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Radio Zapatista

Madres del México herido caminan juntas

Texto, fotos y audios, Colectivo RZ.

México, mayo de 2018.

Jessica Cerón Salinas tiene 28 años y está a punto de dar a luz. Es 13 de agosto de 2012 y su familia la espera para una fiesta en Cuernavaca. Es cumpleaños de su hermana, Lizbeth. Toda la familia, reunida por el festejo, está lista para recibir al bebé de Jessica, a quien han comenzado a llamar Max. En una última llamada telefónica, Jessica les informa que ya se dirigen a la reunión. Pero Jessica y Max no llegan a la fiesta. Desde ese día, su hermana Lizbeth,  su madre Celia y toda la familia comienzan una búsqueda que no termina. Unas horas antes, otra joven morelense desaparece. Es Viridiana Anaid Morales Rodríguez, estudiante de Psicología en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Tiene 21 años y ha viajado con su esposo Roberto Altamirano López para festejar su primer aniversario de bodas en un campamento en el Estado de México. Pero Viridiana y Roberto tampoco vuelven.

Ríos de dolor materno empapan México. Miles de mujeres sin sus hijas e hijos pasan otro 10 mayo sin nada que celebrar. La tradición de antes llama a festejar nuestra ancestría y nuestra maternidad, pero la realidad genera una tradición nueva, la de hoy, una que nos empuja a recorrer calles, avenidas y plazas para no olvidar que, en tan solo una década, cientos de miles de personas han sido asesinadas y desaparecidas en nuestro país con absoluta impunidad. Quienes se reconocen como “madres del dolor” marchan en diez ciudades de los estados más heridos por la violencia incontrolable que nos golpea. En Cuernavaca, Morelos, decenas de familias se movilizan una vez más frente a la total indiferencia gubernamental. Aunque marchan con niñas y niños muy pequeños o en brazos, no hay un solo vehículo de tránsito que vigile su camino. Nadie las recibe en la Fiscalía General del Estado, nadie las escucha en las oficinas del palacio del gobernador Graco Ramírez Garrido.

En años recientes, el estado de Morelos ha visto crecer el horror de los crímenes y las desapariciones de la mano de la insensibilidad de sus instituciones. Las organizaciones civiles que destaparon los horrores cometidos en las fosas de Tetelcingo y Jojutla, donde la Fiscalía General “volvió a asesinar” a sus familiares al arrojarlos “como basura”, insisten en que no se cumplen los protocolos mínimos de comportamiento humano frente a una persona fallecida. Y si esos protocolos no importan, las familias fracturadas importan menos.

Las madres, los niños y las niñas, los familiares jóvenes y ancianos que marcharon este 10 de mayo lo han intentado todo. Como si habitaran un mundo paralelo, se han organizado para aprender lo necesario y hacer el trabajo que las autoridades no realizan. Rastreo y hallazgo de fosas clandestinas, papeleo legal, investigación de expedientes, redacción de nuevas leyes, seguimiento de protocolos, llamados a la solidaridad, entrevistas y conferencias, relatos, gritos. Este día de las madres se visten de blanco y llevan las flores que debieron recibir. Reparten entre la gente que las acompaña un listado de consignas que se han ido ajustando a los tiempos que vivimos: “¿Dónde están, dónde están, nuestras hijas dónde están, nuestros hijos dónde están?” “Únete, únete que tu hija puede ser, que tu hijo puede ser” “¿Por qué los buscamos? Porque los amamos”. “Las madres en la calle no hay nadie que las calle”. Son las voces heridas de mujeres y familiares articulados en el Frente de Víctimas del Estado de Morelos, exigiendo “verdad, justicia, reparación y no repetición”.

Después de una larga caminata por la ciudad, un breve acto en la Plaza de Armas de Cuernavaca. Las familias y las madres se congregan en un memorial que es prueba irrefutable de la negligencia gubernamental. Colocan decenas de mantas y fotografías de quienes no están con ellas. Rodeadas por periodistas y grupos de apoyo, leen un boletín de prensa. Dicen que “los candidatos deberían tener en sus propuestas el tema de que le van a dar solución a las víctimas”, pero saben que no lo harán. “Creer, no creemos en nada”. Lo que las acerca a las autoridades, señalan, “es la esperanza”. Luego, el pase de lista de cada persona ausente, otra nueva tradición mexicana.

Entonces, los mariachis que no saben faltar, entonan lo mismo que están escuchando millones de madres en todo el país. Sólo que, aquí, Juanga y Denisse se sienten de otro modo. Cuando resuena el “tú eres la tristeza, ay, de mis ojos” la fortaleza de estas madres se vuelve llanto colectivo. Se acompañan, se abrazan y se identifican. Luego cada “guerrera invencible” se recupera y se retira para cumplir la promesa que llevan años gritando: “De norte a sur, de este a oeste, yo te encontraré cueste lo que cueste”.

A continuación, reproducimos audios con las palabras de madres, abuelas y hermanas de personas desaparecidas y asesinadas en Morelos en los últimos años, quienes explican cuál es su búsqueda y cómo se han organizado y articulado para caminar juntas:

(Descarga aquí)  

Charla con Ana Luisa Garduño, madre de la joven asesinada Ana Karen Huicochea.

(Descarga aquí)  

Charla con Edith Hernández, hermana de Israel, cuyo cuerpo fue hallado en las fosas clandestinas de Tetelcingo.

(Descarga aquí)  

Charla con Celia Salinas, madre de la joven desaparecida Jessica Cerón.


BOLETIN DE PRENSA

MILES DE MADRES EN ESTE DÍA NO TENEMOS NADA QUE CELEBRAR

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Regeneración Radio

Algunas preguntas y los peligros en Oxchuc que los cicloviajeros Holger y Krzysztof no conocían

De nuevo, hechos que indignan. El 4 de mayo algunos medios nacionales informaron en breves notas del hallazgo del cuerpo de Holger Franz Hagenbusch, cicloviajero alemán que llevaba más de dos semanas desaparecido en Chiapas, México, dijeron que fue localizado dentro de un pronunciado barranco en el kilómetro 158 de la carretera federal del tramo San Cristóbal – Ocosingo. El lugar conocido como La Ventana se encuentra en el municipio de Ocosingo, puerta a la Selva Lacandona. Días antes, el 26 de abril, había sido localizado muy cerca, tan solo a 200 metros, el cadáver que se presume es de Krzysztof Chmielewski, de origen Polaco, de éste no trascendió la noticia en los medios de comunicación.

Más allá de dar por hecho que los cuerpos sean de los dos cicloviajeros, es importante recalcar que lo único que se ha identificado son las pertenencias de las dos personas y que los cuerpos tienen características físicas ajenas a la región. Hasta el momento la Fiscalía General del estado de Chiapas a través de un video difundido en su cuenta de twiter ha dicho que han sido encontrados “presumiblemente los restos de Holger Franz, en el mismo lugar donde fueron encontrados los restos del ciudadano polaco… En el lugar del hallazgo fueron encontradas prendas de vestir del ciudadano alemán… el ministerio público agotará todos los actos de investigación para conocer las causas de la muerte y la plena identidad de ambos extranjeros”.

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Sin nada que celebrar, “madres del dolor” marcharán este 10 de mayo

Un niño enciende una vela por normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, SCLC, mayo de 2008. Foto: RZ.

 

Sin nada que celebrar este día de las madres, diversas organizaciones que buscan verdad y justicia para sus familiares desaparecidxs, secuestradxs, asesinadxs y encarceladxs realizarán movilizaciones de protesta en distintas ciudades de México el próximo jueves 10 de mayo de 2018. Aquí, algunas de las marchas difundidas en redes sociales:

En Coatzacoalcos, Veracruz, la marcha partirá a las 9:30 a.m. de las avenidas Ignacio Zaragoza y Nicolás Bravo para llegar al parque Independencia.

En el puerto de Veracruz, Veracruz, se reunirán a partir de las 17:00 horas en el Tranvía del Recuerdo para llegar a la Plaza de la Soberanía en el bulevar.

En Xalapa, Veracruz, el contingente saldrá a las 10:00 a.m. del Panteón Palo Verde con destino al Monumento de las Madres.

En Orizaba, Veracruz, habrá una caminata que partirá a las 15:00 horas de la plazoleta de Santa Gertrudis (Sur 43), recorrerá la calle Oriente 6 y llegará hasta el parque López. Al terminar la caminata, habrá una exposición fotográfica en la Galería Casa 243, donde madres que buscan a sus hijas y a sus hijos contarán sus historias de lucha.

En Culiacán, Sinaloa, se darán cita en la Catedral a las 9:00 a.m. para dirigirse a la Fiscalía General del Estado. Caminarán por las calles Ángel Flores, Rivapalacio y Teófilo Noris.

En Cuernavaca, Morelos, madres y familiares se reunirán a las 9:30 a.m. junto a la Fiscalía General del Estado (FGE) para marchar rumbo a la plaza central de Cuernavaca.

En Torreón, Coahuila, la marcha partirá a las 10:00 a.m. de la Fuente del Pensador de la Alameda Zaragoza, caminará hasta la Plaza Mayor y luego volverá al punto de partida.

En Morelia, Michoacán, partirán a las 10 a.m. de las instalaciones del cuartel militar en Av. Acueducto para dirigirse al Palacio de gobierno.

En Tijuana, Baja California, partirán a las 10 a.m. de la Glorieta Cuauhtémoc, Zona Río.

En la Ciudad de México, partirá una marcha del Monumento a la Madre a las 10 a.m. para dirigirse al Ángel de la Independencia. A las 11:00 a.m., madres y padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa se congregarán en la Procuraduría General de la República (PGR) con rumbo a la Secretaría de Gobernación.

Bajo los lemas de “Una madre nunca olvida”, “Hasta encontrarlos” o “Nuestros hijos, ¿dónde están?”, las madres invitan a unirse a estas marchas y piden “que nos acompañen para hacer visible que no es un día de festejo, sino más bien un día de dolor”.

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Debora Cerutti/la Tinta

Compañera del colectivo La Tinta narra su detención en un Centro para Migrantes de México-2a Parte

En el mes de marzo, La tinta viajó a México a realizar la cobertura del “Primer Encuentro internacional, político, artístico y deportivo de mujeres que luchan”. En un operativo policial en la ruta que une Ciudad de México con San Cristóbal de las Casas, Chiapas, retuvieron a una de nuestras cronistas, Débora Cerutti. Aquí la segunda parte de un relato de primera mano sobre las 13 horas de detención en un Centro para Migrantes.

Por Débora Cerutti para La tinta

El encierro y el tiempo

Tras una noche encerrada con tres hombres en una habitación bajo llave, me trasladan a la madrugada al pabellón de mujeres, donde me toman las huellas digitales, me fotografían y me sacan las pertenencias. Me vuelven a encerrar, esta vez, en una habitación con dos mujeres, una de ellas con su niño de dos o tres años.

El kit: un cepillo de dientes, un jabón, una pasta de dientes, papel higiénico. Y “agarre su colchoneta, señorita”. Para las madres que allí estaban, un par de pañales estaba incluido.

No puedo identificar cuánto tiempo pasó desde ese momento hasta que nos llamó la guardia cárceles a desayunar. Crucé un gran patio con un mural en el centro con motivo de los derechos de lxs niñxs. “Por lo menos hoy la comida tiene sal”, exclama una de ellas, mientras le da salchichas con ketchup a su niño, como parte del menú provisto por las cocineras de ese lugar a eso de las ocho de la mañana.


Me siento mirada por las mujeres. “Nunca había visto a una argentina” me dice Roxy, guatemalteca de veinticinco años que iba con David, su niño de cuatro años cuando la agarraron en Tampico, a seis horas de la frontera con Estados Unidos. Mientras intento dibujar América Latina, Nelly me dice algo del color de mis ojos y de los marrones que se ven por su tierra. Las tonalidades de iris varían si se tiene el caribe cerca o las sierras cordobesas, parece. Me cuenta que es hondureña y me presenta a su hija Melody, de diez meses. A Nelly, de diecinueve años, la migra la agarró en Veracruz, cuando intentó atravesar México camino a Estados Unidos, huyendo de los golpes de su marido. Me dice que no va a intentar cruzar nuevamente, que no quería volver a exponer a su niña, a pesar de que el pago que le había realizado el coyote le garantizaba dos intentos más.


La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) lanzó una cifra escalofriante: en 2017 se registraron 412 muertes de migrantes, cruzando la frontera entre los Estados Unidos y México. Ese mismo año, según las estadísticas del Instituto Nacional de Migraciones (INM), Estados Unidos ordenó la repatriación de 166 mil 986 mexicanas/os, mientras que México, en ese mismo año, deportó 80 mil 353 extranjeros provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador.

Desde hace algunos años, las madres y padres llevan adelante la Caravana de Madres Centroamericanas en busca de sus hijos e hijas migrantes desaparecidxs, organizada por el Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM). En una búsqueda interminable, atraviesan México con el fin de encontrar a sus familiares desaparecidos.

Recorren caminos y huellas invisibles. Cuando descansan, van a las plazas de los pueblos que atraviesan en la caravana y ponen un calzado encontrado en la frontera con los Estados Unidos y una foto de ese cuerpo que no se sabe dónde está.

Llámame cuando llegues

Las guardia cárceles, mujeres que hacían tareas administrativas y abrían y cerraban las puertas de los pabellones, me dijeron que iba a tener que esperar para hacer mi llamado, el que me correspondía, que podía marcar una vez, y que si no me podía comunicar, iba a tener que esperar hasta la semana siguiente. Me decían que esperara. Que estaban ocupadas. Que estaban desayunando. Que ya vendría el momento de llamar. Me mienten. Me frustro. Me enojo.

Un par de mujeres detenidas que estaban cerca oyen la conversación. Cuando quieren empezar a tranquilizarme me saltan las lágrimas de bronca, de impotencia. Se abren a contarme sus historias. El tránsito por ese lugar durante esos días. Las risas y anécdotas compartidas como forma de matar el tiempo. Sus llantos hasta la resignación de la espera. Las visitas de los cónsules prometiéndoles una rápida salida de vuelta a sus países. Las historias convertidas en mitos carcelarios. El llanto de un niño con fiebre en la noche anterior y la falta de cuidados y atención médica.

Un cartel muy grande en uno de los pasillos, indica un cero ochocientos para “derechos humanos” me explican algunas compañeras migrantes. Hay unas cabinas telefónicas que tienen tono, pero requieren de tarjetas para usarlas. Nadie tiene tarjetas. Así hubiese posibilidad de adquirirlas, nadie tiene dinero. Nos lo sacaron junto a nuestras pertenencias. Para el cero ochocientos de derechos humanos, no hace falta tener tarjeta ni dinero, pero me aclaran que nunca funciona. Nadie atiende del otro lado de la línea.

Foto:Carlos Maruri

Protégenos

Mientras estamos intentando comunicarnos con alguien que nos dijera algo, que nos diera una herramienta para que se respetaran nuestros “derechos humanos”, me llaman por mi nombre y apellido. Un hombre vestido de traje y una mujer guardiacárceles me piden que los acompañe a las oficinas de arriba. Dos mujeres y un hombre vestidos con un chaleco turquesa se presentan ante mi. Me dicen que son de ACNUR, la organización de la ONU encargada de brindar refugio, asilo, apoyo legal, psicológico y protección a migrantes.

Se retiran. Quedo con el hombre vestido de traje. Me toma los datos. Mientras subíamos las escaleras me había dicho que sabía que ese lugar no era para mi nivel académico (sic), que esperaba que no me hubiesen tratado mal. No entiendo a qué se debe su comentario. Le respondo que ese lugar no es para nadie.

En menos de diez minutos, envía un mail y recibe una respuesta con todos mis datos. Pasaporte, fórmula migratoria, fecha de ingreso al país, fecha de salida, número de vuelo. Estoy libre. Debo buscar mis cosas.

Les regalo a Nelly y a Roxi la imagen de la virgen Rebelde que me traje del caracol Morelia del Encuentro de mujeres, que tenía guardadas en mi cuaderno. Lo pude conservar conmigo cuando me sacaron el resto de las pertenencias. Se sorprendieron que me dejasen pasar una lapicera. Se las dejo también y la esconden rápidamente para que no se la quiten.

Una de las mujeres entra a la habitación recién bañada y pregunta quién le podía hacer una trenza. Me ofrezco. Comienzo a armarla y una guardiacárceles viene a llamarme. Las compañeras de celda esconden rápidamente el peine de plástico. Me dictan algunos números telefónicos que habían memorizado para que cuando yo saliera les avisara a sus familiares que ellas estaban bien. Que pronto (esperaban) las iban a deportar. Algunas hacía ya dos semanas que estaban incomunicadas.

Foto:Colectivo Manifiesto

Retén mental

Logré salir gracias a las redes tejidas con compañeras y docentes que cuando se enteraron ese día a las seis de la mañana donde estaba, comenzaron a movilizarse y activar contactos. Supe que la presencia de ACNUR en ese lugar no era casualidad sino que era parte de uno de los contactos movilizados por Mariana y Luciano, docente que había conocido mientras cursaba una estancia de investigación en México tiempo atrás. El consulado, Sin Fronteras y el mismo Centro de Migrantes recibieron llamados por mi caso. Las compañeras migrantes con las que estaba alojada se sorprendieron de la rapidez. Nadie está menos de una semana en esa cárcel. Me sentí incómodamente privilegiada.

Logré desbloquear una serie de imágenes mentales cuando salí del Centro de Migrantes. Pude visualizar dónde estaba mi pasaporte guardado. Me veo a mi en la carpa, guardándolo en una bolsa de nylon junto a unos libros y materiales zapatistas, dentro de la mochila grande donde tenía mi ropa, para que no se humedezca con el rocío del bosque de Morelia en el encuentro zapatista. Me culpo inmensamente de lo que me pasó. Pienso la posibilidad (nunca certera) de haber evitado todo este relato. No dejo de preguntarme cómo operó el miedo en mi memoria.

Derribar muros

Googleo la palabra del lugar donde me tuvieron detenida. Alrededor de 57 mil resultados de la búsqueda. Los primeros tres resultados me remiten a Global Detencion Project, Observatorio de Migración y una noticia de julio del 2017 de un diario que se llama Liberal. El texto se titula “Estación Migratoria de Acayucan, un peligro para los migrantes”.

Hace un tiempo, en Acayucan hubo un motín de migrantes, precisamente en el lugar donde estuve detenida. Denunciaban el trato violento, la comida en pésimas condiciones, la incomunicación con sus familias. Los cuerpos policíacos estatales y federales ingresaron al lugar y arremetieron a golpes contra ellas y ellos. El albergue continúa siendo el principal violador de los derechos humanos de los migrantes que atraviesan México hacia Estados Unidos.

El periodista Gumaro Pérez Águilando fue asesinado en una escuela primaria ubicada en Acayucan. Hombres armados entraron hasta el salón de clases donde se encontraba con motivo del festival navideño de su hijo. Su nombre se sumó a la lista de los reporteros asesinados en el año 2017 en México: 12 muertos. Con él suman 39 homicidios de periodistas en lo que va de la administración del presidente Enrique Peña Nieto.

De acuerdo con el informe de la Unidad de política migratoria, en la estación “se presentaron” en el primer bimestre de 2017, 1350 migrantes, y en el mismo período del año 2018, 2312 migrantes. La capacidad de “albergue” del lugar, es para 836 personas.

El Centro de Migrantes, figura como un centro de detención de inmigración de tipo administrativo, según la ley el Instituto Nacional de Migración (INM). Sin embargo, opera como institución policial de seguridad nacional. Encarcela, incomunica y violenta migrantes. Cuenta con cárceles disfrazadas de albergues transitorios. Criminaliza a las migrantes indocumentadas.

En Acayucan desaparecieron mujeres. En Acayucan torturaron a migrantes. En Acayucan mataron a balazos a un alcalde. En Acayucan asesinaron periodistas. En Acayucan no hay paz ni tranquilidad para el pueblo ni para quienes por él transitan.

Foto:Colectivo Manifiesto

Carne de cañón

Me siento a comer carne enchilada en un local de comidas. La cocinera y dueña del local junto a una mujer más joven, que luego supe era su hija, empiezan a conversar, me preguntan qué hacía allí. Les cuento que me detuvieron la noche anterior en un retén y me trasladaron al Centro de Migrantes. Que ahora estaba esperando que se hiciera la noche para tomar el colectivo que me llevaría a Ciudad de México, que estaba alojada en la oficina de ACNUR que se encuentra en Acayucan.

La señora me dice que desde hace 12 años, el pueblo se puso feo. Ella y su hija sueltan la lengua y comienzan a contar historias. De ellas llevándoles comida a personas detenidas en el Centro de Migrantes. De ellas escuchando gritos de mujeres que venían desde adentro de los muros. La más vieja narra situaciones de extorsión. De violencia sexual hacia las detenidas. De maltrato y violación de los derechos humanos.

Acayucan también se convirtió en un pueblo donde existe una de las redes más grandes de trata de personas en México. Cientos de mujeres son desaparecidas o asesinadas. En los últimos 32 años, en México hubo 52. 210 asesinatos de los cuales 29.8 por ciento, es decir 15.535 feminicidios, sucedió desde 2011, según el estudio “La Violencia Feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2016”.

Me hablan de Edwin Rivera Paz, periodista hondureño asesinado el 11 de julio de 2017 en Acayucan. Minutos después, una de ellas con su facebook abierto me dice “ves, acaban de amenazar a uno”. Ernesto Granados, reportero del Diario de Acayucan, había recibido por redes sociales un ultimátum a cambio de su silencio.

Sigo comiendo. Una de las mujeres sale a hablar por teléfono y vuelve llorando. Ambas sentadas en mi mesa. La más joven, me cuenta que hacía poco tiempo, una financiera sacó un anuncio buscando personal y ella quedó seleccionada para trabajar, vendieron créditos en las comunidades cercanas. La financiera se dio a la fuga. Ella empezó a recibir amenazas de muerte. Un niño sentado en la mesa de al lado la mira con preocupación cuando ella pronuncia la imposibilidad de llevar a su hijo a la escuela, o de volver a dormir en su casa por miedo. Me atraganto. Me enchilo. Las abrazo. Me voy.

La rabia se enciende en tiempos de cacería.

Foto de portada: Colectivo Manifiesto

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Radio Zapatista

Colectivos y organizaciones europeas denuncian desplazamientos forzados en Chiapas

Carta de Protesta – Abril 2018

Asunto: Desplazamientos forzados en Chiapas, México.

A quien corresponda,

Los que firmamos ésta carta hacemos responsable al gobierno de México de no valorar la vida, la integridad y la seguridad de la población indígena de Chiapas.

En el mes octubre de 2017 fueron desplazadas de manera violenta, más de 5 mil personas de la comunidad de Chalchihuitán; hasta el día de hoy éstas familias siguen viviendo en el monte, bajo lonas de plástico; niños han muerto por el frío y por la falta de atención médica.

Entre el 24 y el 26 de marzo de 2018, se volvieron a repetir agresiones similares, en contra de la población del municipio de Aldama. Esta vez fueron desplazadas 747 personas. Ya hubo tres muertos (2 niños y un hombre adulto), fueron asesinados por disparos de bala cuando se dirigían a sembrar su maíz. El resto de la población tiene ahora el temor de ser atacadas.

Hasta la fecha siguen los disparos en los dos lugares.

Estos dos casos de desplazamiento forzado fueron provocados por los paramilitares de la zona, ellos manejan armas de alto calibre y actúan bajo la protección del gobierno mexicano.

Exigimos que se castigue a:

Enrique López Pérez
Efraín Ruíz Àlvarez
Juan Ruíz Ruíz
Manuel Santíz Hernández
Manuel Ruíz Hernández
Lorenzo Ruíz Pérez
Roberto Pérez Àlvarez

Denunciamos las agresiones encontra las Abejas en Acteal del 21 de Abril 2018.
Exigimos una alto inmediato a la violencia de estado en contra de las poblaciones indígenas, bases de apoyo zapatistas, y de los movimientos sociales.
Exigimos que se deje de apoyar a los grupos paramilitares en la región de Los Altos, Chiapas, México.
Exigimos castigo a los gobernadores que controlan a éstos grupos paramilitares.
Exigimos que el gobierno mexicano respete los derechos humanos, combata la corrupción y la impunidad.
Exigimos que se cumplan los Acuerdos de San Andrés, firmados en 1996.
En Solidaridad con el movimiento zapatista!
Si tocan a unos, nos tocan a todos!

Atentamente:

– Solidaridad directa con Chiapas, Suiza
– Espoir Chiapas / Esperanza Chiapas, Francia
– L’Adhesiva, Espai de trobada i acció, Barcelona
– Adherentes a la Sexta Barcelona
– CGT, Estado Español
– Gruppe B.A.S.T.A, Münster, Alemania
– zz-colectivo, Münster, Alemania / San Cristobal, Chiapas, México
– Mut Vitz 13 Marseille (Francia)
– red YA-BASTA-NETZ, Alemania
– Asociación Interpueblos (Cantabria)
– Comité de Solidaridad con los Pueblos (Cantabria)
– CSPCL Paris
– Lumaltik Herriak – País Vasco
– Kollektiv por Ayotzinapa, Alemania
– Café Rebeldía, Suiza
– Terra Libra, Bretana, Francia
– Alerta!, Düsseldorf, Alemania
– Solidaritetsföreningen K’inal Stöd Zapatiströrelsen i Chiapas, Suecia
– Assoziacione Tatawelo, Italia
– Associació Solidaria Cafè Rebeldía-Infoespai, Barcelona
– Café Libertad Kollektiv eG, Alemania
– Zapatistgruppa i Bergen, Noruega
– Syn Allois, Grecia
– Café Caracol, Finlandia
– Molotov cooperative, Rusia
– Kaffeekollektiv Aroma Zapatista, Alemania
– Ya basta, Wendland
-Katharina K, Alemania
-el Rojito, Alemania
-Echanges Solidaires, Francia
-CAREA, e.v
-ASSI (Acción Social Internacionalista), Estado Español
-TxiapasEKIN, País Vasco
-Beizengenossenschaft Hirscheneck, Suiza
-Kulturverein Hirscheneck, Suiza
-Sous Le Pont, Suiza
-ZAS

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Debora Cerutti/La Tinta

Compañera del colectivo La Tinta narra su detención en un Centro para Migrantes de México tras participar en Chiapas en el 1er Encuentro de Mujeres que Luchan [Crónica]

En el mes de marzo, La tinta viajó a México a realizar la cobertura del “Primer Encuentro internacional, político, artístico y deportivo de mujeres que luchan”. En un operativo policial en la ruta que une Ciudad de México con San Cristóbal de las Casas, Chiapas, retuvieron a una de nuestras cronistas, Débora Cerutti. Aquí la primera parte de un relato de primera mano sobre las 13 horas de detención en un Centro para Migrantes.
Por Débora Cerutti para La tinta

Acayucan, Veracruz, México. 12 de la noche. Retén policial en la ruta. Huelo a peligro. Sudo hormonas. Aumento la frecuencia cardíaca. El miedo paraliza, me dije a mi misma. Reacciono y activo protocolos básicos de seguridad. Los invento en ese momento.

Había salido a las siete de la tarde de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, rumbo a Ciudad de México. El avión de vuelta a Argentina salía dos días después.

Llamo por teléfono a Jaime. Le pido que se comunique con mi amiga Mariana. Que no se preocupen. Que permanezcan atentos. Que no tenía mi pasaporte. Que no lo encontraba. Que debía estar en la casa de Mariana, en Ciudad de México, aunque estaba segura de que lo había cargado. Que iba a pasar la noche en un lugar llamado “Centro para migrantes” y que al amanecer me dejarían ir, cuando llegara el personal a las oficinas y chequearan mi identidad.

El aquietamiento
La última vez que había estado en México, fue hace dos años atrás. Un viaje de siete meses en el que recorrí decenas de experiencias organizativas que me enamoraron. Entre ellas, el zapatismo. En marzo de este año regresé al sureste mexicano con la tarea de cubrir para La tinta un evento convocado por el movimiento zapatista: el Primer Encuentro internacional, político, artístico y deportivo de mujeres que luchan. Mi corazón estaba ensanchado.

El encuentro terminó. Decidí quedarme unos días más en San Cristóbal para terminar de organizarme junto a otras seis mujeres en el trabajo colaborativo de prensa que nos habíamos propuesto durante el encuentro. Luego de esos días, iría a la costa de Chiapas a visitar a tres generaciones de mujeres y el mar. La noche antes de viajar comencé a sentirme mal. La maldición de Moctezuma parecía haber hecho lo suyo en mi estómago. Perdí el pasaje que había comprado y me quedé un par de días más en San Cristóbal.

Eso condicionó la vuelta. Debía volver sola a ciudad de México atravesando algunos retenes que sabía que existían. Conocía de los filtros migratorios por mi viaje anterior. Decidí no dormir y quedarme atenta a las probables paradas del colectivo en que la Policía Migratoria tiene un procedimiento muy aceitado: se sube al autobús, te mira, te alumbra con una linterna, reconoce tus rasgos en base a fenotipos y decide pedirte o no los documentos.

Desde la salida de San Cristóbal pasé tres retenes. En el tercero, todavía en el estado de Chiapas me pidieron documentos. Les mostré mi DNI, lo tomaron en sus manos y me lo devolvieron. Se bajaron. El colectivo siguió andando. Mi cuerpo liberó hormonas que mantuvieron la sensación de miedo pero permitieron que mi organismo actuara.

Siempre me costó dormir en los colectivos. A veces, cuando logro conciliar el sueño, se despierta mi mente y mi cuerpo queda paralizado. Por eso, desde hace un tiempo, decido mantener los ojos abiertos, los sentidos en alerta cuando viajo. Leo. Pienso. Miro por la ventana. Recuerdo. Hasta que me vence el sueño y caigo en la posibilidad de esa parálisis de la que soy consciente y dura segundos, pero que se manifiesta como eternidad. Es el tránsito del sueño a la vigilia: la parálisis del sueño.

Bajé la guardia a las 23 horas, un jueves 15 de marzo, en ese último retén. Me quedé profundamente dormida, sintiendo que ya no había peligro ni posibilidad de parálisis.

Llave de cintura
El estado de Veracruz es el paso obligado de aquellas personas que migran desde Centroamérica hacia Estados Unidos. De allí que le llaman “llave de cintura”, metáfora que representa el anudamiento, la limitación en el transitar libremente. Allí la linterna me iluminó el rostro y me despertó. Caí una vez más entre los fenotipos de personas que la migra estaba buscando.

—Documentos.
—Ya me los pidieron en el retén anterior.
—Este es otro. Documentos.
—Aquí está.
—Su pasaporte.
—Ese documento fue válido en el retén anterior.
—Este es otro. Pasaporte.

Me pongo nerviosa. No encuentro el pasaporte. Reviso mi mochila de mano. No está allí. Me bloqueo. Les digo que no lo tengo conmigo. Que tengo escaneado las primeras hojas de esa identificación en la computadora. Que no. Que necesitan tenerlo con la fórmula migratoria que me habían dado al ingresar al país. Que junte mis cosas y me baje.

Desciendo del colectivo, el chofer afirma que yo no venía sola, no entiendo por qué. Yo le digo que sí, que no había nadie conmigo. Insisten en mi pasaporte. Mi memoria insiste en no recordar qué había hecho con él. No pasan más de cinco minutos en toda esta secuencia: sin dudarlo, el chofer baja mi mochila grande del colectivo, se sienta en su butaca y arranca.

Miro el reloj de mi teléfono celular, son las doce de la noche, batería cargada, apenas una línea de señal. Miro a mi alrededor, veo el colectivo que se va, la ruta casi vacía, la noche oscura, una tienda Oxxo a lo lejos y una tienda de campaña con luces blancas que iluminan los rostros. Me percibo como la única mujer rodeada de policías. Recuerdo una frase: “Ningún ser humano es ilegal”.

Foto:Colectivo Manifiesto

La jauría y la perrera
Me dicen que me van a trasladar. Me suben a una combi enrejada. Me tienen media hora allí arriba encerrada, sin posibilidad de bajarme. Con dos jóvenes hermanos, uno de ellos menor de edad. Ellos en silencio. Yo golpeando la puerta para que me dejen salir. La migra pasa por el costado y disimula la sordera. Vuelve el conductor de la perrera. Se sube y enciende el motor. Comienzan los once kilómetros de mayor incertidumbre en el viaje en México.

Empiezo a borrar las imágenes de la cámara de fotos en el camino, las del Encuentro de mujeres. Borro toda la información del teléfono. Pienso en las 47 mujeres que denunciaron violaciones y torturas en San Salvador Atenco, uno de los 125 municipios del Estado de México, ubicado al oriente. Allá en 2006, cuando 5 mil efectivos policiales se desplegaron cual jauría sobre la comunidad rural y reprimieron una protesta contra la construcción de un aeropuerto.

Pierdo la señal del teléfono por completo.

Pienso en los excesos de las autoridades. En los operativos impunes, en el poder que poseen las fuerzas policiales, en su formación violenta y su capacidad para realizar torturas físicas, psicológicas y sexuales. En su capacidad para desaparecer personas.

En esos once kilómetros de traslado al Centro de Migrantes, intento identificar señales en el afuera. Intento no tener miedo. Intento pensar con la cabeza en frío y el corazón caliente. Carteles, nombres, luces. ¿Qué haría ante un intento de violación? ¿Qué si me secuestran? ¿Serían capaces?

Atenco, insistente imagen metafórica mientras transito encerrada en la perrera hacia un lugar desconocido, rodeada de hombres uniformados.

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Radio Zapatista

Imágenes de “Los sonidos de nuestro mundo resurgiendo”.

El pasado 28 de Abril  en la CDMX  se realizó un  concierto solidario en apoyo al Concejo Indígena de Gobierno (CIG) . Aquí el registro visual del evento en donde musiqueros solidarios,  colectivos, organizaciones y redes de apoyo al CIG, acompañados por los miles de asistentes al evento;   cantaron,  escucharon la palabra del CNI ,  y  bailaron hasta  hacer retemblar  en su centro la tierra.

 

 

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Falta lo que falta – Comunicado y audios de la conferencia “El siguiente paso en la lucha” del CNI-CIG-EZLN

Ciudad de México, 2 de mayo de 2018.- Este mediodía se llevó a cabo una conferencia de prensa en la que el Congreso Nacional Indígena, el Concejo Indígena de Gobierno y la Comisión Sexta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional informaron los acuerdos de la segunda sesión de trabajo del CIG (que se reunió el 28 y el 29 de abril en la Ciudad de México).

(Descarga aquí)  

Comunicado del CNI-CIG-Comisión Sexta del EZLN en voz de María de Jesús Patricio.

(Descarga aquí)  

Palabras de Carlos González, del Concejo Indígena de Gobierno.

(Descarga aquí)  

Balance y evaluación de concejalxs sobre los logros y las dificultades del recorrido del CIG en México (4 ’33 min.)


Comunicado del CNI-CIG-Comisión Sexta del EZLN:
(Fuente: Enlace Zapatista)

FALTA LO QUE FALTA

Abril del 2018.

A las Redes de Apoyo al CIG y casitas Marichuy:
A quienes participaron en la Asociación Civil “Llegó la hora del florecimiento de los pueblos”:
A la Sexta Nacional e Internacional:
Al pueblo de México:
A los medios libres, autónomos, alternativos, independientes:
A la prensa nacional e internacional:

De frente a la agudización de la guerra, despojo y represión que invade nuestros pueblos junto con el avance del proceso electorero y de acuerdo a los pasos andados por las geografías de este país por nuestra vocera Marichuy junto con los concejales y concejalas, nos dirigimos respetuosamente al pueblo de México para decirles que:

Escuchamos el dolor de todos los colores que somos el México de abajo.

Con el pretexto del período de recolección de firmas, recorrimos los territorios indígenas de nuestro país donde juntos, hicimos crecer nuestra propuesta política de abajo, desde donde se visibilizó la lucha de muchos pueblos originarios, sus problemas y sus propuestas.

Con nuestra participación en este proceso electoral, le reiteramos a los pueblos indígena y no indígenas de México que  no permaneceremos quietos mientras se destruyen y nos arrebatan la tierra, que heredamos de nuestros abuelos y que se la debemos a nuestros nietos, mientras contaminan los ríos y perforan los cerros para sacar minerales, no nos quedaremos quietos mientras convierten la paz y la vida que venimos construyendo diariamente en guerra y muerte mediante los grupos armados que protegen sus intereses. Nuestra respuesta, no tengan duda, será la resistencia organizada y la rebeldía para sanar al país.

Con la gran movilización de miles y miles de compañeras y compañeros de las redes de apoyo en todo el país, nos dimos cuenta y se hizo descaradamente visible que para aparecer en la boleta electoral se necesita garantizar que somos igual o peor que ellos, que si presentamos firmas deben ser falsas o no valen, si gastamos dinero debe ser de oscura procedencia, si decimos algo debe ser una mentira, si acordamos algo serio, debe ser con los políticos corruptos, con las empresas extractivas, con los banqueros, con los carteles de la droga, pero nunca, jamás, con el pueblo de México.

Aparecer en la boleta electoral es solo para quienes buscan administrar el poder de arriba oprimiendo a los de abajo, porque el poder que buscan está podrido en todas sus partes.

Entonces, es una competencia que se puede ganar con trampa, dinero y poder, como la mercancía que son las elecciones de la clase política en la que no cabe ni cabrá la palabra de los de abajo, de los que siendo indígenas o los que sin ser parte de un pueblo originario, desprecian el poder y construyen la democracia tomando decisiones en colectivo, que luego se hacen gobierno en una calle, en un barrio, en una comunidad, un ejido, un colectivo, una ciudad o un estado.

Entonces el proceso electoral es un gran cochinero en el cual contiende quien pudo falsificar miles de firmas y quien tiene los miles de millones de pesos que le permitan coaccionar y comprar el voto, mientras la mayor parte del pueblo de México se debate entre la pobreza y la miseria.

Por eso nuestra propuesta no es igual, por eso no estamos haciendo campaña, por eso no nos pusimos a falsificar firmas, ni a buscar y gastar dineros que el pueblo de México ocupa para atender sus necesidades vitales, por eso no ocupamos ganar ninguna elección ni revolvernos con la clase política, sino que es el poder de abajo que caminamos buscando, que nace de los dolores de los pueblos y por eso caminamos buscando el dolor de todos los colores que somos el pueblo de México, porque ahí está la esperanza de que nazca un buen gobierno que mande obedeciendo y solo podrá emerger de la dignidad organizada.

No es solo el racismo de la estructura política lo que no dejó que nuestra propuesta figure en la boleta electoral, pues si quienes se oponen a la destrucción capitalista del mundo compartieran entre si los ojos rasgados, azules o rojos, las políticas públicas y la supuesta democracia estarían hechas para excluirlos a ellos.  Los pueblos originarios y quienes caminamos abajo y a la izquierda no cabemos en su juego; no por nuestro color, nuestra raza, nuestra clase, nuestra edad, nuestra cultura, nuestro género, nuestro pensamiento, nuestro corazón, sino porque somos uno con la madre tierra y nuestra lucha es porque no se convierta todo en una mercancía, pues sería la destrucción de todo, empezando por la de nosotros como pueblos.

Por eso luchamos, por eso nos organizamos, por eso no solo no cabemos en la estructura del estado capitalista, sino que cada día sentimos más repugnancia por el poder de arriba, que hacen cada día más notorio el profundo desprecio contra todas y todos los mexicanos. La grave situación que viven nuestros pueblos y que se ha agudizado gravemente en las últimas semanas por la represión y el despojo, solo ha merecido el silencio cómplice de todos los candidatos.

En consecuencia, por acuerdo de la segunda sesión de trabajo del Concejo Indígena de Gobierno, llevada a cabo los días 28 y 29 de abril en la Ciudad de México, ni el CIG ni nuestra vocera buscarán ni aceptarán ninguna alianza con ningún partido político o candidato, ni llamarán a votar o a la abstención, sino que seguiremos buscando a todos los de abajo para desmontar el pestilente poder de arriba.  Voten o no voten, organícense.

 

Caminaremos construyendo las claves para sanar el mundo.

En los pueblos originarios de este país, donde el Concejo Indígena de Gobierno fue acordado, y que es por donde nuestra vocera caminó tejiendo, tal como fue el mandato de la asamblea general del CNI, están las resistencias y las rebeldías que le dan forma a nuestra propuesta para toda la nación, por eso junto con las y los concejales de cada estado y región recorrimos sus geografías, donde la guerra y la invasión del monstruo capitalista se vive día con día. Donde la tierra es despojada para que deje de ser colectiva y quede en manos de los ricos, para que los territorios sean ocupados y destruidos por empresas mineras, los acuíferos devastados para la extracción de hidrocarburos, los ríos contaminados, el agua privatizada en presas y acueductos, el mar y el aire privatizados por los parques eólicos y la aviación, las semillas nativas contaminadas por transgénicos y tóxicos químicos, las culturas hechas folclor, los territorios configurados para el funcionamiento del narcotráfico trasnacional, la organización de abajo sometida por la violencia terrorista de los grupos narco paramilitares que sirven a los malos gobiernos.

Nos vimos también en los caminos que se iluminan en los mundos que guardan sus culturas, cuando en ellos se dibuja la propuesta y la palabra de los demás pueblos indígenas, y de su propia lucha y de su propia lengua surgen los fundamentos que son la razón de ser del Concejo Indígena de Gobierno.

Es ahí donde brilla la esperanza que salimos buscando, como lo es también la sociedad civil organizada en las ciudades con la Sexta, con los grupos y Redes de apoyo al CIG que no solo salieron a mostrar su solidaridad y hacer una agenda en todo el país, sino que salieron a construir desde abajo, desde las propias ruinas capitalistas, un mejor país y un mejor mundo.  A tod@s ell@s nuestra admiración y respeto.

Llamamos a todas y todos que somos el pueblo de México, a las y los compas de las Redes de apoyo al Concejo Indígena de Gobierno en todos los estados del país, a las compañeras y compañeros que conformaron la Asociación Civil Llegó la Hora del Florecimiento de los Pueblos a seguirnos consultando y evaluando, haciendo las valoraciones, encontrando y caminando los nuevos senderos que decidamos, organizándonos siempre, aunque voten o no voten por algún candidato.  Sus palabras, sentimientos y propuestas importan para nosotr@s.

Seguiremos tendiendo puentes respetuosos con quienes viven y luchan, para así juntos hacer crecer la palabra colectiva que nos ayude a resistir contra la injusticia, la destrucción, la muerte y el despojo, para reconstruir cada tejido del país con la conciencia de los que abajo sueñan y se rebelan con sus propias geografías, culturas y modos.

En la propuesta colectiva de los pueblos está guardada nuestra palabra que se dirige al mundo, entonces seguiremos caminando hacia abajo, hacia los pueblos, naciones y tribus indígenas que somos, por lo que llamaremos en el mes de octubre de 2018 a la Asamblea General del Congreso Nacional Indígena, para conocer los resultados de la valoración de los originarios agrupados en el CNI, y avanzar en el siguiente paso.

Hermanas y hermanos del pueblo de México y el mundo, sigamos juntos pues falta lo que falta.

 

Por la reconstitución Integral de Nuestros Pueblos

Nunca más un México sin Nosotros

Congreso Nacional Indígena

Concejo Indígena de Gobierno

Comisión Sexta del EZLN.

 

Fuente: Congreso Nacional Indígena.

 

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Somos el medio

Los sonidos de nuestro mundo resurgiendo

Por Isabel Sanginés

Ciudad de México, 29 de abril de 2018.- Son las cuatro de la tarde y en el Deportivo Villa Coapa, del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), ya hace casi tres horas que retumba con “Los Sonidos de Nuestro Mundo Resurgiendo”, el concierto solidario en apoyo al Concejo Indígena de Gobierno (CIG) que ha sido posible por la solidaridad de los músicos, los colectivos, las organizaciones y las redes de apoyo al CIG en la ciudad de México.

La gran explanada frente al escenario poco a poco se va llenando. Según Gerardo Camacho, de la Comisión de Coordinación del Congreso Nacional Indígena (CNI), piensa que “pueden entrar hasta 20 mil personas en el pico” lo cual les daría muchísimo gusto porque “este evento es una necesidad para acopiar recursos para los trabajos que el CIG-CNI está planeando a lo largo de 2018 y 2019, para mover comisiones, delegados, concejales”.

 Sobre el escenario toca la banda Batallones Femeninos, con sus letras subversivas y feministas “prenden a la banda” que baila, grita y les aplaude. Oveja Negra, integrante de la agrupación, dice que decidieron participar por que se sienten identificadas y representadas por el Congreso Nacional Indígena (CNI) que habla de luchar y construir un mundo mejor para todas y todos. “Estamos acá por invitación del CNI y nosotras siempre estamos partícipes de este tipo de actividades porque desde nuestra música, desde el hip hop, desde la cultura urbana, luchamos y posicionamos los temas que como mujeres vamos padeciendo y vivimos en este país”, afirma finalmente Oveja Negra.

Y es la misma identificación que con el CIG-CNI expresan sentir los jóvenes asistentes al concierto. Roberto, estudiante de la prepa 5 de la UNAM asistió al evento acompañado de sus amigos de la escuela, nos dice “nosotros vinimos por que el cartel está bien chingón y se siente bien bonito que los músicos que admiras piensen igual que tú en política y apoyen a la banda indígena” y agrega, “yo no firmé por Marichuy porque tengo 16 años, pero mis amigos de 18 sí firmaron”.

Para Carla, joven de La Turba en Iztapalapa, una de las colonias que se vieron fuertemente afectadas tras el sismo del pasado 19 de septiembre, escuchar a los integrantes del CNI, “nos da esperanza, porque la neta, en el barrio estamos bien ignorantes y saber que hay pueblos que tienen problemas hasta más fuertes que nosotros y están organizados y luchando, da muchos ánimos”.

  Rocío de 20 años y habitante de Tlahuac, asistió al concierto con su niño de dos años y su esposo, se enteró del concierto por su hermano, estudiante de bachillerato en las prepas de la Ciudad de México y dice “yo me emocioné, porque la neta no tenemos dinero para ir a los toquines, el `Vive´ es muy caro, para puro chavo fresa. Acá venimos a escuchar bandas bien chingonas, yo soy fan del panteón, y sólo 100 pesos la entrada, y luego ya te enteras que es para apoyar a los indígenas y pues más gusto da estar acá”.

Los “toquines masivos”, organizados principalmente por colectivos y organizaciones estudiantiles, han sido desde 1994 cuando se realizaron los primeros en apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, una de las formas para conseguir recursos económicos, al mismo tiempo que se convierten en espacios de concientización política y de convivencia para miles de jóvenes en la ciudad. El último concierto de este tipo había sido realizado en el estadio de prácticas de Ciudad Universitaria en el 2009 y en apoyo al SME. Algunos jóvenes de la comisión de logística del concierto dicen que esperan seguir participando en este tipo de eventos que demuestran que “no necesitamos de autoridades y gobiernos corruptos, y que con organización podemos hacer grandes iniciativas”.

Pasan las horas, el Deportivo Villa Coapa está casi lleno, ya han tocado los grupos Bungalo Dub, el Mastuerzo, Batallones Femeninos, Mexican Sound System y Lengua Alerta. Ahora es el turno de la banda Tijuana No, sobre el escenario comienzan a hacer sonar los acordes de su clásico “pobre de ti” y al instante los que se encontraban sentados, charlando distraídos, comprando comida o hasta en los baños, desatan una estampida para acercarse al escenario hasta donde los demás cuerpos que bailan y cantan se los permita. “Estabas en la cárcel y nadie fue ni pa´ darte una visita… pobre de ti, pobre de ti” coreaban cientos de voces mientras hacían temblar el piso y levantaban una densa nube de polvo con los brincos, el baile, el slam.

  Guadalupe Ramírez Castellanos, concejala del CIG de la comunidad Unión Hidalgo, Oaxaca, mira con expresión de sorpresa y emoción lo que sucede y nos cuenta que “no había yo asistido a ningún concierto así, pero de ver a tanta gente joven me emociono” y agrega: “yo le agradezco a todos los que están participando porque es una manera de apoyarnos, de no sentirnos solos en nuestra lucha. Los jóvenes deben de enterarse de como están viviendo las comunidades indígenas, deben de enterarse de sus raíces, deben de enterarse de muchas cosas que pudieran hacer que el gobierno para entrar a una comunidad indígena se lo piense”.

Unión Hidalgo, ubicada en la zona del Istmo de Oaxaca, una de las más golpeadas por el sismo del 7 de septiembre pasado, tenemos, dice Guadalupe, “el 50% de las casas inhabitables y el gobierno lo único que se interesa es llevar a cabo una consulta para que puedan entrar las empresas eólicas y las mineras, con las que ya tienen acuerdo y contratos”.

Después de Tijuana No, fue el turno de Salón Victoria y el Salario Mínimo. Había oscurecido, una luna llena enorme apareció en el cielo, que sorprendentemente, se mantuvo despejado durante todo el día. En algún momento de la tarde se escucharon comentarios de sorpresa cuando por las redes sociales se anunció que había caído una fuerte granizada en la ciudad. Un joven, entre bromeando y no soltó a sus amigos un “¿ya ven? Si sirven los ritos para que no llueva, seguro el compa que hablo antes hizo algo así como brujería”, cuando entre banda y banda los integrantes del CIG que asistieron al concierto tomaban la palabra para explicar las problemáticas de sus pueblos.

   Ese “compa” fue el Concejal del CIG Bernardo Esquel López, Yoreme de Sinaloa, quien nos contó que “Marichuy es nuestra presidenta del Concejo, todos sabemos que la cuestión de no juntar las firmas fue por la trampa del gobierno, así que gane quien gane la presidencia, nuestra lucha es permanente, nosotros no venimos trabajando nada más por una candidatura. Marichuy y nosotros como concejales continuaremos atendiendo los problemas de todas las comunidades indígenas de México y le damos las gracias a todos los participantes aquí que están solidarizándose con nosotros. Toda ayuda, de quien sea es bienvenida” y agrega que la ayuda de los jóvenes “es importantísima porque en nuestro México la mayoría de la población son jóvenes y hay una apatía muy fuerte de ellos hacia las realidades de las comunidades nativas, pero con estos eventos los jóvenes se concientizan y se integran a participar. Ellos también son parte de nuestras comunidades porque sus abuelos o bisabuelos, o sus propios padres pertenecen a una etnia y tenemos que sensibilizarlos sobre su identidad”, finaliza.

Son casi las diez de la noche y “por fin -grita una muchacha, viene Panteón”, el grupo al que miles han estado esperando escuchar, algunos, los que llegaron más temprano no se han movido de su posición “privilegiada” pegados a la valla de seguridad en todo el día. Pero mientras se prepara el instrumental del Panteón Rococó, nueve concejales del CIG suben al escenario para agradecer la solidaridad de los músicos, de los colectivos y organizaciones solidarias y para reafirmar ante todos los presentes que aunque Marichuy no esté en la boleta electoral “esto sigue, esto continúa porque la situación que estamos viviendo cada día se pone más difícil. El trabajo no termina, buscamos la unidad y así seguiremos luchando por la vida, por la tierra, por nuestros bosques, porque tantos engaños que han hecho los políticos ya no los creemos”.

 Y agregan que “somos una comisión en representación del CNI, y el CNI somos la representación del EZLN, que venimos a invitar a que nos organicemos porque nuestro pueblo de México está siendo devastado. Queremos que corran la voz de que el CNI, el EZLN, los concejales, la vocera, no vamos con ningún partido en alianza. Queremos dejar claro que como pueblos originarios solamente los del mismo dolor, el mismo coraje, la misma rabia cuando nos desaparecen, nos persiguen, nos matan, seguiremos resistiendo y que es sólo organizados, todo el pueblo de México, que podemos parar a esos cabrones que están robando, despojando y exterminando. Compas: venimos a eso, a invitarlos y a decirles que no vamos con ningún partido en alianza, ni con ningún independiente”.

Cuando los concejales terminaron de hablar se escuchó a miles de voces corear “¡No están solos! ¡Viva el CIG! ¡Viva el EZLN!”. El panteón empezó a tocar y la tierra comenzó a cimbrarse en medio de las consignas de apoyo a los pueblos indígenas de México.

(Sigue este enlace para conocer el registro fotográfico completo de Isabel Sanginés en Somos el medio)

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Agencia SubVersiones

¿Qué sucede realmente en Nicaragua?

La historia cambia a conveniencia de quienes la gobiernan. Por eso es importante contextualizar a nivel internacional las causas que actualmente han llevado a estudiantes de distintas universidades del país a salir a las calles para reclamar sus derechos y por qué la Policía Nacional los está matando.

Luego que el Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, perdió las elecciones presidenciales de 1990, en un entorno de guerra y extrema pobreza en el país, este partido comenzó a fragmentarse; las diferencias internas causaron que muchos dirigentes e intelectuales que lucharon contra la dictadura somocista se salieran de las bases del Frente. Durante la década de los noventa el Partido desarrolló una lucha constante contra los gobiernos neoliberales, quienes entre su corrupción e inoperancia no sacaron al país de la pobreza.

En 2007 Daniel Ortega, presidente del FSLN regresó al poder, la población necesitaba un cambio y creyeron que utilizando los símbolos de la revolución nacional podían encontrar un refugio y crear cambios positivos para el país. Al menos así fue el discurso de Ortega y su esposa Rosario Murillo, quienes hasta la fecha han gobernado a su conveniencia. Ambos se apropiaron de la simbología del sandinismo para crear bases sólidas en distintos sectores de la población. Su poder incrementó hasta desestabilizar a todo tipo de oposición. En ésta se ubican diferentes grupos universitarios que se han manifestado por las acciones contradictorias de este gobierno mal llamado sandinista.

Los símbolos y discursos del gobierno se acrecentaron con los años. Rosario Murillo comenzó a promover un discurso de paz, amor y solidaridad desde una óptica homogénea que, ella, su familia y un grupo de seguidores selectos, consideraron como los símbolos de esta nueva etapa sandinista. Son estos los símbolos que hoy se esparcen por todas las calles del país con el objetivo de crear una presencia omnipresente y autoritaria, como por ejemplo los «árboles de la vida» –árboles de metal de 17 y 21 metros de largo y un ancho de hojas de 13 metros por 9, en material de acero, 7 toneladas de peso y 15 mil bombillos tipo led por árbol– y los mega rótulos con las imágenes de autoridades, mismos contra los que la población ha canalizado su descontento en las manifestaciones recientes, en un intento por destruir los símbolos de este gobierno dizque sandinista de la última década. Desde la cúpula de poder también se ha promovido la manipulación propagandística y un discurso tergiversado sobre las causas por las que los primeros sandinistas lucharon (actualmente dejadas en el olvido).

Por eso es importante aclarar que el pueblo nicaragüense actualmente no está peleando contra aquel partido sandinista que una vez puso a Nicaragua en la discusión mundial; tampoco se pelea contra una Juventud Sandinista que organizó una de las mejores cruzadas de alfabetización en la historia contemporánea. Tampoco se lucha por los errores de la guerra que la generación en turno cometió durante los años 80, junto con sus dirigentes ¿Por qué lucha hoy, entonces, el pueblo nicaragüense?

Hoy se lucha contra una familia que utiliza a su conveniencia ese pasado por medio de discursos retorcidos que, más allá de convencer a los ciudadanos de una unidad reconciliatoria, ponen en evidencia sus políticas autoritarias que censuran cualquier tipo de diálogo distinto al de ellos. Este mes de abril de 2018, las problemáticas en Nicaragua se rebalsaron. Las decisiones arbitrarias del presidente Daniel Ortega y la vicepresidente Rosario Murillo han hecho que los estudiantes salgan a las calles pacíficamente a marchar en contra de esos errores. Las autoridades, por su parte, arremetieron con mano de hierro contra los estudiantes pensando que con el miedo iban a silenciarlos, pero más bien provocaron un giro de tuerca que tiene al país en el desenfreno total. El gobierno de Nicaragua ha olvidado las consignas de aquel partido de Carlos Fonseca Amador y los ideales que lograron que muchos países se sumaran a su causa.