Por Proyecto de Videoastas Indígenas de la Frontera Sur (PVIFS)[1]

Las mujeres zapatistas nos dijeron al cierre del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan:

Hermanas y compañeras:
este día 8 de marzo, al final de nuestra participación,
encendimos una pequeña luz cada una de nosotras.
La encendimos con una vela para que tarda, porque con cerillo rápido se acaba
y con encendedor, pues, qué tal que se descompone.
Esa pequeña luz es para ti.
Llévala, hermana y compañera.
Cuando te sientas sola.
Cuando tengas miedo.
Cuando sientas que es muy dura la lucha, o sea la vida,
préndela de nuevo en tu corazón, en tu pensamiento, en tus tripas.
Y no la quedes, compañera y hermana.
Llévala a las desaparecidas.
Llévala a las asesinadas.
Llévala a las presas.
Llévala a las violadas.
Llévala a las golpeadas.
Llévala a las acosadas.
Llévala a las violentadas de todas las formas.
Llévala a las migrantes.
Llévala a las explotadas.
Llévala a las muertas.
Llévala y dile a todas y cada una de ellas que no está sola, que vas a luchar por ella.
Que vas a luchar por la verdad y la justicia que merece su dolor.
Que vas a luchar porque el dolor que carga
no se vuelva a repetir en otra mujer en cualquier mundo.
Llévala y conviértela en rabia, en coraje, en decisión.
Llévala y júntala con otras luces…
Hermanas y compañeras:
Aquí, delante de todas las que somos aquí y las que no están pero están con el corazón y el pensamiento, les proponemos que acordemos seguir vivas y seguir luchando,
cada quien según su modo, su tiempo y su mundo…
(Caracol de Morelia, Chiapas, México, a 10 de marzo de 2018)[2]

Entonces era marzo, a finales de agosto, lxs coordinadorxs[3]  del PVIFS, con esa llama encendida, arribamos a tierras recuperadas por los, las, les garífunas en la costa norte Caribe de Honduras. Tierras recuperadas a punta de movilización que abrió la vía jurídica. Tierras de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH). Aún retumbaba en nuestra cabeza la palabra de las mujeres zapatistas: “… seguir vivas y seguir luchando, cada quien según su modo, su tiempo y su mundo…”

Llegamos. No íbamos solxs, porque no pensamos que de manera individualista se construyan las alternativas a los actuales sistemas de dominación, opresión, violencia y muerte. Íbamos en comitiva mayor para celebrar el Primer Encuentro de lo que dimos en llamar la Escuela de Formación Mesoamericana para Mujeres Indígenas, Negras y Campesinas de Centroamérica y el Sur de México. Antes de seguir leyendo se recomienda ver la memoria audiovisual del Encuentro.

Nos recibió una comisión garífuna compuesta por sus lideresas, sus guías espirituales, sus tamboreros, cocinerxs de la cocina colectiva así como jóvenxs y niñxs. Como era ya de noche, nos condujeron hacia los dormitorios construidos con tablas de madera, piso de cemento y techo de lámina. Dormitorio construido exprofeso para este encuentro, el primero de y para mujeres que la OFRANEH (co)organizaba desde que se fundó en 1978.

Luego de tres días de cruzar fronteras y aduanas, el contingente mayor de las participantes llegamos en un busito de esos viejitos, trompudos y amarillos (Blue Bird school bus). Éramos en total 45 mujeres[4] provenientes de pueblos en resistencias localizados en Honduras, Nicaragua, Guatemala y el Sur de México (Chiapas, Yucatán, Oaxaca y Puebla). Mujeres de los pueblos: xinca, mam, ch’ol, ikoot, zapoteco, zoque, creol, kaqchikel, maya yucateco, tseltal, tsotsil, q’eqchi’, mixteco, chortí, pech, lenca y garífuna. 40 mujeres que habían sido avaladas por sus diferentes instancias organizativas: colectivos-familia, comunidades en resistencias, colectivas feministas, preparatorias autogestivas, organizaciones, movimientos o redes alter y/o anti. Nadie iba como individua, ese fue el acuerdo entre lxs convocantxs expresado en las cartas-invitación.

Éramos mujeres parte de espacios de lucha/vida/resistencia. Se trataba de mujeres invitadas exprofeso. Mujeres a quienes conocíamos y valorábamos por su lucha y trabajo. Mujeres que viven en sus localidades desde donde están colectivamente resistiendo el avance de compañías extractivistas mineras, hidroeléctricas, al fracking, a los megaproyectos eólicos, al monocultivo de la palma africana, a las megacarreteras, a la privatización del agua, a la introducción de transgénicos, al despojo de tierras, a la extracción o despojo de saberes ancestrales… Enfrentando con sus cuerpos las violencias causadas por desapariciones, asesinatos, feminicidios, machismo, criminalización y/o judicialización.

Como podemos ver en la memoria visual que se teje con este texto, había una fuerte presencia de lo que las mismas compañeras nombraban “mujeres negras lesbianas feministas”, “feministas comunitarias territoriales”, “mujeres trans” y “cuerpos plurales”. Esta presencia no era casual, era parte de lo que también logramos tejer junto con compañeras del nodo Colombia de la red RETOS y con nuestras invitadas de la Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario Territorial desde Iximulew-Guatemala, Tz’kat,[5] quienes condujeron los trabajos políticoespiritualterritoriales.

Por una doble vía, la de la planificación y la de los hechos, quedamos al centro las mujeres y lxs otrxs y, claro, también había un puñado de hombres que trabajaron en la coordinación y preparación del Encuentro y que durante la semana de trabajos en territorio nos acuerparon –de diferentes formas– e incluso –por momentos– trabajaron por separado en un espacio dedicado exprofeso para hombres coordinado por la compañera Alex Velázquez miembro de la Red de Sanadoras. Los hombres provenían de las instancias convocantes (Coordinación de CLACPI, Coordinación de PVIFS, Coordinación de OFRANEH) y de organizaciones hermanas invitadas (por ejemplo, la Organización Sociedad Civil Las Abejas). Tres de ellos son compañeros con quien hemos venido caminando y trabajando juntas por una década, por dos décadas, por dos y medio décadas, respectivamente.

¿Qué buscaban las instancias convocantes?

En las cartas-invitación[6] que firmamos y enviamos expresamos nuestros objetivos:

1.- Crear desde nosotras mismas, con base a nuestras potencialidades, alternativas a los actuales modelos de opresión, dominación, explotación y muerte.

2.- Contribuir al proceso de potenciación de las mujeres de las resistencias en curso.

3.- Arrancar un proceso de articulación regional.

4.- Caminar la comunicación comunitaria como parte de la autonomía política y la soberanía alimentaria tejidas con la espiritualidad ancestral.

4.- Contribuir a la formación integral de mujeres portadoras de los saberes aprendidos para desarrollarlos en sus espacios de procedencia para el bien común.

5.- Fortalecer la CLACPI desde las bases, desde las comunidades del Sur de México y Centroamérica.

La aspiración era enorme, porque enorme son los problemas que enfrentamos, en Chiapas, México, Honduras, Centroamérica, Latinoamérica… el mundo. Así lo recalcó la lideresa garífuna Miriam Miranda cuando se dirigió a todas nosotras y nos dijo con voz firme:

… tenemos que entender que estamos enfrentando una crisis civilizatoria, no es solamente una crisis económica, una crisis ambiental, una crisis política; es una crisis de la civilización… que requiere que hagamos cambios sustanciales… [Lo que tenemos hoy] es un modelo de vida voraz, asesino… un modelo de vida occidental, en el cual a nos han robado el alma, el espíritu, lo que somos, lo que nuestros ancestros nos han dejado…” (Vallecito, Honduras,1 de septiembre de 2018, memoria visual, min. 6:38 a 7:08).

Una crisis total, producto de muchas guerras que se traslapan, baste traer a colación cifras frías que nos pueden ayudar a asomarnos a una cara del horror que vivimos las mujeres:

El feminicidio es también un problema global, con altas tasas en países tan distintos como la Federación Rusa, Sudáfrica, Guyana, Azerbaiyán y Bahamas […] No obstante, según el mismo estudio, América Latina es la región más afectada por el feminicidio, pues más de la mitad de los países con las tasas más altas de feminicidio son parte de América del Sur o de América Central y el Caribe (Alvazzi, cit. en Saccomano, 2017: 52).

Según otras fuentes consultadas, 14 de los 25 países con más feminicidios se ubican en América Latina y el Caribe y sólo en 2 de cada 100 casos los agresores son enjuiciados (CEPAL, cit. en García, 2018: s/n). En 2012, El Salvador y Honduras tuvieron las tasas más altas de feminicidios con 14 y 11 asesinadas, respectivamente, por cada 100,000 mujeres (García, 2018: s/n). Pero no queremos cargar las cartas hacia Centroamérica porque, como sabemos, la violencia feminicida no es menor en México en donde se cometen 7.5 asesinatos de mujeres por día (ONU Mujeres, 2017: 107). A lo que podríamos agregar que entre 2007 y 2014 del tráfico de personas efectuado, 60% son mujeres que sufren explotación sexual (UNODC, 2016: 89-91).[7]

… Informes estadísticos de ONU Mujeres (2014a) consideran que en 2014 los niveles de impunidad en algunos países de América Latina alcanzaron el 98% de los feminicidios denunciados. La relatora especial sobre violencia contra la mujer del ACNUDH estimó que el porcentaje de impunidad por violencia sexual y feminicidio en Honduras era del 95% (ONU Mujeres 2014b, cit. en Saccomano, 2017: 63).

Mientras la compañera Miriam continuaba compartiéndonos su palabra sobre la situación en Honduras, nuestros ojos se abrían, el aliento se contenía, nuestro corazón se estrujaba. Y algo similar pasó al evocar a lo largo de la semana, de muchas maneras y en muchos momentos, la herida sangrante y viva del asesinato de la lideresa lenca Berta Cáceres. No se trataba de “un hecho del pasado”, de “una dato”, de una “heroína” de la “historia de bronce”, sino de una demanda encarnada y compartida por justicia que se tejía con otras “intenciones” (pequeños papelitos o plegarias) que lanzamos al fuego para, por ejemplo, reclamar justicia para las 19 mujeres, 14 niñas, 4 niños, 8 hombres y 4 no nacidos masacrados en Acteal (Chiapas, México) el 22 de diciembre de 1997[8] en medio de una guerra contrainsurgente con la que el Estado mexicano buscaba acabar con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y con la población civil indígena que apoyaba las demandas políticas zapatistas.

Como podemos ver en la memoria visual del Encuentro (min. 3:19 a 3:59), las cartulinas que acompañaban el altar de fuego se llenaban de palabras con sentido profundo: “Berta Vive”. Era como si ella se multiplicara y volviera a vivir en cada una de las defensoras del territorio que estábamos ahí presentes. Para las lectoras de lejanas latitudes, tal vez no está de más recordarles la importancia de Berta y la lucha de las mujeres y del pueblo lenca.

A riesgo de ser repetitivas, nos parece necesario mencionarlo porque es, en parte, lo que hizo a este Primer Encuentro de nuestra Escuela diferente de simples talleres de técnicas audiovisuales, diferente de escuelas universitarias convencionales; por el contrario, estábamos más cercanas a los modos, tiempos y caminares de la Escuelita Zapatista, de los feminismos comunitarios territoriales, de las Unitierras y de las Universidades Indígenas echadas a andar en territorios indígenas en pie de lucha. ¿Por qué? Porque estábamos haciendo un (des)aprendizaje colectivo en territorios de resistencia anticapitalista y antipatriarcal en donde la memoria contra el olvido es fundamental para conocer/saber/existir/luchar/vivir, todo junto a la vez.

De nuevo venían a nuestra memoria los encuentros convocados y organizados por los y las zapatistas mientras que tejíamos –de muchas maneras– la memoria viva de lxs zapatistas, a la de Berta y a las muchas Bertas anónimas, así como a las luchas que traíamos cada una de las participantes. Recordemos:

Berta Cáceres fue una de las personas fundadoras del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) en 1993, además pionera de una nueva generación de mujeres activistas lideresas en América Latina. “Feminista, ecologista y antiimperialista, organizadora carismática y opositora firme de los megaproyectos que robaron y envenenaron la tierra de los pueblos indígenas, Berta fue el epítome de todo lo que los secuaces del capitalismo detestaron y temieron” (Carlsen, 2017: s/n).

En 2006, el COPINH, lidereado por Berta, decide apoyar la lucha de la comunidad lenca de Río Blanco en contra de la empresa hondureña Desarrollos Energéticos S.A. (DESA), cuando ésta dio inicio al proyecto hidroeléctrico Agua Zarca que se pretendía construir en el río Gualcarque con el respaldo de Sinohydro, una compañía estatal china que es la constructora más grande de represas en el planeta.

Ese río es de importancia vital y espiritual para las comunidades lencas y sus actividades agrícolas. Como dijo Berta a la BBC, “el río deja[rá] de ser de las comunidades y pasa[rá] a manos privadas. [Con ello] no sólo se privatiza[rá éste] sino varios kilómetros a la redonda” (cit. en Martins, 2016: s/n).

Por lo tanto, las comunidades lencas expresaron el rechazo a la construcción de dicha represa en más de 150 asambleas. En 2010, ante la falta de una respuesta gubernamental, Berta llevó la protesta a la capital, Tegucigalpa, para exigirle al Congreso el rechazo al proyecto hidroeléctrico.

En 2013, el pueblo lenca tomó las carreteras para impedir la entrada de maquinaria a su territorio. En seguida, recibió amenazas y hostigamiento por parte del ejército, la policía, los guardias privados y los sicarios. Según Global Witness, tres líderes lencas fueron asesinados durante la campaña de Agua Zarca hasta que, a finales de 2013, Sinohydro dio por terminado su contrato con DESA, señalando públicamente como motivo la continua resistencia comunitaria (ibíd.).

En 2016, según Amnistía Internacional “Honduras ha sido clasificado por Global Witness como el país con el mayor número de asesinatos de defensores de la tierra, el territorio y el medio ambiente per cápita en todo el mundo, con 12 ocurridos tan sólo en 2014” (Amnistía Internacional, 2016: 5).

Amnistía Internacional mismo “pudo determinar que el Estado de Honduras ha fallado en implementar medidas de protección efectivas para personas defensoras”. La Ley de Protección para las y los Defensores de Derechos Humanos, Periodistas, Comunicadores Sociales y Operadores de Justicia fue aprobada en 2016 (ibíd.: 6). Sin embargo, en el mismo año Berta Cáceres fue asesinada en su casa, cuando llevaba ya más de veinte años en la lucha medioambiental en Honduras, en contra de la tala ilegal y los megaproyectos, y a favor de los pueblos originarios y sus derechos territoriales.

La CIDH había dictado medidas cautelares en su favor desde 2009, pero las autoridades no habían actuado de forma efectiva para protegerla (Amnistía Internacional, 2017: 225). Según OFRANEH, todo parece indicar que su asesinato fue un “operativo militar, llevado a cabo bajo las órdenes de la élite de poder económica y política, beneficiarios de la piñata de las cuencas hidrográficas realizada durante el mandato del Sr. Pepe Lobo [ex presidente de Honduras  de 2010 a 2014], acompañado de Juan Hernández quien se desempeñaba como presidente del Congreso Nacional” (OFRANEH, 2018: s/n).

Como afirma OFRANEH, en Honduras, el agudizamiento de las intervenciones desarrollistas en los territorios de los pueblos indígenas desde 2009 está vinculado con un desaforado incremento de la violencia. “Vastas zonas del país pasaron a manos de los carteles de la droga, los que no vacilaron en utilizar los proyectos de ‘energía limpia’ para el lavado de activos” (Ídem).

OFRANEH hace mucho hincapié en la legítima defensa del derecho a la consulta previa que fue una demanda básica de la lucha de Berta Cáceres y lo sigue siendo para COPINH y OFRANEH, ya que Honduras ratificó el Convenio Número 169 de la OIT en 1995.[9]


Foto : Korey Aquino

Vallecito ¿un paraíso anticapitalista en construcción colectiva?

Arrancar la memoria audiovisual de nuestro Encuentro con el amanecer fuera de los dormitorios escuchando a la Madre Naturaleza, pudiera parecer una imagen usada en documentales de pueblos lejanos y exotizados. Para nosotras no lo era, por el contrario, se buscaba trasmitir a la audiencia el gozo que puede una sentir cuando el silencio del amanecer sólo se ve perturbado por grillos, pájaros, el rugir lejano del mar y el silbido del viento. Claro, no todo era sencillo: no había luz eléctrica mas que con un generador que funcionaba por horas, el pasto crecía minuto a minuto a pesar de que la cegadora no paraba, los tábanos nos asolaban todo el día y al abrir el sol la culebra coralillo se hizo presente en una de las esquinas de la Casa de Reuniones. No llegamos a preguntar a nuestras anfitrionas ¿qué significado tendría ese suceso en su cultura o espiritualidad? Sabemos de historias orales garífunas que se escuchan en el lado oriente de la Costa Caribe en el poblado llamado Masca, donde la sielpa se asemeja –según los estudiosos de las religiones– a “los genios-serpiente [quienes] no siempre se alojan en los océanos y en los mares, sino también en los lagos, los estanques, los pozos, los manantiales…Una serpiente se encuentra siempre en la vecindad de las aguas o las controla” (Eliade, cit. en Gallardo, 2007: s/n).

Vallecito era el nombre del paradisíaco lugar. Las personas y familias miembros de OFRANEH que viven en este asentamiento han construido junto con sus dirigentxs los salones para clases, las letrinas, la Casa de los Ancestros, la cocina colectiva, las casitas que fungen como oficinas de la organización, sus casas y la casa de las y los dirigentes quienes entran y salen trabajando por toda la región garífuna y de organizaciones hermanas (lencas, pech, chortí).

Estando en Vallecito y con OFRANEH, nos sentimos como cuando estamos en territorio zapatista con el EZLN. En ambos territorios se libra una lucha frontal y cotidiana por la vida en su totalidad. No queremos decir “en su integralidad” porque hasta el pan Bimbo ahora es “integral”. Decíamos una guerra en su totaltotalidad para enfrentar las cabezas de lo que los zapatistas llaman la “Hidra Capitalista” (EZLN, 2015), de lo que las mujeres zapatistas llaman hoy con todas sus letras: el “sistema capitalista machista y patriarcal”.[10]

Vallecito es un asentamiento de 1,200 hectáreas ganado al narcotráfico y a la palma africana, es el lugar que los ancestros escogieron para crear la vida nueva, la vida más allá del capital y de la tecnología. Es el lugar para reconectarnos con nosotras mismas y con lxs otrxs. Es un recinto espiritual y un experimento social donde se come y cocina en común y en donde se recibe a personas de la organización o de organizaciones hermanas que necesitan sanación, solidaridad o ayuda de cualquier tipo. Solidaridad, fraternidad y autonomía se respiran por todas partes.


Foto: Yamili Chan Dzul

Al tercer día, un camino nos condujo directo hasta el río que cruzamos para llegar al mar. El mar vasto, cristalino, azul y lleno de riquezas. Riquezas defendidas por OFRANEH y a diario por los habitantes de Vallecito y de las otras 47 comunidades garífunas que se extienden a lo largo de la costa Caribe. Lxs garífunas tienen que poner el cuerpo cada día frente a la expansión de empresarios del turismo coludidos con políticos corruptos que buscan, por todos los medios, apropiarse no sólo de las tierras, sino también de los cuerpos, de la playa y del mar.[11]

El poblado de Vallecito estaba lleno de palmas de coco originarias resembradas en las tierras en las que antes había palma africana. El dirigente y comunicador garífuna César Geovany Bernárdez[12] explicó a uno de los equipos de mujeres de nuestra Escuela, que se trataba de una apuesta mayor de OFRANEH: recuperar el coco, dado que históricamente ha sido parte central del alimento del pueblo garífuna y así lograr la autonomía. La autonomía política entretejida con una profunda espiritualidad ancestral –como ellxs le llaman.

En nuestro Encuentro la espiritualidad garífuna se tejió con la maya-xinca traída por las compañeras Lorena Cabnal[13] y Alex Velázquez de la Red de Sanadoras de Guatemala quienes nos mostraron cómo nosotras mismas podíamos empezar a retejer la Red de la Vida, no como un acto frío-racional, sino como un fluido energetizante sentipensante de sanación colectiva que parte de trabajar, como mujeres, como hombres, como otrxs, la sanación de nuestro territorio-cuerpo, nuestro territorio-tierra (Cabnal 2010, memoria visual min. 4:40 a 6:20).


Foto: Fotograma Memoria Visual Escuela de Formación Mesoamericana

Frente al padre fuego y conectadas con la Madre Tierra y el vasto Mar, durante dos días y medio, las compañeras Lorena y Alex nos enseñaron a conectar con nuestras heridas y dolores causados por el (hetero)patriarcado, el machismo, el capitalismo y tantos ismos que nos dañan, enferman y hasta matan (literalmente o en vida). Sentipensamos el cómo nosotras y nuestras ancestras, mujeres también racializadas, hemos vivido el racismo, el colonialismo, el sexismo, la homofobia, los despojos, las violencias. Y al dejar aflorar todo ese caudal de emociones empezamos a caminar, paso a pasito, poco a poquito, la sanación como camino cósmico-político para armonizarnos con lo que ellas llaman “la Red de la Vida”.

Cerramos esos trabajos con ellas con un baño de mar en donde las aguas cristalinas del Caribe nos acariciaron al tiempo que nos recordaban a qué sabe el camino de la felicidad colectiva. Nos hacían ver que es posible crear una “Escuela” donde no exista disciplinamiento de los cuerpos y las mentes, dicotomía saber/ignorancia, jerarquías violentas…

De las y los co-convocantes

Lo que levantó la Escuela de Formación Mesoamericana para Mujeres Indígenas, Negras y Campesinas… fue, sin duda, el trabajo organizativo personal-colectivo de tiempo repleto.[14] Fue, sin duda, la alineación cósmica de tres coordinaciones: la general de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI), la del Proyecto Videoastas Indígenas de la Frontera Sur (PVIFS) y la de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH).

La sintonía cósmica –avivada y nutrida por la Red de Sanadoras de Guatemala– la sentimos y la vivimos todas las que participamos. Claro, siempre con sus honrosas excepciones. Se olía, se veía en nuestras caras, en nuestros cuerpos, en nuestras interacciones. Así lo expresaron a media semana, en unas hojitas, las mujeres participantes a quienes invitamos a escribir brevemente sobre “lo que me gusta”, “lo que no me gusta” y “lo que sugiero mejorar”. Compartimos brevemente dos de las respuestas al primer punto:

Me siento tan, pero tan alegre de estar acá aprendiendo nuevas experiencias, haciendo nuevas amistades en la convivencia. No tengo palabras para expresar toda la alegría que tengo en mi corazón (anónima, Vallecito, Honduras, 31 de agosto de 2018).

Siento personalmente que estoy metiendo el cuerpo para integrar-integrarme en el grupo y con todas las personas y así romper con esquemas de relaciones únicas, pero sobre todo creando relaciones sanas y saludables entre mujeres (anónima, Vallecito, Honduras, 31 de agosto de 2018).

Cada una de las instancias convergentes tenía una razón particular para tejerse con lxs otrxs. Visto a la distancia podríamos decir que compartíamos una causa no verbalizada pero implícitamente asumida: la defensa de la vida ante los proyectos de muerte en curso. Cada instancia convocante sumó su historia, su experiencia y su red de relaciones personales, sociales y políticas.

La coordinación general de la CLACPI[15] buscaba extender a Centroamérica el trabajo que viene haciendo desde su fundación en 1985. La CLACPI nace en México y tiene un largo trabajo en este país y en Sudamérica, siendo Centroamérica la región menos integrada a los trabajos de cine y comunicación de los pueblos originarios que CLACPI coordina. Sin embargo, Centroamérica tiene –desde hace varias décadas– organizaciones de base, colectivos, comunidades, grupos, movimientos y redes que se avocan a la comunicación propia y comunitaria, siendo ellas en su mayoría instancias indígenas, negras, campesinas, rurales, feministas y populares. Se trata de una región fuertemente afectada por el extractivismo del capital trasnacional, de las élites (gobernantes) oligárquicas y despóticas (pensamos en la situación actual de Nicaragua) cuya sociedad civil está desplazada, empobrecida, fragmentada, criminalizada y judicializada.

El Proyecto Videoastas Indígenas de la Frontera Sur (PVIFS)[16] fue fundado en el año 2000 como un proyecto universitario, pero debido al contexto de guerra en Chiapas, México y América Latina, se ha ido convirtiendo en un espacio de trabajo parte de las redes altermundistas donde se encuentran mujeres, jóvenxs y otrxs miembros de comunidades indígenas, negras, campesinas con estudiantes universitarixs, trabajadorxs de las ciencias sociales y feministas otras. El PVIFS desde 2015 se encuentra realizando trabajo en territorio con mujeres y otrxs de las resistencias del Sur de México, Centroamérica y Colombia para contribuir a fortalecer su autovideorrepresentación como parte de la construcción de sus autonomías.

La Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH)[17] es una organización de base. Como lo señalan en su página, “surgió en el año de 1978, como federación del pueblo garífuna de Honduras, compenetrándose en la defensa de sus derechos culturales y territoriales, con el propósito de lograr la sobrevivencia como cultura diferenciada.”[18]

El pueblo garífuna es un pueblo híbrido, indígena y africano. Es un pueblo con una piel negra, pero somos un pueblo culturalmente indígena. Somos una mezcla indio caribe arahuaco y negro africano que se dio hace mas de 200 años en la isla de San Vicente, frente a la costa de Venezuela. Somos un pueblo único en América Latina con un idioma propio, cultura propia… (Miranda 2015: s/n).

Sobre la historia del pueblo garífuna los estudiosos anotan:

Junto con los negros creoles o ingleses, los negros garífunas son uno de los dos pueblos de origen africano que existen en Honduras. Los garífunas también viven en Belice, Guatemala y Nicaragua. En Honduras habitan a lo largo de la costa atlántica del país y, según la Organización de Desarrollo Étnico Comunitario (ODECO), se distribuyen en 48 comunidades. También se han establecido en ciudades del interior como Tegucigalpa, San Pedro Sula y El Progreso y, durante el último cuarto de siglo, una porción significativa de la población garífuna ha emigrado a los Estados Unidos, especialmente a Nueva York, Miami, Los Ángeles, Houston y Nueva Orleáns.

El origen de los garífunas –quienes se nombran a sí mismos con el plural garínagu– se puede rastrear a partir de 1635 en San Vicente, una de las Antillas Menores, donde los esclavos africanos sobrevivientes de un naufragio se mezclaron con los indígenas caribes que habitaban la isla. Salvador Suazo, en su libro De Saint Vincent a Roatán. Un resumen etnohistórico garífuna, explica que el verdadero nombre de los indígenas caribes era “callínago”, que proviene de la palabra “callína” o “karína”. De allí se deriva “galibana”, que luego evolucionó a “calípona” y después a “garífuna”. Según Francesca Gargallo, citada por el investigador hondureño Jorge Alberto Amaya en su estudio Las imágenes de los negros garífunas en la literatura hondureña, “el término “garínagu” no sólo se refiere al colectivo étnico o a la lengua, sino también al sentido mismo de “nacionalidad garífuna”.

La historia señala que en el periodo que va desde 1635 hasta finales del siglo XVIII, los garífunas se establecieron en San Vicente, donde tuvieron tratos comerciales con franceses e ingleses, manteniendo un equilibrio que fue roto por el afán expansionista de estos últimos, y que finalmente desembocó en la guerra. En ese contexto surge la figura del héroe por excelencia de los garífunas, Joseph Satuyé, quien los guía durante la guerra hasta 1797, cuando fueron derrotados. Luego fueron deportados a la isla de Roatán, adonde llegaron unas 2.500 personas, entre hombres, mujeres y niños, el 12 de abril de ese mismo año. Después se trasladaron a Trujillo, desde donde se extendieron por la costa atlántica hondureña, y más tarde a Guatemala, Belice y Nicaragua.

Datos estadísticos señalan que en Honduras viven unos 250,000 garífunas, casi el 4% del total de población nacional, quienes fueron declarados por la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (UNESCO) “Patrimonio Mundial de la Humanidad” en el año 2001, en reconocimiento a la pujanza y vitalidad de su cultura (Gallardo 2017: s/n).

Respecto a esto último Miriam Miranda cuando se le otorgó, junto con Berta Cáceres, el Premio Óscar Romero de la Capilla Rothko señaló:

Patrimonio Mundial de la Humanidad ¿qué significa? Cuando uno habla de eso en Honduras la gente dice “¿que será eso?” “¿será una marca de tortilla o qué?” La UNESCO ha venido dando esa categoría a muchos pueblos que tienen una cultura diferente, pero en verdad deberían de existir políticas de Estado que permitan fortalecer esa identidad y esa cultura. En cambio, nosotros vivimos en un país que cada día destruye más la identidad de nuestros pueblos. Existe realmente una política de Estado para exterminar a los pueblos, para exterminar la diferencia, para exterminar las culturas diferentes, pero sobre todo para exterminar la colectividad, la comunalidad (Miranda, 2015: s/n).

Nuestrxs anfitrionxs nos explicaron que frente a esa cruda realidad, OFRANEH trabaja para la recuperación y defensa de la cultura-tierra-territorio-espiritualidad garífuna, de la mano de la búsqueda de autonomía alimentaria y de la creación de una universidad propia en ese territorio que visitamos. 

Del sentido profundo y del contexto

 El tiempo nos dejará ver los efectos de lo que arrancamos, por ahora basten algunos fragmentos de información que nos pueden ayudar a pensar el contexto hondureño donde aún está viva la memoria colectiva del golpe de Estado de 2009, las denuncias de fraude y la movilización post elecciones de 2017.

Fragmento 1

De acuerdo con la información recibida por la CIDH […], el crimen organizado –en el que se hallarían implicados funcionarios públicos y agentes de las fuerzas de seguridad del Estado– es percibido como la mayor amenaza a la vida e integridad física de aquellos comunicadores en Honduras que cubren noticias locales sobre corrupción, reivindicaciones territoriales, narcotráfico, delincuencia organizada y seguridad pública. […] Persiste en el país un alto riesgo a la vida e integridad de comunicadores que ejercen un periodismo de denuncia y son críticos de los gobiernos que siguieron con posterioridad al golpe de Estado de 2009. Esta violencia afectaría de manera especial a comunicadores que trabajan en departamentos al interior del país y en zonas rurales (CIDH, 2015: 79-80).

Fragmento 2

El 24 agosto del 2009 –durante el gobierno de facto posterior al golpe de Estado– se aprueba la Ley General de Aguas que otorga concesiones sobre los recursos hídricos. Además, se aprueba el Decreto 233 que deroga todos los anteriores decretos que prohibían proyectos hidroeléctricos en áreas protegidas. El pueblo lenca es uno de los mas afectados por los cambios legislativos, ante la construcción de 17 represas en su territorio (Navas y Del Bene, 2018). En 2015, la Fundación Ambiental Goldman le otorgó su prestigioso premio a Berta Cáceres, la conocida activista y ecologista del pueblo lenca hondureño. En su página, la Fundación señala que, a partir del golpe de estado de 2009, Honduras vio un aumento explosivo tanto de megaproyectos de mucho potencial destructivo para el medio ambiente como del desplazamiento de comunidades indígenas. Casi 30% del país se destinó a concesiones mineras y eso generó una demanda de energía barata para impulsar futuras operaciones mineras. Para satisfacer esta necesidad, el gobierno aprueba cientos de proyectos de represas en todo el país, privatizando y despojando ríos y territorios de sus pueblos originarios y desarraigando a sus comunidades (www.goldmanprize.org/recipient/berta-caceres/).

Fragmento 3

En Honduras prevalece una situación de violencia en contra de defensores de derechos humanos y comunicadores. El Comité por la Libre Expresión (2014) condenó los asesinatos de cinco periodistas y comunicadores comunitarios ocurridos en un lapso de sólo 4 meses, entre abril y julio de 2014. Entre 2002 y 2014, 111 activistas ambientales fueron asesinados en territorio hondureño, 80 de los cuales entre 2012 y 2014 se dieron en una sola región: Bajo Aguán (Global Witness, cit. en Martins, 2016).

La Consulta Libre, Informada y Previa (CLIP) no ha sido incorporada en las leyes nacionales. Uno de los resultados más emblemáticos de esta falla se evidencia con la Ley de Propiedad, aprobada en 2004 sin haber sido consultada de forma apropiada con los pueblos indígenas y negros.

El Capítulo III de esta Ley permite la disolución de los títulos comunitarios emitidos por el Estado de Honduras y ha sido utilizado para fracturar los territorios comunitarios (Díaz, 2016: s/n). “Bajo el lema de energía renovable y mitigación del cambio climático, ahora está en planificación y construcción una gran cantidad de represas hidroeléctricas y parques eólicos en territorios indígenas, sin el respeto al derecho de la CLIP y demás derechos reconocidos a nivel nacional e internacionalmente” (COPINH, cit. en OFRANEH, 2018: s/n).

¿Qué logramos?

Las guerras que vivimos tienen en la mira los cuerpos de las mujeres, lxs otrxs, lxs jóvenxs y lxs niñxs. Tienen también en la mira la tierra y el territorio de los pueblos originarios, indígenas, campesinos. Ante ello, no fue casual que, en territorio recuperado, en territorio en resistencia, pusiéramos al centro a las mujeres y a lxs otrxs acuerpadas por los hombres. Partiendo desde ese ombligo, trenzamos cuatro hilos: el espiritual, el autonómico político, la autonomía alimentaria y la comunicación comunitaria (memoria audiovisual min. 4:03 a 15:05).

Para nosotrxs en el PVIFS, este tejido es una apuesta resultado de muchos años de caminar al faro zapatista, de caminar tratando de escuchar a los pueblos originarios, a las otras feministas. Es el resultado de décadas de inspirarse en la forma en que el zapatismo sostiene su lucha en sus territorios autónomos rebeldes, donde ellxs mismxs producen su alimento, se organizan –más allá del Estado– para satisfacer sus necesidades propias de educación y salud, sin dejar fuera, por ejemplo, a las artes, la ciencia, el cine y lo que irónicamente llaman “los mass media zapatistas”, es decir, los Tercios Compas. Como el Subcomandante Moisés nos contó en el pasado Festival de Cine Puy ta Cuxlejaltic, los Tercios Compas nacieron en 2014 para prestar un servicio de mirar y escuchar preguntando. Ellos y ellas son parte de ese caminar “la idea de hacer ya nuestro cine según nuestra visión y nuestra historia, no la que alguien tiene de nosotros” (Subcomandante Galeano). Lxs zapatistas nos recordaron que todo lo que vemos en el Caracol de Oventik y en los poblados zapatistas “no es otra cosa que la lucha por la vida” (Subcomandante Galeano).[19]

A los pocos meses que salimos de Honduras, llegó a México la primera caravana centroamericana que iba rumbo a los Estados Unidos. Muchxs de ellxs eran hondureñxs que venían de la región en la que habíamos estado. Cuando les vimos llegar a la frontera y caminar por semanas en las carreteras mexicanas, valoramos doblemente la iniciativa de OFRANEH y de Vallecito. Qué difícil es para la humanidad, sea hondureña o de la nacionalidad que sea, construir en colectivo –con nuestras propias manos– alternativas anticapitalistas/antipatriarcales/antirracistas en los territorios controlados por las fuerzas del mal.

¿Qué logramos hasta ahora? Sería arrogante tratar de responder a nombre de todxs lxs participantes. A riesgo de equivocarnos, desde el PVIFS podríamos modestamente aventurarnos a decir que, al parecer, se sembró la semilla. Pero el reto que tenemos para cuidarla y hacerla florecer, es enorme. Sin duda, será un trabajo de todas aquellas mujeres, otrxs y hombres que creemos que vale la pena hacerlo para seguir en estos tiempos de muerte y obscuridad tejiendo la Red de la Vida –como dicen Lorena y Alex– floreciendo colectivamente nuestras vidas[20] –como decimos en el PVIFS–. Al parecer, la ofensiva global capitalista (hetero)patriarcal en curso nos obliga a tener muy claro dónde hay que poner el trabajo/tiempo/vida…

 

Referencias bibliográficas

Amnistía Internacional. 2016. “Defendemos la tierra con nuestra sangre”. Personas defensoras de la tierra, el territorio y el medio ambiente en Honduras y Guatemala. Londres: Amnesty International Ltd.

_______. 2017. Informe 2016/17. Amnistía Internacional. La situación de los derechos humanos en el mundo. Reino Unido: Amnesty International Ltd.

Cabnal, Lorena. 2010. “Acercamiento a la construcción del pensamiento epistémico de las mujeres indígenas feministas comunitarias de Abya Yala”, en Feminismos diversos: el feminismo comunitario. Madrid: ACSUR, pp. 10-25.

Carlsen, Laura. 2017. “Los movimientos liderados por mujeres de América Latina y los nuevos feminismos”. Desinformémonos, 8 de marzo. En línea: <https://desinformemonos.org/los-movimientos-liderados-mujeres-america-latina-los-nuevos-feminismos-2/>, consulta: 13 de noviembre de 2018.

Coleman Chávez, Daniel. 2019. “Cuerpos y existencias cotidianas trans* como ruptura, abertura e invitación”. En Xochitl Leyva y Rosalba Icaza (edits). Cuerpos racializados en resistencia y rebeldía en tiempos de muerte. Buenos Aires: CLACSO, Cooperativa Editorial RETOS, ISS-La Haya, pp. s/n.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). 2015. Situación de los derechos humanos en México. Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de Derechos Humanos (OEA/CIDH).

Comité por la Libre Expresión. 2014. “Ola de violencia contra periodistas y comunicadores comunitarios en Honduras”. Comité por la Libre Expresión, 28 de julio. En línea: <https://www.ifex.org/honduras/2014/07/28/ultimas_agresiones/es/>, consulta: 12 de septiembre de 2018.

Díaz, Ruy. 2016. “OIT exige a Honduras implementar consulta a los pueblos indígenas”. Criterio.hn, 11 de julio. En línea: <https://criterio.hn/2016/07/11/oit-exige-honduras-implementar-consulta-los-pueblos-indigenas/>, consulta: 30 de julio de 2018.

EZLN. 2015. El Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista I. Participación de la Comisión Sexta del EZLN. México: EZLN.

Gallardo, Mario 2007. “La persistencia de la memoria: tradición oral de los garífunas de la costa atlántica de Honduras”. Espéculo. Revista de Estudios Literarios, Facultad de Ciencia de la Información, Universidad Complutense de Madrid, marzo-junio, No. 35, Año XII. En línea: <http://www.ucm.es/info/especulo/numero35/garifun.html>, consulta: 10 de enero de 2019.

García, Ana Karen. 2018. “14 de los 25 países con más feminicidios se ubican en América Latina”. El Economista, 20 de noviembre. En línea: <https://www.eleconomista.com.mx/politica/14-de-los-25-paises-con-mas-feminicidios-se-ubican-en-America-Latina–20181120-0048.html>, consulta: 2 de febrero de 2019.

Köhler, Axel y Xochitl Leyva (eds.). En prensa. Video indígena en movimiento y resistencia. México: CLACSO, CESMECA-UNICACH, Cooperativa Editorial RETOS, Ediciones Maldonado.

Leyva Solano, Xochitl. 2018. “Llegó la hora del florecimiento de las mujeres, lxs diversxs y los pueblos. Caminando desde el abajo y a la izquierda”, en Inés Durán y Rocío Moreno (coords.). Voces del México de abajo. Reflexiones en torno a la propuesta del CIG. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, CIESAS, Cátedra Jorge Alonso, pp. 269-294. En línea: <http://www.catedraalonso-ciesas.udg.mx/sites/default/files/voces_del_mexico.pdf>.

Leyva Solano, Xochitl y Axel Köhler. 2017. “Pinceladas desde Chiapas sobre Estado, video indígena, insurgencias y contrainsurgencia”. En Santiago Bastos y María Teresa Sierra (coords.) Estado y pueblos indígenas en México. La disputa por la justicia y los derechos. México: Colección México, CIESAS, pp. 296-320.

Martins, Alejandra. 2016. “Matan a Berta Cáceres la activista que torció la mano al banco mundial y a China”. BBC Mundo, 3 de marzo. En línea: <http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/04/150423_honduras_berta_caceres_am>, consulta: 12 de septiembre de 2018.

Miranda, Miriam. 2015. Diálogos de Berta Cáceres y Miriam Miranda con el público a raíz del Premio Óscar Romero de la Capilla Rothko, otorgado a las dos en noviembre en los Estados Unidos de Norteamérica. Texto editado por Benjamín Fash para libro en formación.

Navas, Grettel y Daniela del Bene. 2018. “Proyecto Hidrológico Agua Zarca, Honduras”. Environmental Justice Atlas, 3 de marzo. En línea: <https://ejatlas.org/conflict/proyecto-hidroelectrico-agua-zarca-honduras>, consulta: 17 de octubre de 2018.

OFRANEH. 2018. “Berta Cáceres un crimen de estado relacionado con la consulta previa”. OFRANEH, 13 de marzo. En línea: <https://ofraneh.wordpress.com/2018/03/13/berta-caceres-un-crimen-de-estado-relacionado-con-la-consulta-previa/>, consulta: 17 de octubre de 2018.

ONU Mujeres. 2017. La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2016. México: SEGOB, INMUJERES, ONU Mujeres.

Saccomano, Celeste. 2017. “El feminicidio en América Latina ¿Déficit legal o vacío del Estado de derecho?” Revista CIDOB d’Afers Internacionals, No. 117, diciembre, pp. 51-78.

United Nations Office of Drugs and Crimes (UNODC). 2016. Global Report in Trafficking in Persons 2016. Nueva York: United Nations.


[1] Correo electrónico: videofront@yahoo.com.mx.

[2] En línea: <http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2018/03/10/palabras-de-las-mujeres-zapatistas-en-la-clausura-del-primer-encuentro-internacional/>.

[3] Descolonizar y despatriarcalizar todo es un proceso largo y complejo que atraviesa todas las esferas de la vida, incluido el lenguaje. Así que a riesgo de perturbar a las y los lectores usaremos, a lo largo del texto, formas lingüísticas incluyentes de la diversidad sexual. Usamos la “x” “en palabras en plural en lugar de ‘a’ u ‘o’ [como] una intervención impulsada en los últimos años en lenguas romances. La ‘x’ permite una pluralidad al tiempo que destruye la idea patriarcal de ‘hombre’ como sujeto universal y permite ir más allá del binomio hombre-mujer” (Coleman 2019: s/n).

[4] 40 mujeres de las resistencias y 5 formadoras para trabajar los hilos políticos, espiritual, corpoterritorial y audiovisual. Éstas últimas también parte de procesos de resistencias.

[5] Ver en línea: <https://www.youtube.com/watch?v=6CSiW1wrKiI>.

[6] Documento en archivo.

[7] Las cifras aluden a Norteamérica donde se incluye México.

[8] Mayor información en <http://acteal.blogspot.com/>.

[9] Esta sección indentada la retomamos de Köhler y Leyva (en prensa).

[10] El comunicado se puede leer en línea: <http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2017/12/29/convocatoria-al-primer-encuentro-internacional-politico-artistico-deportivo-y-cultural-de-mujeres-que-luchan/>.

[11] Ver las denuncias de OFRANEH en 2017, en línea: <https://wp.radioprogresohn.net/inversionistas-canadienses-se-apoderan-del-70-por-ciento-de-tierras-garifunas-en-santa-fe-colon/>.

[12] Memoria audiovisual (min. 9:39 a 10:08).

[13] Para conocer más de sus planteamientos se puede ver Lorena Cabnal (2010).

[14] El puntual apoyo económico otorgado por la solidaridad española fue utilizado sobre todo para cuestiones logísticas.

[15] En línea: <http://www.clacpi.org/>. Sobre la historia de CLACPI también se puede ver Leyva y Köhler (2017).

[16] En línea: <http://sureste.ciesas.edu.mx/proyectos/pvifs/pagina_principal.html>.

[17] En línea: <http://ofraneh.org/ofraneh/index.html>.

[18] La misma fuente que nota 17.

[19] El Festival de Cine Puy ta Cuxlejaltic se celebró en el Caracol de Oventik y en el CIDECI Las Casas, del 1 al 11 de noviembre de 2018, en línea: <https://radiozapatista.org/?p=28979>.

[20] Para más detalle sobre esa búsqueda colectiva se puede ver Leyva (2018).