Mujeres
Enfermeras de Chiapas continúan su lucha e instalan plantón en CDMX
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. 14 de mayo.- A catorce días en huelga de hambre, nueve enfermeras y companer@s que las respaldan, siguen en espera del cumplimiento de los acuerdos firmados por el gobierno de Velasco Coello, el cual indicaron “usa los medios de comunicación para engañar al pueblo”, y no les resuelve sus peticiones de abasto de medicinas y respeto a sus derechos laborales. “Durante estos días hemos sido testigos que la mentira es el común de la palabra de quienes nos mal gobiernan, hemos visto como ellos juegan con el honor que la verdad representa”, señalaron las huelguistas.
“Nos asombra la ligereza con la que hacen sus compromisos sabedores que ellos no las cumplirán. Asombra ver como se degrada el ser humano por querer seguir robando los dineros del pueblo para sus deleites personales”, denunciaron las trabajadoras de la salud con respecto a la administración de Velasco, desde su campamento en Tuxtla. “Desde este campamento de la dignidad somos su contraparte; desde este suplicio de hambre mantenemos firme e inquebrantable, nuestro pensamiento”, aseguraron las enfermeras disidentes.
Las manifestantes informaron que a partir de hoy se sumarán a la huelga trabajadores varones, “porque ellos en su dolor buscan evitar más daños a las enfermeras”, externaron. “Las muestras de solidaridad a nivel nacional como internacional nos dicen que no estamos solas; nos dice que no claudiquemos porque tenemos la razón; porque la verdad está de nuestro lado”, señalaron las luchadoras sociales y exigieron al gobierno de Velasco y Peña Nieto, “que dejen a un lado la simulación, y su falsa preocupación” por la salud de las huelguistas, y que de una vez por todas solucione la crisis de salud que se vive en el estado.
El pasado 12 de mayo, día de la enfermera, las manifestantes chiapanecas instalaron un plantón afuera de la Secretaría de Salud en la Ciudad de México, para continuar con su petición de abasto de medicamentos en los hospitales de Chiapas y exigir su reinstalación y el pago de las prestaciones que ilegalmente les fueron retenidas. Las trabajadoras de la salud han recibido el apoyo en la cd de México, de la Asamblea Nacional de Enfermeras y Enfermeros de México, Asamblea Nacional De Trabajadores de Instituto Mexicano del Seguro Social (ANdeTIMSS), la Nueva Central de Trabajadores (NCT) y diversas organizaciones del gremio de la salud en Chihuahua, Oaxaca, Puebla, Durango, Michoacán y otros estados.
Foto: CalleLuz © / Agencia de Información Comunitaria
Mariana, la hija de Etchecolatz: Marché contra mi padre genocida
Fuente: Revista Anfibia
Mariana D. se cambió el apellido hace un año. Es la hija del represor Miguel Etchecolatz. El 10 de mayo marchó a Plaza de Mayo. Como las 500 mil personas que se movilizaron en Buenos Aires contra el 2×1, como millones de argentinos, quiere que su padre cumpla la condena en la cárcel. “Es un ser infame, no un loco. Un narcisista malvado sin escrúpulos”, dice ella, que padeció la violencia de Etchecolatz en su propia casa.
La hija de Miguel Etchecolatz camina por Avenida de Mayo y Perú buscando a sus dos amigas. No agita el pañuelo blanco ni salta con los cánticos. Podría ser cualquier mujer de las miles que asisten a la marcha contra el 2×1. Salvo sus amigas, ninguna de las 500 mil personas que se amontonan en la Plaza de Mayo y alrededores y gritan “como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar” saben que esa mujer anónima es hija de uno de los hombres más conocidos de la represión. Se llama Mariana D. Hace un año se cambió el apellido.
Mariana lloró cuando se conoció el fallo de la Corte que otorgó el 2×1 al represor Luis Muiña. Horas después del fallo de la Corte, Etchecolatz, condenado seis veces por delitos de lesa humanidad, pidió el beneficio del 2×1. Como los que marcharon el 10 de mayo, como millones de argentinos, quiere que los genocidas condenados mueran en la cárcel. Que su padre, el excomisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, muera en la cárcel. Mariana D. fue por primera vez a una marcha por los derechos humanos. Nunca se animó a ir a Plaza de Mayo los 24 de marzo. Por miedo a ser rechazada. Por miedo a no poder soportar el dolor en vivo y en directo. Pero ahora está allí por primera vez para decir que ella, también, desea verlos morir en la cárcel.
Etchecolatz era una presencia fantasmagórica en su casa de Avellaneda. Mariana y sus hermanos varones J .M. y F. M. solo lo veían los fines de semana. De lunes a viernes, el padre conducía el aparato represivo de la ciudad de La Plata y alrededores. Daba órdenes para secuestrar personas, torturarlas, asesinarlas. Los sábados y domingos Etchecolatz casi no hablaba. Se la pasaba echado en una cama mirando televisión. Cada tanto emitía un silbido: había que llevarle rápido un vaso de agua mineral fresca con gas. Si algo no le gustaba, Etchecolatz les pegaba unos bifes con la palma abierta a sus hijos.
Mariana supo de grande que su madre intentó varias veces escaparse con ella y sus dos hermanos. Lo planeó varias veces. Etchecolatz se dio cuenta y la amenazó: “Si te vas te pego un tiro a vos y a los chicos”.