NotiFrayba: Caravana por La Paz, La Vida y la Justicia
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La Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia propone recopilar las experiencias y testimonios de las violaciones a derechos humanos cometidas como consecuencia de las estrategias de seguridad en la lucha contra las drogas. Partió de Honduras el pasado 28 de marzo y llegará a Nueva York a la apertura de la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU sobre Drogas el 19 de abril. En la caravana confluyen familiares de víctimas y organizaciones sociales. Berta Cáceres defensora lenca, coordinadora de Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras asesinada en su casa, el 03 de marzo de 2016, impulsaba La Caravana.
15 mujeres mayas de Sepur Zarco enfrentan la barbarie militar
Haciendo historia. Notas de Radio Zapatista. Nota 1.
Por: Eugenia Gutiérrez, Colectivo Radio Zapatista.
Ciudad de México, 5 de abril de 2016.
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En 1982, después de dos décadas de guerra en Guatemala, la comunidad q’eqch’i de Sepur Zarco, en Izabal, fue sacudida por una violencia de proporciones inesperadas. Sus habitantes se habían organizado para defender tierras ancestrales que eran reclamadas por terratenientes. Para ello, a principios de ese año comenzaron un proceso legal en demanda del reconocimiento de sus títulos de propiedad, pero el proceso duró poco. La respuesta de los terratenientes frente al despojo frustrado fue salvaje. Se coordinaron con el ejército guatemalteco para secuestrar y desaparecer al grupo que encabezaba la defensa de la tierra. No conformes con haberse llevado a los hombres, los militares guatemaltecos arrasaron con la comunidad Sepur Zarco y violentaron sexualmente a muchas mujeres frente a sus familias.
Las que lograron huir a las montañas tuvieron que volver al paso del tiempo porque estaban viendo morir de hambre a sus hijas y a sus hijos. Cuando las familias sobrevivientes regresaron a Sepur Zarco en julio de 1982, los militares habían instalado un puesto de descanso y recreo para sus soldados sobre las cenizas de la comunidad, entre los municipios de El Estor (Izabal) y Panzós (Alta Verapaz). Y como era un puesto de descanso y recreo, los soldados giraron la instrucción de servicio para las mujeres de comunidades aledañas. Como resultado, ellas padecieron seis años de explotación sexual y laboral.