones: lo sano (optar por la vida) o lo patológico (optar por morir). En Los Adioses proyectados de Natalia Beristáin, habíamos visto a Rosario Castellanos reencontrar a su pareja, jugar entre las sábanas e intentar desnudarse aunque al final se arrepentía y se cubría el cuerpo tenuemente. “Me cuesta trabajo estar desnuda frente a ti”, le explicaba a un señor Guerra incapaz de contener su impulso creativo, de controlarla y de poseerla. “¿Sabes cuál ha sido tu problema siempre? Sientes mucho todo”, intentaba articular y justificar sus impulsos e incapacidades su pareja, un señor Guerra protagonizado por Daniel Giménez Cacho, quién tras presentar un cortometraje sobre la búsqueda de Salomón Aceves, Jesús Díaz y Marco Ávalos, los estudiantes de cine desaparecidos desde el 19 de marzo pasado cuyos cuerpos fueron disueltos en ácido sulfúrico según declaró este lunes 23 de abril la Fiscalía de Jalisco, protegió y exaltó que el Arte tiene la enorme y particular belleza de conseguir mostrar las heridas sin caer en la victimización, de provocar la escucha activa -dejarse tocar por el otrx- y por lo tanto de hacer el amor, ese “querernos como resultado de ir hacia el otrx”, ese querer desnudarse y brindarse que tanto quiso Rosario pero el México de hoy, vencido por su impulso patológico, quiere incluso disolver. Por ello, Yásnaya Aguilar irrumpió en el auditorio del CIDECI como un huracán dispuesto a sanar las heridas y la enfermedad contemporánea con el irreductible y originario remedio de la libertad. Si tomamos la domesticación del maíz como nuestro origen, lo alusivo a lo indígena apenas haría referencia a 200 de los 9,000 años transcurridos desde entonces, pues esta gran categoría fue creada por los Estados-Nación para encasillar, conjuntar y encapsular en un cajón único y supuestamente común distintas prácticas de vida y organización cuyo rasgo compartido era precisamente la negación a aceptar la idea de pertenecer a un Estado, es decir, a formar parte de algo mayor encima de los pueblos y practicar un estar juntxs falso e inocuo lejano al amor y cercano al impulso patológico de la muerte. Así, del torrente de palabras, miradas y escuchas compartidos por Yásnaya -lxs zapatistas de plano le pidieron su texto para seguirlo descubriendo con calma-, emergió ayer de nuestras heridas físicas y patológicas una pista enorme y vital para sobrevivir juntxs. “Eso que entiendo que los caracoles, que los compañeros zapatistas ya están haciendo, y disculpen si los contradigo, más que buscar un <<nunca más un México sin nosotros>>, están creando ya el nosotrxs sin México”, sonrió Yásnaya.
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Dando continuidad a lo que sucedió el sábado, cuando don Pablo González Casanova fue nombrado Comandante y pasó a integrar el Comité Clandestino Revolucionario Indígena, el EZLN anunció ayer, en voz del Subcomandante Galeano, la formación de un nuevo ejército insurgente. Un ejército “con el cabello cano, o sin cabello, en silla de ruedas o en bastones o muletas, que no escucha bien, que no ve bien, al que le tiemblan las manos pero no de miedo, sino de impaciencia”; un ejército que “no traerá armas de fuego ni bombas… sino algo más mortífero, más letal y más poderoso: memoria e historia”.
Es armado con historia y memoria que el zapatismo, al igual que el CNI y el CIG, se propone a enfrentar la muerte en que estamos sumergidos. Porque, como apuntó Sergio Rodríguez Lazcano, bajo el cemento de la ciudad está la tierra; o sea, la historia de los pueblos. Así, el caminar del CIG y de Marichuy fue y es un encuentro de raíces entretejidas que bordan caminos preguntando y siembran semillas de un mundo otro capaz de resurgir de entre los escombros de éste que se está derrumbando.
Los síntomas de ese derrumbe en el panorama político mexicano fueron esbozados con precisión por Sergio Rodríguez, mostrando con datos el callejón sin salida de la política de los de arriba, en un momento en que la ideología fue abandonada y de lo que se trata ahora es de ganar espacios de poder, cueste lo que cueste. El despojo (palabra derivada del latín despoliare, que significa “quitarle la piel a la tierra”), como bien lo ha expresado el CNI una y otra vez, constituye un verdadero proceso de genocidio en el que, literalmente, los pueblos están amenazados de desaparecer. Pero es justamente ante la inminencia de la muerte colectiva que los pueblos organizados en el CNI deciden conformar el CIG y pasar a la ofensiva.
La valoración de lo que ha sido el caminar del CIG está en proceso, no sólo al interior del CNI, sino incorporando las miradas y las voces de todas y todos. Así escuchamos a Rafael Castañeda, quien hace un recuento de lo que fue la experiencia del Partido de los Comunistas en la recaudación de firmas para Marichuy. Entre las diversas anécdotas, está la de quienes hablaban con quienes se acercaban durante minutos u horas, y sólo al final preguntaban si tenían credencial de elector, dejando claro así que de lo que se trataba no era simplemente de recolectar firmas, sino de dar cauce a la rabia hacia la organización y la lucha colectiva.
De la misma manera Magda Gómez se refirió al “efecto Marichuy” como un despertar que entraña la práctica de otra forma de hacer política. Compartió que temió en su momento que se perdiera el punto de encuentro entre la recolección de firmas y su verdadero objetivo, encarnado en el caminar de Marichuy y del CIG, pero que en definitiva ese encuentro había quedado muy claro.
Tanto Magda como Bárbara Zamora hablaron del desencuentro entre las formas de la justicia propia de los pueblos originarios y las instituciones del Estado, que se fundamenta en un desencuentro de visiones y la imposición de una sobre la otra. Y ambas, como abogadas, apuntaron a la lucha jurídica como un espacio útil y a veces necesario, a pesar de reconocer que en ese lugar no van a ocurrir las transformaciones a las que aspiramos.
Pero, si nos están matando, como tan visceralmente nos dieron a entender Gabriela Jáuregui y Abraham Cruz el día anterior, y si los espacios de la institucionalidad no son ni serán camino para la vida, entonces ¿qué?
“Los estamos llamando a destruir el mundo totalmente”, dijo el SupGaleano, y a construir otro desde abajo, buscando la vida. ¿Que si estamos soñando? “Cuando planteamos el horizonte”, dijo el Sup, “no estamos soñando; estamos recordando”. ¿Que si es posible? La probabilidad es mínima, dijo… es casi imposible. Pero es imprescindible “aferrarse a esa millonésima de probabilidad”. Una probabilidad tan minúscula, recordó el SupGaleano en su breve genealogía del zapatismo, como lo fue que, tras el levantamiento de 1994, sucediera lo que sucedió. Y en este camino, el nombramiento del Comandante Pablo Contreras y el llamado a conformar este nuevo ejército insurgente de la memoria conlleva un mensaje muy claro: “Estamos llamando a las filas de la lucha a la historia, a los muertos, a los desaparecidos, a los olvidados”. Y tal vez entonces se abran las tumbas y quienes murieron vuelvan a caminar, y los desaparecidos reaparecerán.
En el octavo día de conversatorio en el CIDECI predominó la escucha, su arte, su fuerza, su urgente necesidad. Una escucha que también llega mirando, o en silencio, o soñando incluso. La mañana comenzó con la presentación del documental Ayotzinapa, el paso de la tortuga, dirigido por Enrique García Meza y coproducido por Bertha Navarro y Guillermo del Toro, entre otros, y donde los jóvenes de Ayotzinapa y sus familiares hablan de sus más íntimos dolores tras lo ocurrido en Iguala en septiembre de 2014. Al final, Bertha Navarro describió el documental como “nuestra aportación para la reflexión”, como una entrega de las voces de los jóvenes estudiantes normalistas “tan llenos de luz” que nos ayuda a “conocernos más entre nosotros”.
Tres integrantes de Fundar, Centro de Análisis e Investigación, A.C., presentaron de manera muy sentida los resultados de su informe “Yo sólo quería que amaneciera. Impactos psicosociales del Caso Ayotzinapa”, publicado en septiembre de 2017 por un grupo muy amplio. Ximena Antillón Najlis, Mariana Mora Bayo y Edith Escareño Granados partieron de lo más íntimo para explicar lo que vivieron en la recopilación de dolores y rabias de estudiantes y familiares de la Normal Rural de Ayotzinapa. Narraron lo que viven las niñas y las niños en el entorno de las desapariciones de decenas de muchachos y los esfuerzos de sus familias por construir normalidad. La profundidad de sus palabras nos deja marcas.
Mauricio González González y John Gibler describieron a detalle sus trabajos de escucha de los dolores de Ayotzinapa, de todos los hechos que han documentado. Mauricio se acercó desde la antropología y la psicología, John describió su trabajo periodístico Una historia oral de la infamia. Los ataques contra los normalistas de Ayotzinapa (2016). El periodismo, la antropología, la medicina, la psicología tratando de explicar la barbarie. El Sup Galeano cerró la sesión matutina pensando si todas estas “historias que estremecen”, esos relatos que nos agarran “el corazón”, ese “dolor alargado” que, como planteó Mauricio, flota “en el aire”, pueden volverse rabia organizada, una especie de “dolor confederado” donde “lo otro” sea una fortaleza y no una debilidad.
La sesión vespertina abrió con cine entrelazado a Juan Rulfo, sus Cien años y un corto cinematográfico basado en un cuento suyo. El despojo (1960), dirigido por Antonio Reynoso y con fotografía de Rafael Corkidi, quizá pensado para reflejar la flexibilidad del tiempo, se volvió atemporal en el auditorio del CIDECI-Unitierra. Juan Carlos Rulfo, hijo del escritor y cineasta, preguntándose qué hacer con todos estos relatos, dónde ponerlos. Abraham Cruzvillegas y Gabriela Jáuregui ensamblando sus voces y sus vidas para tejer en arte cualquier dolor. Enrique Serna historiando las décadas recientes con sencillez y erudición. Juan Villoro insistiendo en la escucha y leyéndonos un cuento futurista pero no ciencia-ficción, un cuento que nos evoca “el efecto que puede tener la voz del otro”, así sea “La voz del enemigo”. La Comisión Sexta cerrando la sesión con otro ensamble. Defensa Zapatista y la pequeña Esperanza enmarcando al Sup Galeano en su lectura del sueño de Ixmucané, la que no descansa, la que viene de la montaña. Ya con el día siendo noche, la escucha terminando con la lógica indescriptible de un sueño, acaso rulfiana, retratando la flexibilidad del tiempo.
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¿Y en este México de gritos y silencios, cómo hablamos la verdad?
Día 7, Conversatorio
“Miradas, escuchas, palabras: ¿prohibido pensar?”
Mañana y tarde del sábado 21 de abril, séptima jornada del conversatorio convocado por el zapatismo, día de muchas palabras, de dos sesiones, mañana y tarde. Para reportarnos cómo anda el corazón, llegan a la Universidad de la Tierra Daniela Rea, Marcela Turati, Javier Risco, Emilio Lezama y Luis Hernández Navarro, cinco periodistas que abren el día. Para cerrarlo, hablan la vocera del Concejo Indígena de Gobierno Marichuy, Carlos González del Congreso Nacional Indígena y cuatro integrantes de la asociación civil Llegó la Hora del Florecimiento de los Pueblos: Mardonio Carballo, Juan Carlos Rulfo, Juan Villoro y Pablo González Casanova, a quien a partir de hoy, y por los méritos de su trabajo, se le encomienda más trabajo: ser parte del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (CCRI-CG EZLN).
“El rumor florece en los colapsos”, afirma Carlos Taibo en voz del Sup Galeano. Pero no queremos colapsar. ¿Qué papel juegan entonces los medios de comunicación? ¿Cómo pueden alejarnos de la mentira fácil? ¿Cómo no ser “amplificadores de rumores”? ¿Cómo transmitir información veraz?
Desde la Red de Periodistas de a Pie, Daniela Rea y Marcela Turati sueltan de golpe toda la lista de emociones que invaden a cualquier periodista veraz que ande quebrándose el alma por narrar los gritos y los silencios que habitan nuestro México. Daniela Rea, para quien “el corazón está terco”, nos acalambra la conciencia con sus historias de reportera desde el fondo de un dolor que es “dignidad, resistencia, trabajo, justicia”, historias de personas que ya no temen porque “ya no es posible que les quepa más miedo en el cuerpo”. Marcela Turati, “una persona normal” a quien se le “atravesó” la guerra, se confiesa a veces “despalabrada” de tanto andar “hurgando en fosas” clandestinas, de tanto ver “muertos en vida”, “campos de exterminio” y “32 mil” personas desaparecidas “disputando el espacio” que el periodismo comprometido lucha por darles. Marcela plantea el dilema de cómo “mantener viva la indignación”, pero una indignación que mueva y no que paralice. Nos habla de la importancia de proteger la vida de periodistas, porque “donde no hay periodistas está ganando la muerte”.
Javier Risco cuenta con espacios en radio y televisión comerciales en los que habla con políticos cada día. Dice que trata de incomodarlos y que, desde “su trinchera”, vio la campaña de recolección de apoyos de Marichuy Patricio Martínez como un “necesario oasis de dignidad”. Emilio Lezama, quien se estrenara en el periodismo a los trece años narrando la marcha zapatista del Color de la Tierra (que llegó a la Ciudad de México en 2001), pregunta “¿qué México queremos?” y, yendo más allá, “¿qué modelo de mundo queremos?”. Para narrar la realidad actual, Emilio recurre a una metáfora, la de los palacios de cristal que, como espacios domesticados, buscan contener el mundo. Ganadores, dentro; perdedores, fuera. Pero hay “un presente adyacente”, nos dice, por lo que debemos imaginar otros Méxicos. Luis Hernández Navarro describe a detalle la basura que hay en toda campaña electoral. La que vivimos ahora no es distinta. Aquí “no está en juego una verdadera reforma del estado” sino su recomposición. No está en disputa el desmantelamiento del modelo de desarrollo neoliberal sino “su gestión”. Se menciona a periodistas autoexiladxs, amenazadxs, asesinadxs, a Miroslava Breach, a Javiér Valdés, a muchxs más. El Sup Galeano abunda sobre el riesgo que implica ser periodista en México, pues también se es “una víctima potencial” que puede convertirse en parte de la noticia terrible que narraba. Todo eso por la mañana.
Por la tarde, una sesión transformadora de la relación que ha tenido el EZLN con la sociedad civil organizada desde hace 24 años. Marichuy comienza agradeciendo a la Sexta nacional e internacional, a las redes de apoyo, a las organizaciones, a la asociación civil Llegó la Hora del Florecimiento de los Pueblos y a todxs aquellxs que de manera inividual apoyaron el proceso de recolección de firmas. Carlos González describe las etapas que ha vivido el CNI. La primera, desde su fundación en 1996 hasta abril del 2001, cuando se aprobó en el Congreso mexicano un dictamen que contravenía los Acuerdos de San Andrés. La segunda, el impulso de la autonomía por la vía de los hechos, con la adhesión colectiva a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona (en 2006) y una larga etapa de represión y dificultades. La tercera, la de ahora con el recorrido de la vocera María de Jesús Patricio, cuando el CNI se posiciona de otra forma en su momento más grave, para quedar en una posición de lucha distinta, mucho más sólida.
Mardonio Carballo se va a las raíces, pues “nadie puede hablar de la flor, del fruto, si no habla de la raíz”. Luego explica que “no hay mejor memoria que la de la tierra”, mientras nos habla de las lenguas como flores. Juan Carlos Rulfo informa que, tras más de 20 años de zapatismo, él “sigue buscando historias” y preguntándose “¿cuántas historias hay que contar?” Juan Villoro celebra que seamos “más conversacionales” y se extiende con recuerdos y anécdotas de la Convención Nacional Democrática (de 1994), la propuesta fallida de fundar una biblioteca “Rosario Castellanos”, en la que, frente a “Francisco Villa”, no se abrió camino ese nombre de mujer. Nos habla de lo que fue la apuesta por la consecución de firmas de apoyo para el CIG, construcción de una esperanza que “pasa por los otros”, los desconocidos y lejanos. Nos invita a construir una “comunalidad futura”, a sabiendas de que “las voces comunes son voces que tejen”.
Al principio de la tarde había hablado muy brevemente Pablo González Casanova, sólo para mencionar que “el proyecto que nació en estas tierras es un proyecto universal”, y para agradecer haber vivido en su tiempo de vida este proyecto. Al principio de la noche, cuando parecía haber terminado la conversación, el Sup Moisés toma el micrófono para explicar “cómo se llega a la dirección política del EZLN”. Pues con trabajo. Se le da trabajo a una persona, se le observa y, si trabaja bien, se le premia con “más trabajo”. Entonces habla el Comandante Tacho “a nombre de las bases de apoyo” zapatistas. Celebra que don Pablo González Casanova haya pasado su cumpleaños 96 trabajando en un evento de recopilación de apoyos para Marichuy. Nos dice que, desde que comenzaron esta lucha, en “el apunte tenían” que “un día tenían que luchar” con todas y todos, que “ya estaba previsto que un día nos íbamos a encontrar”, aunque no sabían cuándo ni cómo. Ahora ya saben: “Hemos visto a un compañero que no se ha cansado”, que “no se ha rendido”, que “no se ha vendido, no ha claudicado”. Se refieren a él cariñosamente como Pablo Contreras y le informan: su regalo será más trabajo, pues “va a integrar este gran equipo CCRI-CGEZLN”. Todxs lxs representantes de ese gran equipo desfilan entonces por el templete del CIDECI-Unitierra para abrazar a don Pablo González Casanova, nuevo integrante del CCRI.
Al comenzar el día, cinco periodistas se preguntaban qué vale la pena contar en esta zona de gritos o de silencios, qué palabras usar para hablar con verdad, para romper con la inercia de los crímenes impunes donde las familias agraviadas sienten que hablan “desde abajo del mar”. Al comenzar la noche, la tormenta nos ofrece unos segundos de respiro para mirarla desde encima de las nubes porque, en esa “niebla de la guerra” que describió tan claramente Marcela Turati, hoy se nos atravesó el zapatismo.
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Si alguien aún creía que la tormenta era apenas una metáfora, una muy filosa y oscura pero soportable, esta tarde los compas Zapatistas la volvieron explícita al traer al Conversatorio la valoración de Carlos Taibo en su libro “Colapso. Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo”. Si ya estamos en camino a un colapso terminal de la humanidad –es decir que no tenemos ya la posibilidad de frenar o modificar la suma apocalíptica de todas nuestras crisis– lo que sigue es organizarse para formar parte del probablemente estrecho margen de sobrevivientes de la segunda mitad de este siglo. A diferencia de los productores del Colapso, que saben de él hace mucho y han decidido acelerar la reducción del margen de sobrevivientes, Cristina Rivera Garza, Jorge Alonso, Irene Tello, Mónica Meltis y Carlos Mendoza compartieron esta tarde sus experiencias para intentar esquivar el abismo: articulando narrativas y procesos de trabajo que más bien reaccionan ante el horror fortaleciendo el de por sí humilde, espiritual y poderoso impulso de proteger a lxs compañerxs de viaje. “No nos estamos preparando para un período electoral sino para el apocalipsis. No es lo mismo organizarse para una elección, para tener un voto, que para hacer frente a un mundo como el que ustedes han narrado. A nosotros lo que nos interesa es que la gente viva. Si es antizapatista no hay pedo pero que viva”, agregaron los zapatistas en una de sus comparticiones más de corazón, directas y sinceras de los últimos encuentros.
En su segundo turno a la palabra, la joven concejal tsotsil Lupita Vázquez inició el recuento de su experiencia de los últimos meses con una aparente contradicción que suena a ejemplo de las avenidas hacia la libertad evocadas por Paul Theroux al conocer hace unos días el caracol de Oventik: “He aprendido mucho y al mismo tiempo no he aprendido nada”. Jaime Martínez Luna señaló que nunca entendió la propuesta pero le había dado gusto darle su firma a Marichuy y, poco antes que ambos, Fernanda Navarro compartió su incredulidad para explicarse por qué no se había logrado entender en todos los rincones de este país tan herido una propuesta tan inédita e incluso más fuerte que el “Ya basta” de 1994, aunque adelantó que quizás ahora, sin el maldito reloj del INE, es cuando realmente ella arrancará. Y la Comisión Sexta del EZLN, en voz del SubGaleano aportó dos guías decisivas a la valoración colectiva de esta tarde: en los comunicados del CIG y el CNI sobre la propuesta nunca se alojaron meses sino décadas y, a diferencia de 1994, esta vez la convocatoria a hacer frente a la guerra no es excluyente sino incluyente.
Esta tarde, las dudas sobre la posibilidad de ganar el partido quizás se volvieron miradas, pensamientos y preguntas sobre el campo de juego y sobre quiénes han desdeñado o temido no ya firmar sino entrarle al partido. Por ejemplo, Lupita contó que a los concejales solían pedirles carreteras o preguntarles si las comunidades podían formar parte del CNI aunque recibieran apoyo económico del gobierno; Jaime Martínez Luna contó que suele preguntarse a cada rato si en Oaxaca realmente mandan las más de 8 mil asambleas comunitarias y los 417 municipios libres o en realidad lo hace el gobernador en turno; y la abogada Erika Bárcenas, que con el colectivo Emancipaciones ha protegido y acompañado el proceso autonómico de Cherán los últimos siete años, indicó que el Estado no es un ente monolítico sino fraccionado e incoherente al que se le pueden hallar –en su caso desde el Derecho– suturas y oportunidades para la transformación social.
Para no perderse en ese piso hoy tan rojizo y minado, Jaime Luna explicó con su voz de pie, con rabia y con coraje, que necesitamos ratificar, reconocer y respetar lo que somos: seres comunales –¡y no individuos!– a quienes nos han roto y oscurecido; y Lupita indicó que algo a lo que le tenían mucho miedo era a caer en el juego de los partidos políticos, a decir “yo mando” o “yo soy tu ejemplo”. Aquí, el punto de encuentro con Jaime (mantenernos juntxs trabajando-en-movimiento por la reciprocidad) fue sorprendente: la lucha es, había dicho Lupita, “(…) para que nadie sea más ni nadie sea menos. Todos somos iguales. Que nadie sea superior ni esté por encima de nadie (…) No lograrán exterminarnos mientras tengamos fe en nosotros mismos y trabajemos y resistamos (…)”.
Más tarde, para cerrar la jornada del 19 de abril que había iniciado con un violento desalojo de profesores en San Cristóbal (desalojo tras el cual varios niños de primaria y preescolar sufrieron daños por los gases lacrimógenos) y con la denuncia de la desaparición forzada del concejal Catarino Aguilar Márquez y el comunero Noé Aguilar Rojas en Azqueltán, Jalisco, a manos de un grupo armado, con la convocatoria abierta al partido decisivo de la supervivencia como marco de fondo, el EZLN en voz del SubGaleano trajo a cuenta una larga cita que no es del Che sino de Al Pacino, Oliver Stone o alguien más. Con ella los zapatistas dijeron describir lo que es no sólo su vida sino la de cualquiera:
“Estamos en el fondo del infierno, podemos quedarnos ahí o podemos luchar para salir a la luz. Luchar por escalar cuesta arriba, pulgada por pulgada, una por una, uno aprende que la vida es eso… que la lucha es por esa pulgada, y esas pulgadas que necesitamos por escalar están por dónde quiera alrededor de nosotros. Están en cada minuto, en cada segundo. Aquí luchamos por cada una de esas pulgadas. Aquí nos hacemos pedazos a nosotros mismos ya los que nos rodean por esas pulgadas. Arañamos y nos aferramos con las uñas por esas pulgadas porque sabemos que cuando sumamos todas esas pulgadas eso es lo que hace la puta diferencia entre la vida y la muerte, y les digo que en cualquier lucha es quién esté dispuesto a morir por esa pulgada quién la va a conseguir. Y si estoy vivo es porque aún estoy dispuesto a luchar y morir por esa pulgada, porque eso es vivir, y o lo hacemos en colectivo o moriremos como individuos”
“Así nos tocó”, concluyó el SubGaleano.
“Y pues creo que es todo y tomé de más el tiempo porque luego cuando agarro confianza ya no paro, muchas gracias”, concluyó la jóven concejal tsotsil del CIG Lupita Vázquez, quién antes ya había adelantado: “Lo que nosotros queremos que siga es lo que todos queramos, no lo que los compas quieran ni lo que el Concejo Indígena quiera que siga ni lo que el CNI quiera que siga, sino el pueblo, ¿qué es lo que quiere que siga?”
¿Entonces quién se animará a jugar? ¿El pueblo tan evocado todos estos días, meses y décadas? ¿Lxs futurxs zapatistas? ¿Quiénes, pues?