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Arranca el Festival de cine Puy ta Cuxlejaltic (Caracol de nuestra vida)
Las luces se apagaron en el gran Cine Comandanta Ramona en las montañas del sureste mexicano, y más de mil veladoras se prendieron. Acabábamos de asistir al estreno de Roma, la nueva película de Alfonso Cuarón, ante un público de casi 2 mil zapatistas, este primer día del festival de cine “Puy ta cuxlejaltic” (“Caracol de nuestra vida”), que se realiza del 1 al 9 de enero en el Caracol de Oventic, Los Altos de Chiapas.
La larga fila de veladoras salió del auditorio y se dirigió hacia el enorme altar de muertos instalado en el templete de la explanada del caracol. Así, en la oscuridad de la noche, el respeto y el cariño llamaron a los muertos –a los muertos caídos en combate el 1 de enero de 1994, a los muertos en el transcurso de estos 25 años de lucha, a los muertos caídos en Nepantla en febrero de 1974–. Los zapatistas saben de muertos. Pero también de vida, y hoy, este 1 de enero, los muertos regresaron para poblar los corazones, para reavivar la memoria.
Este primer día del festival “Puy ta cuxlejaltic” comenzó y terminó con la memoria. El Primer Encuentro Internacional Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan estuvo presente con el documental Las mujeres que luchan, con dirección de Rocío Martínez Ts’ujul.
Caravana de migrantes: Estrategias políticas de desarticulación
En la plaza de la ciudad de Arriaga, Chiapas, miles de migrantes se acomodaban donde podían en un estado de visible deterioro. Desde que los hemos acompañado, hace sólo dos días, hasta ahora, el cambio es muy notorio. El calor es brutal, el cansancio es intenso. Un bebé yace en su carriola empapado en sudor, mientras su mamá intenta refrescarlo echándole aire con un pedazo de cartón. Gente acostada o sentada por doquier, miradas nubladas. Una mujer pide algunas monedas para poder comprar paracetamol para su hijo de un año, que llora con fiebre. Ver a los niños aquí es desgarrador. Estamos en la última parada en el estado de Chiapas, pero éste es sólo el comienzo de una larguísima travesía por el país. Y ya han sucedido varias tragedias. Dos muertes confirmadas, aunque se rumoran tres más. Un bebé muerto con un impacto de bomba de gas lacrimógeno de la Policía Federal en el puente en la frontera. Un joven de alrededor de 26 años que cayó de un trailer cerca de Huixtla y cuyas últimas palabras, según un testigo, fueron “No me quiero ir”. Pero varios migrantes cuentan también de dos niños que fallecieron ahogados durante la represión en el puente en la frontera. Cuando mucha gente se tiró al río para evitar los gases, las vallas y los antimotines mexicanos, una madre con dos hijos pequeños tuvo que lanzarlos primero antes de aventarse ella misma. Y ya no los volvió a ver. Y ayer se rumoró, sin que se haya podido confirmar, la muerte de una mujer que cayó de un trailer a la salida de Pijijiapan a las tres de la mañana. Al mismo tiempo, el miedo. Una joven de Arriaga, quien abrió las puertas a algunas familias migrantes para que pudieran descansar en su casa, escuchó decir a las mamás que en varias ocasiones han recibido ofertas de comprarles a sus hijos por parte de lo que asumen ser criminales.
Todo esto sucede en el contexto de un evidente esfuerzo coordinado por parte del Estado de debilitar y fragmentar a la caravana. Como mencionamos en nuestra nota anterior, ha habido un cambio notorio de estrategia por parte de las autoridades. En la frontera y en el primer día de camino rumbo a Huixtla, contención y represión, primero intentando impedir la entrada de los migrantes a territorio nacional por medio de la fuerza. Después, en Tapachula, al no ofrecer ninguna ayuda, condicionando la ayuda humanitaria a la detención migratoria e generando miedo en la población, que cerró sus puertas y les negó el paso a baños y cualquier asistencia. Ante ese calor, la gente no bebía agua para no tener que orinar. Después, en su camino desde la frontera hasta Tapachula, la presencia de policías antimotines en varios puntos, sobrevuelo de helicópteros, insistencia en que se registraran “de forma legal”.