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justicia
Syngenta ocultó evidencia sobre daños a la salud para continuar vendiendo sus agrotóxicos
Por Avispa
En portada: “Alto a los agrotóxicos en Brasil y la complicidad de Suiza con el agronegocio”. Manifestantes señalan la responsabilidad de Syngenta en ocultar información para continuar con el negocio de sus herbicidas que provocan daños a la salud.
Una investigación europea denuncia que la empresa suiza Syngenta, líder en transgénicos y agrotóxicos, tenía pruebas de la letalidad de su herbicida paraquat pero las omitió para seguir vendiéndolo. Sus productos, como la atrazina, están prohibidos en Europa, pero Syngenta lo exporta a América Latina.
“En Syngenta nos encanta hacer las cosas bien”, afirma la publicidad que se reitera en radios y canales de televisión. Pero, desde su propio país de origen (Suiza), la empresa acumula denuncias por el impacto de sus productos en el ambiente y la salud. Entre sus químicos más cuestionados sobresalen los herbicidas paraquat y atrazina. “El accionar de Syngenta con sus pesticidas es muy similar al de Monsanto/Bayer con el glifosato, privilegian sus ganancias por sobre la salud”, afirma Laurent Gaberell, de la organización suiza Public Eye. Una investigación de esa ONG reveló que la compañía sabía del efecto letal del paraquat desde 1990, pero aún así lo sigue produciendo.
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Crímenes de lesa humanidad contra las comunidades indìgenas del CIPOG-EZ CNI-CIG*
Prólogo del informe realizado por la Misión de Observación Civil Sexta
El racismo, el clasismo, la violación de los derechos humanos y sobre todo, la profunda discriminación económica, han sido una constante en las relaciones de dominación aplicadas en Mesoamérica, desde la llegada del invasor europeo, hasta las primeras décadas del siglo XXI. Las crueles expresiones de la “modernidad” que se aplicaron en contra de los habitantes despojados de sus tierras, y sometidos a un repartimiento forzoso que los obligaba a laborar en la agricultura, la minería, los transportes, el comercio, en la construcción de iglesias, conventos, catedrales, palacios gubernamentales, se convirtió en una de las más oscuras páginas de la historia mundial.
Esta inhumana expoliación obligó a incontables pueblos originarios a refugiarse en las montañas con tal de escapar a la brutalidad del grupo dominante que se enseñoreaba en las tierras avasalladas. A tal grado se exacerbaron las condiciones de violación sistemática de sus más elementales derechos, que llevó a comunidades enteras a decir a los esforzados catequistas: “que no deseaban irse al cielo, que preferían irse al infierno, puesto que en el cielo se iban a encontrar con los españoles”.
Las condiciones de vida de los pueblos nativos no cambiaron al separarse México del poder hispano. Los nuevos grupos dominantes partidarios de la “modernidad” (conservadores y liberales), mantuvieron las condiciones de sobreexplotación, miseria, insalubridad e incultura, sobre los indígenas mexicanos. Tal ha sido la historia de este país en los doscientos años de vida independiente, que recién se cumplirán en septiembre. Los contextos no han cambiado sustantivamente, si acaso han existido matices diferentes con ciertos gobiernos, sobre todo en el siglo XX (Cardenismo), pero pronto fueron abandonados y la corrupción se enseñoreó en todos los rubros del quehacer estatal.
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