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30 de abril – “Día de los derechos del niño, niña y adolescente” en México
30 DE ABRIL “DÍA DE LOS DERECHOS DEL NIÑO, NIÑA Y ADOLESCENTES” EN MÉXICO
1924-2019
La conmemoración del niño y la niña tiene su origen en la devastación causada por la primera Guerra Mundial, y en México se conmemora el 30 de abril. Eglantyne Jebb luchó para hacer visibles los efectos de este periodo bélico en esta vulnerable población, y de sus denuncias se desprendieron la Declaración de los Derechos Humanos en 1948, la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y la Convención sobre los Derechos del niño en 1989.
En febrero de 1924 la Liga de las Naciones acordó la Primera Declaración de los Derechos de los Niños, conocida como declaración de Ginebra, propuesta redactada por Eglantyne en cinco puntos con una base científica de investigación y observación de los efectos de la guerra en los niños y niñas. Partiendo de estos antecedentes, es necesario reconocer que en la actualidad no hay razones para celebrar, pues las condiciones de participación, protección, supervivencia y bienestar de los niños, niñas y adolescentes en nuestro país son más bien preocupantes. Convertir esta conmemoración en celebración contribuye a invisibilizar la situación que vive la infancia en México, y fortalece la omisión institucional y de las autoridades que en el ámbito de su competencia, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes.
El informe anual 2017 de la UNICEF muestra que en México residen 39.2 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años, lo que representa el 32.8% de la población total. La mitad de ellos viven en la pobreza, y dos de cada diez en pobreza extrema. Por otro lado, a pesar de los avances en materia educativa, más de cuatro millones de niñas, niños y adolescentes están fuera de la escuela y más de 600 mil se encuentran en riesgo de dejarla.
L@s últim@s guardianes de la montaña
¡Todo el bosque es sagrado! nos dice enérgicamente, pero con los ojos llorosos y la voz entrecortada América Morales, una mujer indígena otomí de la comunidad indígena Otomí de San Francisco Xochicuautla, municipio de Lerma en el Estado de México. Ella, junto con un grupo de comuneros y habitantes que se reivindican como indígenas, enfrentan cotidianamente a los trabajadores de las empresas Autopistas de Vanguardia S.A. de C.V. (Autovan), Constructora Teya, S.A. de C.V. (Teya), –ambas filiales de Grupo Higa– y también recientemente a la constructora Grupo Carso. Las y los comuneros nos dicen que las constructoras han intensificado sus incursiones a la comunidad desde septiembre del 2018 y, específicamente el 25 de marzo de 2019 –día en que pudimos estar presentes– se atrevieron a presentarse en el paraje Zarzamora con un grupo de golpeadores contratados por las mencionadas constructoras. Subversiones pudo constatar que: 1) estos golpeadores no son trabajadores regulares de las constructoras, es decir, no operan maquinaria ni realizan labores de construcción, exclusivamente –dijeron– «venimos a la negociación»; 2) eran alrededor de cuarenta hombres visiblemente agresivos que se estuvieron drogando cómodamente frente a los representantes de las empresas, los medios de comunicación que ahí estábamos y frente a las y los comuneros y habitantes indígenas; 3) amenazaron directamente a las y los comuneros, diciéndoles que «es mejor arreglarse así entre pocos» porque «es como todo, el dinero puede más, si tú me traes 100 yo te traigo 200 y si tú me traes 200 yo te traigo 300».