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Esto es como una segunda colonización.
Adriana Guzmán, una de las referentes del movimiento feminista de Bolivia, analizó la composición de los grupos opositores a Evo Morales que perpetraron el golpe de Estado. ¿Quiénes se sumaron a Camacho? La influencia del racismo y la religión. “Se alimentó una cultura del odio, colonialista, profundamente racista”, disparó.
El golpe en Bolivia tuvo como actores fundamentales a Luis Fernando Camacho, Carlos Mesa y, en el final, a las Fuerzas Armadas. Sin embargo, hay una composición social de los sectores que se plegaron al golpe. Adriana Guzmán, referente del Movimiento Feminista Comunitario Antipatriarcal de Bolivia, dijo que “la clave es preguntarse cómo se suma la gente a las movilizaciones”, más allá de los grupos armados y financiados desde el exterior que impulsaron la maniobra.
“Mientras este país ha estado transformándose desde los pueblos originarios, planteándose como plurinacional, desde que levantamos la cabeza y recuperamos nuestra voz se alimentó una cultura del odio, colonialista, profundamente racista”, señaló la dirigente social, quien agregó que “desde este lógica de que los indios de mierda somos ladrones, corruptos y queremos quedarnos en el poder, nunca se cuestionó lo mismo de los presidentes blancos”.
La clase media formó los cabildos de los que surgió Luis Fernando Camacho como figura opositora, sin cargo ni candidatura. “Hay una clase media que está lejos de la administración del Estado y no puede entender cómo con todos sus títulos no están administrando. Y no están por su incompetencia, por los años en los que vendieron y saqueron el Estado”, reveló Guzmán.
Bolivia: la profunda convulsión que lleva al desastre
Ensayo la construcción de una explicación: hilar hechos y narrativas contrastadas porque, en estos momentos, de lo que se trata es de desarmar la lógica de polarización, enfrentamiento y champa guerra que hoy desgarran las ciudades y regiones de Bolivia.
2019-11-11 09:33
Han pasado más de dos semanas desde que el 20 de octubre se realizaron las elecciones en Bolivia y los sucesos acontecen con enorme rapidez. Es muy complicado comprender lo que allá está en juego, pues en las calles y carreteras de Bolivia no se expresa hoy solo una disputa electoral sino, al menos, el enorme y heterogéneo enojo contra diez años de agravios de Evo y su forma machista-leninista pseudo plurinacional de organizar el mando político, la economía y la vida pública. Toda esa energía social de desacato e impugnación a lo que la población ya no está dispuesta a continuar admitiendo, está siendo cercada por una gigantesca maniobra desde las más delirantes y machistas posturas conservadoras, capitalistas, racistas y religiosas.
Ensayo la construcción de una explicación: hilar hechos y narrativas contrastadas porque, en estos momentos, de lo que se trata es de desarmar la lógica de polarización, enfrentamiento y champa guerra [guerra de baja intensidad] que hoy desgarran las ciudades y regiones de Bolivia. También se trata de aprender de la ferocidad de lo que se confronta.
1. Lo que no hay que olvidar
Bolivia está atrapada en un fraude desde hace diez años. Desde que se pactó la Constitución y la permanencia del latifundio con los terratenientes del Oriente, desconociendo lo deliberado por una amplia constelación de diputados constituyentes, varones y mujeres, de las diversas nacionalidades que habitan el país. Aunque eso sí y también hay que recordarlo: eran personas convertidas en constituyentes a través de la mediación partidaria MASista que no sólo aceptó y mantuvo la representación partidaria como única forma de la actividad y participación política, sino que encontró maneras —mañosas— de desconocer cualquier otra forma en competencia de acuerpamiento político negando, desde entonces, la ampliación democrática. Es este, para muchas, un agravio añejo.
2. Lo que hay que tener presente
El 21 de febrero de 2016 se llamó a un referéndum en el que se preguntó a los hombres y mujeres bolivianos mayores de edad acerca de la reelección del Evo por cuarta vez, en contra y por encima del texto constitucional —es decir, de lo ya de por sí pactado en 2009. Y Bolivia dijo NO. No a la reelección indefinida de un régimen político de fomento al extractivismo aunque con retórica anti-imperialista y rígidamente autoritario aun vistiendo el disfraz plurinacional. Un régimen político extractivista pues, ferozmente anti-comunitario y misógino. Después, la gimnasia jurídica y argumentativa en relación al “derecho político” a la reelección que ocupó los siguientes años, agravió a muchísimos más cuando “habilitó” a Morales a permanecer indefinidamente en el gobierno.
3. El día de las elecciones
El 20 de octubre de 2019 hubo elecciones. Se confrontaban varios candidatos. Los dos con más posibilidades, Evo Morales postulado a través del MAS y Carlos Mesa por Comunidad Ciudadana, distinguibles en la forma presentaban, sin embargo, proyectos económicos que no diferían demasiado: ampliación del extractivismo como corazón del funcionamiento del país.