Por Anacleto Molinari | Contrahegemoníaweb

Al amanecer del sábado 7 de octubre de 2023 el universo humano dio un vuelco. El reloj del fin de la vida aceleró su mecanismo. Ese día, muy cerca de donde dicen que nació Jesús de Nazaret, militantes de una milicia islámica palestina conocida como Hamás, atacaron bélicamente y con armas de alto poder algunas poblaciones cercanas a la frontera de Gaza; causaron varios disturbios violentos, asesinaron a cientos de civiles, raptaron a otros tantos que mantienen como rehenes, desplegaron con destreza un arsenal importante de armas y dispararon innumerables misiles.

Esta agresión producida por guerrilleros musulmanes en el Medio Oriente, calificada por el primer ministro israelí como un “ataque sorpresivo y asesino contra Israel”, ha alterado inmediatamente la prioridad internacional del gobierno americano, al otro lado del globo. Washington que no tenía ojos más que para Ucrania en su guerra contra Rusia, hoy pone su atención desmedida al apoyo de la entidad sionista. Tal como lo apunta la periodista y geopolítica rusa Liu Sivaya, en una sola noche el mundo se ha vuelto más peligroso y todos los países donantes de Kiev podrían reconsiderar por ello su estrategia de asistencia militar a Ucrania y hasta cortarla, por su propia seguridad futura.

El gobierno israelí ha respondido a tan insolente provocación de Hamás con un talante vengativo y virulento y se ha ido en contra de la población palestina, la civil, inocente y en todo caso, vulnerable gente de a pie, en la Franja de Gaza, donde aviones israelíes han bombardeado en estos primeros días de conflicto, toneladas de misiles sobre el territorio densamente poblado, en la costa del Mediterráneo, además de cortar los suministros de energía y agua en los hogares, conminando a los palestinos a desterrarse voluntariamente, ante el advenimiento del infierno que les promete, montará sobre sus casas y sus muertos. Pero, ¡atención humanidad dormida! Occidente no condena esta guerra expansionista de Israel contra el pueblo palestino, definitivamente no emitirá sanciones económicas para su aliado mítico e incondicional. Por el contrario, en nombre del honor y a causa de la ofensa, los Estados Unidos se aprestan a apoyar y a defender el derecho de Israel a atacar gente inocente, cuyo territorio fue colonizado primero por la Gran Bretaña y posteriormente ocupado por lo que hoy es el Estado de Israel.

Por su parte, el primer ministro del país fundado en 1948, tan cuestionado recientemente con masivas manifestaciones populares por temas de corrupción, ha logrado en unas pocas horas unificar a la oposición y acopiar el apoyo de multitud de sus ciudadanos en pro de la guerra. Todo con el fin expreso de desplazar definitivamente a la población palestina de sus territorios. A todo esto, no se ha producido aun una explicación convincente de por qué la inteligencia israelí, la más sofisticada del mundo, no detectó a tiempo que se estaba organizando este raid en su contra, o por qué no actuó con rapidez al momento en que ocurría el atentado y permitió con ello más afectación. ¿Cómo ha sido posible que los atacantes palestinos lograran llegar tan inesperadamente y atravesar la fortificación de la frontera sin ser detectados por la tecnología espía más desarrollada del sistema solar? Advertencias y signos de un ataque inminente tenían. No olvidemos que la Franja de Gaza es una de las zonas más vigiladas del mundo, con miles de cámaras, drones y guardias fronterizos; así que en realidad ningún ataque del enemigo (inferior en fuerza, poder y armamento) puede ocurrir sin la complicidad de alguien que lo permite. Pero ¿quién? Liu Sivaya propone la perturbadora hipótesis de que el ataque de Hamás ocurrido el 7 de octubre, posiblemente fue ignorado en sus preparativos por el gobierno de Israel, con el objetivo de utilizarlo como una cortina de humo frente a la crisis política interna o bien, que dicho ataque fue consensuado con el mismo gobierno israelí. Siempre bajo la idea del control de daños por parte del gobierno y la manipulación del acontecimiento en favor de su interés. Al parecer, las milicias palestinas tenían más capacidad de fuego y oposición de lo calculado por Tel Aviv. Algo salió mal y dejó ver la grieta. No es descabellada la observación de Sivaya, sobre todo porque este método existe y ya se ha practicado antes en la historia de las guerras capitalistas ( a muchos nos suena a 11 de septiembre de 2001 ) . Un método que, por cierto, Washington inventó y aplicó por primera vez contra México, a mediados del siglo XIX, para lograr la aprobación de un presupuesto y así declarar, con apoyo del Congreso, la guerra que terminaría por despojar a su vecino del sur de la mitad de su territorio, en mayo de 1846. El presidente gringo a la época era James Knox Polk, y con la imaginación del coronel Benton, su estratega militar, diseñó esta táctica; ordenó a su general en campaña, un tal general Taylor, propiciar una escaramuza y dejarse ganar por las fuerzas mexicanas en Coahuila, México, hoy Texas, USA.

Y esta es mi hipótesis, que el enfrentamiento bélico que hoy siglo XXI protagoniza el gobierno de Israel contra Ias milicias palestinas de Hamás, es similar estructuralmente a la guerra que durante el siglo XIX, ejecutó el ejército de los Estados Unidos contra los indios nómadas rebeldes del suroeste norteamericano.

Los palestinos son los apaches modernos. Y no es solo una metáfora, hay muchas similitudes. Para empezar, resalta la desproporcionada correlación de fuerzas entre las milicias apaches y el ejército americano, misma que se observa entre las milicias palestinas y el super dotado ejercito israelí. Así como la superioridad estratégica de combate de los guerreros apaches y los milicianos islamistas, frente a los ejércitos institucionales y millonarios de los países colonialistas.

El imperio habla de “salvajes” o “terroristas” y por eso, sus ejércitos y sus colonos atentan contra la población civil en su propio hábitat, porque de acuerdo con su ideología, se trata de “animales” que no merecen compasión. La actual guerra de Israel contra Palestina no es una guerra de ejércitos o armamentos, no es una “operación especial”, no se lleva a cabo por el derecho a defenderse, es sobre todo una guerra de exterminio dentro del campo de lo civil. El objetivo de la guerra expansionista es aniquilar la vida de los pobladores originales para vaciar los territorios y apropiárselos de manera definitiva. Porque no es solo la economía que se reactiva con la guerra, es la guerra el medio privilegiado de apropiación del territorio. De tal suerte, tanto los pueblos nómadas del norte mexicano decimonónico, como el pueblo palestino en el Medio Oriente de hoy, representan poblaciones desplazadas y despojadas de sus territorios, por intereses colonialistas de las dos más belicosas naciones del orbe: Estados Unidos e Israel.

Igual que los militantes armados de Hamás, los guerreros apaches y comanches también planeaban en secreto raids para cruzar la frontera mexicana y adentrarse a robar vacas. Era a la vez un acto político y una necesidad alimenticia. Las armas que los “indios bárbaros” portaban eran mucho mejores que las de los mexicanos, las comerciaban con colonos de los Estados Unidos, que estaban interesados en continuar la anexión de territorio mexicano a la Unión Americana.

La cuestión es que si consumimos armamento para la defensa de las causas justas, dependeremos inevitablemente de quién lo produce: la industria armamentista, uno de los pilares de la Hidra capitalista. Es simple, el poder global del 1% de la población del planeta, aumenta sí promueve la guerra y produce y vende armas a diestra y siniestra.

A pocas horas del ataque de Hamás a Israel, se difundió en Telegram el agradecimiento que expresaron los islamistas palestinos, por el armamento con el cual irrumpieron en la nueva Intifada, mismo que aseguraron, les fue entregado por mediación de Ucrania. Sí, leíste bien. Con estos hechos, se asoma la eventual evidencia de un comercio ilegal de las armas que Occidente transfiere al régimen de Kiev y que paradójicamente, esta vez han sido utilizadas contra el principal aliado de los Estados Unidos. Por tal motivo, los republicanos en ese país, manifestaron su intención de descubrir el origen del armamento palestino. ¿El tiro por la culata?

Hoy somos testigos del histriónico regreso de la política de la conquista del Oeste. En esta antesala a la tercera guerra mundial, tras el “incendio provocado” en Palestina, por intereses armamentistas, llegamos al día jueves 12 de octubre. Una fecha que para los vencidos evoca – desencuentro – . Remite a la avaricia del capitalismo, que a principios del siglo XVI terminó por consolidarse de manera implacable, con la práctica económica que el buen Marx llamó “acumulación originaria” y hoy re definimos como el “despojo original”. Política colonial que consistió en la extracción de recursos de las “indias Occidentales” con fuerza de trabajo de población esclavizada y sustraída del continente africano.

Ese “descubrimiento de América” en el discurso eurocentrista, es la historia del éxito de una expedición naval. Expedición que fue financiada por múltiples agentes, no solo por Castilla, todos esperando cobrar en cuanto la aventura del osado almirante Colón fuese exitosa y aportara riquezas extraídas de ultramar. En esta cosmovisión, las personas del lugar no tienen lugar. 12 de octubre, fecha clave y simbólica para los pueblos indígenas en México, que resisten hoy como en los primeros días de la conquista española. Por esa razón, hablar de una convocatoria que nos hace el Congreso Nacional Indígena CNI a realizar actos dislocados este día, en cualquier parte del mundo, actos que manifiesten nuestra lucha contra el capitalismo actual, era mi objetivo inicial al escribir este artículo. Pero, ¿acaso es posible evadir la urgencia de hablar en defensa también del pueblo palestino?

México llega a esta fecha herido de muerte, atrapado en una otra guerra de despojo contra los pueblos, una guerra que igual a la que se libra hoy contra los palestinos de Gaza, es inadvertida por la sociedad internacional; una guerra que utiliza la economía ilegal y los grupos paramilitares para desplazar, enfrentar y someter a la población; acabando así con la resistencia a la instalación de las mineras, los megaproyectos, la deforestación, la explotación acuífera y un largo etcétera de proyectos extractivistas que colonizan hoy el exuberante territorio mexicano.

El CNI convocó a rememorar este 12 de octubre, los 531 años del inicio de la resistencia y la rebeldía de los pueblos y las comunidades indígenas y a festejar el 27 aniversario de su fundación como espacio de lucha y unidad de estos pueblos indígenas mexicanos, organizados por la defensa de sus territorios, entre los que se incluyen los mayas y zoques que integran el EZLN en Chiapas. Una acción necesaria frente a la voracidad del progreso que los aniquila.

Es apremiante desactivar el odio. Volvernos indios y dejar de ser vaqueros. Porque la historia del capitalismo es también la historia del odio y hoy el odio y el miedo son las emociones que más riqueza producen. Es una emergencia, un llamado de auxilio al pueblo planetario, para cuestionarnos sobre el sentido de las guerras; es apremiante la implementación a toda costa de una gramática de lo colectivo, que organice las sociedades sin la lógica de la ganancia, tal como nos lo proponen los pueblos originarios de Nuestra América: inaugurar juntes otro tiempo, el tiempo de la comunidad.