Registro sonoro de la Compartición de Amilcingo del 1er.Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el capitalismo
(Imágen: dibujo de un niñx tallerista en la Compartición)
(Descarga aquí) Muestra sonora de voces y testimonios de la Compartición de Amilcingo del 1er. Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el capitalismo (Amilcingo, Morelos, 22-23 Diciembre ’14) Duración: 5 ’10 min.
(Descarga aquí) En entrevista, uno de los organizadores de la Compartición de Amilcingo narra la historia de lucha y resistencia de Amilcingo, Huexca, Jantetelco y otras comunidades al Plan Integral Morelos. Además, deja en el aire una invitación abierta, digna y revolucionaria. Duración: 7 ”29 min.
(Descarga aquí) Lectura de la carta enviada por Juan Carlos Flores Solís (preso en Cholula, Puebla desde Abril de este año por resistir al despojo del Plan Integral Morelos) a la Compartición de Amilcingo. Duración: 10 ”11 min.
(Descarga aquí) Balance y reflexión de Gilberto López y Rivas sobre el encuentro de fuerzas de este 2014 entre los proyectos de vida autónomos de Abajo y los proyectos de muerte capitalistas. Duración: 4’18 min.
Xochicuautla, 23 de diciembre de 2014
Alejandro Reyes, Colectivo Radio Zapatista
“Nosotros sabemos que lo que le hagan a la tribu yaqui se lo van a querer hacer a todos los pueblos indígenas de México. Que lo que le hagan a los normalistas de Ayotzinapa se lo van a querer hacer a todos los estudiantes de México. Que lo que le hagan a los pueblos indígenas y a los estudiantes se lo van a querer hacer a todos los mexicanos.”
– Representante de la tribu yaqui
El 8 de agosto, en San Cristóbal de Las Casas y en los alrededores sobrevolaban helicópteros militares y en San Juan Chamula el presidente de México y el gobernador de Chiapas se disfrazaban de indígenas tsotsiles. “Ratificamos hoy más que nunca nuestro compromiso…”, sonaron las palabras, huecas, sin traducción y sin ningún vínculo con la realidad. Mientras eso, en el caracol de La Realidad, en la selva lacandona, se llevaba a cabo la compartición entre 28 pueblos originarios de México organizados en el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el EZLN.
La palabra compartición no existe en los diccionarios, aunque se anuncia que se incluirá en la 23ª edición del de la Real Academia Española. En ese diccionario la definición será: “Acción y efecto de compartir”. Pero para los zapatistas y los pueblos indígenas la compartición es algo mucho más profundo y tiene un sentido político. Para entenderlo, habría que escribir un ensayo. O no. Para entenderlo, hay que practicar la compartición, cueste lo que cueste. Y cuesta. Tan es así, que desde el poder se hizo todo lo posible para evitar que se realizara la compartición entre el CNI y el EZLN. Primero con el ataque por parte de miembros de la CIOAC Histórica al caracol de La Realidad y el asesinato del maestro Galeano, justo tres semanas antes de que iniciara la compartición planeada para finales de mayo, y que por eso se tuvo que posponer. Después, las agresiones, amenazas y desplazamiento forzado, por parte de paramilitares de la ORCAO, a varias comunidades pertenecientes al caracol de la Garrucha, que empezaron a una semana del inicio de la compartición (reprogramada para agosto) y que continuaron durante el evento. Y, finalmente, con el simulacro mediático de la aparición de Peña Nieto y Manuel Velasco en Chamula justo el último día de la compartición.
San Francisco Xochicuautla, Estado de México. 22 de diciembre de 2014.
Eugenia Gutiérrez. Colectivo Radio Zapatista.
En una tarde tan helada como ésta, el 21 de diciembre de 1997, unas doscientas personas de muchas edades y casi todas mujeres y niños llegaban al colmo de una vida de desprecio y sufrimiento. En un vado lodoso, a orillas de la carretera, desde ancianos hasta bebés lloraban de rabia, de frío y de lluvia mientras apretaban sus puños impotentes porque un grupo paramilitar los había expulsado de su comunidad y mantenía a algunos de sus familiares amarrados a los árboles, quinientos metros selva adentro. Todas y todos estaban amenazados de muerte. “Nos van a matar mañana”, decían. Un anciano curtido por humedad nos mostraba su pierna herida de bala, pues tempranito le habían disparado. “Vengan con nosotros”, proponíamos, sin entender que nunca se pondrían a salvo dejando a su pueblo atrás. Quienes veníamos de fuera, lo hicimos, nos fuimos, los dejamos atrás. Al día siguiente, 22 de diciembre de 1997, 45 tzotziles, 45 personas amarradas o desplazadas en su propia tierra, fueron masacradas. La prensa reportó profusamente que murieron rezando en una ermita, que no quisieron marcharse porque no esperaban la muerte, aunque nada se dijo de los lazos humanos que les ataban a Acteal.
Consejo Supremo Indígena de Xochicuautla:
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San Lorenzo Huitzizilapan:
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San Pedro Tlanixco:
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San Sebastián Bachajón:
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Frente de Pueblos Indígenas en Defensa de la Madre Tierra y Congreso Nacional Indígena:
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Amilcingo:
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Ayotzinapa – Mario César González Contreras, padre de César Manuel González Hernández:
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Ayotzinapa – Berta Nava Martínez, madre de Julio César Ramírez Nava:
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“El Estado mexicano en sus tres niveles, tiene responsabilidad de lo que está ocurriendo en el país, por su forma de actuar y no actuar, así como por ser fiador de la impunidad, debido a una política de doble discurso”, CNI.
Xochicuautla estado de México. 21 de diciembre. “Nuestra misión es cuidar nuestra tierra, Sabemos lo importante que es preservarla, no existe valor más precioso que la vida misma”, expresa el Consejo Supremo Indígena de Xochicuautla, en la inauguración del primer Festival de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo, en el municipio de Lerma, Estado de México, convocado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el Congreso Nacional Indígena.
A mediados del 2011, en el Lagartijero de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México, durante la presentación del libro “La rabia, el amor y la lucha contra el silencio” de Lalo Cisneros (1984-2008), el padre de Alexis Benhumea adelantó justo cuando nos inundaba la indignación y el dolor que en México seguiría habiendo jóvenes asesinados. “Eso se los puedo asegurar”, lanzó el balde de agua helada. Se refería a jóvenes brillantes, chispeantes y chingones como su hijo, asesinado al acudir al llamado para acompañar a los ejidatarios de Atenco en 2006, y como Lalo, abatido por policías de Chalco, Estado de México. Como Lalo y Alexis, otrxs tantxs jóvenes, adultos e incluso niñxs han caído estos años durante la brutal y desenfrenada guerra por el control de divisas (drogas, capital, mercancía humana) desatada por las elites empresariales nacionales, esas elites que a su vez dependen y trabajan para grupos y mafias transnacionales aún más violentas, racistas y genocidas.