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Sobre la bestia: un tren de sueños y quimeras – crónica desde la Caravana Paso a Paso Hacia la Paz

Alejandro Reyes

Le dicen la bestia. Innumerables toneladas de hierro crujiente que avanza moroso desde la frontera de México y Guatemala rumbo al norte. En ella, sobre ella, aferrados al metal candente de los techos de los vagones, viajan diariamente sueños, esperanzas, tragedias, anhelos y soledades. Es el tren de la muerte, el tren de los migrantes, y los miles de kilómetros que recorre representan uno de los viajes más peligrosos del mundo. A la bestia subimos en Tenosique, Tabasco, cerca de la frontera con la región selvática del Petén, en Guatemala: migrantes, activistas, periodistas e individuos solidarios que nos unimos a la Caravana Paso a Paso hacia la Paz, una iniciativa de varias organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes para visibilizar la violencia que sufren en México y exigir un alto a los abusos.

Ninguna descripción puede abarcar la vorágine de sentimientos que se encuentran al momento de trepar por los peldaños de los vagones cargando escasas provisiones y encontrar un espacio dónde acomodarse entre tantos otros y otras migrantes en condiciones similares y distintas. Hay quienes conocen el camino, lo han recorrido varias veces, han sido deportados en distintos puntos de México o de Estados Unidos, han sido asaltados, golpeados, secuestrados, extorsionados. Hay quienes nunca han pisado México y sólo conocen el tren de oídos, sus historias temibles, sus tantos peligros. Muchos se conocen, para llegar aquí han tenido que atravesar parte de Honduras y todo Guatemala, algunos, los más afortunados, en camión, otros, la mayoría, a pie. Dos jóvenes, apenas salidos de la adolescencia, huyeron de su barrio en la periferia de San Pedro Sula, amenazados por el crimen organizado, con la ropa del cuerpo y sin ningún dinero. Caminaron por el monte nueve días, se perdieron, de alguna manera lograron llegar hasta Tenosique, uno de ellos lleva un vistoso curativo en la oreja, algún insecto le picó y tiene una infección, y el otro camina cojeando, los pies en carne viva, los tenis destrozados. Otro cuenta que es el único que escapó del grupo de cinco que después de dos días de camino llegó a Tenosique y fue perseguido por la migra mexicana. Él y otro se metieron a una casa, los oficiales de migración no pueden entrar a las casas sin órdenes de cateo o permiso de los residentes, como quiera entraron después de cierto titubeo, a uno lo detuvieron, el compañero saltó por la ventana, se escondió en un pastizal, allá le llevó comida la anciana que vive en la casa hasta que el peligro pasó. Un joven anda desorientado, se mantiene callado, alejado de los demás, casi no habla con nadie. Es uno de dos que sobrevivió un secuestro, un grupo grande fue atacado por los Zetas, había mujeres y niños, a ellos, como a otros y otras, los violaron, ellos dos lograron escapar, pero del otro nadie sabe nada, a saber dónde fue a parar. Vemos al joven quedarse atrás en la abandonada estación. ¡Súbete!, le gritan, pero él sólo mira al tren con ojos vacíos. Más adelante, a unos kilómetros de distancia, de entre la selva salen dos hombres, se suben al tren unos vagones atrás. Los migrantes, atentos, se ponen en alerta: pueden ser asaltantes. No, alguien los conoce, viajó con ellos cerca de la frontera. Eran cinco, sólo quedan dos. “Quién sabe cuántos días llevan sin comer”, dice el hombre que los conoce. “No traen dinero.”

Hay una sensación de expectativa, de alegría, de miedo. Estamos en camino, estamos en la bestia. Los paisajes son sobrecogedores. Selva densa, voraz, donde surgen de repente minúsculos poblados con casas de tabla y techos de lámina, campesinos que saludan solidarios, ancianas que sonríen desde las puertas, niños que gritan y ríen. Ríos, pequeñas lagunas, pastizales, montañas, verde por doquier. Pasamos un puente, muchos se levantan, extienden los brazos, ríen, una sensación de libertad, de movimiento, la extensión ilimitada de esa naturaleza exalta los ánimos y alimenta las esperanzas: la vamos a hacer, vas a ver que esta vez sí llegamos, con fe en Dios.

El sol arrecia, el agua escasea, casi nadie ha comido, un grupito lleva tortillas. Nadie se queja. Como sea nos tratamos de proteger del sol, camisetas y trapos en la cabeza a guisa de turbantes. Conforme avanzamos, se van tejiendo amistades, solidaridades. Es la comunión de anhelos y peligros, deseos y temores. Con ese vértigo de emociones se tejen lazos, se comparten historias, unos se reconocen en los otros. Estamos juntos y juntas, nadie sabe por cuánto tiempo, y es justamente la incertidumbre lo que quizás más nos une. Y la soledad.

Pero hay una diferencia. Este trecho del viaje es distinto, todos lo sabemos. Los migrantes agradecen su suerte. “Se nos fue el tren el domingo, con la perseguida que nos dio la migra. Pero Dios sabe por qué hace las cosas. Si no, no estaríamos aquí.” La presencia de los periodistas y los activistas trae protección, aunque no garantías —en una caravana anterior, tres hombres armados a bordo de una camioneta intentaron llevarse a una de las mujeres cerca de Orizaba—. En Palenque, una recepción inesperada: un equipo de salud y dos ambulancias, botellas de agua, paquetitos de suero, sándwiches y frutas. Son hechos, no palabras, dice el gobierno de Chiapas. Mientras estén las cámaras. “Hmmm, si no estuvieran ustedes, nomás estarían pa chingarnos”, comenta irónico uno de los migrantes. “¡No más secuestros!”, le grita a un grupo de policías, divertido con la libertad de gritarle impunemente a quienes encarnan el terror.

Como quiera nadie se confía. En un descampado, bajo el sol ardiente de las dos de la tarde, el tren se detiene sin aparente razón. Inmediatamente la gente se pone en alerta: “¿Por qué se paró?” Todos tratamos de vislumbrar enemigos escondidos entre los árboles, el indicio de alguna camioneta atravesada allá adelante, algún movimiento sospechoso, dispuestos a saltar en caso de peligro, de una altura de varios metros, y correr como locos para salvar el pellejo. “A mí me secuestraron en Reynosa la cuarta vez que traté de cruzar”, cuenta un hondureño que va en su quinta tentativa. “Estábamos en Nuevas Aguas, llegaron varias trocas y nos encañonaron, nos subieron a golpes y patadas. Nos llevaron a una casa encerrada. Nos golpearon. Uno por uno nos llevaban a un cuarto solos, nos pedían números de teléfono. Yo no les di, y cada vez que decía que no tenía número, era golpiza. Cuando logré escapar, llegué a la casa del migrante en Reynosa, estuve una semana con atención médica. Quieren números para sacarle dinero a la familia, les dicen que vendan todo para mandar el dinero, y a veces lo matan a uno aunque la familia mande dinero. Pero si uno no da número, ahí van los golpes… Yo pensé que me iba a morir, nos llevaron al río para matarnos, casi no nos podíamos mover, de tanto tiempo que teníamos sin comer. Pero gracias a Dios tuve una oportunidad más de vida y ahí vamos otra vez.” ¿Aún así?, le pregunto. “Sí, ahí vamos de nuevo, todo sea por el bien de nuestros hijos.”

Las mafias del crimen organizado descubrieron que los migrantes son una mina de oro, “un negocio muy jugoso, un signo de dólares”, cuenta Elvira Arellano, ella misma migrante, que en 2006 desafió las leyes estadounidenses cuando quisieron deportarla; se refugió en una iglesia en Chicago y se transformó en activista por los derechos de los migrantes. Un año después fue deportada, pero decidió continuar la lucha, ahora en su propio país. Viaja en el tren y es una de las coordinadoras de la caravana.

Al principio el crimen —las maras, los Zetas, otros grupos delincuentes o narcotraficantes— asaltaban a los migrantes para quitarles el dinero que traían para el viaje y para pagar el coyote. Después descubrieron que era mucho más lucrativo extorsionar a las familias. Y ahora, en el contexto de la guerra desatada por Felipe Calderón, los migrantes son secuestrados para servir como esclavos del narco, en particular de los Zetas, sobre todo en el Estado de México y Veracruz pero también en otros estados. Los secuestran, los entrenan, y los ponen a trabajar, muchas veces como sicarios. Quienes se rehúsan, los matan. Si intentan huir, los matan. Los entierran en fosas comunes y nadie vuelve a saber de ellos.

La complicidad de miembros de todas las instituciones de gobierno, y en particular del Instituto Nacional de Migración y los diferentes cuerpos policiales, es por todos conocida. La impunidad con la que cuenta el crimen organizado para secuestrar, extorsionar, torturar, violar, esclavizar y matar a las y los migrantes es la principal razón de la violencia, que muchas veces sucede con la connivencia y participación activa de las fuerzas policiales y migratorias.

¿Y las familias? “¿Te puedes imaginar lo que es eso para la familia?”, pregunta Mario, un migrante hondureño que se subió al tren en Palenque y que viaja con un paisano que ya vivió en Texas y que prometió ayudarle a encontrar chamba, si es que logran llegar. “Uno sale y nadie sabe lo que va a pasar. Muchos desaparecen y la familia se queda años sin saber qué le pasó, si llegó y está en Estados Unidos, si lo secuestraron, si se murió. Es terrible vivir así.” ¿Y tú familia qué piensa?, le pregunto a Rigoberto, otro migrante hondureño. “No les gusta, es muy difícil dejar de vernos por varios años, y además tienen mucho miedo por lo que me pueda pasar, nunca se sabe su uno va a regresar”. Rigoberto ya estuvo cuatro años en Estados Unidos, lo deportaron hace un mes. ¿Cómo fue ver a tu familia? “Fue lo mejor que me ha pasado en la vida. Me sentí soñado. Estuve con ellos un mes y ahora voy de nuevo p’arriba. Si llego, me quedo otros cuatro años.”

Casi todos los que viajan en el tren son hondureños. Y todos dicen lo mismo. No hay trabajo, no hay dinero, el crimen está terrible, ya no se puede vivir así, los hijos merecen una oportunidad en la vida. Después del golpe de estado, la situación se volvió insoportable. El poder económico concentrado en manos de unos cuantos, la impunidad y la connivencia del poder político con el crimen organizado volvió al país un infierno. Extorsiones, violencia, asesinatos.

Dos jóvenes, hermana y hermano, viajan juntos. Nunca salieron de Honduras, no llevan dinero, no conocen a nadie en Estados Unidos, no saben a dónde van ni por dónde ni cómo pretenden cruzar. Van improvisando, como se den las cosas. Son amables, sonrientes, solidarios con los demás. Me ofrecen una lata de atún. En la noche nos toca ir juntos, todos tenemos que acostarnos pues en la oscuridad no se ven las ramas, que son peligrosas y que pasan golpeándonos la cara y el cuerpo aun acostados. Somos muchos, no cabemos, estamos prácticamente unos sobre otros, torcidos en posiciones imposibles. Los tres nos protegemos con un mismo plástico de la lluvia que cae pertinaz. Luego el frío. Algunos no duermen, por miedo a caerse. Cuando pasa la lluvia, aparece un cielo estrellado bellísimo atravesado por manchas fugaces del ramaje que confirma nuestro lento pero firme caminar rumbo a ese norte de esperanzas y quimeras.

La mañana luce espléndida y el sol naciente ayuda a desentumir los cuerpos retorcidos que empiezan a desperezarse. Un día más de viaje, de calor, sed y hambre, de historias y anécdotas, de peligros librados, de soledad soslayada por la intensidad del presente y el fuego de la esperanza.

Esa tarde nos despedimos. Y en cada apretón de manos y en cada abrazo, una incógnita. ¿Qué será de ti, hermano, hermana? En la corriente imparable de ese flujo de sueños y esperanzas rumbo a la utopía del norte, hombres y mujeres se encuentran y desencuentran, se solidarizan, se aman, se pierden, víctimas de un sistema triturador y excluyente, personificación misma del desamparo, pero también de la resistencia, la perseverancia, ejemplos vivísimos del potencial humano de seguir luchando por una vida digna con todo en contra.

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Regeneración Radio / La Voz de Villa Radio

El Noticiero: noticias desde abajo

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Consejo Regional Wixárika por la Defensa de Wirikuta

Comunicado del Pueblo Wixárika al CNI y la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad

A la Caravana Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad

Al Congreso Nacional Indígena

Estando reunidos en la XII asamblea del Consejo Regional Wixárika por la Defensa de Wirikuta, en la localidad de   Nueva Colonia, comunidad de Tuapurie- Santa Catarina Cuexcomatitlán, en el municipio de Mezquitic, Jalisco los días 9 y 10 de junio de 2011, analizamos el importante movimiento que busca la construcción de una Paz con Justicia y Dignidad en nuestro país, hemos decidido decirles nuestra palabra.

Como bien saben delegaciones de autoridades de nuestras comunidades han participado en diferentes momentos en esta importante marcha y después en la caravana cuyo fin es Ciudad Juárez, para firmar un pacto ciudadano con carácter nacional y con un objetivo claro, componer nuestro país de una grave enfermedad, que se manifiesta de muchas maneras como despojos, privatizaciones, represión, discriminación, falta de valores y destrucción de los tejidos sociales fundamentales para poder convivir con nuestro país.

Nuestro territorio, al igual que casi todo el país es cada vez mas acosado por grupos que fomentan la violencia para defender los intereses de unos cuantos, que usando como bandera el narcotráfico, llevan el terror y hacen acciones destructivas.

En el desierto de San Luis Potosí, una empresa minera quiere destruir uno de nuestros principales lugares sagrados en el desierto de Wirikuta, que es el lugar donde nació el Sol, los habitantes campesinos del altiplano potosino están entusiasmados por el empleo y el supuesto desarrollo que ofrece la minera. El gobierno en todos sus niveles repite insistentemente esas supuestas bondades, pero no dice el porqué de la pobreza que se vive en esa zona.

El gobierno del estado de San Luís Potosí han dado permisos cómplices a grandes empresas agroindustriales, cuyos pozos han afectado la disposición de agua para los campesinos de la zona, han atacado durante 5 años las nubes que anuncian la fertilidad de estos valles, las han disuelto con cañonazos que apuntan al cielo y con avionetas que con sustancias químicas devastarán las nubes.

¿Cómo no va a estar desesperadas las comunidades campesinas de wirikuta por un empleo si no hay lluvia? Nos alarma la represión que han sufrido quienes han decidido levantar la voz contra estas empresas y nos alarma aun mas la presumible presencia de grupos de la delincuencia organizada que están detrás de estos crímenes contra la humanidad. La impunidad debe ser combatida y las redes de corrupción que las sostienen también, como lo menciona el punto 3 y 4 del Pacto que se está firmando hoy en Ciudad Juárez.

Con estas acciones pretenden asesinar a Tatei Yurianaka, nuestra madre Tierra y quieren perpetrar la desaparición forzada de todo un pueblo, el pueblo Wixárika.

Sabemos también que hay otras comunidades que están sufriendo como nosotros la devastación y despojo de sus territorios por proyectos “de desarrollo” y grupos paramilitares, como lo son los hermanos purépechas y nahuas de la sierra y costa de Michoacán

Estos planes y proyectos están basados en Planes de Desarrollo de los gobiernos, pero implementados al margen de la ley, en medio de una creciente violencia que está destruyendo los tejidos sociales mas básicos, espejo de la situación en nuestro país, por lo que coincidimos plenamente con el punto 5 del pacto nacional.

Nosotros defendemos nuestros derechos colectivos fundamentales, consagrados en convenios internacionales y en jurisprudencias del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, Sin embargo nunca fuimos consultados, en este sentido saludamos el punto 6 del Pacto Nacional donde juntos, como pueblos de México, exigimos una mayor democracia participativa.

Por lo anterior, les expresamos nuestra palabra urgente, con la que les queremos expresar nuestra preocupación ante la falta de garantías para el respeto a nuestras culturas, territorios, nuestra libre determinación y autonomía.

Saludamos pues, la Caravana Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad y aunque no podemos estar físicamente con ustedes, nos congratulamos con la firma de este Pacto Ciudadano que sabemos, tiene alcances históricos.

Por el Consejo Regional Wixárika por la Defensa de Wirikuta

Nueva Colonia, Tuapurie- Santa Catarina Cuexcomatitlán

10 de junio de 2011

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Cideci

Debate: Resistencia y Territorio – Palestina, MST (Brasil), Oaxaca, Mitzitón (Chiapas)

Debate Resistencia y Territorio en el Cideci/Universidad de la Tierra, Chiapas (13 de enero de 2001): Reflexiones, imágenes e intercambio de experiencias de lucha en la defensa del territorio

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Radio Zapatista

“Guerra contra el narcotráfico” vista desde los Estados Unidos

Programa especial sobre la “guerra contra el narcotráfico” vista desde los Estados Unidos, la retórica del gobierno estadouinidense y la militarización.

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Radio Zapatista

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  • Noticias de Chiapas y La Otra
  • Entrevista con John Gibler sobre Gloria Arenas y Jacobo Silva Nogales
  • Sexto Aniversario de la invasión a Irak – acciones en San Francisco
  • Entrevista a Miguel Perez sobre la organización de las marchas del 1 de mayo
  • Película “Corazón del tiempo”
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Programa en inglés – diciembre 2008

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  • Festival de la Digna Rabia
  • Guerra contra los medios alternativos en México
  • Otra arte: Entrevista a Fabiana Rodríguez – artes visuales como forma de resistencia
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Radio Zapatista

Programa en español

Programa completo:(Descarga aquí)  

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Programa en inglés – Nov 2008

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  • La política zapatista del encuentro / Festival de la digna rabia
  • Lomas del Poleo, Ciudad Juárez
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