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Un atentado más contra Ostula: emboscada al comandante Semeí Verdía
(Vee también: Comisión para la Defensa de los Bienes Comunales de Santa María Ostula denuncia atentado.)
Por Heriberto Paredes – Agencia SubVersiones
En la mañana de este 25 de mayo de 2015, el comandante de la policía comunitaria de Aquila, Michoacán, Semeí Verdía, junto con un integrante de su escolta, Juan Manuel Satién Cándido, fueron víctimas de una emboscada. Los hechos ocurrieron en la carretera que va de la cabecera de Santa María Ostula a la carretera federal 200, en el paraje conocido como Los Otates, a un costado de la encargatura de La Cobanera. En el lugar se encontraron varios cartuchos percudidos de grueso calibre pero no se encontraron huellas de vehículos por lo que se confirma que se trata de una emboscada previamente planificada y no un enfrentamiento espontáneo.
El escolta fue el único que se reportó como lesionado sin que se trate de heridas de gravedad y se encuentra fuera de peligro.
Las y los comuneros de Ostula, las autoridades comunales y agrarias se encuentran preocupados por la seguridad de su comandante y su escolta, denuncian enérgicamente lo ocurrido, sobre todo en el contexto que ahora se vive en la región costera y en todo el estado, es decir, las elecciones para ocupar el cargo de gobernador, las alcaldías y la renovación del congreso estatal.
Entre la muerte y la vida: un año sin Marcos
Por: Eugenia Gutiérrez. Colectivo Radio Zapatista.
25 de mayo, 2015.
Y se fue como llegó, despacio y de pronto a la vez. Caminó la noche y la lluvia hacia un amanecer distinto, pero cargando treinta años de trabajo colectivo y devolviendo honorablemente una estafeta-bastón que los pueblos indígenas zapatistas le habían entregado.
Ha pasado un año desde la muerte autoproclamada de un Subcomandante Insurgente Marcos que desenterró al maestro Galeano junto con miles de personas para darle y darse (¿darnos?) vida nueva. El desprecio vestido de sorpresa de quien no comprende lo profundo circuló un ratito en medios comerciales mientras miles de seguidores del difunto recorrían sinceramente varias de las etapas de duelo que planteara la psiquiatra Kübler-Ross, sin llegar muy claramente a la aceptación. De hecho, todavía no hemos visto pintas ni camisetas ni tuiters que acepten la decisión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional con un contundente “tod@s fuimos Marcos”. Pero las comunidades zapatistas, tan relacionadas de otro modo con la muerte, han procesado ese fallecimiento necesario, vitalizador y voluntario con el mismo respeto con que enfrentan otras muertes, las innecesarias, las que no debieron ser, no así.
Justo en ese contexto de resignificación de la muerte como vida, del cuerpo inerte como semilla, de la ausencia forzada como presencia decidida, no en la teoría sino en la práctica, se nos vino encima una cascada de dolores que pudieron haberse evitado. Como habitantes de México y del mundo, a lo largo de este año turbulento hemos recorrido un verdadero campo minado de noticias que nos han provocado un insomnio interminable. El paquete de reformas estructurales que organismos y empresas supranacionales diseñaron para México había sido firmado en tiempo y forma. Casi de inmediato, los vítores que provocó entre las élites millonarias se mezclaron con los gritos de quienes padecieron desde la pobreza los resultados violentos de ese diseño que se tragó de un trago siglos de lucha independentista y décadas de movimientos obreros, campesinos, laborales, indígenas, feministas, ecologistas, magisteriales y estudiantiles. Entonces llegó la noche de Iguala para mostrarnos de qué está hecho el sistema político y económico que nos parasita aquí y en todos lados. Pero también llegó un anuncio que apenas vamos descifrando. El zapatismo hablando de “herencia”, de “legado”, de cosecha para repartir en cachitos pesadísimos que se ofrecen a quien los quiera recibir en un semillero.