Chiapas
SupGaleano: El Gato-Perro y el Apocalipsis
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29 de diciembre del 2016.
Ciencia ficción.
Recuerden eso: ciencia ficción. Ya verán que, en sus próximas pesadillas, les ayudará para no angustiarse tanto, o al menos para no angustiarse inútilmente.
Tal vez recuerden alguna película de ciencia ficción. Tal vez a alguna, alguno de ustedes, la ciencia ficción los llevó luego al camino de la ciencia científica.
A mí no, tal vez porque mi película de ciencia ficción favorita es “La Nave de los Monstruos”, con el inolvidable Eulalio González, “el Piporro”, y cuya banda sonora ha sido injustamente excluida de los premios Oscar, los Globos de Oro, o el renombrado y local “Pozol de Barro”. Tal vez hayan escuchado hablar de ella, es una película de “culto”, según alguna de esas revistas especializadas que nadie lee, ni los que la editan. Si recuerdan el filme y/o lo ven, de seguro entenderán por qué terminé perdido en las montañas del Sureste Mexicano, y no extraviado en la asfixiante red burocrática que, al menos en México, ahoga la investigación científica.
Y también celebrarán que haya sido esa película mi referente de ciencia ficción, y no “2001, Odisea del Espacio” de Kubrick, o “Alien, el octavo pasajero” de Riddley Scott (con la teniente Rippley rompiendo el esquema del macho sobreviviente de Charlton Heston en “El Planeta de los Simios”), o “Blade Runer”, también de Ridley Scott, donde la pregunta, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, es el punto nodal.
Así que al Piporro y su “Estrella del Desello”, y al robot Tor enamorado de una rockola, deben agradecer el que yo no esté de su lado en este encuentro.
L@s zapatistas y las ConCiencias por la Humanidad (día 4)
Texto: Raúl Romero (@cancerbero_mx), Gustavo Rojas, Carla Escobar y Diego Delezé
Fotografía: Regina López, Dante Saucedo, María Gonzalez, Xilonen Pérez y Elis Monroy
Por cuarto día consecutivo, zapatistas, escuchas e integrantes de pueblos originarios, atendieron a las reflexiones que cientific@s de distintas disciplinas hacen sobre diversas problemáticas.
Al punto de las 10 de la mañana, en el CIDECI en San Cristóbal de las Casas, Chiapas; comenzó la séptima sesión general del encuentro. La primera intervención corrió a cargo del Dr. Adolfo Olea Franco, con la ponencia «La función social de la ciencia». Olea señaló que la persecución que antes hacía la iglesia contra el conocimiento científico, hoy la hace el capital. Sin embargo, aclaró, la persecución hoy se da de forma distinta: ya no se queman a científicos, como ocurrió con Giordano Bruno, sino que se han creado nuevos mecanismos, como el «escarnio público». Así, dijo, no es sólo el salario o los presupuestos lo que limitan la posibilidad de una ciencia crítica, hay que tomar en cuenta elementos que son interiorizados por l@s propios científic@s.
Por su parte, la Dra. Eva Jablonka envío una ponencia sobre la «epigenética», ciencia que estudia los patrones de expresión de los genes y como la evolución de estos responde a factores fisiológicos y culturales. En su texto, Jablonka explicó cómo la herencia epigenética contempla experiencias traumáticas de nuestros ancestros, las cuales puedan tener efectos transgeneracionales en distintos ámbitos, uno de ellos, por ejemplo, el proceso de aprendizaje. Las experiencias traumáticas, como el estrés causado por situaciones de guerra, pueden expresarse en una mayor vulnerabilidad a otro tipo de traumas. Sin embargo, la Dra. Jablonka enfatizó en las posibilidades de revertir los efectos transgeneracionales de la herencia genética, lo anterior a través de la acción política que posibilita la transformación del ambiente social. Así, concluyó el texto, la acción política como resistencia ante las formas de destrucción del mundo social y de la genética tiene el potencial de transformar la fisiología de la gente y de las futuras generaciones.