“¡Simplemente sembremos y seremos Vida!”
¡El paro nacional es vida pura! Seguiremos en juntanza y fuertes, no hay vuelta atrás, el cambio ya está en marcha…
(Música: versión @ZarysFalcon https://instagram.com/zarysfalcon)
Sigue este link para escuchar la palabra andada de lxs hermanxs de Lucas Villa en @soyjahfrann: https://www.instagram.com/tv/COl6GWXDtwu/?igshid=2xbrvgpgo9hc (@jahfrann: La familia de Lucas nos pone en contexto de lo que ocurre con él, lo que pasó, lo que está sucediendo y lo que vendrá. Como familia invitan a seguir en las calles con la alegría, sonrisa y amor que Lucas aún transmite. Agradecimientos por su coraje y amor)
*Que no panda el púnico: Cali y la la revolución molecular disipada
(Por Henry Córdoba-Equipo La Direkta)
Quiero traer a colación una serie de pensamientos con respecto a los hechos acontecidos en el país durante los últimos días.
El primero tiene que ver con la ciudad de Cali. Considero que esta ciudad es el laboratorio de lo que es y significará el manejo de la protesta en curso en Colombia. Hay un elemento que no ha sido tenido en cuenta y es el hecho de que tanto el comandante de la policía -cuyo nombre no voy a mencionar- y el comandante del ejército -otro nombre que no mencionaré- antes de ser delegados a comienzos de 2021 como los responsables del comando y brigada respectiva de Cali, tuvieron tareas en secciones de inteligencia. ¿Qué quiere decir esto? Lo que ha hecho la inteligencia policial y militar en el país por décadas ha sido reproducir la estrategia contrainsurgente y la doctrina del enemigo interno, en contra de las personas y el movimiento social -recordemos las chuzadas o los falsos positivos-, por lo que quizás no sea tan desatinado pensar que, ya no les interesará buscar infiltrados en la marcha pensando que allí están los revolucionarios, las famosas infiltraciones por parte de la guerrilla, discursos que suelen reciclarse año tras año, movilización tras movilización, sino que en la protesta en sí -sea contra la reforma tributaria u otra cosa- está la revolución. Si antes usaban la metáfora de quitarle el agua a los peces, para justificar las masacres de campesinos cometidas por los paramilitares bajo el pretexto de combatir a la insurgencia; para este caso es como si pescaran con dinamita, o peor, como si simplemente ya no les importara envenenar el agua. Al respecto, escuchen el discurso de Zapatero hacia sus soldados la noche del 3 de mayo en Cali y me entenderán.
A lo mejor no hay necesidad de escucharlo, ¿acaso no es suficiente que en cuatro días asesinen 22 personas en tan solo una ciudad?
Un hecho histórico que no cubre ninguna muerte, pero que valdría la pena recordar, como un deja vú hecho pesadilla, señala que Gustavo Rojas Pinilla años antes de llegar a ser presidente, fue enviado a Cali por parte de Mariano Ospina Pérez, para hacerse con el control de la urbe tras los hechos del Bogotazo, de manera tal que lo hizo tan bien, que uno de sus mejores amigos durante su estadía en el Valle fue el temerario y asesino León María Lozano, el Cóndor, relacionado no solo con despojos, masacres y asesinatos políticos, sino también con la explosión en el centro de 1956, hoy parte de la memoria histórica del lugar. He llegado a pensar que tal vez dicho precedente fue un laboratorio para levantar un estado de sitio o preparar posteriormente un golpe de estado.
En segundo lugar, quiero explorar el acusado revuelo causado por un tweet de Álvaro Uribe Vélez -incluyendo las distintas reacciones en favor u en contra y las movidas de los emergentes tik tokers colombianos- , relacionado con el manejo de las protestas en el país tomando como referencia la experiencia chilena. Claro, de contención y represión.
Las élites colombianas son muy inteligentes. Pero en este caso no van más allá de ser meros imitadores.
El tweet de Álvaro Uribe sorprende porque enuncia la noción de “revolución molecular disipada” -lo que recuerda eufemismos como “neutralizaciones”; “impuestos solidarios” u “homicidios colectivos”-, ésta proviene de un asesor de la fuerza pública, el chileno Alexander López, para el manejo de las protestas, que bien podría ser vista como conspiracionismo, ya que bajo esta perspectiva, las acciones de protesta y las movilizaciones son vistas como potencialmente revolucionarias, pero más que eso, desestabilizadoras del establecimiento.
El camino poco empedrado hacia la revolución, afirman ellos, sin dejar atrás los discursos alusivos al fortalecimiento de la fuerza pública y el terrorismo a sus anchas materializado en los Acuerdos de La Habana y la JEP.
La “revolución molecular disipada” no es más que la interpretación sesgada y distorsionada del postestructuralismo, de la deconstrucción y de otras corrientes de la izquierda contemporánea. Si algún lector o lectora quiere salir del eufemismo empleado para justificar los abusos de la fuerza pública, le recomiendo leer directamente a Félix Guattari o a la brasileña Suely Rolnick. Sin embargo, dentro de lo que han denominado Uribe y López, se cree que el asalto al estado implica una serie de etapas, de las cuales hacen parte, la insubordinación y la evasión. Estas son vistas como mecanismos de presión para lograr que gobiernos débiles, como los latinoamericanos, sucumban ante la insurrección.
Muy inteligente, además de un análisis fino y conciso.
Ahora bien. ¿Qué podría suceder?
Que el miedo se apropie de nosotros y que nos gobiernen a través del miedo. Quizás ante los próximos hechos de brutalidad policial y vandalismo, aparezca el ejército como pacificador, cómo una forma de afirmar que luego de tanto caos, llegaron los héroes de la patria a dar tranquilidad al barrio, al pueblo, a la ciudad. Y yo les creo, se inventaron “matrimonios”, en el que en motos un agente del ESMAD y un soldado del ejército, avanzan difundiendo proclamas de paz.
Por otro lado saldrán personas a rechazar todo lo sucedido con la violencia y las muertes cometidas por la fuerza pública y el descaro del gobierno y la tal revolución molecular disipada.
Que no panda el cúnico. Retruécano de que no cunda el pánico.
¿Por qué no examinamos con mayor detenimiento para redirigirnos a la noción misma de revolución molecular?
No quiero decir la revolución como tal, pero lo que sí quiero expresar, es la posibilidad o la existencia de múltiples formas de jugar el juego planteado por el gobierno. De entender de qué se trata y cómo actuar individual y colectivamente.
Una visión limitada la revolución molecular, no permite entender la urgencia por parte de las personas y el movimiento social de politizar la mayor cantidad de espacios posibles. En otras palabras, atomizar las luchas y aprender a canalizarlas. En mi opinión, pienso que lo importante es tratar de llevar la confrontación a espacios que no se vean como tal, es decir, todo lo que no resulte en la escena del soldado, el policía o el esmad apuntando sus armas de frente contra las personas. Más bien sugiero entender la revolución molecular a partir de la creación y articulación de símbolos y acciones más allá de la gramática política empleada por los medios de comunicación y el gobierno, la cual es el vandalismo. Con el vandalismo no se negocia venga de cualquier bando, y ya que, con el vandalismo no se negocia, cualquier atentado contra la vida humana en Colombia es atentar contra un derecho y contra la dignidad. Por consiguiente en la gramática política, o ni siquiera, realmente en la ética de las personas, lo primero es emplear la vida y el derecho a la vida como una forma de movilizar la dignidad, la rabia y las emociones que tienen las personas ante todos estos hechos, incluyendo el miedo.
Sí, se trata de politizar y eso también lo hace el Estado, así que lo mejor es que no polaricen.
También es importante entender el miedo como una forma de gobierno y de control a partir del shock, que nos distrae de la realidad y de los objetivos de las movilización, que específicamente son las reformas del gobierno -tributaria, de salud, pensional y de seguro otras más-, además de detener el abuso de la fuerza pública, las violaciones de derechos humanos y la muerte. En particular, se debe mencionar que el uso de la fuerza pública ha sido una forma de gestionar la movilización y los problemas sociales como un asunto de seguridad y no como un problemática social, lo cual se conecta bastante con la estrategia contrainsurgente utilizada por aquellos que vienen de trabajar en las secciones de inteligencia.
De ahí que la politización y la confrontación en otros espacios, tenga que ir de la mano de la necesidad de pensar y recurrir al amplio repertorio protesta existente, que no está limitado a movilizarse en las calles y que ya ha sido experimentado tanto en otras partes como en otras ocasiones en el país, teniendo en cuenta un referente reciente como los cacerolazos. Es hora de valernos de todos los recursos que tenemos a la mano para luchar en contra del gobierno. Ojo gobierno, y no dictadura o no todavía.
También es necesario escalar la protesta y trabajar más la organización.
Escalar el conflicto social que ha sido desatado, lleva a que el siguiente punto del paro debería ser la renuncia del ministro de Defensa y aunque sea difícil, de la cúpula militar o sus cabezas. Ni un minuto de silencio por nuestros muertos y toda una vida de combate y les aseguro que no podrán controlar la revolución molecular, que a lo mejor muchos han experimentado o contemplado sin ser conscientes plenamente de ello. Ejemplos de acciones se han visto desde el 28 de abril, como el baile alrededor de los agentes del ESMAD por parte de las Chicas Vogue, o bien si no podemos salir, por qué no colgar banderas negras o blancas en las ventanas de nuestras casas.
Es importante que no dejemos de difundir toda la información de lo que pasa en cada una de las ciudades y en los territorios y no perder de vista cada atropello de la fuerza pública, en lo que respecta a la violación de los derechos humanos.
Más aún, a lo mejor se requieren acciones más concretas:
En lo posible informar a las personas y organizaciones en el exterior, como un mecanismo para enfrentar la censura.
Y aún así, siento que no pasara la tempestad, pero pienso que cuando las colombianas y los colombianos entiendan qué es y cómo funciona la resistencia civil, paulatinamente escalará en un movimiento sin retorno.
Intentarán cortarnos la luz como ya ha pasado; intentarán desabastecernos de alimentos y recursos; intentarán vendernos humo; y lo más complejo, perderán la vida familiares y amigos, o personas como ellos.
Son estrategias de control.
También será necesario blindar nuestros espacios y que sean sagrados no solo para evitar la pandemia del Covid y de la masacre, sino también para protegernos interactuando entre nosotros y poniendo en funcionamiento herramientas de autocuidado, cosa que no será fácil ya que se vive con el miedo de la cercanía de una bala en nuestras cabezas.
Lo que buscan es desanimarnos y que salgamos a las calles a perder.
Pero no podrán.
Hoy por alguna extraña razón, en días, semanas y meses en los que solo he pensado este país como la muerte, llegó a mi cabeza algo diferente y es la palabra siembra.
¿Qué podemos sembrar?
Sembremos una flor en el cuenco perdido por una bala de goma.
Sembremos tempestades en los pantanos del enemigo
Y cosecharemos cambios, amigos
Sembremos insubordinación contra todo aquello que violenta la vida
Sembremos la piedra al calor del tropel.
Simplemente sembremos.
Y seremos vida.