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«Error técnico» pone en riesgo el territorio de Ostula
Por Dante A. Saucedo y Regina López | Agencia SubVersiones
En la costa de Michoacán, entre las aguas del Océano Pacífico y la Sierra madre del sur, habita el pueblo nahua de Santa María Ostula. Al menos desde el siglo XIX, ganaderos, pequeños propietarios, mineros y, más recientemente, narcotraficantes, han intentado despojarlo su territorio.
La comunidad de Ostula ha sabido defenderse por todos los medios posibles, pero hoy se enfrenta de nuevo a un riesgo que parecía haberse conjurado ya: un «error técnico» en el plano de la comunidad —generado y solapado por intereses políticos— amenaza más de seis mil hectáreas de territorio comunal.
Apenas en enero pasado, un juzgado agrario volvió a dar la razón a los «pequeños propietarios» que reclaman la propiedad de las tierras bajas y fértiles al norte de la comunidad. Pero la respuesta es clara: las tierras no están «en disputa», son de Ostula y se van a defender.
I. Una historia política del despojo
Los intentos de invasión a la comunidad de Ostula vienen de lejos. Como en todos los antiguos asentamientos nahuas de la sierra-costa michoacana —y en buena parte de las comunidades indígenas del país—, la ola más agresiva de usurpación de tierras comunales fue detonada por las leyes liberales que comenzaron con las Reformas Borbónicas del siglo XVIII y culminaron con las reformas juaristas.
Ostula se moviliza para mantener la seguridad en la sierra-costa
Desde el jueves 21 de febrero, la comunidad indígena de Santa María Ostula mantiene un bloqueo en el crucero de la carretera federal 200 conocido como «Triques», demandando que las autoridades municipales de Aquila garanticen las condiciones para que aquella siga manteniendo la seguridad en la región.
A comienzos de 2014, la guardia comunal de Ostula se reconstituyó para apoyar el avance de grupos de autodefensa que buscaban «liberar» la sierra-costa michoacana del crimen organizado. Desde entonces, ha sido la fuerza de Ostula la que ha logrado mantener la seguridad en prácticamente todo el municipio de Aquila, el más extenso de Michoacán.
Entre 2015 y 2018, los Comunitarios y Autodefensas de Aquila —nucleados alrededor de la guardia de Ostula— lograron mantener a raya a las células del cártel de los Caballeros Templarios que se re articularon al sur de la región. La vida de las comunidades pudo volver a tejerse durante ese periodo, a pesar de ataques directos contra los filtros y los integrantes de las policías comunitarias.
Conscientes de que la fuerza y la organización del pueblo nahua de Ostula era la que frenaba el avance del crimen organizado, las autoridades de Aquila nombraron jefe de seguridad del municipio al comandante de la guardia comunal. En uno de los filtros de la comunidad se podía leer, hasta hace poco, uno de los lemas de un pueblo acostumbrado a defender su territorio: «En Ostula, la lucha por la seguridad es permanente».
En 2018, el cambio de autoridades municipales elevó el nivel de alerta al interior de la comunidad. Mohammed Ramírez, candidato del Partido Verde Ecologista de México, era conocido por sus lazos con grupos de poder locales, vinculados al crimen organizado. Aunque al comienzo de su mandato —en septiembre pasado— se mantuvo el acuerdo del trienio anterior, en los últimos meses del año, el alcalde comenzó a recortar el presupuesto destinado a la operación de las guardias comunitarias: sus unidades no tenían combustible ni mantenimiento, y las cocinas colectivas —mantenidas por algunas comuneras de Ostula— apenas podían funcionar.