El grupo de artistas X Familia pintará un mural de cinco pisos en la colonia Guerrero, CDMX, el quinto y último de la serie “Miradas Zapatistas”. El edificio que albergó a la banda Panteón Rococó en sus primeros años será el lienzo de este acto creativo y colectivo para conmemorar el 35 Aniversario de la Fundación del EZLN y el 25 del inicio de la guerra contra el olvido.
Pinta colectiva del Mural: 21 al 25 de enero de 2019 de 9 a 18 hrs
Presentación y Entrega del Mural al Barrio Acto Político-Cultural Danza, poesía, cuento, comparsa, canto, baile, talleres, foros, Sábado 26 de enero de 10 a 19 hrs.
¿Dónde? Félix U. Gómez 18 Colonia Guerrero Delegación Cuauhtémoc, CDMX
Convocan: X Familia Panteón Rococó Rumec Grietas en el Muro Mujeres y la Sexta Redmyc Zapatista Colectivo Paso Doble ¡Viva el EZLN! ¡Vivan las mujeres, hombres, niñas, niños, ancianas y ancianos zapatistas! ¡Viva la Autonomía Zapatista! ¡No a los megaproyectos de muerte! ¡No a la guardia nacional!
Carta de solidaridad y apoyo a la resistencia y la autonomía zapatista
Nosotros, nosotras, intelectuales, académicos, artistas, activistas y personas de buena voluntad, así como organizaciones, asociaciones y colectivos de varios países manifestamos nuestra solidaridad con el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en este momento crucial de su historia y rechazamos tajantemente la actual campaña de desinformación, mentiras y calumnias dirigida en contra del zapatismo.
Para nosotras, nosotros, al igual que para mucha gente en el mundo, la lucha zapatista representa un gran ejemplo de resistencia, dignidad, congruencia y creatividad política. Hace 25 años, su ¡Ya Basta! fue un acontecimiento de gran trascendencia y una de las primeras reacciones contundentes a nivel planetario frente a la globalización neoliberal, por lo que contribuyó a impulsar el rechazo y la crítica de un modelo que, en ese entonces, parecía incuestionable. Fue también, y sigue siendo, expresión de la lucha legítima de los pueblos originarios en contra de la dominación y el desprecio sufridos durante siglos y hasta hoy, así como en favor de sus derechos a la autonomía. El auto-gobierno popular que los y las zapatistas han puesto en práctica con las Juntas de Buen Gobierno en sus cinco caracoles constituyen un ejemplo de democracia verdadera y radical, digno de inspirar a los pueblos del mundo y de ser estudiado en todas las facultades de ciencias sociales del planeta. La construcción de la autonomía zapatista representa para nosotros, nosotras, la búsqueda constante, honesta y crítica de un proyecto alternativo y emancipador de suma importancia a la hora de enfrentar los desafíos de un mundo que parece hundirse cada vez más en una profunda crisis, a la vez económica, social, política, ecológica y humana.
Por eso, expresamos nuestra preocupación por la situación que enfrentan las comunidades zapatistas y los pueblos indígenas de México, al ser atacados sus territorios y comunidades por proyectos mineros, turísticos, agro-industriales, de infraestructura, etc., tal como lo ha denunciado el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG). En este momento, nos preocupa especialmente los grandes proyectos impulsados por el nuevo gobierno mexicano, como el Corredor Transístmico, el millón de hectáreas de árboles comerciales y el llamado “Tren Maya”, recientemente denunciado como una humillación y una provocación por el subcomandante Moisés, vocero del EZLN, ya que afecta gravemente los territorios de los pueblos mayas que habitan en el sureste mexicano.
2018 estuvo marcado por dos intentos por parte del EZLN y las comunidades indígenas en resistencia. Estas iniciativas pueden ser vistas como la práctica de la resistencia y de la rebeldía.
Creación del CIG y candidatura independiente
El eje de la resistencia consistió en la formación del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) que busca amplificar el ejemplo del gobierno propio de las comunidades indígenas en varias geografías de México. El Concejo tuvo como principal expresión la campaña de denuncia encabezada por su vocera María de Jesús Patricio, Marichuy. De acuerdo con las palabras dadas de conocer en los primeros meses del año, la participación del CIG, Marichuy y sus aliad@s en el proceso electoral de 2018, tuvo como principal objetivo volver al colocar en el debate nacional la guerra de exterminio contra los pueblos originarios.
La experiencia se saldó con la recolección de 281,955 firmas de apoyo para pedir el registro de la compañera como candidata presidencial independiente. En marzo de 2018, al presentar los resultados de la campaña, el CIG, el EZLN, el Congreso Nacional Indígena (CNI) y la Asociación “Llegó la hora del florecimiento de los pueblos”, afirmaron: “Nuestro caminar sigue. Y la diferencia fundamental con las etapas anteriores es que ahora somos más pueblos originarios caminando juntos, y, LO MÁS IMPORTANTE, ahora somos más personas, grupos, colectivos y organizaciones orientadas a buscar en nosotr@s mism@s las soluciones que, lo sabemos, no vendrán nunca de arriba”.
El balance de esta iniciativa es contrastado dado que si bien se logró colocar la situación de los pueblos originarios en el debate público, la campaña no logró alcanzar un apoyo que parecía factible, a la luz de otras iniciativas impulsadas por el EZLN y sus aliados. Acaso la limitada respuesta a la campaña de firmas tuvo que ver con el ingreso del movimiento indígena en el espacio de la política institucional, incursión que tuvo muchas lecturas desfavorables, desde quienes vieron en ella un intento por restarle votos a López Obrador hasta quienes rechazaron la participación del zapatismo en las elecciones.
El próximo 11 y 12 de febrero de 2019, la Asamblea Nacional de Usuarios de Energía Eléctrica (ANUEE) de Chiapas celebra su segundo aniversario en territorio zoque, en la Colonia Nuevo Esquipulas Guayabal, municipio de Rayón.
La resistencia contra las altas tarifas de la energía eléctrica confluye con la lucha del pueblo zoque contra los proyectos extractivos en su territorio. Se trata de una lucha organizada que viene cobrando fuerza en años recientes.
En Nuevo Esquipulas Guayabal, entrevistamos a Román Díaz Gómez, uno de los organizadores del evento, quien explica la historia de la ANUEE y del Movimiento Indígena del Pueblo Creyente Zoque en Defensa de la Vida y el Territorio (ZODEVITE), así como la lucha contra la minería, las hidroeléctricas, los hidrocarburos y la delincuencia organizada.
Cómo y quiénes en medio de las guerras “ponen el cuerpo”; cómo esto se ha dado bajo el faro zapatista y el caminar de este movimiento junto con mujeres y jóvenes de las resistencias, con activistas alter y anti y con feministas comunitarias, post y decoloniales, de diversas partes del planeta Tierra, llegadxs a Chiapas –entre 1994 y 2018– atraídxs por dicho faro. Hago esta reflexión con motivo de los 25 años de la rebelión zapatista y a la luz del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, convocado por las mujeres zapatistas y realizado en su territorio autónomo en marzo de 2018. Escarbo en nuestra memoria colectiva, voy en espiral, tejo parte de nuestras experiencias organizativas que no paran, ya que seguimos buscando colectivamente la mejor manera de construir alternativas más allá del Estado-nación, del (hetero) patriarcado, de la democracia representativa y de la modernidad/colonialidad. Búsqueda que nunca se hubiera dado de no ser por el levantamiento zapatista y lo que en estos 25 años han construido: la autonomía zapatista de facto y sin permiso que ha servido de faro, literalmente, en los 5 continentes y a las luchas anti capitalistas y anti patriarcales del mundo.
Vale aclarar que cuando hablamos de lo que hemos caminado nosotrxs podríamos dar una idea equivocada, hacer pensar que ya hemos avanzado mucho, cuando en verdad son más bien las mujeres, lxs jóvenes, lxs niñxs, lxs mayorxs y los hombres de los pueblos indígenas, negros, campesinos en resistencia quienes nos llevan años luz en la creación de formas organizativas alternas; para muestra un botón: el EZLN, el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno (CIG). Ellxs y muchxs otrxs que aquí no menciono son quienes han puesto y continúan poniendo el cuerpo y lxs muertxs al enfrentarse, encarnadamente y a lo largo del Abya Yala, a las múltiples cabezas de lo que lxs zapatistas llaman “la Hidra Capitalista”; y también algunas feministas: la ofensiva globalizadora del capital expresada como guerra contra las mujeres, producto del daño cognitivo milenario (patriarcado).
Treinta y un años han pasado desde mi llegada, por primera vez, a la selva Lacandona en aquel diciembre de 1987. Llegué respondiendo a un llamado de los campesinos habitantes de esa zona. Ellos preparaban clandestinamente el movimiento armado, pero en su dimensión pública convocaron a universitarixs para trabajar en el programa de desarrollo integral que estaban coordinando. Nos recibió un grupo de delegados, todos concentrados en el corazón de la Lacandona, en el ejido Guanal. Fue impresionante ver desde la avioneta reunidos a 250 delegados, 250 cuerpos de hombres tseltales, tsotsiles, choles y tojolabales representantes de 117 ejidos y 24 rancherías localizadas en un territorio en el que tenían, ya desde entonces, gran control y un sofisticado modo de gobernarse a nivel regional. A pesar de ello no había ni una sola mujer en la concentración que nos recibió y tampoco ninguna tomó la palabra durante la asamblea, aunque sí estaban presentes como parte fundamental de la comisión encargada de cocinar para todxs. Cruzamos miradas en la cocina pero no palabras, no porque ellas no hablaran español ni nosotras tseltal, sino más bien porque entonces la política era concebida y vivida como un asunto de hombres, entre hombres, para el bien común llamado “el comón”.
Por lo que me tocó vivir –entre diciembre de 1987 y diciembre de 1993– dentro de esa subregión de la selva, podría decir que entonces las mujeres adquirían diferenciadamente cierta voz en la casa y/o en la comunidad de acuerdo a su edad, su cargo, su situación económica y a la posición de su esposo en la estructura política y religiosa comunitaria. Tenían algo que podríamos llamar una voz delegada por los hombres de la comunidad. Hoy, en cambio, han construido, desde la resistencia zapatista, una potencia propia, un poder propio, dentro de un poder autónomo. Las mujeres, anteriormente, no tenían una mirada colectiva antisistémica –tampoco nosotras– y mucho menos la capacidad colectiva para convocar, como lo hicieron en diciembre de 2017, a las mujeres del mundo para luchar contra el “sistema capitalista machista y patriarcal”.
Tuvieron que pasar tres décadas, en las que se dio la emergencia del movimiento continental contra el V Centenario del “Descubrimiento de América”, en que el EZLN salió de su clandestinidad, en que levantaron la voz las insurgentas, milicianas y mujeres bases de apoyo zapatista haciendo carne y cotidianidad la Ley Revolucionaria de Mujeres. Tuvieron que pasar décadas en que emergieron y se fortalecieron por todo el continente los movimientos de mujeres indígenas y negras, floreció la autonomía zapatista en medio de la guerra contrainsurgente, de la guerra contra el narcotráfico y de lo que lxs zapatistas llamaron muy tempranamente “la guerra de exterminio contra los pueblos”.
Todo eso y más tuvo que suceder para que ese 8 de marzo de 2018 viéramos y viviéramos en la misma selva Lacandona, pero ahora en el Caracol de Morelia, un despliegue impresionante de 2000 mujeres zapatistas tseltales, tsotsiles, choles, tojolabales y mestizas provenientes de los cinco Caracoles. Ellas fueron nombradas para recibir y convivir con las miles de mujeres del mundo quienes respondieron a la convocatoria del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan. La convocatoria decía textualmente:
Amanecer en La Realidad, Chiapas, México. Selva Maya. Foto: Radio Zapatista.
Eugenia Gutiérrez, Colectivo RZ.
México, enero de 2019.
No es sólo porque esta democracia fallida no divisa rumbo. No es nada más porque su instrumentación y su funcionamiento estarían en manos de un equipo político ineficiente, sin ideas propias, sin voz, dedicado a cumplir los caprichos de un patriarca. Si nuestra oposición se fundamentara en eso estaríamos coincidiendo en argumentos con una franja social muy amplia que anhela liderazgos y patrones, siempre que éstos le garanticen tener la habilidad para atajar timones con firmeza, sin importar su sello neoliberal y capitalista o precisamente por eso. Para nuestra oposición a proyectos como el ferrocarril peninsular, el corredor transístmico y otras ambiciones de corte neoliberal existen otras razones. He aquí algunas.
Vista aérea parcial del despliegue que, el día 31 de diciembre del 2018, realizó parte de las tropas zapatistas pertenecientes a la 21° División de Infantería Zapatista (la misma que hace 25 años tomó las cabeceras municipales de Altamirano, Oxchuc, Huixtán, Chanal, Ocosingo, Las Margaritas y San Cristóbal de las Casas, en el suroriental estado mexicano de Chiapas – ahora reforzada con combatientes de 2da y 3era generación, zapatistas que eran infantes en 1994 o no habían nacido, y crecieron en la resistencia y rebeldía frente a la militarización, los ataques de los paramilitares, y las mentiras, calumnias y traiciones de los malos gobiernos, de la derecha, de la “izquierda” progresista, y de las “vanguardias” “revolucionarias”, “marxistas-leninistas” -). Material cortesía del medio libre, autónomo, independiente, alternativo o como se llame “Regeneración Radio” (https://www.regeneracionradio.org/), la edición mostrada fue realizada por los Equipos de Apoyo de la Comisión Sexta del EZLN. 3 de enero del 2019. El EZLN agradece a l@s compas de Regeneración Radio la compartición de su trabajo de comunicación.
A principio de la década de los años sesenta del siglo XX, los movimientos revolucionarios y de liberación nacional en los llamados países del “Tercer Mundo” iba en ascenso gracias a la influencia que sobre éstos ejercía la recién triunfante Revolución Cubana–que, por cierto, hace una semana cumplió 60 años de resistencia y lucha antiimperialista– y al heroico combate que los milicianos del Partido Comunista de Indochinaofrecían al poderoso ejército imperialista norteamericano en Vietnam. Esta situación se convirtió en una realidad intolerable para la administración Kennedy que rápidamente se aprestó a crear y desarrollar un marco institucional adecuado para hacer frente a la revolución de los países subdesarrollados y dependientes.
Apenas recobrado del fracaso que le representó la frustrada invasión mercenaria a Cuba desde Bahía de Cochinos, el presidente estadounidense John F. Kennedy habló sobre la “guerra subliminal” y la imperiosa necesidad de tomar medidas contrainsurgentes,en su mensaje de mayo de 1961 dirigido al Congreso acerca de las “urgentes necesidades nacionales”. Éstas no eran otra cosa que el acuciante establecimiento de prácticas antiguerrilleras en el entrenamiento del ejército de Estados Unidos. El interés de Kennedy en la guerra de guerrillas y la contrainsurgencia –aspectos que se confundían en un tiempo en el que aún no se creaba la doctrina de Guerra de Baja Intensidad(GBI)– se centraba fundamentalmente en superar la rudimentaria doctrina antiguerrillera del Pentágono y sustituirla por una estrategia político militar capaz de sofocar una lucha revolucionaria en términos ideológicos.
Así, el 18 de enero de 1962, a través del memorándum 124 de Seguridad Nacional (NSAM-124[1]), daba inicio un amplio esfuerzo gubernamental contrainsurgente y se asignaba al recién creado Grupo Especial Contraisurgentela implementación de dicho esfuerzo. Al mando de este grupo se encontraba el general Maxwell D. Taylor, presidente de los jefes del Estado Mayor.