BRIGADA FEMINISTA: “UNA TRABAJADORA VALE MÁS QUE TODA LA MAQUINARIA DEL MUNDO. LA VIDA DE UNA MUJER VALE MÁS QUE TODOS LOS EDIFICIOS DEL MUNDO.”
CDMX, a 20 de septiembre de 2017.
UNA TRABAJADORA VALE MÁS QUE TODA LA MAQUINARIA DEL MUNDO
LA VIDA DE UNA MUJER VALE MÁS QUE TODOS LOS EDIFICIOS DEL MUNDO
Ante el contexto que se vive en la ciudad de México y sus periferias luego del sismo, feministas independientes, individualidades y colectivas nos hemos organizado en una brigada para acudir a distintos puntos en los que se requiere ayuda solidaria a efecto de los fuertes daños pues, como todas sabemos, hay vidas que están en riesgo y otras que ya se perdieron. Uno de los edificios colapsados que nos convocó fue el ubicado en Bolivar y Chimalpopoca, colonia Obrera, sitio que albergaba la maquila de la marca New Fashion donde, al momento del derrumbe se encontraban trabajando en su mayoría compañeras obreras, así como gente que laboraba en una fábrica de juguetes.
Durante nuestra brigada realizamos sondeos para generar una lista con el nombre de las personas desparecidas que pudieran estar dentro del edificio, ya que esta información no aparece en niguna institución oficial pues este punto no ha sido visibilizado por las dependencias gubernamentales a las que correspondería, siendo la sociedad civil quienes desde ayer nos hemos encargado, como siempre, de llevar el apoyo necesario y difundir información respecto a la situación de los que ahora son estos escombros. Nuestra memoria histórica nos lleva a deducir que lo anterior se debe a que las personas afectadas pertenecen a la clase trabajadora, condición a la que se suma que se trata en su mayoría de mujeres y, como nuestra investigación revela, muchas de ellas migrantes.
Sabemos que para el Estado y sus gobiernos nuestras vidas carecen de importancia más allá de la plusvalía que generan nuestras cuerpas; desconocemos las condiciones laborales exactas de quienes trabajaban en este edificio pero sabemos que no existe una planilla registrada, muestra de ello es que se desconoce cuántas personas pudieran estar aún bajo los restos de la construcción. Sabemos también que esta mañana el dueño de la maquila declaró pérdida total, lo que para él no representaría una afección real en su economía mientras que para nuestras compañeras representa la vida misma que no estaba asegurada legalmente y que repercute en la integridad y economía de sus familiares o seres cercanos si es que los tienen o tienen conocimiento de que ellas se encontraban ahí, pues como mencionamos, muchas de ellas son migrantes sin documentos anuladas como ciudadanas que merecen los pocos derechos laborales que se tienen en este país para nosotras.
Sabemos todo esto porque logramos entrar al lugar acordonado por policías y militares armados, mismos que hoy impidieron el paso de civiles argumentando que ya había demasiada gente y que se requería apoyo en otros puntos, información que también ha sido mediática y que comprobamos falsa gracias a la comunicación que hemos mantenido con nuestrascompañeras en otros sitios afectados, agregamos también las siguientes observaciones:
•No es protección civil quien ha estado mayoritariamente en este punto sino personal recolector de basura de la CDMX, queremos hacer saber que no, no estamos buscando basura, estamos buscando a nuestras compañeras y demás desaparecidos.
•Patrullas están trasladando a gente que llega para apoyar argumentando alertas de derrumbes, es necesario que entre grupos se generen protocolos de seguridad ya que desconocemos a dónde estén llevando a estas personas y si esas alertas son reales.
•Comida y herramienta han llegado en demasía, sin embargo, dentro la herramienta falta para rescatistas independientes, no sabemos en dónde queda, mientras que la comida no perecedera está siendo retirada en camionetas por gente de capital social argumentando que la llevan a puntos donde falta, sabemos que esto tampoco es cierto, en cada punto hay en abundancia. Ojo, recordemos que se aproximan campañas electorales.
•Encontramos a pocos familiares dentro de la zona temerosos de proporcionarnos los datos de las personas desaparecidas, gente del gobierno les ha “alertado” que no los proporcionen “porque hay mucha extorsión y delincuencia”, también les han instado a visitar albergues, hospitales y otros lugares “para reconocer cuerpos”.
Sabemos que esto es una artimaña del gobierno para desarticular a la población solidaria, entorpercer nuestras acciones y militarizar, en un intento de dar entrada a maquinaria demoledora y trascabos, mismos que vimos esta mañana y no supimos cuál era su destino, ante esto nos pronunciamos: No permitiremos bajo ninguna circunstancia su entrada hasta que no saquemos a la última persona que se encuentre ahora bajo esos escombros. Nos negamos a ser tratadas una vez más como desechos de este sistema, a que traten a nuestras compañeras trabajadoras de esta maquila como tales. No permitiremos que nuestros nombres sigan siendo borrados de la historia.
Ante esta amenaza, hacemos un llamado sororario a concentrarnos esta noche para relevar y/o acompañarnos trayendo:
Equipo: casco, ropa y botas adecuadas, guantes de carnaza y lentes de seguridad (si traen herramienta por favor márquenla para evitar que nos sigan robando).
URGEN lámparas y pilas.
¡Vivas nos queremos!
¡Las vidas de las obreras importan!
ANEXAMOS LISTA DE PERSONAS DESAPARECIDAS RECABADA EN ESTE PUNTO:
Irma Chávez Martinez
Irma Sanchez
Amy Hsien Yu Wuang
Cinthia Yu Yung
José Lin Chia Ching
Roberto Rodriguez Aguilar
Firman: Colectivas en individualidades que conforman la brigada feminista
Tomar la Calle.La solidaridad también produce réplicas
Tomar la calle
La solidaridad también produce réplicas
Agencia SubVersioneson20 septiembre, 2017
A las once de la mañana del martes 19 de septiembre de 2017, la alarma sísmica de la Ciudad de México se activó para conmemorar los 32 años del sismo que, en 1985, cambió radicalmente la capital del país. Apenas dos horas después, a las 13:14, un sismo de 7.1 grados Richter volvió a sacudir el suelo de la metrópoli. A un día del terremoto, la ciudad continúa sacudida, organizándose sin entender aún la magnitud de la destrucción, de las coincidencias y de lo que queda por hacer.
La alarma sísmica de las 13:14 sonó cuando el temblor ya había comenzado: el epicentro fue en Axochiapan, Morelos, a 120 km de la Ciudad de México. La señal no llegó a tiempo. Confundida, mucha gente no logró salir de sus edificios: pensaron que se trataba de otro simulacro o, simplemente, no lograron evacuar.
Quienes lograron salir se encontraron de nuevo en la calle, apenas doce días después del sismo que, el siete de septiembre pasado, devastó el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca. Inmediatamente, buena parte de la Ciudad se quedó sin servicio eléctrico, sin telefonía celular y sin información. Pero, como en 1985, el apoyo mutuo y la solidaridad organizada comenzaron a articularse para hacer frente a la desinformación y a la completa pasividad de todo el aparato del Estado.
Pronto, las principales avenidas se poblaron de gente buscando dónde y cómo apoyar. En Calzada de Tlalpan, sólo en dos de los cuatro carriles circulaban automóviles: el resto del espacio era ocupado por filas de gente intentando comunicarse; encontrándose y comenzado a organizarse.
Al mediodía, ya comenzaban a escucharse en la calle lo que, horas después, serían las referencias geográficas de la catástrofe: una escuela con niñxs atrapadxs en Coapa, edificios derrumbados en Narvarte, Condesa, en el Centro.
Mucho más rápido, digno y solidario que la respuesta del Estado, el apoyo mutuo comenzó a organizarse en torno a esos puntos. Enseguida del sismo, en un edificio en obra, vecinxs de la colonia Zacahuitzco habían montado ya filas para remover escombro e intentar rescatar a quien se encontrara dentro del derrumbe. Elementos del Ejército llegaron horas después, invadiendo con sus carros las cadenas de carga, sin saber cómo responder ante un barrio organizado de manera horizontal e improvisada.
En la calle de Escocia, en el corazón de la colonia del Valle, la presencia de uniformados en los edificios derrumbados era redundante frente a la cadena de cientos de personas formada para retirar el escombro en cubetas de construcción. Una colonia como la del Valle —homogénea, sin mucha convivencia en sus calles— se convirtió en el receptor de flujos heterogéneos de vecinxs y extrañxs, transeúntes y brigadas auto-organizadas, centros de salud y comedores comunitarios. Los gestos mutuos transitaban entre el intenso trabajo colectivo y los momentos de silencio absoluto. La inmovilidad intermitente permitía el ritmo necesario para la búsqueda. Al lograr un rescate, la quietud era rota por los aplausos generalizados.
Escenas así se vieron por toda la ciudad, a todas horas. Policías locales y federales se limitaban a acordonar o cerrar calles y a detenerse, impávidos, ante la solidaridad de una ciudad. Las autoridades delegacionales caminaban en círculos, conscientes, tal vez, de su absoluta inutilidad. Todos los poderes constituidos podían verse, al fin, tal cual son: innecesarios e impotentes.
La fuerza de la gente, de la auto organización y el apoyo muto, en cambio, no paró de multiplicarse. Los flujos usuales de la ciudad —los coches o la vigilancia estatal— se interrumpieron para que se abrieran otros: los de la comunicación directa y en las calles; el traslado de víveres, de café, de cuidado colectivo.
Caída la noche, habían ya albergues y centros de acopio para quienes habían perdido sus casas o no podían permanecer en ellas. Las labores de rescate no se detuvieron y no quedó claro si el día terminaba o volvía a comenzar: los relevos se organizaban para las tres, cuatro, cinco de la madrugada. El 20 de septiembre por la mañana, acopios y albergues improvisados se organizaban perfectamente gracias a las palabras y los gestos de quienes los sostenían.
El sismo del ’85 y la organización comunal de los pueblos indígenas del Istmo son ya hitos históricos, pero también enseñanzas. Por ellos sabemos que el temblor no cesa cuando acaba un terremoto, que el cuidado y el apoyo mutuos son la única forma de organizarse ante la catástrofe, que el Estado sólo existe para administrar el despojo. Y, sobre todo, que la solidaridad también produce réplicas.