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Relatos Zapatistas

Despues de 5 anos los Agricultores del sur de Los Angeles recuerdan el desalojo

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Radio Zapatista

Invitación al Primer Foro Contracultural en San Cristóbal de Las Casas

Los días 12 y 13 de agosto de 2011, se estará realizando el Primer Foro Contracultural Retomando las voces, la organización y el arte en las calles en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. El evento se estará realizando en la “Casa de Arte Experimental EDELO” ubicada en Flavio A. Paniagua #10, Col. Centro.

Spot de 45 minutos: (Descarga aquí)  

Invitación completa:(Descarga aquí)  
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Medios Libres Chiapas

Continuan las manifestaciones estudiantiles en Chile, recrudece la represión

Las manifestaciones por el derecho a la Educación gratuita y de calidad, continúan en Chile. Desde casi 3 meses las movilizaciones suman y siguen. Suman a un mayor sector de la sociedad civil… siguen con o sin permiso del gobierno, ejerciendo el derecho a manifestarse públicamente, exigiendo el derecho al acceso y gratuidad de la Educación, con los cambios constitucionales que requiere… Sin respuesta a la altura de los acontecimientos, 33 estudiantes se encuentran en huelga de hambre.
(Descarga aquí)  
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Frayba

Situación de los migrantes en Chiapas y Centroamerica

En voz de Jorge Luís integrante del Frayba nos explica la información que organizaciones de México y centroamerica compartieron con el relator sobre trabajadores migratorios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Felipe González.

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Radio Zapatista

(English) The student movement in chile: Report from the mega-march in Santiago on July 14, 2011

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In this report, we joined the students and workers in Santiago de Chile in the massive march on July 14, 2011, to hear the voices of the protesters in their struggle against neoliberalism and for the democratization of public education. We also spoke with an activist in Santiago about the history of the privatization of education to better understand what is happening in the current struggle in Chile.

(Descarga aquí)  

UPDATE:

Just a few days ago, on Thursday August 4, 2011, the student movement in Chile was brutally attacked by the neoliberal government of Sebastián Piñera. After nearly six weeks of protests, marches, and occupations of schools, the students once again took to the streets in a massive, unauthorized protest. In response to the escalating protests, President Piñera chose to apply a law put in place by former dictator Augusto Pinochet, which makes popular assembly illegal if it is not authorized by the government. Threatening the student activists, the Minister of the Interior, Rodrigo Hinzpeter stated that “the students will be held responsible for any deaths that result from the protests.”

The massive mobilizations throughout the country were met with violent repression by the thousands of police officers deployed to attack the protesters, and by the end of the day there were dozens wounded and 874 people had been arrested. Reports from Santiago announced that the city was under a state of siege, and the smell of tear gas had permeated the barrios. That night, neighbors took to the streets with the practice known as the “cacerolazo,” banging on pots and pans late into the night to show their support for the students and to denounce the violence. This practice became quite common during the nearly two decades of military dictatorship under Pinochet.

The following day, protests were held across Latin America and around the world, as rallies were held in front of Chilean embassies and Consulates in dozens of countries. And in Santiago, outside of the Memory Museum—a space dedicated to the collective memory of the state terrorism of Pinochet’s dictatorship—student installed the “Museum of Repression” with displays of items they had gathered during Thursday’s protests. Images circulated of a display of tear gas canisters, accompanied by a sign that reads: “Each canister costs approximately $250 dollars, and on this block alone we gathered more than 370 discarded canisters. You can draw your own conclusions.”

What follows is a segment produced by Radio Zapatista a few weeks ago, reporting from the July 14 march in Santiago de Chile. While it is now somewhat outdated, we want to air it because it gives a sense of the events that led to Thursday’s historic march and repression, and allows us to hear some of the voices of those who have been, and continue to, organize in defense of public education.

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Radio Zapatista

Resistencia de la luz – palabras de Las Abejas de Acteal

Entrevista con compañeros en la comunidad de Nuevo Yibeljoj y palabras de la junta directiva de la Associación Civil de Las Abejas de Acteal sobre la resistencia de la luz y las acciones de la Comisión Federal de Electricidad que les cortó la electricidad de 10 familias en resistencia de la comunidad el 6 de Julio de 2011.(Descarga aquí)  

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Carolina

Por ser migrantes no somos criminales, sino trabajadores internacionales

La Caravana Paso a Paso hacia la Paz llega al Distrito Federal

x carolina

Basta de secuestros de migrantes en su paso por México. Basta de muerte. Basta de desapariciones. Basta de tortura. Por ser migrantes no somos criminales, sino trabajadores internacionales. Queremos justicia. Queremos respeto. Queremos un trato digno. Éstas eran las demandas de la Caravana Paso a Paso hacia la Paz que llegó al Zócalo de la Ciudad de México el lunes, 1 de agosto.

¿Quiénes participaron en la Caravana? Migrantes de Honduras, Guatemala, El Salvador. Activistas. Familiares de personas secuestradas, asesinadas o desaparecidas en su tránsito por México. Directores de los albergues para migrantes. Defensores de derechos humanos. Periodistas.

Los migrantes y sus defensores marcharon al Senado de la República donde varios voceros dijeron: No venimos por la foto o para saludarles. Queremos acción. Queremos resultados. La migración no es un problema de seguridad nacional. Son los migrantes quienes no tienen seguridad. Venimos a exigir el cese a la violencia contra los migrantes, la eliminación de la visa, la asistencia en buscar a las personas desaparecidas y un trato igualitario. Exigimos un alto a la complicidad de las autoridades con los crímenes contra los migrantes. Exigimos la cancelación de la Iniciativa Mérida.

Se acordó que no estamos hablando de unos diez, veinte o cien secuestros al año (aunque esto también sería motivo de protesta). Por lo contrario, según el informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de 2010, aproximadamente 20,000 de los 400,000 migrantes que transitan por México cada año son secuestrados. En algunos casos, ellos o sus familiares son extorsionados para pagar miles de dólares de rescate, mientras en otros casos, son asesinados o desaparecidos.

Organizada por el  Movimiento Migrante Mesoamericano, la Caravana recorrió la ruta migrante por los estados de Tabasco, Chiapas, Oaxaca,  Veracruz y Puebla hasta llegar al Distrito Federal. Un contingente salió en autobús de la capital guatemalteca el pasado 24 de julio, mientras  otro contingente salió de Tenosique, Tabasco en la  frontera con Guatemala el siguiente día. El segundo grupo viajó en el lomo del tren conocido como “el tren de la muerte” o  “la bestia” hasta Coatzacoalcos, Veracruz, donde los dos contingentes se unieron.  Llegaron juntos a Tierra Blanca, Veracruz, donde se entrevistaron con el Relator de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, (CIDH). [Vean el hermoso artículo de Alejandro Reyes, “Sobre la bestia: un tren de sueños y quimeras” https://radiozapatista.org/?p=3711 ]

Cabe señalar que varios de los participantes en la Caravana han enfrentado agresiones y detenciones de personal del Instituto Nacional de Migración y policías, pero que siguen con su trabajo en apoyo a los migrantes. Dos ejemplos son el periodista Irineo Mújica Arzate y el organizador y documentalista Cristobal Sánchez. También en Puebla, el padre Alejandro Solalinde, coordinador del albergue “Hermanos en el Camino”, de Ixtepec, Oaxaca y dos de sus escoltas fueron detenidos durante media hora y acusados del transporte de armas, aún cuando los escoltas tenía permiso de portar las armas debido a la larga serie de amenazas recibidas por el padre Solalinde.

Unos migrantes hablan de sus vidas

Al platicar con unos de los migrantes que venían con la Caravana, se hace evidente que muchos van a seguir su ruta hacia el Norte.

Luis y Salvador,  dos jóvenes de Guatemala afirman que no es la primera vez que pasan por México. Para Luis es la segunda vez y para Salvador la tercera.

¿Han venido con la Caravana desde Guatemala?

Salvador: No. Nos unimos en Orizaba. Tenemos dos días con la Caravana. Ha estado bonito. Ahora tengo que agarrar mi rumbo.

Luis: Sí, como sabemos que ahora hay muchos secuestros en el país, nos hemos sentido bien con  la Caravana,  sabiendo que nadie nos iba a molestar. De ahora en adelante, quién sabe.

¿Han tenido problemas en pasar por México antes?

Salvador: Yo, hasta ahora he caminado con la mano de Dios. Nada mal me ha pasado pero siempre está la tensión porque a muchos los han bajado del tren y nada se sabe de ellos.

Luis: A mí me asaltaron en Tapachula la primera vez que vine.

¿Alguien te ayudó?

Luis: Pues no podemos pedir ayuda a la ley porque dicen que somos “ilegales”, pero sí, me ayudaron en un albergue.

Salvador: Donde hemos tenido problemas es en Estados Unidos. De allí nos echaron. Yo me desvié un poquito de sus normas de conducta.

Luis: A mí alguien me chocó y cuando revisaron mis papeles, no tenía todo en orden.

Y ahora cuando las leyes contra los migrantes están más duras allá y hay más peligro para ustedes aquí en México ¿por qué se van de nuevo?

Luis: En Guatemala no hay trabajo. A veces comemos, a veces no. Como me gustaría estar en mi tierra con mi mamá, donde nadie me persigue, donde tengo amigos, pero no se puede. Aparte, ya tengo mi esposa en Colorado. Quiero estar con ella.

Salvador: Mi esposa y mi hija están allí en Oakland. Tengo que regresar.

El joven Leo de Honduras, también va a seguir hacia la frontera.

¿Vienes con la Caravana desde Guatemala?

No, vengo desde Tabasco, primero en tren, luego en autobús.

¿Es la primera vez que pasas por México?

No, ahora tengo la oportunidad de pisar tierra azteca por cuarta vez.

¿Cómo te ha ido antes?

Gracias a Dios, nada me ha pasado aquí. Siempre me han tratado bien.

¿Cuántas veces llegaste a Estados Unidos?

Una vez.

¿La migra te agarró aquí en México?

Sí. Andaba en autobús y me pidieron mis credenciales. Me encontraba sin dinero ese día y me dijeron que me bajara. Entonces, cada vez que me devuelven a mí país, regreso a México para ir al Norte. Me fue más o menos bien en Estados Unidos y puedo ganar la vida allá. En Honduras,  es mucho más difícil.

¿Por qué te uniste a la Caravana?

Porque si nosotros no hacemos escuchar, nadie va a poner atención a los problemas que tenemos. Ya es tiempo que le ponga un alto a todo esto. Secuestran a mucha gente y nos roban mucho. Hay familiares a quienes les han sacado $25,000 dólares. Amenazan a la gente y tienen miedo que vayan a matar a un hijo, a una hija, por eso les dan el dinero. Derechos humanos debe poner fin a esto. Y la violencia se está incrementando. Es una ola de violencia muy fuerte en contra del migrante. Si nosotros no venimos a protestar, esto va a seguir así porque al rico no le interesa lo que pasa al pobre.

¿Cómo está la economía en Honduras después del golpe de Estado?

Peor que nunca ahora que estamos siendo gobernados por un Presidente que es narcotraficante. Es un problema grave que tiene Honduras.

¿Lobo?

Pepe Lobo es narcotraficante. Sólo está pensando en la gente cercana a él. No está pensando en la comunidad, en el pueblo. A él no le interesa eso.

Entonces ¿no es posible encontrar trabajo en Honduras ahora?

Mira, hay un problema muy fuerte. No hay trabajo. Hay mucho sicariato. Matan a mucha gente. Hay mucha extorsión. La droga es como pan caliente. Se vende en la esquina. Antes no se veía esto. La gente se va de Honduras porque no hay oportunidades. Si llegas a una compañía maquiladora que hace ropa, verás que llegan 1,500 personas y ellos sólo contratan a 20 personas al día. ¿Qué significa esto? Sólo 3% tendrá empleo. Es pésimo. Tengo miedo que Honduras quede como Haití. El gobierno no quiere ayudar. Sólo quiere mamar la teta. Pepe Lobo dice al mundo que Honduras se está recuperando. Pero es una gran mentira. No. Honduras está perdida.

¿Cuáles son tus expectativas de esta Caravana?

Que nos ayuden y más que nada, que ayuden los que vienen en camino. Son muchos. No sólo centroamericanos, sino suramericanos. Por ahora la Caravana me ha dado más seguridad. A ver qué va a pasar ahora.

Doris, también es de Honduras. Aparte de sumarse a la Caravana para lograr cambios para todos los migrantes,  tiene una motivación muy personal para participar: Su hija y su nieta están desaparecidas.

“Vengo desde Guatemala. Nosotros íbamos a salir el 22 de julio de Honduras. Supuestamente nos iban a brindar el transporte pero no nos dieron transporte. Nos dejaron burlados. Entonces salimos el sábado por la tarde y lo que tuvimos que hacer fue pararnos frente a la Catedral a recolectar dinero para pagar un autobús que nos trajera a la frontera de Guatemala. Al principio éramos 80 pero todos no pudieron venir por falta de dinero”.

“Mi hija está desaparecida. No sé nada de ella. Aquí tengo su foto. Está con su bebita, recién nacida. Ahora ha de tener siete años. Mi hija salió de Honduras con una amiga en julio del 2004. La última vez que su amiga la vio fue en Tapachula.   Esto me lo sé porque la migra regresó a la amiga y yo platiqué con ella. Ella me dio un número. Llamé a este número y mi hija me contestó pero yo la sentí bastante preocupada, bastante tensa. No quiso hablar conmigo y más bien cortó la llamada. Desde entonces no he vuelto a tener comunicación con ella. Entonces, yo pienso que ha sido víctima de trata”.

“Sí, es muy duro, por eso nosotros, con las esperanzas de encontrar a nuestros familiares, nos hemos unido a la Caravana.  Es triste y muy difícil vivir con esto. Ahora me siento bien estando en la lucha. Aún si encuentro a mi hija, voy a seguir en la lucha porque no podemos parar. Tenemos que seguir hasta lograr nuestro propósito”.

“Nuestros familiares han salido de Honduras con el sueño americano, pero hemos visto que no es un sueño, sino una pesadilla. Los migrantes son víctimas de secuestros, de violaciones, de robos. Han tenido un sufrimiento terrible. A raíz de que vienen de migrantes, tienen que huir de las casetas de migración y al hacer esto, están capturados por gente sin escrúpulos que sólo buscan hacerles daño, lucrar de ellos. A las muchachas las venden a los prostíbulos. Y yo creo que las autoridades tienen conocimiento de esto. Entonces nosotros les exigimos que pongan sus buenos oficios y que hagan algo por nuestros migrantes. Ellos sólo quieren transitar por el país para buscar un trabajo al otro lado”.

“La situación en Honduras es horrible, muchísimo peor después del golpe. Ha habido muchos despidos de las empresas, de las fábricas, en todas partes. Y los que buscamos trabajo no lo encontramos. Es a raíz de esto que nuestra gente tiene que migrar. No venimos aquí para delinquir. Por eso pedimos seguridad”.

“ A veces se burlan de nosotros. Cuando estábamos allí en Honduras, mandaron a una señora el ataúd de su hijo, uno de los muertos de la masacre de las 72 personas en San Fernando, Tamaulipas. Le  dijeron que no lo abriera, que el cuerpo ya estaba demasiado descompuesto. Pues, la señora lo veló con el ataúd cerrado, así iba a enterrarlo, pero en el último momento pidió que lo destaparan para verlo por última vez aunque no lo reconociera. Lo que encontró fue un poco de tierra, unas bolsas de nylon, y un pedacito de carne que no se sabe ni de qué era. Entonces, esa es una burla para nosotros. No es posible que estén haciendo esto con nosotros. Exigimos más formalidad y respeto porque no somos cualquier cosa, somos seres humanos. Todos somos seres humanos y sentimos dolor. Cómo es posible que después de sentir el dolor de la muerte de su hijo, sienta otro dolor por la burla que le han hecho. No podemos seguir permitiendo esto.  No es posible que esto esté sucediendo. Es el motivo de la marcha. Que nos respeten. Y vamos a exigirlo hasta que lo logremos”

“Doy gracias a Dios que hemos llegado hasta aquí con la ayuda de nuestros hermanos mexicanos que han sido tan bellísimos con nosotros. Sí, ha habido unas dificultades. No nos hemos quedado en hoteles de cinco estrellas. Dormimos en el piso, pero tenemos techo. Llevamos buenos y bonitos recuerdos de México, personas tan bellísimas, igual que una señora me regaló este poncho. Vio que yo venía sin abrigo y me preguntó si no llevaba suéter y le dijo que no y me dijo ‘Toma. Yo misma lo tejí’. Le digo, ‘Ay, que Dios te bendiga. Eres un ángel’.  También damos gracias a todos los medios de comunicación que nos han apoyado. Tal vez con su ayuda encontramos nuestros familiares”.

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Flashpoints

(English) Report on the Caravan Paso a Paso Hacia la Paz

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Interview on Flashpoints, Pacifica Radio, on the Caravan Paso a Paso Hacia la Paz (Step by Step Toward Peace), the migrant train from the southern Mexican border to the north and the violence suffered by Central American migrants through Mexico on their way to the US.

(Descarga aquí)  
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Radio Zapatista

Sobre la bestia: un tren de sueños y quimeras – crónica desde la Caravana Paso a Paso Hacia la Paz

Alejandro Reyes

Le dicen la bestia. Innumerables toneladas de hierro crujiente que avanza moroso desde la frontera de México y Guatemala rumbo al norte. En ella, sobre ella, aferrados al metal candente de los techos de los vagones, viajan diariamente sueños, esperanzas, tragedias, anhelos y soledades. Es el tren de la muerte, el tren de los migrantes, y los miles de kilómetros que recorre representan uno de los viajes más peligrosos del mundo. A la bestia subimos en Tenosique, Tabasco, cerca de la frontera con la región selvática del Petén, en Guatemala: migrantes, activistas, periodistas e individuos solidarios que nos unimos a la Caravana Paso a Paso hacia la Paz, una iniciativa de varias organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes para visibilizar la violencia que sufren en México y exigir un alto a los abusos.

Ninguna descripción puede abarcar la vorágine de sentimientos que se encuentran al momento de trepar por los peldaños de los vagones cargando escasas provisiones y encontrar un espacio dónde acomodarse entre tantos otros y otras migrantes en condiciones similares y distintas. Hay quienes conocen el camino, lo han recorrido varias veces, han sido deportados en distintos puntos de México o de Estados Unidos, han sido asaltados, golpeados, secuestrados, extorsionados. Hay quienes nunca han pisado México y sólo conocen el tren de oídos, sus historias temibles, sus tantos peligros. Muchos se conocen, para llegar aquí han tenido que atravesar parte de Honduras y todo Guatemala, algunos, los más afortunados, en camión, otros, la mayoría, a pie. Dos jóvenes, apenas salidos de la adolescencia, huyeron de su barrio en la periferia de San Pedro Sula, amenazados por el crimen organizado, con la ropa del cuerpo y sin ningún dinero. Caminaron por el monte nueve días, se perdieron, de alguna manera lograron llegar hasta Tenosique, uno de ellos lleva un vistoso curativo en la oreja, algún insecto le picó y tiene una infección, y el otro camina cojeando, los pies en carne viva, los tenis destrozados. Otro cuenta que es el único que escapó del grupo de cinco que después de dos días de camino llegó a Tenosique y fue perseguido por la migra mexicana. Él y otro se metieron a una casa, los oficiales de migración no pueden entrar a las casas sin órdenes de cateo o permiso de los residentes, como quiera entraron después de cierto titubeo, a uno lo detuvieron, el compañero saltó por la ventana, se escondió en un pastizal, allá le llevó comida la anciana que vive en la casa hasta que el peligro pasó. Un joven anda desorientado, se mantiene callado, alejado de los demás, casi no habla con nadie. Es uno de dos que sobrevivió un secuestro, un grupo grande fue atacado por los Zetas, había mujeres y niños, a ellos, como a otros y otras, los violaron, ellos dos lograron escapar, pero del otro nadie sabe nada, a saber dónde fue a parar. Vemos al joven quedarse atrás en la abandonada estación. ¡Súbete!, le gritan, pero él sólo mira al tren con ojos vacíos. Más adelante, a unos kilómetros de distancia, de entre la selva salen dos hombres, se suben al tren unos vagones atrás. Los migrantes, atentos, se ponen en alerta: pueden ser asaltantes. No, alguien los conoce, viajó con ellos cerca de la frontera. Eran cinco, sólo quedan dos. “Quién sabe cuántos días llevan sin comer”, dice el hombre que los conoce. “No traen dinero.”

Hay una sensación de expectativa, de alegría, de miedo. Estamos en camino, estamos en la bestia. Los paisajes son sobrecogedores. Selva densa, voraz, donde surgen de repente minúsculos poblados con casas de tabla y techos de lámina, campesinos que saludan solidarios, ancianas que sonríen desde las puertas, niños que gritan y ríen. Ríos, pequeñas lagunas, pastizales, montañas, verde por doquier. Pasamos un puente, muchos se levantan, extienden los brazos, ríen, una sensación de libertad, de movimiento, la extensión ilimitada de esa naturaleza exalta los ánimos y alimenta las esperanzas: la vamos a hacer, vas a ver que esta vez sí llegamos, con fe en Dios.

El sol arrecia, el agua escasea, casi nadie ha comido, un grupito lleva tortillas. Nadie se queja. Como sea nos tratamos de proteger del sol, camisetas y trapos en la cabeza a guisa de turbantes. Conforme avanzamos, se van tejiendo amistades, solidaridades. Es la comunión de anhelos y peligros, deseos y temores. Con ese vértigo de emociones se tejen lazos, se comparten historias, unos se reconocen en los otros. Estamos juntos y juntas, nadie sabe por cuánto tiempo, y es justamente la incertidumbre lo que quizás más nos une. Y la soledad.

Pero hay una diferencia. Este trecho del viaje es distinto, todos lo sabemos. Los migrantes agradecen su suerte. “Se nos fue el tren el domingo, con la perseguida que nos dio la migra. Pero Dios sabe por qué hace las cosas. Si no, no estaríamos aquí.” La presencia de los periodistas y los activistas trae protección, aunque no garantías —en una caravana anterior, tres hombres armados a bordo de una camioneta intentaron llevarse a una de las mujeres cerca de Orizaba—. En Palenque, una recepción inesperada: un equipo de salud y dos ambulancias, botellas de agua, paquetitos de suero, sándwiches y frutas. Son hechos, no palabras, dice el gobierno de Chiapas. Mientras estén las cámaras. “Hmmm, si no estuvieran ustedes, nomás estarían pa chingarnos”, comenta irónico uno de los migrantes. “¡No más secuestros!”, le grita a un grupo de policías, divertido con la libertad de gritarle impunemente a quienes encarnan el terror.

Como quiera nadie se confía. En un descampado, bajo el sol ardiente de las dos de la tarde, el tren se detiene sin aparente razón. Inmediatamente la gente se pone en alerta: “¿Por qué se paró?” Todos tratamos de vislumbrar enemigos escondidos entre los árboles, el indicio de alguna camioneta atravesada allá adelante, algún movimiento sospechoso, dispuestos a saltar en caso de peligro, de una altura de varios metros, y correr como locos para salvar el pellejo. “A mí me secuestraron en Reynosa la cuarta vez que traté de cruzar”, cuenta un hondureño que va en su quinta tentativa. “Estábamos en Nuevas Aguas, llegaron varias trocas y nos encañonaron, nos subieron a golpes y patadas. Nos llevaron a una casa encerrada. Nos golpearon. Uno por uno nos llevaban a un cuarto solos, nos pedían números de teléfono. Yo no les di, y cada vez que decía que no tenía número, era golpiza. Cuando logré escapar, llegué a la casa del migrante en Reynosa, estuve una semana con atención médica. Quieren números para sacarle dinero a la familia, les dicen que vendan todo para mandar el dinero, y a veces lo matan a uno aunque la familia mande dinero. Pero si uno no da número, ahí van los golpes… Yo pensé que me iba a morir, nos llevaron al río para matarnos, casi no nos podíamos mover, de tanto tiempo que teníamos sin comer. Pero gracias a Dios tuve una oportunidad más de vida y ahí vamos otra vez.” ¿Aún así?, le pregunto. “Sí, ahí vamos de nuevo, todo sea por el bien de nuestros hijos.”

Las mafias del crimen organizado descubrieron que los migrantes son una mina de oro, “un negocio muy jugoso, un signo de dólares”, cuenta Elvira Arellano, ella misma migrante, que en 2006 desafió las leyes estadounidenses cuando quisieron deportarla; se refugió en una iglesia en Chicago y se transformó en activista por los derechos de los migrantes. Un año después fue deportada, pero decidió continuar la lucha, ahora en su propio país. Viaja en el tren y es una de las coordinadoras de la caravana.

Al principio el crimen —las maras, los Zetas, otros grupos delincuentes o narcotraficantes— asaltaban a los migrantes para quitarles el dinero que traían para el viaje y para pagar el coyote. Después descubrieron que era mucho más lucrativo extorsionar a las familias. Y ahora, en el contexto de la guerra desatada por Felipe Calderón, los migrantes son secuestrados para servir como esclavos del narco, en particular de los Zetas, sobre todo en el Estado de México y Veracruz pero también en otros estados. Los secuestran, los entrenan, y los ponen a trabajar, muchas veces como sicarios. Quienes se rehúsan, los matan. Si intentan huir, los matan. Los entierran en fosas comunes y nadie vuelve a saber de ellos.

La complicidad de miembros de todas las instituciones de gobierno, y en particular del Instituto Nacional de Migración y los diferentes cuerpos policiales, es por todos conocida. La impunidad con la que cuenta el crimen organizado para secuestrar, extorsionar, torturar, violar, esclavizar y matar a las y los migrantes es la principal razón de la violencia, que muchas veces sucede con la connivencia y participación activa de las fuerzas policiales y migratorias.

¿Y las familias? “¿Te puedes imaginar lo que es eso para la familia?”, pregunta Mario, un migrante hondureño que se subió al tren en Palenque y que viaja con un paisano que ya vivió en Texas y que prometió ayudarle a encontrar chamba, si es que logran llegar. “Uno sale y nadie sabe lo que va a pasar. Muchos desaparecen y la familia se queda años sin saber qué le pasó, si llegó y está en Estados Unidos, si lo secuestraron, si se murió. Es terrible vivir así.” ¿Y tú familia qué piensa?, le pregunto a Rigoberto, otro migrante hondureño. “No les gusta, es muy difícil dejar de vernos por varios años, y además tienen mucho miedo por lo que me pueda pasar, nunca se sabe su uno va a regresar”. Rigoberto ya estuvo cuatro años en Estados Unidos, lo deportaron hace un mes. ¿Cómo fue ver a tu familia? “Fue lo mejor que me ha pasado en la vida. Me sentí soñado. Estuve con ellos un mes y ahora voy de nuevo p’arriba. Si llego, me quedo otros cuatro años.”

Casi todos los que viajan en el tren son hondureños. Y todos dicen lo mismo. No hay trabajo, no hay dinero, el crimen está terrible, ya no se puede vivir así, los hijos merecen una oportunidad en la vida. Después del golpe de estado, la situación se volvió insoportable. El poder económico concentrado en manos de unos cuantos, la impunidad y la connivencia del poder político con el crimen organizado volvió al país un infierno. Extorsiones, violencia, asesinatos.

Dos jóvenes, hermana y hermano, viajan juntos. Nunca salieron de Honduras, no llevan dinero, no conocen a nadie en Estados Unidos, no saben a dónde van ni por dónde ni cómo pretenden cruzar. Van improvisando, como se den las cosas. Son amables, sonrientes, solidarios con los demás. Me ofrecen una lata de atún. En la noche nos toca ir juntos, todos tenemos que acostarnos pues en la oscuridad no se ven las ramas, que son peligrosas y que pasan golpeándonos la cara y el cuerpo aun acostados. Somos muchos, no cabemos, estamos prácticamente unos sobre otros, torcidos en posiciones imposibles. Los tres nos protegemos con un mismo plástico de la lluvia que cae pertinaz. Luego el frío. Algunos no duermen, por miedo a caerse. Cuando pasa la lluvia, aparece un cielo estrellado bellísimo atravesado por manchas fugaces del ramaje que confirma nuestro lento pero firme caminar rumbo a ese norte de esperanzas y quimeras.

La mañana luce espléndida y el sol naciente ayuda a desentumir los cuerpos retorcidos que empiezan a desperezarse. Un día más de viaje, de calor, sed y hambre, de historias y anécdotas, de peligros librados, de soledad soslayada por la intensidad del presente y el fuego de la esperanza.

Esa tarde nos despedimos. Y en cada apretón de manos y en cada abrazo, una incógnita. ¿Qué será de ti, hermano, hermana? En la corriente imparable de ese flujo de sueños y esperanzas rumbo a la utopía del norte, hombres y mujeres se encuentran y desencuentran, se solidarizan, se aman, se pierden, víctimas de un sistema triturador y excluyente, personificación misma del desamparo, pero también de la resistencia, la perseverancia, ejemplos vivísimos del potencial humano de seguir luchando por una vida digna con todo en contra.

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Radio Zapatista

Inicio de la Caravana Paso a Paso Hacia la Paz

En el Hogar refugio para personas migrantes conocido como “La 72”, en la ciudad de Tenosique, Tabasco, frontera con Guatemala, se reunieron activistas, periodistas y migrantes para abordar “La bestia”, el tren de carga que transporta diariamente a cientos de migrantes rumbo al norte. A unas horas del inicio del viaje, se escucharon las palabras de varias organizaciones coordinadoras de la Caravana Paso a Paso Hacia la Paz, una tentativa de la sociedad civil por detener la violencia contra los migrantes en México.

Frenemos el Holocausto – Pronunciamiento de Fray Tomás:(Descarga aquí)  

Comité de Derechos Humanos de Tabasco (CODEHUTAB):(Descarga aquí)  

Movimiento Migrante Mesoamericano:(Descarga aquí)  

Comité Parroquial de la Pastoral de Migrantes de Palenque, Chiapas:(Descarga aquí)  

Padre Alberto, párroco de Santo Domingo, Palenque, Chiapas:(Descarga aquí)  

Centro de Derechos Humanos del Usumacinta, Tabasco:(Descarga aquí)  

Equipo Indignación, Promoción y Defensa de Derechos Humanos, Mérida, Yucatán:(Descarga aquí)  

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