Fuente: Avispa Midia

Por Ñaní Pinto

En portada: Un trabajador en un pozo de inyección de carbono de Carbfix en Islandia en 2017. La empresa participa en la nueva planta Orca, diseñada para extraer el dióxido de carbono del aire y almacenarlo en forma de roca.

La industria de los combustibles fósiles promueve el desarrollo de tecnologías para la “captura” y “eliminación” del dióxido de carbono como una de sus estrategias principales de acción climática. No obstante, la promesa de estas tecnologías es una idea distractora para mantener la extracción de hidrocarburos aún a pesar del aumento de la temperatura global.

Así lo alerta el informe La apuesta mortal por el clima, publicado por el Observatorio Europeo de las Empresas y elaborado en conjunto por 10 grupos ambientalistas y observatorios corporativos.

En el documento, argumentan como “fallidas” las promesas de desarrollo tecnológico para combatir el cambio climático. En especial, critican las herramientas existentes de Captura, Utilización y Almacenamiento de Carbono (CCUS, por sus siglas en inglés), financiadas por las mayores empresas del planeta en su búsqueda por alcanzar la “neutralidad” de sus emisiones contaminantes.

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El problema se agrava, señalan los investigadores, debido a la promoción de estas tecnologías desde las instituciones de la Unión Europea. Se espera que, para final de este año, después de las negociaciones climáticas en Egipto, la Comisión Europea presentará una propuesta para regular la certificación de eliminación de carbono.

Mercados

El nuevo marco normativo propuesto por Europa sentaría la base para crear certificados de eliminación de carbono que podrían comercializarse como “compensaciones” en un nuevo mercado de carbono, e incluso, la industria de hidrocarburos con el apoyo de la Comisión, proponen que estos créditos sean comercializados dentro del Sistema de Comercio de Emisiones de la UE.

Esta iniciativa, “favorable a los contaminadores (…) multiplicaría los peligros de los actuales mercados de compensación de carbono, que ya alimentan el colonialismo del carbono, el acaparamiento de tierras y los abusos de los derechos humanos, además de ayudar a financiar proyectos e infraestructuras de CCUS. Además, la combinación o fusión de las compensaciones de evitación, reducción y eliminación en un mercado general de ‘compensación’ permitirá que las emisiones sigan aumentando”, señala el informe.

El hidrógeno azul se describe a menudo como un sustituto limpio del gas natural, pero las fugas de metano no resueltas lo hacen aún más contaminante que la mayoría de los combustibles fósiles. En la foto, infraestructura de Shell en Alberta, Canadá.

En el documento, acusan que gigantes de la industria como Eni, Vattenfall, Equinor, IOGP, Eurogas, Repsol, Shell y otros, están presionando “para que las débiles normas voluntarias de la industria sean la base de la certificación de la eliminación de carbono”.

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Con esta propuesta, argumenta el documento, las grandes empresas buscan evitar la supervisión reglamentaria. “Se trata de una vía segura para conseguir la certificación de las ‘eliminaciones’, aunque no eliminen carbono de la atmósfera y no puedan ‘compensar’ las emisiones reales”. Además, entre las propuestas de Equinor también sugiere que se limite la transparencia, argumentando que sólo debe hacerse ‘de forma suficiente y adecuada’, “una medida peligrosa que podría socavar la responsabilidad pública”, denuncian.

Indicadores de mercado estiman que el mercado de los créditos de carbono puede alcanzar un valor de 50 mil millones de dólares para 2030 debido a la alta demanda de certificados de eliminación de carbono, sumado a iniciativas dentro de las Soluciones Basadas en la Naturaleza como el “secuestro” de carbono, de donde se espera provenga entre un 65 y 85% de la oferta total de créditos.

Farsa

La neutralidad de carbono se basa en la idea de que las emisiones contaminantes que generan las corporaciones pueden “equilibrarse” a través de la eliminación de carbono en la atmósfera, mediante la compensación o captura de CO2, estrategia de mercado promovida por los gigantes de la energía fósil.

Según la Comisión Europea, su meta es expandir la eliminación sustentable de carbono de la atmósfera y para ello promoverá el uso de “soluciones innovadoras” para capturar, reciclar y almacenar CO2 con la implementación de estas prácticas junto a campesinos e industrias.

Esta propuesta es el paso siguiente tras la consulta pública, finalizada por la Comisión en mayo de este año, con el objetivo de “generalizar sistemas de absorción de carbono sostenibles y crear nuevos modelos de negocio para los administradores de tierras y las empresas industriales, en consonancia con los objetivos del Pacto Verde Europeo y la Ley Europea del Clima”.

En contraste, el informe del Observatorio acusa que la industria de los combustibles fósiles utilizó las consultas para presionar por un apoyo masivo al CCUS, incluyendo una amplia red de transporte y almacenamiento de dióxido de carbono que beneficiará a los principales responsables por la crisis climática.

En el mundo se han manifestado contra infraestructura de captura de carbono. En la imagen. Manifestantes que se oponen a un oleoducto de captura de carbono en Iowa, EEUU muestran un cartel en el que se lee: “¡No al dominio expropiatorio para el beneficio de las empresas!”

“Un mayor apoyo a la asombrosamente costosa y fracasada tecnología de CCUS no sólo significa más extractivismo de combustibles fósiles, sino que también es una peligrosa distracción de las soluciones reales para abordar la crisis climática de una manera justa, comenzando con la rápida eliminación de los combustibles fósiles”, denuncian los grupos.

En el informe, acusan que la Comisión Europea está aceptando las exigencias del lobby de la industria de hidrocarburos. En alianza con estas empresas, pretende que la infraestructura para el CCUS sea financiada con dinero público, lo cual es “apostar por nuestro clima en una ‘solución’ aún lejana que ha sido promovida durante décadas por una industria con intereses creados en seguir extrayendo combustibles fósiles, y con un historial bien documentado de retrasar, debilitar y sabotear la política climática”, sostienen los autores del informe.

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“Las empresas de combustibles fósiles que quieren un pase libre para seguir bombeando petróleo y gas están haciendo promesas muy poco realistas sobre la ‘captura’ de sus emisiones en los lugares de contaminación, o la eliminación de las mismas de la atmósfera en una fecha posterior”, denuncia el documento difundido en octubre de este año.

Infraestructura propiedad de Shell para el procesamiento de arenas de alquitrán al norte de Fort McMurray, Alberta, Canadá.

Las organizaciones señalan que, décadas después de advertir la relación entre la extracción de hidrocarburos y sus efectos en la alteración del clima, los últimos reportes del IPCC urgen sobre la drástica reducción de contaminantes para evitar la catástrofe anunciada.

Al contrario, las políticas de cero emisiones enarboladas por Estados y empresas “garantizan efectivamente que superaremos los 1,5 grados centígrados, desencadenando impactos climáticos catastróficos que no tenemos ninguna razón para creer que puedan ser revertidos por tecnologías especulativas y no probadas de ‘eliminación de carbono’”.

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En las conclusiones del informe señalan que, a pesar de sus repetidos fracasos, de haber sido tachado de despilfarro de dinero público, y de haber sido utilizado principalmente para bombear más petróleo a través de tecnologías como la denominada “Recuperación Mejorada de Petróleo”, (EOR, por sus siglas en inglés), el CCUS es una parte integral de las problemáticas tecnologías de ‘eliminación de carbono’ impulsadas por la Comisión Europea.

Incluso tecnologías especulativas de eliminación de carbono a través de bioenergía o captura directa en el aire, dependen de la promoción del CCUS, cuyo mayor interés proviene de las empresas petroleras y de gas y cuyos grupos de presión han conseguido que la UE promueva el desarrollo de dichas herramientas. “Esta es una forma de desviar los desafíos a los intereses arraigados y los modelos económicos que perpetúan el cambio climático y el agotamiento de nuestros sistemas naturales en primer lugar”, sostienen los investigadores.