
México
EZLN, el espejo que me persigue

“El EZLN es el espejo que me persigue.” Eso nos dijo el artista oaxaqueño Lukas Avendaño durante el Encuentro (Rebel y Revel) Arte, realizado en el Caracol Jacinto Canek y en el Cideci/UniTierra Chiapas del 13 al 19 de abril de 2025. Pero no cualquier espejo, aclaró: el espejo humeante de Tezcatlipoca, el espejo de obsidiana que refleja tu verdadero ser, aunque no quieras verlo. Para él, como para tantas y tantos otros, el EZLN es un espejo donde ve reflejado su propio ser —en su caso, su ser indígena y su ser muxe— con dignidad; reflejo que lo impulsa a contribuir con sus performances y su vitalidad a la construcción de otra humanidad posible.
El Encuentro (Rebel y Revel) Arte fue eso: un espejo humeante que, a partir de la reflexión sobre la crisis global que atravesamos, nos interpela con la pregunta, sin duda incómoda, pero más que nunca necesaria: Y ustedes, ¿qué? Una pregunta que cobra fuerza a partir de la constatación de lo mucho que ellos y ellas, sobre todo los jóvenes y las jóvenas, hacen por enfrentar la tormenta que vivimos no sólo con fiereza y determinación, sino también con alegre rebeldía.

¿Cómo es posible que en esos espacios donde, durante una semana, se insistió por medio de todas las formas artísticas (poesía, teatro, música, danza, circo, performance, cine, artes plásticas, literatura y más) en el probable colapso de nuestro mundo ante la voracidad del capital, y en la muerte y el inconcebible sufrimiento que el proceso de dicho colapso implica e implicará para buena parte de la humanidad, lo que haya primado haya sido la alegría, la fiesta, la celebración de la vida?
Parte de la respuesta está en el contexto. Como confirma el informe del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, Chiapas, en la espiral de la violencia armada y criminal, Chiapas vive desde hace años una gravísima situación de violencia armada, operación impune de grupos del crimen organizado, desaparición y reclutamiento forzados, militarización, asesinato, imposición de megaproyectos, criminalización y agresiones a defensores del territorio y mucho más. En ese contexto, las comunidades indígenas y campesinas sufren un proceso de descomposición social que impulsa a los jóvenes a abandonar la tierra, muchas veces migrando al norte o uniéndose a la delincuencia.
Es en ese contexto, en el que muchos “expertos” pronosticaban el fin del zapatismo, que las y los jóvenes zapatistas se manifiestan con fuerza, creatividad y alegría, incorporando la ética de defensa y amor por la vida impulsada desde hace más de tres décadas por el zapatismo. Ahí estaban las y los milicianos con su dignidad rebelde, los jóvenes artistas protagonistas de extraordinarias piezas de teatro, los artistas plásticos, los raperos, los poetas. Una juventud muy otra, rompiendo los moldes de lo que se entiende por juventud indígena, con la vitalidad de una tradición viva, con una mirada al futuro fundamentada en la conciencia del pasado. O sea, una esperanza de vida en medio de la tormenta.

El 15 de abril, en el Caracol Jacinto Canek, una centena de jóvenes provenientes de los 12 caracoles presentaron la obra “La naturaleza se revela y se rebela”. Ataviados con bellísimos disfraces, confeccionados por ellos mismos, de una gran multitud de animales, explican cómo les afecta la destrucción del planeta y la mercantilización de la vida. Habla también el agua, fuente de vida contaminada y cada vez más escasa, y finalmente la Tierra, que sufre por la minería, la contaminación, los agroquímicos y mucho más. Es entonces que los seres de la Tierra deciden organizarse y defender la vida en colectivo. Cuando los empresarios llegan con sus portafolios, su avaricia, su maquinaria y sus obreros, los insectos primero y después todos los animales los atacan y los ahuyentan. “La vida es común, común es la vida; ahora nos toca recrear y renacer otra vida, y eso debe ser en común”, dicen.



“El común”, nos dicen por medio de las obras de teatro, las músicas, los poemas, las artes plásticas, es el único camino frente a la maquinaria de muerte de un sistema cuya voracidad no tiene límites. La práctica de “el común” en el zapatismo no es nueva. De hecho, es el fundamento de su construcción desde los tiempos de la clandestinidad. La organización y el trabajo colectivos han sido desde sus inicios la base de todo el caminar zapatista y desde luego de la construcción de la autonomía, desde el autogobierno y la justicia autónoma hasta la salud y educación autónomas, la soberanía económica, la comunicación, la agroecología y todas las formas de resistencia y rebeldía. Pero es en tiempos recientes que “el común” se plantea explícitamente como el centro no sólo de los grandes cambios internos en curso en los últimos años, sino también de la interpelación del zapatismo hacia fuera, hacia nosotras y nosotros, en el contexto de la crisis global. Sin la acción colectiva de organizaciones, agrupaciones e individuos a lo largo del planeta, tanto en el campo como en la ciudad, no habrá vida posible ante la destrucción en curso, nos dice el zapatismo una y otra vez.
Cuando el EZLN hizo explícita la noción de “el común” por primera vez en diciembre de 2023, se refería específicamente a una propuesta radical de tenencia de la tierra: la “no propiedad”. O sea, tierras recuperadas que el EZLN declaraba “en común”, tierras de nadie y de todos en las que, tras común acuerdo por parte de zapatistas y no zapatistas de la región, cualquier individuo o colectivo podría trabajar en común, beneficiándose de su producción, pero sin ser propietario de la tierra ni de todo aquello que en ella se construyera. Defender la tierra, por lo tanto, no implica el reconocimiento oficial de su propiedad por parte del Estado, sino, al contrario, la abolición del concepto mismo de propiedad y el uso común de la tierra para beneficio colectivo. Pero la propuesta del común no abarca solamente a las comunidades indígenas zapatistas y no zapatistas de Chiapas: se abre al mundo ante la urgencia de enfrentar colectivamente la crisis global. Ante eso, se invitan a individuos y colectivos de cualquier geografía a trabajar en común para aprender a labrar la tierra y adquirir conocimientos que ayuden a sobrevivir la tormenta
Las piezas de teatro y demás creaciones artísticas presentadas durante las celebraciones del 30 aniversario del levantamiento zapatista en el caracol de Dolores Hidalgo, en diciembre de 2023 y enero de 2024, elaboraron aún más la idea del común. Y en la primera sesión de los Encuentros de Resistencia y Rebeldía en diciembre de 2024 y enero de este año, la comandancia, autoridades civiles y promotoras y promotores de educación y salud compartieron el sentido y la genealogía de la idea del común, que se deriva no del marxismo ni de cualquier otra teoría de origen europeo, sino de la experiencia de los abuelos y abuelas de los pueblos originarios.



Ahora, en este Encuentro (Rebel y Revel) Arte, la noción del común se abre a toda forma de colectividad organizada y radicalmente democrática. Así, la obra de teatro “El amor en la tormenta y el día después”, creada por jóvenes de los caracoles de La Realidad, Oventic, Garrucha, Morelia, Roberto Barrios y La Unión, explora la privatización de la tierra en comunidades hermanas, no zapatistas, que conduce a su subdivisión subsecuente generación tras generación, hasta que se vuelve imposible vivir de la misma. La obra explora también la exclusión de las mujeres de la propiedad de la tierra; la descomposición social, la delincuencia, la drogadicción, el alcoholismo y la prostitución; la migración y la venta de la tierra ante las deudas. Hacia el final de la obra, una comunidad hermana busca a los zapatistas, quienes los orientan con ideas y capacitación en la construcción de la autonomía en común. Así, la propuesta de “el común” va más allá de la no propiedad de tierras recuperadas. La colectividad de lo común se extiende a todos los aspectos de la vida: la salud, la educación, la justicia, el autogobierno, la creación y reproducción de mundos por doquier que sean semillas para el florecimiento de una humanidad otra “el día después” tras el colapso de nuestra civilización.
Este esfuerzo consiste también en la compartición “en común” de conocimientos y saberes que ayuden a enfrentar la tormenta. Así, jóvenes y jóvenas zapatistas de entre 12 y 20 años de edad compartieron conocimientos heredados de sus antepasados que permiten vivir de forma autónoma sin depender de avances tecnológicos a su vez dependientes de todo un sistema que no es sustentable. Fabricación de canastos, pigmentos, adobe, ollas y platos, calidra, cuerdas, etc., todo con materiales naturales.



Por otro lado, las muchas obras presentadas por las y los artistas no zapatistas nos invitaron a reflexionar y a soñar otras posibilidades desde una pluralidad extraordinaria de perspectivas en una gran variedad de contextos y geografías. En todo eso, evidentemente, Palestina, así como las buscadoras, estuvieron siempre presentes.
El último día, el 19 de abril, en el Cideci/Universidad de la Tierra, el encuentro cerró con una mesa coordinada por el Capitán Marcos en la que participaron Los Zurdos, Payasos en Rebeldía, Stefani Weiss, Antonio Ramírez, Luis de Tavira y el Subcomandante Moisés.

Cerramos aquí con algunas de las palabras de Iván Prado de Payasos en Rebeldía, quien nos dice que es en la infancia y la juventud donde se encuentra la esperanza de un nuevo amanecer: “Los niños mantienen un lugar de espontaneidad, de creencia profunda en la capacidad de vivir nuestros sueños: la fuerza de soñar. La capacidad del ser humano de construir mundos a partir de los sueños. La inocencia, conciencia y potencia que tenemos en la infancia tiene que ver con saber qué somos y dónde estamos. Somos la semilla de ese futuro, de ese día después. Lo que hemos visto estos días es la semilla de ese arte futuro que vendrá tras el colapso. Todas las artistas que hemos participado en este encuentro estos días estamos sembrando ese mañana, porque el mañana se siembra hoy”.
Mirándonos en el espejo de obsidiana que el arte y la creatividad zapatista nos colocan frente a los ojos, partimos de este encuentro confrontados con la provocación escrita en grandes letras en el templete del Caracol Jacinto Canek: “Despierten ya, pueblos del mundo”. Y con ella, la pregunta insistente que nos plantea el espejo zapatista: Y tú, ¿qué?

Ve también:
- Artes plásticas en el Encuentro (Rebel y Revel) Arte
- Audiovisuales en el Encuentro (Rebel y Revel) Arte
Algunos audios de las presentaciones, grabados por la KeHuelga, están disponibles aquí.
Entrevista a Lukas Avendaño: (Descarga aquí)
Entrevistas realizadas por los RZtitas, el comando infantil de RZ:
Payasos en Rebeldía: (Descarga aquí)
Mastuerzo: (Descarga aquí)
Entrevistas realizadas por la KeHuelga:
Delmar Penka: (Descarga aquí)
Errante Piratería Roja: (Descarga aquí)
Paz de Bitácora de Aguas: (Descarga aquí)
Titze Malambé: (Descarga aquí)
Mesa de cierre
Los Zurdos: (Descarga aquí)
Payasos en Rebeldía: (Descarga aquí)
Stefany Weiss: (Descarga aquí)
Antonio Ramírez: (Descarga aquí)
Luis de Tavira: (Descarga aquí)
Subcomandante Insurgente Moisés: (Descarga aquí)
Entrevistas en video realizadas por Armadilla del Sur para Radio Zapatista:
Fotorreportaje
























































































Foto de portada: Carlos Ogaz
Empresas fantasma obtuvieron 11 mil 492 millones de pesos en recursos públicos durante 20 años
Fuente: Avispa Midia
Por Violeta Santiago / Quinto Elemento Lab
Diseño de portada: Omar Bobadilla
Durante los últimos cuatro sexenios el gobierno mexicano ha otorgado más de 11 mil 492 millones de pesos en contratos con dinero federal a Empresas que Facturan Operaciones Simuladas (EFOS), también conocidas como empresas fantasma, fachada, inexistentes o factureras.
Se trata de compañías que no contaban con la capacidad operativa ni los recursos para cumplir con los servicios que prometían. Sin embargo, accedieron a grandes sumas de recursos públicos por el equivalente a 1.5 millones de pesos diarios a lo largo de 20 años.
Al mismo tiempo, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) dejó de cobrar 7 mil 239 millones de pesos en impuestos a estas mismas empresas, debido a cancelaciones o condonaciones de adeudos fiscales.
Por primera vez, una investigación cuantifica de forma global cuántos recursos federales se entregaron a empresas fantasma a lo largo de los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.
Quinto Elemento Lab, en colaboración con el Observatorio de la Corrupción e Impunidad (OCI) del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizó este análisis a partir de una base de datos en la que se cruzaron los contratos federales disponibles en CompraNet (2002–2022) con el listado más actualizado del SAT de EFOS definitivas al 31 de enero de 2023. Dado que este registro se actualiza periódicamente, algunas empresas consideradas como definitivas al momento del análisis podrían haber sido excluidas en versiones posteriores.
Esta investigación revela un sistema de contratación que permitió —y toleró— la participación de empresas fachada durante dos décadas, sin consecuencias reales para los responsables, con pocas sanciones y menos denuncias: un fenómeno transexenal de consecuencias públicas.

El patrón transexenal
En las últimas dos décadas el gobierno federal ha mantenido una relación constante con EFOS. Los primeros registros de contratos con empresas fantasma se ubican desde la presidencia de Vicente Fox. En el sexenio de Felipe Calderón fue cuando estas empresas obtuvieron más dinero federal. Con Enrique Peña Nieto se multiplicaron los convenios. Y, pese al discurso anticorrupción, durante el periodo de Andrés Manuel López Obrador siguieron contratando a firmas inexistentes y se desplomó la identificación que hace el SAT de estas compañías.

Entre 2002 y 2022, la administración pública federal firmó 3 mil 529 contratos con 834 EFOS, que operaron en promedio 8.1 años hasta ser detectadas. Muchas fueron contratadas en su primer o segundo año de existencia y lograron mantenerse activas incluso tras escándalos de corrupción o cambios de sexenio.
La mayoría de los contratos se firmaron antes de que estas empresas fueran oficialmente señaladas por el SAT, pero todas terminaron incluidas en el listado 69-B, que identifica a las EFOS definitivas.

Para comprobar si los servicios o productos contratados realmente se entregaron, Quinto Elemento Lab solicitó facturas y probatorios de una muestra de mil 311 contratos (el 37 por ciento del total, pero que concentraban el 66 por ciento del monto global). La revisión abarcó 87 EFOS, seleccionadas por haber acumulado más dinero, más contratos, o por haber sido contratadas cuando ya figuraban como empresas definitivas.
Los resultados son alarmantes: de los 7 mil 400 millones de pesos que representa esta muestra, solo se encontraron pruebas de cumplimiento en una cuarta parte (mil 241 millones). Para el 48.8 por ciento de los contratos (que representan más de 2 mil 698 millones), no hubo ninguna evidencia documental. Y para el resto, las respuestas fueron evasivas: expedientes perdidos por incendios o inundaciones, documentos ilegibles, información clasificada o incluso la negación de la existencia del contrato. Algunas dependencias entregaron facturas, pero admitieron no tener probatorios del servicio prestado.
Un sistema que permitió su existencia
El reparto del dinero tampoco fue equitativo: algunas empresas lograron hacerse de muchos contratos pequeños y otras acumularon grandes cantidades de dinero por medio de pocos convenios. Y apenas diez empresas fantasma concentraron casi la mitad de los recursos públicos que terminó en manos de EFOS.

El dinero público fluyó hacia estas compañías a través de 486 instituciones de los tres niveles de gobierno. El 90 por ciento de las secretarías de Estado y buena parte de las entidades paraestatales contrataron EFOS en algún momento. Incluso el SAT, autoridad fiscal encargada de bloquearlas, también les adjudicó contratos.
Y tan solo cuatro instituciones —la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE)— concentraron una cuarta parte del dinero total otorgado a empresas fantasma.
Las EFOS facturaron todo tipo de servicios: cursos, asesorías, mantenimiento, publicidad, renta de equipo, artículos de oficina, limpieza, mobiliario, ropa, maquillaje. A menudo, los contratos les fueron adjudicados de manera directa.

Casi la mitad del dinero destinado a estas empresas debía usarse para infraestructura esencial: construcción y mantenimiento de carreteras, mejoras en escuelas, equipo médico, medicamentos, redes de agua potable o pavimentaciones.
Sin embargo, en el peor de los casos no hay pruebas de que las obras o servicios se hayan realizado. En otros, existen documentos que sugieren su cumplimiento, aunque persisten dudas sobre sobrecostos o deficiencias en la calidad.

Así que esta no es una historia más de corrupción. Son dos décadas de contratos con dinero federal asignados a compañías inexistentes, que no debieron recibir esos fondos: una de las más grandes entregas transexenales de recursos públicos en la historia reciente de México.
Esta es la primera parte de “Fantasmas del erario”, una serie de reportajes de investigación presentada por Quinto Elemento Lab que documenta cómo las empresas fantasma se incrustaron en los procedimientos de contratación pública en México para obtener millones de pesos del erario mientras provocaron afectaciones directas a la sociedad mediante la simulación de servicios y obras o la ejecución de proyectos a sobrecosto o con deficiencias.