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Colombia: garantía de muerte
@CristinaRevolt – vía twitter
Ni el llamado confinamiento declarado para gran parte del país, ni las campañas de pánico por posible infección y muerte por covid-19, como tampoco la efectiva militarización de ciudades como Cali, han sido suficientes para contener el copamiento de calles y avenidas por parte de miles de manifestantes. Una nueva ola de inconformismo toma cuerpo en Colombia, aunque aún no es claro si será desinflada por la decisión presidencial de desmontar parte del articulado impositivo de la pretendida reforma tributaria y llamar a la negociación –renuncia real pero sin reconocerlo de la totalidad del paquete impositivo– de un nuevo texto tributario. Los numerosos asesinados y lesionados, con pérdida de ojos, y golpizas a granel, demandan justicia y evidencian, un vez más, el necesario desmonte del Esmad.
¡Represión extrema!, esto es lo que han padecido cientos de manifestantes a lo largo de los días 28-29-30 de abril en las distintas ciudades de Colombia, con la ejecución, incluso, de una masacre en la ciudad de Cali con la afectación directa de sus sectores populares y de clase media.
En la capital del Valle del Cauca, un alzamiento liderado por cientos de jóvenes sorprendió al poder nacional y local, quien lo único que logró hacer fue atacarlos con total violencia. Entre los días 28-29 perdieron la vida 3 personas, entre ellas Marcelo Agredo[1], joven de 17 años, en el punto conocido como Puerto Resistencia (Cali), Juan Diego Perdomo 20 años (Neiva) al parecer por paro cardiaco.
El día 30 otras siete perdieron la vida y 7 denuncias más por asesinato están en verificación. Entre los verificados figuran: Einer Alexander Lazo –pensionado de la policía–, Jovita Osorio, docente infantil (muerta por asfixia, al caer al interior de su casa gases lacrimógenos), Daniel Felipe Azcárate, Julia Navarrete, Rosemberg Duglas, habitantes de los barrios Calipso, El Diamante, Sindical y el Paso del Comercio.
El Abordaje. Del cuaderno de apuntes del Gato-Perro
Del cuaderno de apuntes del Gato-Perro:
El Abordaje.
La Montaña fue abordada el día 30 de abril del 2021, siendo las tales horas. El navío se encontraba fondeado a unas 50 brazas del puerto, “alejado del bullicio/ y la falsa sociedad”. Revoloteaban a su alrededor gaviotas reidoras, cormoranes, fragatas tijeretas, corocoros, y hasta un colibrí cándido, extraviado, buscaba hacer nido en el púlpito de proa. En la carena, bajo la línea de flotación, delfines botella tamborileaban una cumbia, un tiburón ballena llevaba el ritmo con sus aletas y la manta raya extendía sus alas negras como caderas volando.
El grupo bucanero iba encabezado por el Subcomandante Insurgente Moisés quien, con una tropa formada por una insurgenta tercia, un insurgente choferólogo y mecánico, un base choferólogo, 5 terci@s, una comandanta y dos comandantes, asistía para despedir a la delegación marítima, el Escuadrón 421, y comprobar, in situ, que la embarcación reunía lo necesario para la epopeya náutica. Un equipo de apoyo de la Comisión Sexta asistía para redactar las esquelas de los caídos en la acción.
No hubo resistencia por parte de la tripulación. De hecho, desde antes el capitán había ordenado izar, a modo de trinquete, una gran manta con la imagen que identifica a la delegación marítima zapatista, sumando así a La Montaña, con toda la tripulación incluida, a la lucha por la vida. Con la arboladura desnuda, más lucía e impetuoso centelleaba el símbolo del delirio zapatista.
Así que, digamos, fue un abordaje consensuado. No hubo ningún intento agresivo por parte de la tropa zapatista, ni de la marinería anfitriona. Y se podría decir que entre nosotros y l@s mariner@s de La Montaña había una especie de complicidad. Aunque, en el primer encuentro, ell@s estaban tan sorprendidos como nosotros.
Y hubiéramos permanecido ahí, mirándonos unos a otros e inmóviles, si no es porque, avanzando desde popa, un insecto extraordinariamente parecido a un escarabajo, gritó: “¡Al Abordaje! ¡Si son muchos, corremos! ¡Si son pocos, nos escondemos! Y si no hay nadie, ¡adelante que para morir nacimos!”. Eso fue lo que decidió todo. La tripulación miraba estupefacta al bichito y nosotros… pues no sabíamos si pedir disculpas por la irrupción, o sumarnos al ataque pirata.
El Subcomandante Insurgente Moisés creyó que era el momento oportuno para las presentaciones, así que dijo: “Buenas Tardes. Yo me llamo Moisés, Subcomandante Insurgente Moisés, y ellas son…” Al girarse para presentar a la tropa, el SubMoy se dio cuenta de que no estaba nadie.
Cada quien estaba recorriendo el barco con mal disimuladas muestras de júbilo y entusiasmo: las compañeras delegadas, cual reinas del Caribe, saludaban desde babor a las embarcaciones llenas de turistas que las miraban con curiosidad y escándalo, tal vez extrañadas de que, con este calor, las compas llevaran naguas largas. Sobre todo porque las turistas llevaban unos bikinis que, de una vez, bien encueradas, no se puede creer. Marijose se fue a proa y desde ahí contemplaba la casa de Ixchel, y pensaba para sí que no se pondría sus híper ultra mini shorts, porque no era cosa de humillar a las ciudadanas en el rubro de la sensualité.
Los comandantes David y Hortensia daban las últimas recomendaciones a una Lupita con una sonrisa que le desbordaba el cubre bocas. El comandante Zebedeo se repetía a sí mismo: “no me voy a marear, no me voy a marear”, que es el antiemético que le recomendó el SupGaleano.
L@s tercios (4 varones, una compa y una insurgenta), por su parte, tomaban fotos y videos de todo, Y cuando digo “de todo”, es de todo. Así que no se extrañen si en las fotos aparecen sólo claraboyas, cabos, la cadena del ancla, molinete, orinque, lonas, cubetas para achicar el agua, y otras cosas propias de un buque que se dispone a cruzar el Atlántico en la muy noble misión de invadir, quiero decir, conquistar, quiero decir, visitar Europa.