
San Cristóbal de Las Casas
De “pueblo mágico” a centro de reclutamiento de niños, niñas y adolescentes indígenas
Por Rodolfo Flores | Border Hub | Chiapas Paralelo
En San Cristóbal de Las Casas, Chiapas
En Chiapas el 8.1% de los niños, niñas y adolescentes (NNyA) se encuentra en riesgo de ser reclutada por el crimen organizado, informó en noviembre de 2021 la Red por los Derechos de las Infancias y Adolescencias (REDIAS); este diagnóstico pasó de las cifras a la realidad en San Cristóbal de Las Casas, el “pueblo mágico”, la principal ciudad turística del estado; donde ahora grupos de jóvenes se pasean en pandillas motorizadas, vendiendo droga, robando vehículos, atacando y retando a la autoridad. ¿Qué les hizo vulnerables, la pobreza, el racismo, la desesperanza, la impunidad, la narcocultura o avance del crimen organizado? ¿O la suma de todas estas razones?
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Martin y su hermano eran buenos estudiantes, eran del cuadro del honor, bien chambeadores, ayudaban a su papá en la carpintería; pero se metieron a las drogas y las pandillas. Al rato, Martín andaba con un arma en la cintura y un kilo de mariguana. Se ahorcó cuando tenía 17, ya era líder de una pandilla, no sé si buscó la salida o simplemente no la encontró. A su hermano Agustín lo detuvo la policía y lo mataron a golpes, tenía como 18 años. Sus padres son de Chanal -municipio ubicado en Los Altos de Chiapas-, migraron a San Cristóbal de Las Casas, estudiaban en la José María Morelos y Pavón, la escuela más “cabrona” de la zona norte de esa ciudad.
Colonia 5 de Marzo: 28 años de resistencia y lucha por la vida
Veintiocho años resistiendo y construyendo, a pesar de las amenazas, precariedad e incertidumbre, no es poca cosa. Este domingo 6 de marzo, la Colonia Cinco de Marzo celebró su 28 aniversario con alegre rebeldía y digna rabia.
La Colonia fue fundada el 5 de marzo de 1994 en tierras recuperadas tras el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Desde entonces, han estado luchando por la regularización de las tierras y, sobre todo, por la preservación ambiental y la vida digna.
Después de todos estos años de lucha, la Colonia sigue enfrentando amenazas de desalojo e irregularidades sin fin en el proceso legítimo de legalización de sus tierras. Desde hace algunos años, cuando parecía que el proceso llegaba a su fin, apareció un nuevo supuesto dueño de las tierras, antes desconocido. Se trata del empresario Adrián Marenco Olavarrieta, con fuertes lazos de amistad con la familia Velasco Coello, involucrado, entre otras cosas, en la especulación inmobiliaria en la zona de los humedales, y denunciado desde 2014 como uno de los dos dueños de la empresa Cales y Morteros del Grijalva, que operaba sin permiso en el área natural protegida del Cañón del Sumidero, con graves impactos de salud a los habitantes de Cahuaré, municipio de Chiapa de Corzo.
Mientras se resisten los hostigamientos y amenazas, la Colonia continúa su lucha en defensa de la Madre Tierra. Hace poco más de un año, la Colonia se unió al Consejo General de la Zona Sur, una articulación de 14 colonias de la zona sur de la ciudad para defender el agua, los bosques y los humedales – de suma importancia para el equilibrio ecológico en la ciudad – de la especulación inmobiliaria y la sistemática destrucción que se ha presenciado en los últimos años. Juntos, recuperaron la Ciénega vecina a la colonia, ahora considerada un espacio sagrado de vida.
Una muestra del éxito de las acciones de la Colonia y del Consejo de la Zona Sur fue la reforestación de un campo de futbol como parte de los esfuerzos por preservar la zona de los humedales y concientizar a la población. Los miembros del Consejo temían la reacción de los futbolistas, pero para su sorpresa, los 1,500 futbolistas les dieron su apoyo.
Escucha las palabras del Consejo de la Zona Sur:
Fue justamente en la Ciénega donde inició la celebración del aniversario, con una peregrinación para saludar a la Madre Tierra. Al regresar, pobladores y visitantes realizaron un ritual alrededor de un altar maya para consagrar el encuentro, invistiéndolo de su significado profundo: la celebración de 28 años de perseverancia en la defensa de la vida.