migración
La Caravana Migrante en Ciudad Monstruo
Actualización de la caravana rumbo a Querétaro:
(Descarga aquí)El viernes 9 de noviembre se organizó una transmisión conjunta en apoyo a la Caravana Migranta en la que participaron Regeneración Radio, Agencia Subversiones, Radio Tropiezo y la Ke Huelga Radio.
Acá pueden escuchar algunas de las intervenciones de la transmisión que llamamos Radio Migrante:
Acérquense a escuchar la radio libre:
(Descarga aquí)Regeneración Radio y testimonios de compañeros migrantes:
(Descarga aquí)
Otros testimonios:
(Descarga aquí)Rap improvisación por parte de compas migrantes:
(Descarga aquí)
Información sobre solicitud de asilo en Estados Unidos:
(Descarga aquí)Violencia, despojo, hambre, represión. Honduras y las razones del éxodo migrante. Parte 3
El siguiente texto es parte de una serie de tres trabajos que intentan enmarcar este éxodo en el contexto al cual pertenece, ya que los migrantes no solo necesitan solidaridad y apoyo, sino también respeto y dignidad para sus luchas pasadas, presentes y futuras:
¿Cómo se retrata un éxodo? ¿Cómo se retrata este éxodo específicamente? En el que la gente salió de su casa como si fuera por tortillas cuando en realidad iba rumbo a Estados Unidos. No hubo ni hay una planeación. No traen maletas, ni casas de campaña o sacos de dormir. No traen nada, sólo su hartazgo, determinación y entusiasmo, no forzosamente en este orden. Pero sí, entiendo porque los medios que nomás pasan, toman una foto y se van, luego lo pintan sólo como una desgracia humanitaria. Cuando por fin los alcancé en Tapanatepec, en el Istmo de Oaxaca, lo que encontré fue literalmente una alfombra de personas tiradas en el asfalto incandescente de las tres de la tarde, los ojos cerrados, las piernas dolidas y los niños llorando.
Entendí el clima de emergencia descrito por la prensa porque el primer impacto es muy fuerte. El calor ahogante, el cansancio, las llagas. A mi me tomó dos horas sacar la cámara y otras dos para empezar a usarla. Hasta que llegó mi amiga Magui tuve el valor de dar un par de vueltas alrededor de la plaza frente a la iglesia. No hice ni una sola entrevista. Observé y escuché mientras repetía palabras e imágenes en mi mente para apuntarlas en la libreta cuando tuviera ánimo para sacarla.
El tiempo que he compartido los últimos años con las y los migrantes que cruzan por México hacía Estados Unidos, me ha enseñado que cada una de estas personas, hasta la más jovencita, lleva una profunda marca dejada por una violencia física, social y mental. La violencia estructural, que no importa que tanto la combata la Organización de las Naciones Unidas, misteriosamente nunca se muere. Esto he aprendido y esto me impide ir a recoger testimonios que, por muy bien que los relate, siempre se quedarán cortos. Así que me quedo sentada esperando. Luego que llega mi amiga nos vamos al río.
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El Novillero, así se llama, revienta de gente. Madres y niños bañándose, hombres y mujeres lavando ropa, un señor se trajo su atarraya y pesca. Por un momento ya no es el éxodo, sino risas, carreras y chapuzones. Parecen estar en una gigantesca barbacoa dominical, claro, sin comida y con dos patrullas de federales vigilando desde arriba del puente, trepados en sus camionetas y mostrando el armamento. Pero aquí las armas ya no impresionan a nadie, y lo único que se percibe es el entusiasmo de esta multitud en movimiento, que de una orilla a la otra del río me grita «güera, sí nos vamos pá’ Estados Unidos o qué». Y no es el habitual acoso del macho latino, esto ya otra cosa, esto es fiesta, es la vida que desborda de la humanidad joven y determinada y que rebasa un contexto totalmente violento y represivo, generando algo tanto surrealista como revolucionario como la euforia por estar llevando a cabo una proeza que es un abierto desafío al sistema capitalista vigente.
Lo único que los migrantes no están respetando son aquellas leyes migratorias que la misma sociedad civil condena, porque en flagrante contradicción con constituciones estatales y tratados internacionales. Condena pero no combate, y eso es tal vez es lo que la hace “civil” a los ojos de ONU y compañía, el hecho de que se limite a expresar civilmente su opinión contraria, pero no tome medidas para cambiar una realidad que no le gusta. La sociedad civil denuncia, apoya, se solidariza pero fundamentalmente no actúa. Los que están migrando sí. ¿Por eso ya no son civiles? En México, señala Víctor Javier Martínez Villa, ex integrante del Programa Universitario de Derechos Humanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, “la facultad establecida en el artículo 97 de la Ley de Migración es una medida contraria al respeto del derecho de tránsito, debido a que la legalización de retenes administrativos es un exceso en el establecimiento de controles migratorios en México contrario al artículo 11 constitucional y las obligaciones del Estado a nivel internacional“. La ley de migración mexicana es más irregular que los migrantes, y si esta ley no los respeta a ellos ¿porque ellos deberían de respetar esta ley?
He escuchado muchas versiones sobre el éxito de esta caravana, o éxodo, o como le queremos llamar. La optimista: les van a ofrecer asilo en la Ciudad de México. La más probable: se hará un tapón en la frontera norte. La horrible: se los van a encargar al narco que en el norte, les va a meter un matazón para que vean que México es peligroso y ya no vengan. Cada persona externa a la que le he preguntado cómo cree que terminará esta migración masiva, me ha contestado sacudiendo la cabeza o cerrando los labios, para luego emitir su pronóstico. Los migrantes, en cambio, en su mayoría responden con un “saaaber” para soltar inmediatamente una carcajada y agregan «pero de que vamos a Estados Unidos vamos a Estados Unidos». Si hablamos en términos materiales, esta gente ya no tiene nada que perder, algunos no tienen casa y viven amontonados con los demás familiares, otros nunca pudieron conseguir un trabajo por mucho que lo buscaron, quien no tiene dinero, agua potable, comida. Tienen años aguantando el saqueo del norte, los golpes de estado, las escaladas de violencia, los secuestros, feminicidios, extorsiones. Ahora lo único que les queda es también lo único que no están dispuestos a dejar: su dignidad de seres humanos.