Por Ángel Huerta

La Sierra de Santa Catarina es una cadena montañosa ubicada al sureste de la Ciudad de México, en las alcaldías de Tláhuac e Iztapalapa, limitada al sur por los pueblos de San Francisco Tlaltenco y Santiago Zapotitlán. Fue declarada área de conservación ecológica. Tiene una importancia estratégica para la ciudad, pues permite la recarga de los mantos freáticos de que se abastecen de agua los capitalinos.

La inmobiliaria y constructora Patlali S. A de C. V. pretende la construcción de una plaza comercial de 11 215 m2 de construcción en un terreno de 6 283 m2, de tres niveles sobre el nivel de la banqueta y un nivel de estacionamiento bajo el nivel de la banqueta, sobre el predio Carretera a Santa Catarina Eje 10 sur, en el pueblo originario de San Francisco Tlaltenco, en la alcaldía Tláhuac. Van a instalarse diferentes tiendas, como un Chedraui, restaurantes y un cine. Dicha construcción quedará frente a la sierra Santa Catarina.

Gitana Periferia, vecina de Zapotitlán y parte de la organización de mujeres autónomas feministas de Tláhuac, en entrevista para Avispa Mídia comenta que su familia llegó en Zapotitlán en los años ochentas. “No había ni edificios, ni transporte público y casi ni siquiera electricidad, ni otro tipo de servicios. Vivo en medio de dos cerros que pertenecen a la sierra de Santa Catarina. Uno es el cerro rojo, ‘las minas’ que le dicen, y el otro es el ex volcán Xaltepec, ambos en la actualidad están siendo minados. En lo que llevo de vida ya han bajado la mitad del cerro, prácticamente se ha perdido la fauna y flora. Toda la arena que sale del cerro está siendo llevada para la construcción del aeropuerto”.

La construcción de la plaza comercial se da pese a que la misma Alcaldía en su proyecto de desarrollo urbano tiene el conocimiento de los Censos Económicos de 1994, donde en ese entonces la Delegación Tláhuac tenía al comercio como la actividad que ocupaba más población, contaba con 3,750 establecimientos (2.23% del Distrito Federal), y ocupaba a 7,729 personas (1.36% del Distrito Federal). Destaca el subsector de ‘minoristas’ con el 94% de los establecimientos y el 80% del personal ocupado, lo que denota que el comercio al interior de la delegación es principalmente a pequeña escala.

En entrevista para Avispa Midia Cat, de la organización Calpulli autónoma de Tláhuac en defensa de la madre tierra y de mujeres autónomas feministas de Tláhuac señala: “Denunciamos este proyecto llamado paseo Tláhuac, porque atenta y pone en riesgo toda el área de reserva ecológica de la sierra de Santa Catarina. En la actualidad existe este reconocimiento a nivel legal, a nivel oficial y es una injusticia que quieran construir una mega plaza comercial en una zona que se debe preservar por su importancia ecológica, por los ecosistemas milenarios que encierra la sierra de Santa Catarina y, en concreto, el lado de Tlaltenco”.

“La llegada 12 del metro pudo bien facilitar el acceso de muchas otras personas que salen de las periferias de este lado a la zona oriente sur para el centro u otros lados, pero al mismo tiempo implicó la entrada de megaproyectos para estas zonas. Estos hechos se han detonado justo durante la pandemia cuando la gente ha estado encerrada cuando no ha podido estar viendo lo que están haciendo empresas y monopolios políticos”,  apunta Periferia.

Impactos

Del 30 de julio al 15 de agosto, se realizó una consulta vecinal en línea, por parte de la empresa Inmobiliaria y constructora Patlali. Las personas encuestadas mostraron su preocupación por los impactos negativos reconocidos en su portal. Entre ellos, está el riesgo de mayor desabasto de agua y reducción de asistencia a mercados locales y tiendas familiares, así como delincuencia organizada por la construcción de muros ciegos del proyecto que pueden generar espacios oscuros en zonas colindantes del proyecto.

“Se supone que en los escritos oficiales enuncian que ayudará o beneficiará a la comunidad de Tlaltenco y Tláhuac, sin embargo como residentes de Tláhuac, pues nos damos cuenta que simplemente vienen a expropiar nuestro territorio. Nosotros nos estamos organizando sí, sobre todo en la defensa del territorio, pero al mismo tiempo en la defensa de las identidades culturales que aquí se denotan. Por otra parte en la preservación de la vida en todas sus manifestaciones no solo estamos hablando de el cuidado del medio ambiente sino también de nuestros cuerpos”, sostiene Periferia.

Un centro comercial va a detonar más vehículos, tráfico, humos, desechos, basura de la propia empresa. “Quién sabe a dónde la van a ir dejar. El agua se está tomando de los pozos que existen en Tláhuac, mientras que a todas las colonias pueblos y barrios originarios se les está manteniendo con pipas desde el año pasado en plena pandemia. Al mismo tiempo va a aumentar la precarización laboral sobre todo en una cuestión de género. Las mujeres en esta zona vivimos en una precariedad, la pobreza tiene rostro femenino y una plaza no viene a implementar trabajos para la comunidad”, dice Periferia.

“Sabemos que ni siquiera va a trabajar en esa plaza gente de aquí, van a contratar a otras personas de otros lugares y la gente de aquí se va a quedar sin trabajo, o los trabajos que pueden acceder son trabajos precarizados, explotadores, con jornadas largas, con sueldos miserables y que solo van a engordar el bolsillo de los dueños de ese tipo de empresas que quieren entrar a este pueblo”, comenta Periferia.

Autonomía

“A la gente de Tlaltenco no nos van a engañar”, revira Cat, “conocemos nuestra historia, sabemos que el cerro esta para sembrar, para obtener alimentos, para esparcirse sanamente, para nuestras familias y la comunidad en general. Nuestro pueblo tiene un origen milenario, incluso se funda antes de lo que es la cabecera de San Pedro Tláhuac. Hay vestigios en la parte de la ciénega que corresponden a los antecedentes de la chinampa, se conoce como terremote tlaltenco, es una historia rica la de nuestro pueblo que los mega proyectos buscan desaparecer aprovechándose de la desinformación que hay sobre nuestras culturas de la cuenca del Valle de México, en concreto en los pueblos de Tláhuac.”

“El gobierno que está en la alcaldía no quiere reconocer nuestra autonomía alimentaria, al contrario quiere terminar con esa poca autonomía que aún queda en nuestro pueblo de Tlaltenco. Todavía se siembra maíz en el cerro, se siembra calabaza, se siembra haba, se siembra frijol de varios tipos, se siembra semilla originaria que también está en riesgo de desaparecer con ese tipo de urbanización depredadora, así que pues una y otra cosa están ligadas, nuestra historia, nuestra memoria nuestra identidad, con la cuestion ecologica”, expresa Cat.

Mujeres en defensa de la vida

De acuerdo con Cat,  “como mujeres nos estamos organizando, porque ya estamos cansadas de la violencia, todo este desprecio a la cocina indígena, a los saberes medicinales de las  mujeres originarias de Tlaltenco y de otros pueblos de Tláhuac, entonces también hemos emprendido una lucha por hacer valer nuestra voz y nuestros derechos culturales y humanos como mujeres”.

De manera que, “denunciamos estos megaproyectos por que atentan directamente contra la seguridad de las mujeres, la urbanización depredadora genera más feminicidio, esto está comprobado, los megaproyectos acarrean el aumento de los feminicidios en las comunidades indígenas, sobre todo nos despojan de nuestra autonomía, a nosotras, al ya no contar con espacios para sembrar, espacios para recrearnos, espacios para aprender los saberes que nos generan la vida, nos van despojando de cultura”, señala Cat.

 

Periferia sostiene que, “si entra ese centro comercial en este pueblo, permitirá entonces que en todos los otros pueblos de la alcaldía pues empiecen también a detonarse otros monopolios económicos y otros centros comerciales. También por eso nos ha parecido pertinente fortalecer las redes de solidaridad y apoyo mutuo con estas otras alcaldías que también están en la defensa del territorio”.

Para ella expresar su desacuerdo con la devastación de los ecosistemas de Tláhuac y, en particular de Tlaltenco, deviene de un proceso personal. “Vivo aquí en la alcaldía de Tláhuac, en una colonia que pertenece al pueblo originario de zapotitlán, mi familia es migrante, es originaria de la sierra norte de Puebla, por ello también ubico que en Tláhuac y en las zonas periféricas al margen de la centralidad de la ciudad, viven muchos migrantes que son originarios pero no de este territorio”, sostiene Periferia.

Tláhuac y San Francisco Tlaltenco, una historia de resistencia

Tlaltenco ha sido escenario de sucesos históricos que con el tiempo son poco recordados. Por ejemplo el Barón de Humboldt en sus ensayos describió, a principios del siglo XIX,  algunos aspectos del sistema de navegación y comunicación que la ciudad tenía con los lagos cercanos, señalando la poca profundidad del lago de Texcoco que evitaba, en los meses secos de enero y febrero, el tránsito de canoas a la capital.

“No hay este inconveniente en el lago de Xochimilco; porque desde Chalco, Mixquic y Tláhuac no se interrumpe nunca la navegación, y van diariamente a México sus legumbres, frutas y flores por el canal de Iztapalapa. Cerca de Tláhuac, en Tlaltenco, hubo una compuerta y otra a la entrada de Tulyehualco. En el lugar de aquella hay todavía un arco de piedra que durante la época colonial sirvió de aduana para controlar el tránsito de mercancías”, escribe Humboldt.

En las calles de Tlaltenco aún se siente el sentimiento de rebeldía, de resistencia. Muchas de las casas fueron construidas durante y después de la revolución. Marca de eso son las placas rotuladas, algunas de piedra, que señalan a las familias que ahí viven, así como su profesión u oficio, de acuerdo a Baruc Martinez Días en su investigación nombrada “Chinampas y libertad: aspectos del zapatismo en la región de Tláhuac.”

“De acuerdo con las propias concepciones históricas de los habitantes de la región de Tláhuac, la revolución fue anunciada por un presagio, o tetzahuitl en lengua náhuatl. Matiana Flores Martínez, originaria de Zapotitlán y quien nació hacia 1905, aseguraba: “[…] huan utiquihtahqueh ce hueye tlecuhuatl, ihquion utechtetzahuililuc ye huitz hueye guerra, mayaneliztle, miquiztle […] y vimos una gran culebra de fuego [el cometa Halley], así se nos anunció que vendría la gran guerra, el hambre, la muerte”, rescata Martinez en su texto.

De acuerdo a Martines en la zona de Tláhuac se desarrollaron 73 combates entre los años 1911 a 1918, siendo el pueblo de Tláhuac crucial para las victorias del ejército del sur, muchos de ellos incorporándose a las filas del zapatismo. “Su adhesión a la causa insurgente se manifestó de múltiples formas: con combatientes, con información, con arrieros-espías, con parque, con vestimenta, con comida, etcétera.”

“El 21 de julio de 1914, por ejemplo, la participación de la gente de Ixtayopan hizo posible la victoria de los campesinos insurrectos en contra del ejército federal. No sólo los de Ixtayopan apoyaron a las fuerzas rebeldes, también existe constancia de la ayuda que brindaron al Ejército Libertador los de Zapotitlán, Tlaltenco, Yecahuitzotl, Tláhuac, Tulyehualco, Xico, Tetelco y Mixquic,” continúa Baruc.

En 1915 después de la toma de la Ciudad de México por los ejércitos revolucionarios fue inevitable el avance del carrancismo. Por su relación con los Estados Unidos tuvo acceso a una gran cantidad de armas y a la inyección de capital. Esto originó un repliegue considerable de las fuerzas rebeldes. “Los pueblos fueron reprimidos con severidad, algunos de ellos como Tláhuac y Xico,inclusive, fueron quemados por el ejército que comandaba Pablo González”, señala Barut.

En cuanto a los recuerdos de la Revolución, don Juan Reyes habitante longevo y reconocido en Tlatenco rememora en la plática el día en que los carrancistas quemaron buena parte de la población. “Entonces muchos eran zapatistas, muchos carrancistas. Fue un carrancista el que dijo: ‘¿Cómo es posible que no puedan sacar de ahí a los zapatistas?’ ¡Pues quién sabe dónde están!, dijo otro. ¿Qué propone usted para sacarlos del pueblo?, le preguntaron. ‘¡Quemarlo!’, respondió aquel. ¿Y qué ganamos con quemarlo? ‘Que una vez quemado todos se van a ir, quién va a querer vivir aquí’. Y así lo hicieron. Los carrancistas quedaron de acuerdo y nos platican los que vieron eso porque ya estaba yo chicampeano, tenía diecisiete años, cuando íbamos camino de Iztapalapa, porque allá nos fuimos a refugiar”, señala Sergio Rojas en la Revista Nosotros Núm. 33, noviembre de 2000.

Los vestigios del espíritu de la revolución logran percibirse cuando Cat y Periferia nos cuentan con indignación la imposición de una mega plaza comercial, el amor a la sierra y a su rica historia, pero sobre todo al amor y respeto a la vida. Al momento la empresa espera los resultados de los estudios de impacto ambiental, para empezar las obras, que tardarán unos meses más por el tema de la pandemia. Sin embargo las y los pobladores de Tlaltenco mantienen las actividades y resisten ante la imposición de un proyecto que consideran de muerte.

“No es poco lo que estamos defendiendo estamos proponiendo que se siga preservando la agricultura de nuestros pueblos y que los gobiernos respeten nuestra cultura, nuestra identidad, no que vengan a imponer proyectos que nadie les está pidiendo. Lo que estamos pidiendo en lugar que pongan ese proyecto, es que tengamos agua diario porque es nuestro derecho humano, no es un regalo, ni una dádiva del gobierno que podamos acceder al agua diariamente”, sostiene Cat.

*Por seguridad los nombres de las entrevistadas fueron cambiados.