2 Jun 2021

Nos tuvimos que tapar el rostro para que nos vieran y tuvimos que gritar para que nos escucharan, y estábamos ahí. Todxs juntxs y junto a todxs, siempre ahí, en el bus, en el centro, en el parque, en la plaza, en el rebusque o en el pedazo, parchadxs en la esquina. Ya muchas veces habíamos escuchado que ¨el pueblo unido jamás será vencido¨, pero sólo hasta ahora comprendimos lo que significaba.

Nos ven y nos escuchan porque nos paramos duro en el barrio, porque construimos barricadas, marchas, asambleas, conciertos, fiestas, murales, danzas, conversas, obras de teatro, discusiones, y porque bloqueamos las ciudades, los centros de poder, y lo hicimos con alegría, con rabia y con esperanza. El Paro Nacional recobró su significado porque paró todo, pero en especial paró la economía, por lo que los dueños de las empresas y de las fábricas, acostumbrados a tener el control no sólo de sus trabajadorxs, sino de la sociedad entera, empezaron a preocuparse… Y que tiemblen, gritamos desde abajo. Ahora que nos ven, unxs con preocupación y otrxs con esperanza, es momento que nos escuchen con atención, porque somos un bandada de juventud ávida de cambio, en búsqueda de construcción de un nuevo territorio donde todxs tengamos cabida, les guste o no.

Tumbar reformas, lograr cambios de ministros, el reconocimiento de los diferentes sectores reunidos en la mesa de negociación… Son muchos los logros del paro, y para nosotrxs el mayor y duradero triunfo de todo esto es la valoración de la juventud en particular, y del pueblo en general. El sector de la juventud sólo era considerado como grupo consumidor para el mercado y la publicidad, pero no como un motor de cambio y de propuestas. Ahora lxs niñxs quieren ser “primera línea”, desean ser jóvenes para luchar por los derechos de todxs; los adultos les miran con respeto y admiración, ser joven antes era sinónimo de vigor y energía, pero ahora es ser rebelde y revolucionario.

Al parecer no hay primera línea sin jóvenes, pero antes que la primera línea están las madres defendiendo y cuidando, madres que por primera vez ven a sus hijos arriesgar la vida por algo superior, colectivo, comunitario; ya no es sólo amor filial, es orgullo lo que les une. La primera línea no es un lugar a defender, no es un concepto asociado a la defensa solamente, es un movimiento que concita al pueblo. Por eso no es concebible sin la olla comunitaria que congrega y alimenta; sin la brigada médica y de salud que protege; sin lxs comunicadorxs independientes o informales que transmiten y comparten desde el pueblo y para el pueblo información y noticia que el estado insiste en censurar; sin lxs artistas o creadorxs que modifican la estética, el concepto, el color; sin lxs defensorxs de Derechos Humanos que han sido declaradxs objetivos militares y, sin embargo, han estado siempre presentes; y finalmente, sin los apoyos espontáneos que aportan bebidas, comidas, “escudos”, implementos médicos y de primeros auxilios. Hay una línea cero, invisible y poderosa, se llama pueblo, es el barrio, la comunidad que simpatiza, que apoya y protesta, que cuida y mantiene, que da soporte y auxilio, que protege y levanta, y que mantiene encendida la chispa del cambio.

El Paro Nacional cumple un mes, se sostiene con apoyo social porque es justo, aguanta porque es diverso, la logra porque es común, porque es de las mayorías, no tiene caras ni líderes porque es de todxs. La lucha popular es una escuela que aplica la pedagogía del oprimido, esa relación horizontal que se da entre iguales y donde la creatividad es una explosión diaria de ideas y construcciones. En un mes, los barrios tuvieron bibliotecas populares donde antes hubo centros de tortura estatal, puestos de salud colectivos y gratuitos con personal médico especializado en humanidad,      ollas   comunitarias proporcionando tres comidas al día (privilegio de unxs cuantxs en el país), huertas urbanas rescatando el principio básico de ¨bajo el cemento el alimento¨, murales que nombran verdades y hacen memoria, rituales que refrescan el espíritu, que limpian y esclarecen.

Bastó un mes para que hubiera presentaciones culturales gratuitas y todos los días en el barrio, para que la universidad saliera a las calles, para que la gente se gestionara el alimento colectivo, para que se cuestionara la autoridad y se descubriera el poder de la palabra que en asambleas populares se construye. El pueblo unido logra en un mes lo que el Estado ha negado por décadas: salud, educación, conciencia, juntanza, independencia, pertenencia, territorio, que los sectores populares sean tratados con dignidad. Pero hay algo que descubrimos y demostramos, y es que pueblo con pueblo nos hacemos la justa vida que merecemos.

El pueblo tiene experiencia en peleas y luchas populares por décadas, pero tiene en especial derrotas y desilusiones producto de traiciones o engaños por parte del Estado y las élites en el poder. En medio de este Paro el pueblo como imaginario colectivo recupera el poder fundamental que siempre ha tenido. Ahora, con el papel preponderante de las mujeres y sus organizaciones como soporte y avance, esto no lo detiene nadie. Mujeres con la digna rabia luchando por un mejor mundo donde todxs podamos ser.

Nos han golpeado muy duro, el Estado ha desenmascarado su rostro dictatorial, todo su poder militar en contra del pueblo. En toda revuelta hay humo y arden llantas, y se pintan paredes y estallan vidrios, es la rabia contenida que se hace evidente, la digna rabia que tiene bien claro qué bancos y qué almacenes destruir. Responder a bala de fusil, con disparos y desaparición, atacar con odio y bolillo hasta la sangre, hasta la muerte, hasta la ocultación más vulgar… no puede ser la respuesta. Exigimos el cese al fuego estatal.

Valientes jóvenes han puesto el cuerpo, las ideas y la fuerza; también la voz y la piedra, tambien la magia y la propuesta, valientes jóvenes han puesto el cuero, la vida entera y les queremos de vuelta, Colombia pregunta por lxs desaparecidx, les enumera, les sigue el rastro, Colombia les necesita, les llora y les buscará hasta encontrarles. No nos cansaremos de repetir que en abril-mayo de 2021 en nuestro país hubo una masacre, 69 muertxs nos deja el Estado en este gran Paro Nacional, 55 son de Cali (12 de Puerto Madera, un punto de resistencia del Distrito de Aguablanca). 379 desaparecidxs en el país durante el Paro, 100 son de Cali… Nos nos cansaremos de preguntar mil y una vez: ¿DÓNDE ESTÁN?

La respuesta estatal y paramilitar es cada vez más peligrosa y descarada, es cada vez menos solapada y más abierta, comienza a perder la costumbre de ocultarse. Entonces, vemos estructuras de paramilitares estrato 6 amangualados con el ejército y la policía bajo el nombre de “gente de bien”, hombres que disparan a muerte contra la juventud más bella, la juventud que lucha. El Estado nos entrega como respuesta la represión y la muerte, la sangre y la sevicia, el desprecio por la vida es la muerte vestida con máscaras de maldad. Y sin embargo, el pueblo le puso rostro a su protesta, porque es combo fuerte y valiente, es gente con poder de minga, de olla y de campo.

Si este levantamiento social, potente e inédito, se desarrollara en otro país, sería llamado revolución de la primavera comparado con el “mayo francés”, o dirían que es un movimiento social de “código abierto” haciendo alusión a que no tiene líderes visibles, pero esta revolución primaveral es nuestro “mayo colombiano”, nuestra protesta sin dirigentes y quedará en la historia como la revolución de lxs que no tenían nada que perder. En este mes Colombia ha resistido desde cada cuadra, casa, esquina y calle, desde las grandes ciudades hasta los pequeñísimos pueblos, desde el noviembre rebelde de hace algunos años, hasta este mayo beligerante que nos deja una nueva y prometedora historia.

Nuestra apuesta es por la vida, nuestra esencia es celebrar con fuerza, amor y fuego de cambio, con sueños profundos de construcción colectiva de sociedad. Por eso salimos a las calles nuevamente, esta vez en grandísimas movilizaciones masivas, a puntos de bloqueo, a marchas gigantescas, plantones creativos, acciones ciudadanas  compuestas de cientos de miles de personas. Las calles de Colombia se llenaron de arte, vida y alegre rebeldía. Un mes de paro nacional, una fiesta que Colombia salió a celebrar, un hito histórico que todxs salimos a construir y que a bala quisieron callar. Muchxs muertxs puso el país el día que salió a celebrar, 13 muertos le costaron a la ciudad de Cali esta noche de protesta, y 13 son los muertos que ésta llora, que alumbra y recuerda. Que tiemblen quienes torturan, quienes matan y desparecen, que tiemble el Estado, porque ahora somos todxs y vamos por todo.

Por nuestrxs muertxs y desaparecidxs seguimos y seguiremos en las calles y ya no hay quién nos haga retroceder; vamos por todas las reformas, por todos lxs ministrxs, por todo el uribismo; seguimos y no nos vamos hasta que caiga para siempre el que desde hace años viene dando la orden, ya no tenemos nada que perder, no tenemos miedo; en cambio tenemos creatividad y aguante, empuje y digna rabia, madres y juventud comprometidas, organización y sueños que hacemos posibles, porque aunque nos callen a punta de plomo, éstos siguen siendo más poderosos.