México
Se aplica doctrina del shock tras terremoto en Oaxaca
Por Avispa Midia – Renata Bessi y Santiago Navarro F.
(Fuente: SubVersiones)
Naomi Klein, en su libro La doctrina del shock, sostiene que las políticas económicas del Premio Nobel Milton Friedman y de la Escuela de Economía de Chicago, han alcanzado importancia en países con modelos de libre mercado no porque fuesen populares, sino a través de impactos en la psicología social a partir de desastres o contingencias, provocando que, ante la conmoción y confusión, se puedan hacer reformas impopulares.
Ha pasado poco más de un mes desde que sucedió el terremoto más fuerte de los últimos 100 años en México, 8.2 grados en la escala Richter, el 7 de septiembre; el paisaje en el Istmo de Tehuantepec, la región más afectada, aún es de devastación. La ciudad de Juchitán de Zaragoza se asemeja a una ciudad fantasma. Por donde mires hay escombros o edificios dañados. Los cuerpos policiacos y militares aun deambulan por las calles fuertemente armados.
La tierra aun no ha dejado de temblar. Extraños sonidos emanan de las profundidades del mar en las costas de Oaxaca. Es posible sentir temblores de hora en hora. El sistema nacional de servicio sismológico nacional de México calcula ya más de 6 mil réplicas, además de un segundo terremoto de 7.2 grados Richter que sucedió el 19 de septiembre y devastó diversas localidades de la Ciudad de México, donde se han contabilizado —hasta el 4 de octubre— 369 muertes.
Datos oficiales del Gobierno de Oaxaca precisan que el sismo afectó a 120 mil personas en 41 municipios, así como 60 mil 600 viviendas de las cuales 20 mil 664 tuvieron daño total y 39 mil 956 daño parcial. Su infraestructura, redes de agua potable y de drenaje están dañadas. La economía local está golpeada. En las calles la basura se amontona. La preocupación es por una posible crisis sanitaria.
El municipio de Ixtaltepec, una de las regiones más afectadas, se asemeja a una zona de guerra. La maquinaria del gobierno o de las empresas eólicas que dominan la región va demoliendo sin discriminación alguna todo lo declarado como pérdida total, por lo menos 80% de las viviendas. Parte de los vecinos ha rescatado lo que ha podido y ha decidido abandonar la comunidad. La incertidumbre ha tomado por asalto el sueño y la tranquilidad de las personas que resisten para no abandonar su hogar, su comunidad y su historia. «Yo no me voy a ir de aquí, porque este es mi hogar, aquí están mis raíces, aquí es mi pueblo», dice Joaquín Sánchez, de Ixtaltepec.
Zoques dedican el Premio Pax Christi Internacional a otros pueblos originarios
DISCURSO PRONUNCIADO POR MIKEAS SÁNCHEZ GÓMEZ, EN REPRESENTACIÓN DEL MOVIMIENTO INDIGENA DEL PUEBLO CREYENTE ZOQUE EN DEFENSA DE LA VIDA Y DE LA TIERRA –ZODEVITE-, DURANTE LA ENTREGA DEL PREMIO INTERNACIONAL DE PAZ 2017 EN ROMA, ITALIA
29 DE OCTUBRE DE 2017
Äjte’ te’ dzundy
mokaya’
mojk’jäyä
Kedgä’kätpatzi jojmorambä äj’ nwirun’jindam
ngobigbatzi äj’ dzokoyjin tumdumäbä tämbu
jindire’ suñ’gomujsibätzi yä’ Nasakobajk
Nä’ tzambatzi te’ kotzojk’ komi
ojnayajpatzi jach’tanä’ram
Dzemiajpatzi te’ joyjoyeram’
äj’ ore’ maka yayi’angas
mumu’is yajk’ mujsä juche nkätu äj’ iri yä’ Nasakobajkäjsi
Soy sembradora,
Protectora de esta tierra,
la flor del maíz.
Observo con mis ojos antiguos,
Elijo con el corazón cada semilla,
no es en balde mi conocimiento del mundo.
Converso con el dueño del cerro,
riño con las plantas malignas.
Soy la provocadora de los seres invisibles,
mi voz se escucha hasta los confines de las montañas,
porque nadie podrá negar mi paso por el Universo.
En nuestra cultura zoque la palabra es fundamental; por eso, durante el primer año de vida, los padres se encargan de darles a sus hijos e hijas “El wewe’”, una flor amarilla (similar al ave del paraíso) que produce un sonido musical. Jugar con el wewe’ e imitar sus sonidos ayuda al niño a aprender nuestra lengua, es el principio para convertirse en Ore’pät, Ore’yomo. De ahí que, desde la infancia, nosotros los Zoques estamos en íntima comunicación con la naturaleza. Somos uno mismo y no separados. Si la comunidad cuida a las montañas; las montañas también nos cuidarán y nos alimentarán.