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Por Luis Hernández Navarro – La Jornada

María de Jesús Patricio es indígena nahua. Nació en el municipio de Tuxpan (tierra de conejos), Jalisco, en 1963. Cumplirá el próximo diciembre 54 años de edad. Es madre de tres hijos. Es médica tradicional y herbolaria. Ha ganado distintos reconocimientos por su labor en defensa de los pueblos originarios. Ahora es también vocera del Concejo Indígena de Gobierno y candidata a la Presidencia de la República.

A María de Jesús sus amigos y compañeros la llaman de cariño Marichuy. Su compromiso con la lucha indígena local y nacional viene de muchos años atrás. Asistió como representante de su comunidad al Foro Nacional Indígena realizado en San Cristóbal en enero de 1996, a convocatoria zapatista. En octubre de 1996 formó parte del presídium de la asamblea fundacional del Congreso Nacional Indígena (CNI) y dio lectura a la declaración final del naciente organismo. En marzo de 2001, respondió brillantemente a las preguntas formuladas por los legisladores en la Cámara de Diputados, cuando el EZLN ocupó la tribuna para defender los acuerdos de San Andrés.

“Sabemos –dijo en aquella ocasión a los diputados– que el movimiento nacional indígena no nace en 1994. El movimiento nacional indígena tiene años, simplemente que hasta ahora, después de 1994, fue cuando se sacude México y muchos que ni sabían que existían los indígenas voltearon a ver.”

Muy pocas personas (hombres y mujeres) tienen el pulso de lo que sucede con la lucha de los pueblos originarios que ella posee. Su conocimiento de lo que acontece en las entrañas de las comunidades es profundo y reflexivo. Es de primera mano. Proviene, tanto de su compromiso con la reconstitución de su pueblo, como de su participación a lo largo de más de dos décadas en encuentros, foros, seminarios, comparticiones y congresos por todo México. Adicionalmente, ha elaborado un documentado diagnóstico de lo que acontece en el país.

Fue durante su participación en el Foro Nacional Indígena de San Cristóbal que descubrió que los habitantes de su comunidad no eran los únicos pobres y que otras comunidades originarias padecían los mismos problemas que la suya. De inmediato se adhirió a la causa indígena, en la que encontró su lugar y su misión de vida.

No fue exclusivamente una decisión individual, sino parte del sentir de todo un pueblo. Cuando el subcomandante Marcos visitó Tuxpan, en marzo de 2006, el representante de los ancianos del municipio, Félix Vázquez Ceballos, le dijo a los zapatistas: Desde 1994, año en que se levantaron contra el gobierno, las comunidades nahuas de Tuxpan hemos acompañado su paso, pues hemos entendido que su lucha es la lucha de todos los pueblos indígenas.

María de Jesús recuerda que, cuando nació, en Tuxpan sólo había luz y empedrado en el centro del municipio, y las casas eran de adobe y teja. Acarreaba el agua en botes colocados en extremos de un palo (Revista Tukari, https://goo.gl/0sd0Kq).

Los nahuas de Tuxpan, despojados de sus tierras, habían sido arrinconados, empobrecidos y oficialmente desaparecidos de los censos, ante el embate combinado de ganaderos, madereros, empresas mineras y programas gubernamentales. Y la enseñanza de su lengua desterrada de las aulas y los programas educativos.