Mumia Abu-Jamal: Una Raza Encarcelada
Queridos Amigos, Activistas, Académicos y Colegas: Ona Move! Gracias por su invitación a que venga a participar en esta Conferencia.
Es un honor compartir estos breves momentos con Ustedes — un saludo especial a los panelistas, a muchos de los cuales conozco y admiro.
El tópico es, para decirlo de una vez, amedrentador: los increíbles números son pasmosos, especialmente si vemos su impacto familiar, social, comunitario y político.
Me atrevo a decir, para aquellos entre Ustedes que son Afro-Norteamericanos, no importa su clase social o sus ingresos, Ustedes no van a tener que pensar mucho para recordar que tienen un sobrino –y ahora mucho más — una sobrina– (sin mencionar un hijo o una hija) que, si no está en este momento en la cárcel, estuvo en el pasado en una del condado, del estado o en una prisión del sistema federal.
Eso habla de la ubicuidad del problema, de los vastos números de hombres, mujeres y jóvenes que pueblan el complejo industrial de prisiones en Estados Unidos. Como muchos de Ustedes sabe, Estados Unidos, con solo el 5% de la población del mundo, tiene en sus cárceles el 5% de todos los prisioneros del mundo. Como Michelle Alexander (a quien van a escuchar esta noche en el programa de esta Conferencia) ha escrito, los números de prisioneros negros aquí, rivaliza y sobrepasa los números de prisioneros en Sudáfrica durante el odioso sistema del apartheid, en sus tiempos más culminantes.
No debemos pasar por alto esta analogía, porque el apartheid sudafricano fue el epítome del estado racista policía, segundo solo a Alemania nazi en lo repulsivo de su naturaleza. Además, mucha de su energía era dedicada a su guerra de hecho contra la mayoría negra, (en jerga militar, espionaje, conflicto de baja intensidad), que criminalizaba casi todas las formas de la vida independiente africana, restringuiendo los lugares para vivir, para trabajar, estudiar e incluso los lugares para hacer el amor.
Esto habla de lo ciegos que somos en este país a la magnitud del problema (mucho más a su solución), y de como se ha hecho normal en la conciencia social y política, en parte porque las corporaciones de los medios de comunicación no se preocupan por la historia, o la tergiversan; porque si ellos pudieron fallar en los reportajes conducentes a una horrible guerra (aquí estoy hablando de Irak) ellos ciertamente pueden fallar en sus reportajes de los parametros del conflicto de baja intensidad que destruye la vida de los negros.
Quizás las palabras de uno que no es norteamericano (no quiero llamarlo, extranjero), pero que por much tiempo es un observador de este país, nos puedan dar una mejor perspectiva. A los 71 años, el gran regalo musical de Sudáfrica, Hugh Masekela, dió una entrevista en la que habló de post-apartheid Sudáfrica: “La mayoría de la población solo obtuvo el derecho a votar y bajaron los ataque de la policía. Pero cualquier otro cambio sería malo para los negocios. Lo mismo que aquí en Estados Unidos –los frutos del Movimiento de los Derechos Civiles son muy pocos, mínimos.”
Cito a Masekela no solo porque es célebre (tampoco porque amo su música), si no porque él, como millones de africanos, vivió bajo la locura del apartheid, (aún cuando él escapó y después vivió como exiliado) y en consecuencia lo conoce íntimamente. Por éso él puede reconocer los elementos del apartheid en la vida norteamericana.
Pero, ¿porqué es que el apartheid es visto como algo repugnante y el complejo industrial de prisiones norteamericano (PIC, de su sigla en inglés) es visto como algo tan benigno?
Creo que la respuesta es doble: 1) las elites políticas de los partidos demócrata y republicano llegaron a un consenso bi-partidario en este asunto; y 2), la presencia de actores políticos negros en diferentes posiciones de gobierno actúa como escudo que protege de los ataques sobre la naturaleza racista del sistema.
Como en Sudáfrica, las elites políticas negras de Estados Unidos se han beneficiado de un sistema económico que es profundamente injusto para la gran mayoría de los negros, especialmente para los pobres y para la clase trabajadora. Asi, la raza protege la división de clases, y a pesar de las apariencias, la raza termina protegiendo la desigualdad social.
En esencia, el régimen post-apartheid consiguió un resultado que la era del apartheid trató de conseguir, pero no pudo: crear una clase para protejer las tierras, la propiedad y la riqueza material de la minoría formada por los colonizadores blancos.
Es una de las ironías de la historia que el gobierno del Congreso Nacional Africano (African National Congress, ANC) pudiera haber conseguido ese resultado, si en verdad fue un acuerdo al que se llegó después de negociaciones.
Pongamos de lado las interpretaciones teóricas y políticas para ver un ejemplo real. Have varios meses, un pelotón de policía asaltó una casa de la clase trabajadora negra, disparó a la casa desde afuera, y mató a una niña. Eso, en sí, desgraciadamente, no podría ser noticia de importancia. Sin embargo, tiene significado si vemos que tanto el alcalde de la ciudad, como su jefe de policía, eran negros. Aquellos que recuerdan este incidente quizás reconozcan el nombre de la linda niña asesinada, Aiyannah Jones, si recuerdo bién, y la ciudad, Detroit, Michigan. En verdad ésto nos ofrece una idea sobre la función política de los líderes negros, y sobre su impotencia si tratan de limitar la acción del estado cuando está en peligro la vida de los negros pobres.
Una de las participantes principales en esta Conferencia, la profesora de leyes, Alexander, trata algunos de estos puntos en su libro, El Nuevo Jim Crow, (The New Jim Crow), pero lo que para mí tiene más importancia es algo que no he visto en ninguna de las críticas que he leído de ese libro, (naturalmente, comprendo que la mayoría de los presos no tenemos acceso a computadores, y probablemente no he visto muchas de las críticas.) Y es su observación que los negros de la clase pobre y trabajadora forman parte de una casta social en la sociedad norteamericana.
En una nación que promueve la democracia, uno podría pensar que la acusación de que una casta racial distinta existe al centro de esa democracia podría provocar controversia. A juzgar por lo que he leído, ese importante punto ni siquiera se ha notado.
Conclusión
Para terminar, quiero naturalmente recomendar ese libro a todos Ustedes para que lo estudien. Pero debo hacer algo más.
Debemos pedir, agitar, y si todo lo demás falla, crear un nuevo movimiento popular que luche for destruir de una vez por todas el sistema de castas. En verdad, es en nuestro interés colectivo hacerlo. Porque la mayoría de los eruditos, intelectuales, académicos y elites políticas de los negros están a una generación de distancia de los getos, que para muchos de ellos ya son solo una memoria lejana. Pero, con el derrumbe de la economía norteamericana, al reducirse el sistema de protección social –y cuando el estado mismo se reduzca– ¿dónde creen Ustedes los cortes van a empezar?
Finalmente, nosotros sabemos que el impacto de las leyes que privan a los delincuentes de sus derechos civiles, especialmente de su derecho al voto, inexorablemente condujo a la elección de George W. Bush, en 2000. Piensen como luciera el mundo si ese evento político no hubiera pasado.
Esto es en el interés de todos.
Gracias.
Onamove!
Mumía Abú-Jamal, M.A.
Corredor de la Muerte, Pensylvania
*Discurso para la Conferencia, “Encarcelamiento de una Raza,” del Centro para Estudios Africano-Norteamericanos, de la Universidad de Princeton, Princeton, Nueva Jersey, EE.UU., del 25 de marzo, de 2011.