Contaminación de Grupo México en río Sonora cumple 8 años en la impunidad
Fuente: Avispa Midia
Por Ñaní Pinto
Ocho años han transcurrido desde uno de los mayores desastres ambientales registrados en México. Fue el 6 de agosto de 2014 cuando la mina Buenavista del Cobre derramó 40 millones de litros de desechos tóxicos y metales pesados en el cauce del río Sonora.
A pesar del tiempo, habitantes de los pueblos de dicha cuenca, al norte del país, aún reclaman justicia, reparación y condenas contra Grupo México, empresa responsable por la contaminación que ha impactado en su salud, afectado las tierras y envenenado el río.
“Me duele lo que nos está pasando (…) Nos truncaron la vida, nos quitaron nuestra costumbre, vivimos en una vida triste”, compartió Norberto Bustamante, de la comunidad de Huépac y miembro de los Comités de Cuenca del Río Sonora (CCRS) durante conferencia de prensa realizada este miércoles (3).
Durante el evento, acompañados de científicos y organizaciones de derechos humanos, lxs afectadxs compartieron los hallazgos que la Secretaría de Salud y el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece) entregaron el 8 de abril de este año, los cuales confirman el daño a los habitantes de la región.
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Tras analizar a 650 afectadxs de ocho municipios de la cuenca del río Sonora, se encontró que en sus cuerpos mantienen la presencia “homogenizada” de metales. Más del 95% de la población registra plomo en la sangre y orina, 79% registra presencia de cadmio y 50% de las pruebas también evidenciaron el arsénico en lxs pobladores.
Acorde a Bustamante, en el Río Sonora existen personas con tumores, cáncer, alergias y leucemias, lo que implica la necesidad de tratamientos que son costosos y que la mayoría de la población no puede cubrir pues la economía de la región también se vio afectada por el derrame.
“Tengo tiempo padeciendo enfermedades y no sabía que era causa de la contaminación”, relató María Filomena Bonilla, habitante del municipio de San José de Gracia. Bonilla explicó también que la evidencia señala que el deterioro a su salud está causado por la presencia de los metales pesados en el río Sonora. “Mi esposo falleció el año pasado; se fue y nunca supo que los malestares eran por los metales”, reclamó.
Afectaciones, impunes
Durante la conferencia destacó la presentación de hallazgos sobre los daños a la salud, medio ambiente, al ecosistema y la economía, lo cual confirma los señalamientos de las comunidades sobre las graves afectaciones por el derrame de millones de litros de sulfato de cobre.
No obstante, desde el año de 2020, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) había informado a siete comunidades de la cuenca sobre la alta concentración de arsénico y plomo en los pozos de agua utilizados por las poblaciones para consumo humano y actividades agropecuarias.
“A esta información hay que agregar que los porcentajes de población en donde se detectó alto riesgo y muy alto riesgo van del 1 al 10% en cada municipio y en los cuales se reconoce el riesgo a desarrollar arsenicosis y neuropatía”, señala el informe El camino hacia la verdad tras 8 años de impunidad en el río Sonora, presentado por los CCRS y la organización PODER.
El documento también indica que, pese a los discursos de las instituciones, aún no se avanza en la reparación del daño. Por ejemplo, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha retrasado avances para la operación de plantas potabilizadoras y tampoco se ha conseguido la coordinación entre autoridades para la construcción de un hospital que había sido prometido para la atención de lxs afectadxs.
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Al contario, la administración federal permitió la expansión de Grupo México para la explotación minera con la construcción, a 23 kilómetros de Bacanuchi, uno de los poblados más afectados por la contaminación, de una nueva presa para sus residuos tóxicos.
“Grupo México lleva operando 11 años sin un plan de manejo de residuos, o sea, lleva 11 años haciendo lo que quiere”, denunció José ManuelLópez, también integrante de los CCRS quien añadió que los trabajadores de Conagua insisten en que el agua del Río Sonora está limpia, “van y le comentan a la gente que el agua está limpia y la pueden beber cuando los resultados nos arrojan que el agua está contaminada”.
Reparaciones que no llegan
Entre las afectaciones también se mencionó el valor económico en pérdidas cuantificadas por 10 mil 200 millones de pesos, más del triple de lo estimado inicialmente y una cifra cinco veces mayor al monto del Fideicomiso Río Sonora (2 mil millones de pesos).
En el año 2020, la Suprema Corte de Justicia de la Nación consideró que dicho fideicomiso, creado por Grupo México para compensar económicamente a las víctimas, no cumplió con el proceso de reparación de los daños y violó el derecho de participación de lxs afectadxs. De acuerdo a PODER, sólo 351 personas recibieron pequeñas cantidades de dinero, lo cual representa solo el 10% de las ayudas que iban a ser destinadas para resolver las consecuencias del derrame.
Para noviembre del 2021, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció un “Plan de Justicia para Cananea” encaminado a resolver el problema ambiental en una de las regiones mineras más importantes de México.
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El informe de PODER hace énfasis en que en la presentación del Plan se incluyó en la mesa a Grupo México, pero no a representantes de las comunidades afectadas, por lo cual desde su inicio las comunidades rechazaron el hecho de que no se menciona al Río Sonora de forma explícita.
Martha Patricia Velarde, miembro de los CCRS, argumentó que existe una captura corporativa del Estado y por ello no puede haber justicia. Esto lo ejemplificó al mencionar que “en Sonora el gobierno está aplaudiendo todas las acciones que tiene Grupo México, cuando ellos (la minera) están promoviendo inversiones en su propio beneficio” y en cambio, pese a que la empresa ha ido citada en dos ocasiones por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Grupo México se ha negado a reunirse con las autoridades ambientales.
Oaxaca está en crisis: No hay donde descargar toneladas de basura
Fuente: Avispa Midia
Por Santiago Navarro F
En portada: Recicladores del relleno sanitario de San Lorenzo Cacaotepec trabajan separando los desechos de materiales que aún se pueden aprovechar. Foto: Santiago Navarro F.
Un adolecente camina tranquilo mientras patea un bote vacío que, por su aspecto y color, pertenece a una marca reconocida de refrescos en México. Este bote de plástico se desbordó de uno de los contenedores de basura instalados en las principales calles de Oaxaca, ciudad al sur de este país que se ha convertido en un referente de los principales atractivos turísticos y que a diario generan decenas de toneladas de desechos que nadie se pregunta a dónde van a parar.
Según la Secretaría de Servicios Municipales de Oaxaca de Juárez, tan solo en el mes de julio, fecha en que se realizó la Guelaguetza 2022, una de las fiestas más emblemáticas de esta entidad que atrajo a miles de turistas, dejó como saldo más de 800 toneladas de basura. El titular de esta instancia, Ferdinando Rosado Duarte, ha alertado que derivado de esta situación la capacidad para el transporte de los desechos fue rebasada en un 25%.
Esta basura tiene como destino el llamado “relleno sanitario” ubicado en el municipio de la Villa de Zaachila, establecido a menos de 40 minutos de la capital de Oaxaca, el cual ha llegado al límite de su capacidad desde hace más de una década. “Conocemos detalladamente que el relleno, desde la administración de Ulises Ruiz Ortiz en 2006 (exgobernador de Oaxaca) el basurero había llegado a su vida límite”, puntualizó Artemio Martínez, quien fue representante de la colonia El Manantial, ubicada en la zona baja de donde se concentra la basura.
Cuando el señor Martínez se refiere a la vida útil de este tiradero, está hablando principalmente de la geomembrana o celda de confinamiento que retiene los lixiviados de los desechos urbanos. “No solo sabemos que ha llegado a su límite, sino que lo vivimos. Nosotros, al no tener agua potable, hacemos pozos para obtener agua y así atendemos nuestras necesidades. Pero los lixiviados han llegado hasta el agua que extraemos de estas fuentes”, agrega el vecino del basurero quién hizo las denuncias ante las autoridades correspondientes.
Incluso, la organización sin fines de lucro llamada Solidaridad Internacional Kanda (Sikanda), quién intentó impulsar un sistema de reciclaje inclusivo en esta zona, evalúa que el nombre del llamado “relleno sanitario es solo en teoría”, que en realidad “es un basurero a cielo abierto. Simplemente porque no cuenta con la infraestructura ni el personal adecuado para tratar estos desechos”.
Martínez agrega que los lixiviados, “en temporadas de lluvia pasan como un río en nuestras colonias. A esto se suman las enfermedades y las represalias hacia quienes hemos denunciado la contaminación y actos de corrupción. Nadie quiere hacerse responsable de su basura”.
Un trato especial
Son aproximadamente 26 los municipios conurbados que depositan sus desechos en el tiradero de Zaachila. Tres de ellos son los que apuntalan la cantidad diaria que se genera de residuos urbanos: Los municipios de la ciudad de Oaxaca, Santa Lucia del Camino y Santa Cruz Xoxocotlán.
Edgar Sereno Cruz, integrante de Sikanda, asevera que “lo ideal es que cada municipio debiera hacerse cargo de su basura. La ley lo dice, en relación a los solidos urbanos son los municipios; los residuos de manejo especial es una responsabilidad compartida entre municipios y el Estado; los residuos peligrosos son responsabilidad de la federación”.
Sereno Cruz es coordinador del proyecto de Reciclaje Inclusivo en Oaxaca y alerta que en los tres tipos de residuos no existe infraestructura ni lugares adecuados para el trato de la basura que generan estos municipios y, por tanto, terminan en basureros a cielo abierto, como el de Zaachila.
A esto se suma una red privada de recolectores que, a través de camionetas, recorren diversas colonias para colectar la basura mediante un pago y que al final termina en el mismo tiradero de Zaachila.
Este miércoles (3), los recolectores se manifestaron en la ciudad de Oaxaca obstaculizando el flujo vial en diversas avenidas y arrojando basura en la plaza de la Danza y el palacio municipal a manera de protesta. Sus exigencias son que se les permita depositar la basura que recolectan en este tiradero.
De acuerdo con el alcalde Francisco Martínez Nery, la prohibición del acceso de vehículos particulares al basurero “no es una decisión de la autoridad municipal de Oaxaca de Juárez”, sino que es una determinación de los pobladores de la Villa de Zaachila, quienes se supone cerraron el basurero por las afectaciones ambientales y a la salud.
El señor Artemio Martínez lamenta que a pesar de que ha habido reuniones entre el municipio de la ciudad de Oaxaca de Juárez, de quien depende el basurero de Zaachila, y los municipios que depositan su basura en este lugar, no se ha encontrado una solución radical, “por el contrario, se esta creando una mafia que está cobrado a quienes llegan a tirar su basura. Quienes pagan tienen acceso. Esto sin considerar que este lugar ya no es idóneo para soportar más basura”.
Martínez arremete y sostiene que “hay un trato especial para algunas personas o municipios. Durante las fiestas de la Guelaguetza se acordó que no se recibiría basura de los 26 municipio que comúnmente vienen a dejar sus desechos. Pero si recibiría la basura del municipio de Oaxaca y fueron cientos de toneladas que se generaron en las fiestas”.
En el caso de basurero de Zaachila la celda de confinamiento ha sobrepasado su límite. “Lo único que hacen es que una maquinaria va arrinconando la basura en forma de montañas generando contaminación aérea y lixiviados sin control”, agrega el integrante de Sikanda.
El modelo que prevalece
Es sencillo, casi todos en Oaxaca sabe como funciona el modelo. Pasa un camión y cada quien tira la basura revuelta, la cual al final termina en las montañas a cielo abierto. “Rellenos sanitarios como tal, son aproximadamente 23. Pero no todos cumplen con su funcionamiento, son solo algunos”, detalla Sereno.
El capacitador de la Organización Sikanda lamenta que de los 570 municipios que comprenden al estado de Oaxaca, los rellenos sanitarios existentes no cubren ni el 1% del trato de la basura de esta entidad. “Medianamente hay una experiencia en Huajuapan; San Lorenzo Cacaotepec; San Sebastian Tutla; El Tule; Mitla, el resto son basureros a cielo abierto. Existe como tal una crisis de la basura porque sistemáticamente no tienen un plan de manejo ni personal capacitado”, sostiene Sereno.
Mientras tanto, el alcalde del ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca ha anunciado que ya hay planes para la adecuación de un nuevo espacio de 10 hectáreas, donde se establecerá una compactadora de residuos sólidos, a través del cual utilizarán materiales para los hornos de las cementeras Cruz Azul y Cemex. Por ahora, se esta buscando desesperadamente donde colocar cientos de toneladas de basura generadas diariamente. Algunas de las propuestas son la Central de Abastos y un viejo cuartel de policía que se mantiene en obra negra.
Pepenadores en el olvido
El mal manejo de la basura en Oaxaca se recarga sistemáticamente en los tres niveles de gobierno y de la propia ciudadanía que genera la basura. La lógica es que todo es desechable y la responsabilidad de tratarlo es de un tercero, lo cual no existe. Aunque en los tiraderos a cielo abierto hay gente que intenta clasificar y recuperar lo que sirve para reciclar y son llamados despectivamente como pepenadores.
Sereno advierte que hay gente que piensa que los tiraderos existen porque hay pepenadores, “la realidad es que estás personas trabajan en condiciones infrahumanas, sin ningún derecho ni seguridad laboral, están en el olvido. Lo que debe quedar claro es que ellos no son los responsables de la generación de basura, pero sí ayudan al intentar rescatar algo mínimo de estos desechos, como el aluminio, vidrio, cartón, entre otros”.
Recicladores del relleno sanitario de San Lorenzo Cacaotepec trabajan separando los desechos de materiales que aún se pueden aprovechar. Fotos: Santiago Navarro F.
Las malas condiciones de vida no solo se recargan hacia los llamados pepenadores, “sino a las colonias vecinas, quienes sufren de enfermedades como de tipo gastrointestinales, en la piel, en los ojos. En estos lugares es muy fácil la propagación de enfermedades”, agrega el capacitador de Sikanda.
Una experiencia inspiradora
En un contexto de crisis de la basura que vive Oaxaca pareciera que no hay opción a corto plazo, aunque a menos de 30 minutos de la capital existe una experiencia distinta. De entrada, no es un tiradero, pues los trabajadores aquí hacen énfasis en que es “un relleno sanitario” y que ellos no son pepenadores, sino “recicladores”.
Estas personas, incluyendo mujeres y no binarias, quienes integran la plantilla de recicladorxs, cuentan con equipo como guantes, botas, overoles y reciben capacitación continua. Además, tienen un sueldo seguro, vacaciones y atención de salud. Se les ve felices.
Esta experiencia ocurre en el municipio de San Lorenzo Cacaotepec. “Esto solo es posible gracias a los usos y costumbres de esta comunidad. Esta responsabilidad lo atrajo la asamblea comunitaria y no solo recayó en las autoridades. Aquí hay una visión comunitaria”, comparte Sikanda.
En este relleno se aprovecha y se clasifica todo lo que es reciclable y se trabaja con la mayoría de los desechos orgánicos para la producción de abonos y para un criadero de gallinas, un proyecto más que se desprende de este trabajo. “Este relleno inició con un proyecto de 11 rellenos más y solo sobrevive este. Tenía proyectado una vida de 5 a 6 años y lleva casi el doble. Si sigue ese modelo la celda de confinamiento puede durar hasta otros 3 años más”, agrega Sereno, quien es coordinador del proyecto de Reciclaje Inclusivo en Oaxaca donde trabaja asesorando al equipo de este relleno.
En este municipio se genera entre 3 y 3.5 toneladas de basura diariamente de una población de 8 mil personas y “se está recuperando entre un 5% y 7% de materiales reciclables, que para México es alto. Se tratan los residuos orgánicos, no un 100%, aproximadamente un 30%, porque la basura orgánica no se puede recuperar si viene contaminada o podrida. Ahí la importancia de separar desde los hogares”, complementa el integrante de Sikanda.
Pedro Cándido Díaz, encargado y trabajador del relleno, asegura que las condiciones laborales y que sea un proyecto comunitario “permite asumir el trato de la basura no solo como un compromiso con la comunidad, sino también con el planeta y la humanidad”.
Marisol Mendosa, trabajadora también del relleno comunitario, como mujer ha experimentado lo pesado que es trabajar con la basura, pero “me siento cómoda y me gusta”, y complementa que “la ciudadanía tiene que hacer conciencia para clasificar su basura. Ya que los materiales no se pueden reciclar si vienen contaminados con otras sustancias”.
De este proyecto ha derivado la producción de hortalizas, plantas medicinales, lombricomposta. En si mismo, no parece un tiradero de basura, ya que hay más vida que materia inerte. “Se puede hacer maravillas con la basura orgánica. Para reciclarla la recogemos directamente en las fruterías en el mercado y así las gallinas consumen comida limpia y así se producen huevos orgánicos”, dice Lorenzo Galván Juárez, trabajador del Relleno Sanitario, encargado de cuidar a las gallinas.
“Realmente podemos vivir de una mejor manera, pero tenemos que cambiar nuestra mentalidad de que todo es desechable. Tenemos que hacer conciencia que nuestro planeta no es desechable, porque no hay otro más”, concluye Lorenzo.