El turismo en Chiapas se ha convertido en parte de una estrategia de los grandes capitales y el gobierno para quebrar la resistencia de las comunidades zapatistas y en rebeldía, y facilitar así el despojo de sus territorios.
Hermann Bellinghausen nació en 1953 en Ciudad de México. Estudio medicina, aunque actualmente se desempeña como periodista y escritor. Es corresponsal de Chiapas en el periódico La Jornada, donde escribe acerca de la lucha zapatista y las agresiones que sufren esas comunidades, sobre los presos políticos y los megaproyectos en este Estado. Es también director del suplemento mensual Ojarasca, donde se tratan temas de literatura, arte y luchas indígenas. Ha dirigido películas como Corazón en el tiempo, sobre la lucha zapatista. Una de sus obras periodísticas más destacadas fue sobre la masacre de Acteal. Desde este conocimiento profundo de la realidad chiapaneca, conversamos con él a propósito del creciente desarrollo del turismo en este Estado y sus múltiples implicaciones.
Karolina Caicedo Flórez:¿Cuáles han sido las estrategias más comunes del gobierno de México para poder desarrollar los proyectos turísticos en Chiapas?
Hermann Bellinghausen: El primer problema que tiene el Estado cuando quiere hacer proyectos turísticos, o de cualquier tipo de aprovechamiento abusivo de los espacios, es el despojo de las tierras.Todos los grandes centros turísticos de México inician con un despojo. Así se hizo Huatulco. Y aquí es lo mismo. Chiapas se ha puesto de moda como atractivo turístico porque tiene los espacios naturales más llamativos de México, es un lugar donde abunda el agua, está lleno de ríos increibles, parajes, cascadas, una gran riqueza natural. Es sobre estos espacios que se centra la presión del gobierno para desarrollar proyectos turísticos. Además, en el caso particular de Chiapas el gancho turístico está garantizado porque hay una cultura indígena atractiva, hay artesanías, paisaje,…. Pero Chiapas es la punta de lanza para otra cosa, el turismo no es la verdadera meta en Chiapas, sino la enajenación del territorio.
El problema es que estos proyectos se han encontrado con el obstáculo de las comunidades autónomas, en resistencia total, o simplemente las comunidades organizadas. Eso ha impedido que hagan la carretera a Palenque, un proyecto ambicioso de una autopista que atraviesa todo el territorio tradicional del pueblo tseltal.
Hoy existe una política deliberada del gobierno de Chiapas por el turismo porque es una fuente de ingreso de divisas, pero yo creo que esto tiene un límite, hay un tamaño para el turismo. Pero si tu logras que los pueblos puedan perder el control de sus tierras, esto significa dar paso a las mineras, a las hidroelécticas, a las autopistas, a todo eso, que ya no tiene que ver con el turismo.
Los proyectos turísticos se venden como un atractivo financiero para los pobladores de esos lugares, y les dicen que van a tener trabajo, que van a recibir ingresos, pero lo que sabemos es que los vuelven empleados o sirvientes del turismo. Entonces, pasan de ser los señores de su tierra a ser los recamareros, meseros, o sea los esclavos, pasan de ser los dueños del lugar a unos empleados en el último lugar.
Palenque. Fotografía de Javier Hidalgo (licencia Creative Commons).
Por supuesto el gobierno lleva a cabo proyectos donde aparentemente se beneficia a los pueblos, se crean cooperativas, como Agua Azul, por ejemplo, o Las Guacamayas en la Selva Lacandona, donde se pueda dar el lujo de hacer beneficiarios a un grupo de indígenas. Ni siquiera se necesita una empresa externa, si no que como el interés es mayor que eso, se pueden permitir que un grupo se vuelvan privilegiados y beneficiarios del negocio directo.
El caso más evidente es Agua Azul. Tienen una cooperativa, un ejido ecoturístico, que es un fenómeno muy raro, no sé si haya otro. En Agua Azul hay una población muy beneficiada, son ricos, y les va bien. Pero son contrainsurgentes porque están rodeados del conflicto que hay en Chiapas, y ellos son los aliados del gobierno contra las demás comunidades. Lo vemos en el caso de San Sebastián Bachajón, Bolom Ajaw y las demás comunidades alrededor de las cascadas, que son todas zapatistas. Hay otras de las que no se habla: San Miguel Agua Azul, Nuevo Progreso, que son zapatistas y que también están en el río. Ahí la lucha ha sido por despojarlos de sus tierras a las comunidades zapatistas, y para eso usan a los grupos beneficiados por los proyectos turísticos, que reciben los programas del gobierno, y son los que reciben a los turistas, los que les cobran, los que reciben las divisas.
¿Cuáles son los modelos de desarrollo turístico que ha impulsado el gobierno de Chiapas?
Han establecido balnearios en distintas partes de la selva, como Las Nubes, pero son subsidiados, incluso Las Guacamayas, que pareciera ser el más exitoso, dependen del mismo uso que hace el gobierno. Las Guacamayas es un hotel bastante atractivo, en un paraje maravilloso en frente de Montes Azules, junto al río Lacantún. Es un hotel como con pasillos, todo de madera, como es el turismo de aventura en otros lugares del continente, pero es subsidiado por el gobierno. Siempre que vienen artistas de televisión los llevan a esos lugares. Y por supuesto Agua Azul, porque está en el paso entre Palenque y San Cristobal, y ya es una ruta turística y por eso han impedido cualquier reivindicación de los pueblos indígenas para la explotación de Agua Azul.
Ahora en la zona de Agua Azul, que es una gran cuenca hídrica, lo que quieren hacer son hidroeléctricas y represas. El río Agua Azul es solo uno, pero está el río Turijá, el río Bascal, todos esos son ríos de la cuenca del río Grijalva. Y aparte está la cuenca del río Usumacinta, que está en la selva. Allí también se habló de hacer hidroeléctricas pero no han avanzado, por eso creo que están más amenazadas las que están del lado de Agua Azul y Palenque, porque ahí han avanzado la autopista y las construcciones.
Coca Cola está muy interesada en tener el agua, y como el anterior gobierno, sobre todo el de Fox, que era el gobierno de la Coca Cola, de la que fue el gerente. Tienen mucho interés en la cuenca el río. En Huixtán hay mucha agua y Coca Cola la tiene concesionada. Otro caso es el Huitepec, que es un cerro del agua y Coca Cola está al pie del Huitepec. Entonces sucede que el agua es el atractivo turístico, pero ese es el gancho para los verdaderos planes.
Chiapas no es Cancún, Chiapas no es Huatulco. Aquí el turismo es colateral a los verdaderos proyectos de minería, de bioprospeccion, de represas y de energía. El turismo es, repito, la punta de lanza para entrar a lo que verdaderamente les interesa, que son los recursos naturales, y esa es la forma de desplazar a las comunidades o doblegarlas. Tú les ofreces un proyecto de turismo, les pones cabañitas, un espejismo de prosperidad, y lo que logran es que pierdan el control de su tierra.
Cascada de Agua Azul. Fotografía de Karolina Caicedo Flórez.
¿Podrías mencionar algunos de los impactos del turismo en Chiapas?
El turismo en cualquier lugar tradicional tiene el impacto de que trae gentes muy diversas, sobre todo europeos y estadounidenses, a zonas tradicionales como cualquier lugar del mundo. Entonces hay un impacto en la cultura, en unos habitos de consumo, que tiene un impacto directo en una población indígena de Chiapas, que en la zona de Los altos y la Selva es predominante. Una tercera parte del Estado es indígena, y es la más atractiva turísticamente por sus recursos naturales y porque los indígenas venden.
San Cristobal de las Casas es una ciudad que tiene el problema de que la gente viene porque hay indios, y la gente en San Cristobal odia a los indios, pero el turista viene a ver a los indios, no a los coletos. ¿Y qué es lo que venden? Artesanías chamulas o de San Andrés, fotos de indios, y los visitantes van al mercado de Chamula para que tengan la experiencia de un pueblo indio. Si no hubieran indios nadie vendría a San Cristobal, bueno, sería un pueblo colonial, pero lo que le da vida es que es un lugar realmente indígena como los hay en Ecuador, en Perú.
Pero yo no estoy seguro de que el caso de Chiapas el impacto cultural del turismo sea muy negativo porque aquí hay un proceso social distinto del que hay en otras partes del país. El zapatismo se ha hecho en contacto con extranjeros, que en otro contexto serían turistas. Si vienen italianos, franceses, argentinos, vascos, pero es una cosa más de compromiso, más militante, entonces la gente está más acostumbrada a tratar con los extranjeros. Además San Cristobal siempre fue un lugar de antropólogos gringos, de turismo étnico, para tomar buenas fotos, entonces aquí están acostumbrados a los extranjeros, no es que los vayan a corromper.
El turismo que viene aquí no es un turismo de mucho poder económico, de hecho es la desgracia de los coletos, ellos quisieran que vinieran gringos ricos, y viene puro mochilero, entonces tampoco es el gran turismo. Cuando hace algunos pocos años empezaron a haber las posadas y hostels en San Cristobal los hoteleros estaban furiosos porque decían que era competencia desleal, porque pagan menos impuestos, cobran menos, y como el turismo aquí es así, dejan de ir a sus hoteles que no hacen falta.
San Cristobal también tiene mucho turismo mexicano, sobre todo en las temporadas de vacaciones, porque por un lado Chiapas se puso de moda, que si los zapatistas, que si las telenovelas, y por otro lado porque se está más tranquilo que en el resto del país. Ahora ir a Acapulco es arriesgar la vida, en cambio a San Cristobal puedes venir con tu familia, y es atractivo. ¿Y porqué pasa esto en Chiapas? Hay varias explicaciones, pero una fundamental: hay una resistencia de los indígenas zapatistas, que controlan un pedazo de territorio, y ese territorio es seguro: no pasan migrantes, no circulan drogas, no hay esa ilegalidad que ha invadido al país, y tampoco hay grupos armados. Hay paramilitares pero que lo que quieren es derrotar a los zapatistas, pero no hay lo que pasa en el resto del país.
Ahora el gobierno, sobre todo los últimos y el que viene también, han inventado el ecoturismo, que consiste en justificar la entrada en la selva, a las reservas, con la idea de que la van a proteger. Pero han puesto en peligro lugares como Miramar, en la orilla de la reserva de los Montes Azules, la única laguna grande accesible de las que están en la selva, las demás están adentro. En principio es una reserva, no hay caminos, ni nada, pero a Miramar se puede llegar por tierra o por aire. Entonces han querido hacer un proyecto turístico que podría dañarla realmente: carreteras, hoteles, restaurantes,…
Laguna de Miramar. Fotografía de Karolina Caicedo Flórez.
Lo que tiene atractivo es que es un lugar realmente virgen, y la gente ya no conoce lugares virgenes, entonces pagan por conocerlos, ese es el negocio. Vienen de Noruega o de Londres para ver un lugar virgen, ese es el atractivo. Pero eso hace que esos lugares dejen de ser virgenes. Entonces la gran amenaza del turismo en Chiapas es por un lado la apropiación del territorio y por otro lado que después del turismo viene otra cosa.
Por ejemplo, en Chiapas hay más de cincuenta concesiones mineras, pero están detenidas. Buena parte del Estado ya está concesionado a mineras que quieren todo, no solo oro y plata, sino también coltán y otros minerales. Pero aquí sucedió que mataron a un lider, Mariano Abarca, y eso provocó un shock. Y el gobierno, deseoso de quedar bien, estableció una moratoria. Pero las concesiones están dadas, les dieron un lapso, y yo creo que las mineras no tenían prisa por alguna razón, podrían esperar. Pero yo creo que ahora viene una ofensiva de esas concesiones (canadienses, coreanas, estadounidenses, incluso mexicanas). Van a presionar, y van a encontrar resistencias porque Chiapas es un Estado donde hay muchas resistencias: contra las tarifas de la luz, contra el Plan Puebla Panamá,… aparte de la resistencia autónoma zapatista.
Entonces, volviendo a la idea del turismo, en muchos lugares esa es la forma de doblegar la resistencia. Si hacen proyectos turísticos la gente baja la guardia, y pueden avanzar. Si lo que quieren hacer es una represa tienen que quitar a la gente, o por lo menos quitarles el poder sobre el territorio. Entonces creo que ese es el gran peligro del turismo, sobre todo del ecoturismo, porque para desarrollar proyectos posteriores, primero tienen que sacar a la población, que no solo son los legítimos dueños sino son los guardianes del lugar.
¿Podrías darnos algunos ejemplos concretos que nos podría dar a entender por qué también el desarrollo del turismo en Chiapas es una estrategia de contrainsurgencia?
La contrainsurgencia tiene la finalidad de derrotar a los zapatistas pero también de minar su prestigio. Hace algunos años la gente se da cuenta que los zapatistas han logrado cosas, entonces lo que buscan es evitar el contagio, evitar que la gente descubra que pueden tener un buen sistema de educación o que puede haber una buena clínica sin dinero del gobierno. Por ejemplo, el sistema de salud zapatista es el más barato de México, es eficaz porque tiene esa idea de prevención, que es la idea lógica de la medicina, lo que pasa es que la medicina institucional y comercial está dominada por las farmacéuticas, que tienen es que vender su mercancía. Entonces la prevención no les funciona: es muy barata pero no venden sus medicamentos. Los pueblos zapatistas han desarrollado clínicas, pero consiguen que las mujeres hiervan el agua, se controlen cuando están embarazadas, vacunen a los niños,… lo que se llama medicina preventiva. Entonces, lo que busca la contrainsurgencia, es evitar que la gente se contagie, que descubran que se pueden hacer las cosas de otro modo, impedirlo, hacerlo costoso. Entonces, si no están en la lucha muy comprometidos son víctimas fáciles de cualquier otra cosa.
Entonces yo creo que el blanco es impedir que la gente sea dueña de su vida, de su gobierno, y el turismo es muy atractivo porque parece inocuo, les pone en una aparente situación de fiesta y lo que va generando el turismo es que va haciendo que la gente deje el campo, que esa es la otra meta, que dejen de ser campesinos para volverse meseros, porque el capitalismo lo que quiere es que dejen de haber campesinos, entonces todo va junto, no se pueden aislar las cosas.
¿Cuáles son los proyectos turísticos que amenazan a las comunidades zapatistas? ¿Cuál es el origen de estos capitales? ¿De qué tipo de proyectos se trata?
Agua Azul tiene cincuenta años de ser un balneario. El proyecto se ha ido volviendo cada vez más exitoso y el pueblo de Agua Azul es muy próspero, y ya no son campesinos porque viven del turismo: son meseros, cocineros, entretienen, transporte, lo que genera el turismo, que no es que en sí sea malo, todo trabajo es digno. Pero ha tenido irradiación en todo lo que lo rodea, que también tiene valor turístico, porque no es el único lugar que tiene cascadas, pero los demás lugares están en manos de campesinos que no les interesa dejarlo al turismo, y la mayoría son zapatistas o están en resistencia.
Agua Claraes otro caso, que es un balneario que está más adelante. Agua Clara era un balneario antes, lo abandonó el dueño y el gobierno estableció algunos proyectos turísticos con el desdén que lo caracteriza. No le daba mucha importancia y lo pone en manos de los priistas, o de los oficialistas, y lo abandonaron. Entonces los zapatistas, que también están allí, deciden recuperar el balneario porque está abandonado y es el primer balneario zapatista. No es que los zapatistas hayan invertido en turismo, lo que están haciendo es cuidar el lugar, están haciendo un turismo ecológico real, y sin inversión capitalista. Los zapatistas que están allí son un dique contra la privatización del lugar.
Turistas en San Cristóbal de las Casas. Fotogragía bajo licencia Creative Commons.
¿Cuál es la postura de los zapatistas frente a estos proyectos turísticos? ¿Es la misma posición frente a todo tipo de turismo o tienen diferentes posturas según sea el método de turismo?
No han hablado del tema expresamente, pero uno puede ver precisamente los ejemplos de los que estamos hablando. Agua Clara es un territorio que no sirve para otra cosa, es un recodo de río muy ancho, con planicies, entonces decidieron que esto servía para turistas. Entonces puedes decir que hay un mínimo trabajo turístico pero que el efecto es la protección del lugar, que es lo que quiere vender el ecoturismo, pero en este caso zapatista es real. Pero tampoco es que los zapatistas tengan una teoría o política del turismo. O sea, a unos kilómetros hay un lugar donde se oponen al turismo y hay otro lugar donde lo practican.
En otro lugar, Misol Há, una cascada, convergen distintos grupos, incluyendo zapatistas, y allí lo que ha habido es un curioso acuerdo: ahí se pusieron de acuerdo zapatistas y no zapatistas para tener una caseta de peaje. Pero son casos muy concretos. El turismo no es un tema zapatista, ni a favor ni en contra, a menos que amenace territorios, entonces es en contra, por ejemplo Montes Azules.
Entonces, la resistencia de los zapatistas no es contra el turismo, contra esto o contra lo otro, sino es en defensa del territorio, punto. Y el concepto del turismo no va mucho con el zapatismo porque implica una mentalidad capitalista. Habrá quien diga, bueno, los que van a los caracoles hacen turismo, sobre todo a Oventik, muchos llegan como turistas a Oventik, toman un taxi en San Cristobal, van a Oventik y dicen, quiero conocer el zapatismo como quiero conocer las pirámides y van y se cuentan pero es el único lugar. Ahí podríamos hablar de un cierto turismo con el zapatismo y está bien, porque los turistas pueden conocer una experiencia real, que si lo que quieren ver es una escuela autónoma, una junta del buen gobierno, pues ahí está, y ahí les invitan si quieren comprar una artesanía y dejan una divisa. Pero no quiere decir que es un atractivo turístico, sino que hay gente que quiere conocer eso y bueno si eso implica una mínima derrama de divisas pues no está mal, si quieren comprar artesanías, ambar…
Entonces teniendo en cuenta estas afirmaciones que has hecho, ¿te parece contradictoria una categoría que ahora suena mucho que es el “zapaturismo”?
Bueno, eso es un chiste, y no es nuevo además. Hace algunos años se creó el “zapatour”, que consistía en que la gente venía a hacer turismo revolucionario. Pero eso tampoco lo inventaron en México, turismo revolucionario siempre hay, gente que viene a conocer experiencias revolucionarias. Pero en el caso del zapatismo ahora es menor porque las comunidades se han cerrado mucho. Esta experiencia tenía un valor particular, pues mientras había movimiento de extranjeros el ejército no podía atacar. La presencia de gringuitos, aunque fueran pendejos, era un escudo, entonces no era que propiciaran el turismo, no es eso, pero los visitantes eran bien recibidos porque mientras hubiera grupos de extranjeros era difícil que el ejército atacara.
Ahora ya pareciera que eso no es posible, pero hace diez años todos los días eran de emergencia en las comunidades zapatistas, pasaban muchas cosas. Entonces tener ahí a una familia o un grupo de franceses, pues eran un escudo. De hecho mucha gente extranjera llegaba como escudo, y puede que estuvieran tomando el sol en la selva, pero estaban protegiendo, entonces tenía sentido, y los zapatistas nunca lo concibieron como turismo.
¿Tú crees que los proyectos turísticos ecológicos y modestos promovidos por las mismas comunidades, como el caso de la laguna de Miramar, pueden ser una alternativa a los megaproyectos turísticos que se vienen implementando en Chiapas?
No estoy seguro que lo de Miramar sea tan inocente, depende de gente de fuera. Pero me cuesta trabajo saber qué se puede hacer en Chiapas, porque hay una insurgencia, pero puedo hablar de otras comunidades, de otros lugares de América Latina, como por ejemplo Ecuador, donde comunidades que ya lograron la soberanía sobre su territorio, y que mantienen su modo de vida y su explotación agrícola y también silvícola, pueden tener su proyecto turístico que depende de ellos. Hasta las avionetas, que llevan a los turistas de una ciudad al punto de atracción turístico, son de ellos. E incluso hay lugares de turismo de mucho lujo, que no me gustan, pero que están en manos de las comunidades. Yo esto no lo he visto en México, pues los proyectos que hay están dirigidos a someterlos, no a liberarlos, entonces yo desconfío de entrada de los proyectos con intenciones turísticas.
Jan de Vos, el historiador de la Selva Lacandona, en uno de sus últimos ensayos habla muy favorablemente del turismo, cree que es una forma de detener la destrucción de la selva. Pero yo creo que peca, y es mi diferencia con él, de optimismo con el papel del Estado, porque cree que el Estado puede ser el agente para permitir eso, y yo creo que siempre detrás de eso hay un despojo. Hay una corriente de opinión favorable al turismo benéfico pero yo, en el contexto de Chiapas, no lo veo mucho, no más allá de lo que hay actualmente, no creo que las comunidades necesitan desarrollar proyectos turísticos, si la gente quiere ir a ver el río que vaya y lo vea, pero no necesitan poner un hotel y la ganancia económica del hotel no es comparable con lo que cuesta el mantenimiento y con lo que van a abandonar de su trabajo campesino, o sea no es negocio para ellos, es negocio para otros.
El gobierno está dispuesto a subsidiar los proyectos con tal de debilitar a la comunidad, y claro, le ds imágen, pero no negocio. Las Guacamayas no es un negocio, es un proyecto bonito, logrado, pero porque está subsidiado, y es barato, tampoco es tan caro subsidiar un hotel en la selva y pagarle a indígenas, pero logras que la gente deje de ser lo que era.
Ya para terminar, ¿consideras que las dinámicas e impactos del turismo en Chiapas se les ha dado suficiente importancia o crees que ha sido algo marginal?
No lo suficiente, porque hay mucho conformismo en relación a lo que la gente de afuera ve de Chiapas. No hay una visión crítica desde acá, bueno la hay desde los ámbitos de la resistencia, sea ambiental, sea política. Pero fuera de eso no ha sido suficiente y no es claro. Pero los zapatistas no se levantaron en armas contra el turismo, sino contra el sistema, contra el Estado, contra el capitalismo, entonces el turismo es un síntoma colateral del capitalismo y puede tener otras opciones no capitalistas. Pero el problema no es el turismo, el problema es la propiedad de la tierra, la soberanía y la autodeterminación.
El turismo si está dentro de la autodeterminación de los pueblos pues está bien, pero eso después de que ya obtuvieron su soberanía, pero no es el camino para obtener autosuficiencia ni nada, que es la falacia del gobierno, que dice “pon tu proyecto turístico y te va a ir mejor”; no, primero que se liberen y luego si les conviene que pongan proyectos de turismo o de lo que quieran, pero una vez que se liberen y estén decidiendo por sí mismos lo que se hace con la tierra donde viven. Pero de lo contrario el turismo impide eso, porque se cambia la vocación del espacio y de la gente, el río ya no será para pescar sino para que naden los güeros y el trabajo de los habitates de ese territorio ya no será sembrar el maíz sino servir cervezas, cuando eso sucede ya avanzó la contrainsurgencia. Aquí es contrainsurgencia porque hay insurgencia, repito.