justicia
Comunidad Otomí en resistencia ante el sismo y desalojo en la CDMX
El pasado 19 de septiembre un grupo de sujetos sin identificar (cargadores y golpeadores), acompañados por un cuerpo de 400 granaderos, desalojaron a la comunidad Otomí quienes mantenían un campamento en las calles de Roma 18 y Liverpool en la delegación Cuauhtémoc de la CDMX. El violento desalojo dejó 15 personas de la comunidad heridas, la destrucción del campamento y el robo de pertenencias, entre éstas, la mercancía que la comunidad vendía para el sostén sus familias. Cabe señalar que la comunidad Otomí mantenía la posesión del inmueble desde hace aproximadamente 15 años. Tras el sismo del 19 de septiembre del 2017, el inmueble fue dañado y presenta riesgo de colapso, por lo que las 70 familias que habitaban el espacio desde hace más de 365 días, instalaron un campamento en las puertas del predio.
El desalojo tuvo lugar mientras se realizaban los preparativos para el mega simulacro, se rememoraba la solidaridad de la sociedad civil, se recordaba a los que “no debieron morir” y se alistaban las manifestaciones en el marco de la exigencia de reconstrucción por parte de los damnificados unidos; quienes tras un año de lucha, han ventilado la ambición de las inmobiliarias al pretender lucrar con la tragedia y han evidenciado la falta de transparencia del gobierno local y federal, en la administración y distribución de los recursos.
Tras el desalojo, la Policía Bancaria Industrial PBI resguarda el interior del inmueble: las rocas, los muros derrumbados, la basura acumulada y las ventanas, son su misión. En la periferia del predio; la comunidad se organiza, prepara la olla común, cuida a sus heridos, convoca a asamblea, distribuye comisiones, participa en las movilizaciones e intenta recuperar lo que les fue arrebatado.
Estas “mujeres que somos”. Reflexiones desde el Encuentro Nacional de Mujeres.
Por: Eugenia Gutiérrez, Colectivo RZ.
México, julio 2018.
Este fresco remanso de barullo y lucha nos recibe en calma. Nos respalda el escarpado Cerro de la Cruz, al que cada 3 de mayo sube la comunidad para invocar lluvia y buenas cosechas. Convocadas por la Comisión de Mujeres del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) para México del Congreso Nacional Indígena (CNI), mil cien mujeres indígenas y mestizas de trece pueblos originarios, veinticinco estados de la República Mexicana, dieciocho países y el Kurdistán nos reunimos los días 28 y 29 de julio en la comunidad indígena Hñähñu de San Lorenzo Nenamicoyan, Estado de México. La comunidad nos abre su auditorio y su escuela, mientras nos acondiciona un comedor solidario que se crece con puestos de comida y vendimia de muchos sabores y colores.
Las preguntas se nos agolpan en la mente y las respuestas van buscando su lugar.
¿Cómo ser estas “mujeres que somos” en el país más feminicida?





































