Cherán: seis años de reconstrucción a través de sus usos y costumbres
Texto: Nancy Zamora
Fotografías: Kino Luiggi
El repique solemne de las campanas de la Capilla El Calvario aún toca los corazones de los comuneros de Cherán, Michoacán. La madrugada del viernes 15 de abril de 2011 fue una fecha inolvidable para sus habitantes, ya que ese día, ante un hartazgo por la pérdida del patrimonio natural de sus bosques —fueron devastadas 20 mil hectáreas a lo largo de tres años—, decidieron frenar a los madereros que talaban impunemente sus áreas boscosas.
«¡Basta, basta! ¡No más! ¡Hasta aquí!», gritaban las mujeres, quienes tuvieron un importante papel durante todo el movimiento. Con estas voces, que surgían desde el interior del municipio enclavado en la Meseta P’urhépecha, y que dilapidaban coraje, justicia y fuerza por la pérdida de la madre naturaleza, despertó el pueblo entero de Cherán.
Hace seis años que surgió este gesto de rebeldía para recuperar las raíces y la memoria histórica de este sitio originario, ubicado al suroeste de México, y en su mayoría, habitado por indígenas p’urhépechas. Actualmente, es referencia de un pueblo unido que lucha por su autonomía, por preservar sus usos y costumbres y por globalizar el movimiento de resistencia. Así lo comentó Miriam Jazmín Tapia Romero, estudiante de secundaria, durante el acto cívico del sexto aniversario de la lucha «por la defensa de nuestros bosques en Cherán»:
En mi memoria quedó clavada esa fecha y en mi corazón la he guardado. Hagamos conciencia y no permitamos entrar a personas extrañas. Unifiquemos criterios progresistas y no olvidemos nunca a los caídos que lucharon por nosotros. Un pueblo sin conciencia es un pueblo sin educación, sin cultura y sin progreso.
Mujeres, al frente del levantamiento
Fue aquella madrugada del 15 de abril, cuando Delfina Velázquez Romero, campesina, escuchó las campanas de la iglesia, mientras se dirigía a ordeñar su ganado. A las cinco de la mañana estallaron cohetes en el cielo, para alertar a la comunidad del peligro. El levantamiento de Cherán para defender la madera de sus bosques, había comenzado. Platica Velázquez Romero:
Fui una de las primeras en estar en el levantamiento y en empezar a parar los carros que transportaban la madera. También vi cuando se empezaron a quemar los primeros carros para bloquear el camino. Estaba sola con mi sobrina en El Calvario. ¡Estábamos aterrorizadas! Nos daba miedo que los talamontes vinieran por nosotras.
Doña Delfina recuerda que esos camiones eran los mismos que transportaban la madera que talaron en el bosque de San Miguel, en agosto de 2010.
Mi esposo y yo, que somos campesinos, llorábamos al ver cómo destrozaban nuestros bosques y nadie hacía nada. Bajaban como cincuenta camiones al día. Ese susto lo volvimos a vivir en 2011, cuando comenzaron a talar árboles cerca de un ojo de agua en el cerro de La Cofradía, eran los mismos talamontes, pero ahora ya estábamos organizados para pararlos y no dejarlos pasar.
Cuenta Doña Delfina que, cansadas de haber visto por años pasar frente a sus casas camiones de carga con troncos recién cortados, un grupo de mujeres se acercó al bosque para tratar de dialogar con los hombres encapuchados y armados, pero solo recibieron amenazas. Fue entonces que decidieron bloquear el acceso de la carretera hacia el pueblo, así como detener a los camiones y talamontes que por ahí intentaban pasar.
No quisimos poner a nuestros hombres por delante porque teníamos miedo de que se los llevaran, en ese entonces estaban levantando a niños, jovencitos y señores, nada más faltábamos las mujeres. Sí nos amenazaron, nos decían que después de que acabaran con el ganado y los árboles, seguíamos nosotras. Nos daba un temor tremendo, pero el valor nos ayudó para enfrentarlos y detenerlos.
«Si tocan a uno, tocan a todos»
La lucha por la defensa de los bienes comunes naturales fue un movimiento que marcó un hito para la comunidad de Cherán. «Meses antes de 2011, sufríamos la impotencia de no poder hacer algo para detener la catástrofe que padecían nuestros bosques y los secuestros de nuestra gente. Literalmente, estábamos sometidos a los criminales del bosque», comenta Leonel Urbina Romero, docente del Colegio de Bachilleres.
Esa mañana del 15 de abril, Leonel se trasladó a la Capilla El Calvario, donde observó cómo los abuelos y mujeres retenían a los talamontes, desquitando la impotencia de años atrás. «La gente gritaba: “¡Hoy empezó la lucha! ¡Y si los malos tocan a uno, tocan a todos!”».
Entre vecinos juntábamos botellas y gasolina, como un medio de defensa, para lanzárselas a las camionetas por si volvían a entrar, cuenta Felipe de Jesús Servín Guerrero, director del Colegio de Bachilleres:
Ahora lo platicamos y nos causa gracia que teniendo embudo las botellas no podíamos introducir la gasolina al interior porque nos temblaban las manos. Fueron días muy tensos, de desvelo, pero nos dio la oportunidad de pensar y reflexionar qué teníamos que hacer y qué habíamos dejado de hacer como comuneros.
Los árboles mueren de pie
Horticultores, ganaderos, agrónomos y diferentes trabajadores del campo fueron amenazados por los talamontes. «Me decían que me fuera, que el bosque era de ellos. Nunca los conocimos porque andaban cubiertos y armados. El entonces Presidente Municipal de Cherán, el priista Roberto Bautista Chapina —a quien se acusa de beneficiar a sus familiares y amigos con recursos públicos, así como de estar involucrado en otros actos de corrupción— estaba de acuerdo con ellos, por esta razón se levantó el pueblo», comenta J. Jesús Romero Guardián, resinero.
En ese entonces, Jesús tenía el cargo de presidente de la Asociación Ganadera de Cherán. «Tratábamos de detener a los madereros, pero al día siguiente les volvían a entregar las motosierras y seguían con lo mismo. Fue hasta que nos enfadó la situación y los echamos fuera porque el bosque es de nosotros».
Por su parte, Doña Delfina asegura que una de sus principales preocupaciones sobre la tala de árboles, era que la comunidad se quedara sin agua, pero también les preocupaba el ganado. «Si talaban los pinos junto al ojo de agua, si nos rebanaban todo y se secaba el arroyo, ¿qué íbamos a tomar?, ¿de dónde iban a beber nuestros animales?».
Gobierno elegido por usos y costumbres
Aquellos días de barricadas para protegerse de la delincuencia organizada que saqueaba sus cerros —principalmente el de San Miguel— sirvieron para detener a los talamontes, pero no sólo eso, también para expulsar a la policía y a los políticos de ese lugar. Además, afianzaron su organización interna hasta que lograron el reconocimiento de su derecho a regirse por usos y costumbres. Asegura Urbina Romero:
No fue un capricho de nuestra comunidad cerrar el paso a las divisiones políticas, más bien fue por la situación de inseguridad y una tala criminal de los bosques. Miles de hectáreas de árboles devastadas sin que ninguna autoridad en ese momento hiciera nada, por el contrario, había fuertes evidencias de complicidades con el crimen organizado, fue entonces que se integró el primer Concejo Mayor del gobierno comunal.
La lucha no ha sido fácil pero se han conseguido importantes victorias. La nueva forma de organización echó mano de su propia cosmovisión como pueblo originario sostenido en principios de identidad y cultura propias. Pronto surgió la necesidad de conformar Consejos comunitarios electos desde el pueblo y para el pueblo, no más corrompidos por la presencia de los partidos políticos, cuya hambre de poder se aleja de cualquier aspiración de común unidad.
Organización comunal con identidad
A partir del levantamiento, la comunidad de Cherán ha buscado replantear sus condiciones de vida y encontrar alternativas a los flagelos actuales que provocan los malos gobiernos y la influencia de una cultura occidental en decadencia; tal como la corrupción, el tráfico de influencias, la malversación de los recursos públicos y el autoritarismo. Indica Servín Guerrero:
Son algunas de las condiciones que nos llevaron a tomar acciones. Cada uno, desde nuestros espacios, logramos construir un gobierno comunal basado en elementos de identidad, como pueblo p’urhépecha que somos, y mediante éste, dar un ejemplo para todo el mundo. Aprendimos que la comunidad es fundamental para atender los problemas que se presentan en el contexto actual.
Nos encontramos en un proceso donde la presencia de los partidos no abona al bienestar de los pueblos, dice Urbina Romero, recordando lo acontecido en el poblado indígena de Arantepacua, municipio de Nahuatzen, donde recientemente fueron detenidos injustamente ocho indígenas por delitos de homicidio calificado, además de ser agredidos psicológica y físicamente. «Nos trae el recuerdo de lo que nosotros vivimos. La lucha de Cherán, como la de otros pueblos en México, deberá defender siempre su autonomía y sus principios. Debemos escuchar a los abuelos, son el conocimiento y la sabiduría que nos hará fuertes para seguir el camino», asegura.
Agrietar el capitalismo, globalizar la resistencia
Comenta el profesor J. Guadalupe Tehandon Chapina:
Lo que vive Cherán es una reconfiguración de usos y costumbres. No estamos creando nada nuevo. A partir de 2011 se empezó a rescatar la manera como se gobernaba antes, como se trabajaba, se educaba y se relacionaba la gente, inclusive, la policía comunitaria existía desde hace cientos de años, ahora se vuelve a rescatar.
Conocido como don Guala, Chapina fue uno de los doce K´eris que conformaron el Concejo Mayor del año 2012 a 2015. Menciona que algo positivo que ha recibido la comunidad desde su levantamiento, es que la gente es más unida y no permite que se metan los partidos políticos. Además, esta lucha les ha dejado la conciencia para entender que las comunidades vecinas no son sus enemigas y que el responsable directo, además del gobierno, son las empresas trasnacionales y las grandes instituciones que manipulan a los pueblos indígenas para sacar provecho de sus recursos. Comenta don Guala:
Nosotros queremos agrietar esa parte del capitalismo, lo que nosotros buscamos es globalizar la resistencia. No vamos a ser agresivos, pero sí defenderemos lo que nos pertenece. Resistiremos, no peleando, sino rescatando los usos y costumbres, tratándonos mejor entre vecinos y cuidándonos entre nosotros mismos.
El fuego que abraza a Cherán
Las fogatas son un punto de encuentro para los comuneros de Cherán. Rodeados por el fuego, los vecinos renuevan el diálogo mediante una convivencia horizontal entre hombres y mujeres. Se realizan en las esquinas para tomar decisiones importantes. Es el momento en el que la gente se conoce, se escucha y aprende a hacer comunidad porque el fuego les da esperanza. Dice don Guala:
En las fogatas intercambiamos la palabra, cuando se intercambia la palabra se siente uno más seguro, pensamos que no estamos solos y que todos nos cuidamos, por eso, tanto las fogatas, como la asamblea de los barrios, son una parte esencial en nuestra comunidad.
Por su parte, doña Delfina asegura que, gracias a las fogatas, los comuneros se han unido más. Y comenta:
Había rencor entre muchos de nosotros, pero las fogatas nos han unido. Ahora hay confidencia y nos empezamos a ver como hermanos. Queríamos que alguien nos cobijara y nos abrazara, fue el fuego de la fogata el que nos abrazó.
Ronda, por la seguridad comunitaria
Al ganar el derecho a gobernarse por usos y costumbres, Cherán logró también que se reconociera a la Ronda o policía comunitaria y al grupo de guardabosques como únicas instituciones encargadas de la seguridad del pueblo y del territorio. El ejército y otras fuerzas armadas ajenas a la comunidad no son bien vistas y mantenerlas ajenas al proceso ha sido uno de los mayores desafíos para la comunidad. Además, la ronda tradicional sigue practicándose de manera voluntaria por otros habitantes.
Aunque la Ronda ha estado compuesta principalmente por hombres de la comunidad, actualmente incentiva la participación de las mujeres en sus labores. Josefina Gabriel Campano, es una de las siete mujeres que participan en ella.
«Buscamos que haya tranquilidad, que disminuyan los robos y delitos, y que el crimen organizado no dañe más al pueblo. Principalmente nos interesa cuidar el patrimonio y el futuro de nuestros hijos», comenta Gabriel Campano.
Antes de incorporarse a la Ronda, Josefina era comerciante, vendía verduras en un tianguis. Hace tres meses que decidió dejar su trabajo para formar parte de la policía comunitaria, una labor que le interesaba pero que, al igual que otras mujeres, pensaba: ‘¿qué van a decir de mí?’ Josefina comenta que lo que le da valor para seguir en la Ronda es saber que sus hijos puedan caminar tranquilos por las calles de Cherán.
Un día me armé de valor y decidí entrar, cuando vi que los jóvenes se metían en la delincuencia a muy temprana edad, además se volvían alcohólicos o drogadictos. Mi idea era conocer bien todo lo que sucedía en el pueblo porque mis hijos, nacidos en Estados Unidos, vendrían a vivir a México.
Formación educativa comunera
Vivir en Cherán, asegura José Merced —distribuidor de libros y bibliotecario— significa sentir amor hacia la comunidad y devolverlo con servicio. «Desde hace 12 años tengo una biblioteca que he abierto a esta comunidad, aunque también la visitan gente de otros lados», señala.
Más que cambios, comenta Merced, en Cherán ha habido avances:
Hace falta trabajar en la parte formativa. Ya logramos nuestro sistema de gobierno basado en la elección de personas en una asamblea, nuestra seguridad propia con la Ronda Comunitaria, ahora falta la parte formativa y la educación básica, es decir, crear una escuela de formación comunera a partir de la comunidad, no del sistema institucional de la educación, ni de los profesores tradicionales.
Por su parte, Elías Silva, profesor de primaria en Cherán, desarrolla un programa para promover el uso de la lengua p’urhépecha a partir de los colores. «Cuando inicié con estos talleres me di cuenta que desde niños establecemos una manera de aprendizaje con los colores», asegura Silva. Las clases son impartidas a niños, quienes según Elías, son los más asertivos, empáticos e interesados.
El germen de la cultura y de la educación están en la comunidad misma, ésta es la que establece las bases, aquí está la prioridad, no en la escuela.
Más música, menos violencia
Mario Mejía Martínez es director de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de Cherán y de la Orquesta Kuerajperi (Creadores), en las que prepara a sesenta niñas y niños, con la finalidad de rescatar y difundir la música p’urhépecha. Vive en Cherán desde hace siete años, aunque nació en Querétaro y estudió la Licenciatura en Música en la Universidad de Guanajuato.
Desde que llegó a Cherán, Mario da clases a niños sin ningún costo porque, para él, la cultura es para todos y debe ser equitativa. «Hay niños que no tienen ni para zapatos, menos tienen para comprarse un instrumento o para pagar clases», asegura. Mejía Martínez piensa que los niños no llegan a la cultura porque se les ha espantado cobrándoles; entonces, son los profesores los que tienen que acercarse a ellos.
Agarro mi mochila y mi violín. Me pongo mis botas —porque allá las calles no están pavimentadas— y me voy a comunidades lejanas. Me levanto a las cinco de la mañana y camino hasta el cerro, ahí me meto en las casitas de cartón donde se juntan entre cinco y seis niños a los que les doy clases. La música es universal, no importa el idioma, la condición económica o el espacio geográfico.
Recientemente, Mario reunió a 250 niños músicos originarios de los municipios de Paracho, Uruapan y Cherán, para hacer un ensamble de orquestas sinfónicas y que los niños pudieran compartir sus experiencias entre pueblos hermanos. «Una vez me preguntaron: “¿qué debilidades ves en los niños de Cherán?” Yo les respondí: “no les veo debilidades”, los niños de Cherán tienen otra forma de pensar. Los de Uruapan o los de Paracho pueden ver la música como un recreo, pero los de Cherán lo toman como una formación y con mucha disciplina».
El objetivo de Mario no es crear músicos profesionales sino generar transformaciones positivas en los niños y niñas de la comunidad. El amor por las artes y por la naturaleza puede cambiar la mentalidad de las personas; un niño que agarra un instrumento, nunca va a agarrar un arma para violentar a otros, asegura. «Tampoco cortaría un pino por el amor que le tiene al arte: porque valora la vida. Por eso, mi finalidad no es crear grandes músicos, sino personas: ¡los mejores comuneros de Cherán!».
Batalla que se gana desde el pensamiento
A seis años del levantamiento de Cherán contra los talamontes y el crimen organizado, la gente ha aprendido que para atender las problemáticas que se presentan en el contexto actual del pueblo p´hurhépecha, es necesario «hacer comunidad entre todos». Destaca Felipe de Jesús Servín Guerrero:
Sufrimos de la mala influencia de la globalización y del neoliberalismo en todos los aspectos de nuestras vidas. Hoy es necesario repensar el futuro de nuestra comunidad, ya que nuestras autoridades han adoptado una actitud de simulación que pretende engañar a quienes viven en municipios como el de Cherán. Hay quienes siguen con utopías y no aceptan la realidad de lo que somos. Para ser críticos de las políticas públicas y simbólicas del Estado o de la nación, es necesario comenzar por nosotros.
Además, no es cierto que el pueblo de Cherán sea autónomo aún, asevera el director del Colegio de Bachilleres, «tampoco es cierto que se han resuelto problemas básicos como el alcoholismo, la drogadicción y la educación».
Servín Guerrero exhorta a que juntos, comuneras y comuneros de Cherán, emprendan los cambios verdaderos que requiere esta comunidad. «Compañeros, no se les olvide que seguimos teniendo la oportunidad histórica en nuestras manos, de hacer de Cherán, un futuro prometedor para quienes habitamos en él».
Estos son algunos puntos concretos que se tienen que trabajar de acuerdo con el académico:
- Evitar cacicazgos políticos, «que son las mismas prácticas de los que tantos criticamos».
- Un plan de educación donde se incluyan los buenos usos y costumbres.
- Un plan de acción desde el hogar y las fogatas para disminuir el consumo de sustancias nocivas.
- Una planeación estratégica de desarrollo sustentable, procurando erradicar el asistencialismo.
Afirmó Urbina Romero, durante el sexto aniversario de la lucha por la defensa de los bosques en Cherán: «¡Todo bien, comuneras y comuneros! Y si algo no está bien del todo, entendamos que las soluciones están en todos, en las faenas que cada uno hace desde sus espacios inmediatos. Todos estamos llamados a seguir trabajando con más fuerza y constancia, a sembrar la tierra que nuestros antepasados nos heredaron, en nuestra lucha por la seguridad, la justicia y la reconstitución de nuestro territorio. ¡Ni un paso atrás!».