Sobre la llegada a Madrid de las delegaciones zapatistas, del CNI-CIG y del Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala
Compañeras, y compañeros, compañeroas zapatistas,
Una vez más nos sorprende e ilusiona escuchar vuestra palabra, tranquila, certera, emocionante, sísmica, rebelde, profunda, sabia. No somos pocas las compañeras que, tanto desde nuestro sindicato, como desde la CNT en su conjunto, os llevamos años, décadas, siguiendo, leyendo, escuchando y admirando. También hemos compartido encuentros internacionales, galácticos y extra-galácticos en vuestras comunidades y caracoles. Si bien como organización nos ha faltado estructurar ese apoyo que deseamos solucionar pronto, llevamos desde aquel 1 de enero del 1994 acompañando vuestros pasos y reflexionando sobre vuestros comunicados. Os tenemos presentes en nuestro día a día, tanto en cuestiones “meramente” organizativas como a nivel de utopía, tan importante para caminar y que quizá tengamos un tanto olvidada.
La necesidad de atender lo inmediato y lo concreto en cada lucha, la situación de emergencia social que no hace sino agravarse, la doctrina del shock que aplica la hidra capitalista sobre nuestras vidas y la urgencia de llegar a fin de mes, hacen que no sea siempre fácil encontrar el tiempo y la energía para mirar un poco más allá e imaginar cómo será ese mundo en el que caben muchos mundos. Cómo acercarnos, en nuestra geografía y calendario, a ese mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones.
En ese sentido, vuestra dignidad rebelde, el confederalismo democrático de nuestras compañeras kurdas o tantas otras experiencias y saberes de lucha en los cinco continentes, están demostrando que la vida sí le puede al dinero. Que la alternativa a este viejo desorden mundial pasa por la autonomía de los pueblos, por el transfeminismo y el decolonialismo, la ecología y el cooperativismo. Ya no más por los viejos estados-nación, ni por el extractivismo, ni por el consumismo, ni por el individualismo, ni por el libre mercado, qué va.
Quizá en los últimos años hemos ido tomando cada vez más conciencia de los muchos problemas que antes ni se ponían sobre la mesa, empoderándonos cada vez con más fuerza todas esas voces antes no escuchadas, todos esas comunidades que lejos de ser minorías, somos mayoría. Por supuesto, queda lo que queda, que es mucho y es complejo.
Cómo conseguir articular las resistencias y rebeldías en contra de nuestro enemigo común, la modernidad capitalista, sin dejar de tener en cuenta que ese mismo enemigo nos coloca en lugares bien distintos, jerarquizando nuestras vidas a través de esos muchos sistemas que es el sistema: el cisheteropatriarcado, el sistema racista-colonial, el propio capitalismo clasista y ecocida… Es decir, cómo poder ser compañeres a pesar de los (des)privilegios que nos atraviesan, para juntas, detener esta masacre y hacer que la vida valga la alegría y no la pena.
Junto a todos los colectivos y organizaciones de ese Madriz rebelde, popular y libertario, el Madriz de la PAH y los grupos de vivienda, de los colectivos feministas, antirracistas y LGTBQ+, de las organizaciones de migrantes, los sindicatos de base, las plataformas en defensa de los servicios públicos, del Madriz de abajo y a la izquierda, nos gustaría sumarnos a la organización de la bienvenida, soporte y acompañamiento que puedan necesitar las delegaciones indígenas que desde México, 500 años después de la supuesta conquista, vendrán a nuestra ciudad y a nuestro continente, a decirnos que ahí siguen, viviendo, es decir, resistiendo. Les esperamos con alegría y nervios. Organizándonos.
Con permiso del finado SubMarcos, del Subcomandante Insurgente Moisés, de la Comandancia General del EZLN y de todas las bases de apoyo zapatistas, nos despedimos adaptando un clásico…
Desde los barrios del sureste madrileño
CNT Comarcal Sur Madrid
PD.: Puedes encontrar todos los comunicados del EZLN pulsando aquí
Colombia: dicen que la epidemia nos mata, pero el Covid 19 es el Estado y su gente armada
A pesar de la crisis sanitaria, el mes de octubre fue un mes de intensas movilizaciones en Colombia, en particular con la Minga social y comunitaria, por la defensa de la vida, el territorio, la democracia y la paz que se llevó a cabo a partir del 10 de octubre.
Miles de indígenas de diferentes pueblos, así como sectores campesinos, comunidades afros y otros sectores sociales de los departamentos de Nariño, Cauca, Huila, Valle y Caldas y Putumayo principalmente, recorrieron el país: empezaron en Monterilla, Zona Sat Tama Kiwe Cauca, para luego alcanzar la ciudad de Cali antes de dirigirse a la capital Bogotá, pasando por las ciudades de Armenia, Ibagué, Fusagasugá y Soacha.
Según lo cuenta la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), esta minga salió en medio de la pandemia para buscar “un debate político claro y hablar de diversas situaciones que desarmonizan la vida en los territorios, como la militarización, presencia de multinacionales, incremento de violencia en los territorios y despojo, esto ligado a un modelo de muerte que pretende dejar en el olvido a los pueblos”.
“Estamos pasando por cosas muy graves, se está matando a la gente. Ya estamos cansados. Ahora dicen que la epidemia nos mata, que el Covid 19, pero el Covid 19 es el Estado y su gente armada que está matando la gente, la Covid-19 donde estamos nosotros no ha matado”, lamenta la mayora del pueblo Nasa Blanca Andrade, en un audio difundido por la ACIN.
A este escenario le anteceden los registros de la ONG británica Global Witness quien registró que tan solo en 2019, Colombia y México encabezan la lista de los países con más altos índices de asesinatos contra defensores ambientales, en su mayoría, integrantes de pueblos originarios. Según el informe de 2019 de esta organización, de los 212 defensores de la tierra y el medioambiente que fueron asesinados, 64 eran colombianos. Una de cada 10 víctimas era mujer.
En lo que va del año 2020, por lo menos media centena de indígenas han sido asesinados en medio de la pandemia. Junto a ellos se suman los decesos provocados la Covid-19. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), desde la firma de la paz al menos 300 líderes indígenas, así como 600 líderes campesinos, afro y sindicales, han sido asesinados.
“Antes nos mataban, pero ahora estamos ante un genocidio”, denuncia Serna al respeto.
La minga, poderosa institución pre-colonial
La palabra “minga” o “minka” viene del Quichua y hace referencia a la reunión de diversos actores, saberes y herramientas en busca de un objetivo común. Es una forma de organización usada en todos los aspectos de la vida social, incluso en lo político. En este caso, “cada grupo apoya con lo que puede, comida, guardia, autoridades, música, pero el fin es la construcción de un país mejor”, explicó Marilen Serna, integrante de la comisión política de la Minga.
“La palabra minga tiene un significado profundo y busca aprender y construir trabajando en conjunto, hacer las cosas unidos en comunidad. Por eso, esta minga se desarrolla desde la base de escucharnos desde abajo, desde el pueblo, que es la base del entender que vivimos en lugares diferentes, pero, que las realidades no son tan distintas”, detalla por otro lado la ACIN.
En las últimas décadas, la Minga se ha organizado varias veces para enfrentarse a distintos gobiernos. En 2008, llegó a un punto de tensión importante durante el gobierno de Álvaro Uribe. Con la Minga Nacional de Resistencia Indígena y Popular, cerca de 45.000 indígenas de diferentes pueblos marcharon, por al menos 60 días, cerca de 120 kilómetros de territorio, entre Santander de Quilichao, departamento del Cauca y Santiago de Cali en el departamento del Valle del Cauca.
La minga siguió hasta Bogotá, donde fue recibida, en noviembre, por representantes de varios sectores sociales y por las organizaciones estudiantiles, que apoyaron el movimiento.
Hoy, la Minga social y comunitaria, por la defensa de la vida, el territorio, la democracia y la paz, coincide con el Paro Nacional de Colombia, un inédito movimiento de protesta que nació en 2019 y en el que millones de colombianos se manifestaron por razones económicas, educativas y de orden público.
En defensa de la vida, el territorio, la democracia y la paz
La minga que salió en octubre con rumbo a la capital de este país, Bogotá, buscaba plantear un debate nacional, en sintonía con otros sectores sociales, para sacar a la luz los problemas estructurales que el gobierno está ignorando.
Uno de ellos es la violencia que sigue golpeando al país, a pesar del mal llamado Acuerdo de Paz firmado en 2016.
“En el 2008 nos movilizamos por cuatro elementos: vida y derechos humanos, territorio, paz y modelo económico. Y hoy, incluso con la firma de la paz, la situación es la misma. O peor, porque tiene el sinsabor del fracaso del proceso”, explica Marilen Serna.
Otro problema, vinculado de cerca con el primero es el del saqueo de los territorios que están siendo entregados masivamente a la industria extractivista, para la explotación minera, hidroeléctrica, forestal o la agroindustria.
“La violencia ha sido compañera del reordenamiento extractivista de los territorios. Estos proyectos le abren otro frente de rentas a los grupos armados y narco paramilitares, que extorsionan y someten poblaciones. Esto también le abre el camino al acaparamiento de tierras y al despojo”, denuncia el Presidente de Indepaz, Camilo González Posso.
Por eso, lo que pretenden los pueblos originarios es provocar un cambio profundo del sistema: “la minga reclama otra forma de política, que defienda la vida y la paz: que el Estado responda con eficacia a la ola de asesinatos, masacres, desplazamientos y otras graves violaciones a los derechos humanos que se han disparado en los últimos años. Pero estos cambios no se logran con unos pequeños ajustes o concesiones. Para cambiar esta realidad, es necesaria una nueva forma de hacer política y de gobernar, con profundas modificaciones en el Estado. Por eso, la minga exigió una amplia conversación con el presidente para dar estos debates”, detalla González Posso.
“Estamos buscando que den la cara, porque queremos respuestas sobre lo que está sucediendo en el país, y no dinero o migajas de los que saquean al país, a la madre tierra”, agrega la ACIN.
Entre apoyo y criminalización, la lucha sigue
En su recorrido, la Minga de este año 2020 recibió mucho apoyo por parte de la sociedad colombiana.
“Vimos con la llegada a Bogotá que el pueblo colombiano tiene mucha esperanza en el movimiento indígena, en esta movilización que se ha hecho. Entonces el mensaje que estamos dando al país es que nos sumemos a este proceso que hoy como minga da una alternativa al país y ojalá en las próximas mingas no sólo seamos el suroccidente sino todo el país colombiano”, declaró por ejemplo un indígena Nasa del departamento del Valle del Cauca para la ACIN.
Sin embargo, la minga también recibió criticas y también sufrió una ola de criminalización y desprestigio por parte de la elite y de los medios masivos de comunicación. De forma repetida, las y los participantes de la Miga han sido calificados de “aliados de la guerrilla”. También han sido acusados de propagar la Covid-19 y de ser entonces un peligro para la salud pública.
El Consejo Gremial Nacional, una asociación de empresarios, publicó por ejemplo un comunicado en el que aseguró que, el “incumplimiento (de protocolos de seguridad) atenta contra la salud, no solo de quienes hacen parte de la marcha, sino de todos los colombianos”.
Acerca de la campaña de desinformación que sufrió la Minga, la ACIN señaló que “los opresores siempre buscan privilegios, ellos no quieren que caminemos la palabra y nos escuchemos. No quieren que aprendamos de lo caminado, nos quiere dividir con sus tentáculos utilizando la desinformación de los medios de comunicación que están a su servicio y mediante la estigmatización, creando paradojas y dudas ante la prensa nacional e internacional. El pueblo en general que desde lejos sin estar atento y participando no logra entender la grandeza de las acciones en la minga y lo que busca, que no es beneficio para unos pocos si no para el pueblo colombiano en general”.
La asociación del Norte del Cauca también recalcó que la minga es un movimiento histórico, heredero de las luchas que se han dado a lo largo de los últimos 500 años, y cuya fuerza no se dejará debilitar por las críticas.
“En la minga no somos pocos, somos un pueblo que creció como un río, con el dolor y la sangre de los más desfavorecidos, somos un pueblo que tiene el respaldo de la naturaleza, de la misma historia que narra en sus recuerdos todo lo que lo caracteriza por luchar por la vida y sus territorios es hora de volver a la lucha que da desde la invasión y saqueo cultural y de riquezas, hasta ahora. Hoy sabemos que es hora de cambiar estos malos sistemas de gobierno y de sostenimiento del mundo entero, es por eso que la conversa es desde el pueblo y para el pueblo”, concluye.
“Los pueblos hemos sobrevivido peleando. Ahora tenemos que pelear, esto va para largo”, afirmó por su lado la mayora Blanca Andrade.
Fotos de la Minga 2020 por Medios Libres de Cali.