La casta política y el poder económico han puesto su atención en evitar la presencia de representantes indígenas en el proceso de la nueva Constitución política de Chile. La razón de su oposición es muy simple: la irrupción de 24 indígenas significaría demasiado poder y los indios podrían influir en la toma de decisiones. Sin embargo, después de siglos de exclusión, a los pueblos originarios chilenos les ha llegado el momento de decidir.
Se levantó una voz potente, que provenía de los rincones más olvidados, de los suburbios, de la periferia, y que lanzó un grito de liberación. Este desahogo, de una impotencia acumulada por tantas generaciones, fue un mensaje nítido y preciso para la gran mayoría de los habitantes del Chile postergado. Sin embargo, para algunos, esa voz sonó como la marcha fúnebre de Chopin, y como una clara amenaza a sus privilegios que, con tanto esmero, cuidaron como un tesoro.
Ese mensaje, que emanó de las entrañas del pueblo y no precisamente de los partidos políticos o de la institucionalidad democrática que nos gobierna, ha definido la agenda pública de los próximos años. A pesar de ello, quienes ven sus intereses afectados están intentando administrar la forma en que esta agenda se implementará. Y hemos sido testigos directos de cómo esa casta dominante hace esfuerzos denodados por parecer distintos a lo que son y conectados con las urgencias que plantea el bien común. Este espectáculo, tan propio de una “adaptación camaleónica”, presenta facetas verdaderamente grotescas y poco dignas, de personas a quienes conocemos demasiado bien como para confiar en esta conversión repentina.
Todo el mundo tiene derecho a equivocarse y rectificar, lo que es muy propio de la naturaleza humana. Pero otra cosa es disfrazarse y maquillarse para tratar de estar siempre al tono de los tiempos y buscar mantener el control de los hilos que mueven al poder. Esto último podría no ser un asunto inconveniente, si ello estuviera definido por la decisión de servir a la causa de quienes siguen esperando que el desarrollo los incorpore de una vez por todas.
Protestas en Santiago de Chile. Foto: Reuters.
El apoyo del pueblo chileno a las demandas indígenas
Probablemente el mejor símbolo de la re-evolución de la acción política ciudadana del último tiempo, sea el apoyo a las demandas indígenas por parte del pueblo de Chile, cuestión que ha quedado de manifiesto en el uso, inclusive internacional, de la bandera Mapuche y la de los demás pueblos indígenas, como un símbolo de rechazo a la casta política.
También es un gesto de reivindicación del Chile de los excluidos del modelo de desarrollo, que han comprobado, en los hechos, que han sido condenados a la pobreza y a la falta de oportunidades, como si esta condición fuera una suerte de designio divino.
Cada vez que el pueblo Mapuche ha reclamado, quienes administran el poder, respondieron con asesinatos, criminalización, violaciones, torturas, cárcel y, en el mejor de los casos, con falsas promesas y engaños. Este es un patrón de conducta que se manifiesta en las respuestas dadas al pueblo de Chile respecto de su exigencia de justicia y el simple respeto de sus derechos. Es verdad que en esta legítima y necesaria movilización social también han actuado grupos radicalizados que han decidido priorizar actos de violencia, al mismo tiempo que se comprobó la presencia de carabineros infiltrados vestidos de civil cuyo objetivo era justificar el accionar represivo de una autoridad que nunca estuvo dispuesta a encontrar una solución mínimamente razonable.
“Cada vez que el pueblo Mapuche ha reclamado, quienes administran el poder, respondieron con asesinatos, criminalización, violaciones, torturas, cárcel.”
Pero, ¿por qué la casta política cuestiona los escaños reservados indígenas en la nueva Constitución? Las respuestas son conocidas y muy variadas, pero comienzan con un racismo colonialista que mantiene un desprecio muy evidente ante quienes han sido declarados políticamente ciudadanos de segunda categoría.
Estos grupos de poder, prefieren al pueblo Mapuche y los demás pueblos indígenas confinados a las expresiones folklóricas que los mantengan como una “curiosidad antropológica” o simples piezas de museo. Pero cuando exigimos poder político real y derechos económicos y territoriales de verdad, ahí el asunto se vuelve una incomodidad de la cual es necesario deshacerse lo antes posible.
Resulta por lo menos jocoso, que un Estado de apenas 200 años se arrogue la “propiedad” del pueblo mapuche que existe hace miles de años. Tanto es así, que incluso el artículo 7 de la ley indígena dice: “El Estado tiene el deber de promover las culturas indígenas, las que forman parte del patrimonio de la Nación chilena”. El mundo al revés, como decía Galeano.
Las protestas en Chile dejaron en evidencia que su sistema político-económico que por años fue considerado como el modelo exitoso a seguir, pero excluye a la mayor parte de la población, principalmente a los indígenas. Foto: Leandro Crovetto.
El problema real detrás de los cupos reservados
El verdadero conflicto radica en el poder político que los indígenas nunca hemos tenido desde que se fundó esta república, incapaz de reconocer su esencial plurinacionalidad. La casta política, que se encarna en los acuerdos tácitos del gobierno y la oposición de turnos, ha permitido asegurar que las cosas no cambien de verdad. La estrategia se reduce a la idea de limitar la participación de los independientes e indígenas, haciéndolos irrelevantes en las decisiones fundamentales. El diseño consiste en que independientes e indígenas participen a través de los partidos políticos (que son parte del problema) para garantizar la legitimidad del proceso constituyente, pero con ninguna capacidad de alcanzar los cambios que se necesitan.
Para las élites del poder es un escenario indeseable la irrupción de 24 indígenas que influirían en los resultados de las votaciones de la nueva Constitución y podría poner en peligro los acuerdos de los 2/3 entre el gobierno y la oposición. Ahí radica el miedo real: demasiado poder para que los indios puedan decidir. Sin duda, podríamos ser una oportunidad para el Chile invisible, al poner y respaldar sus demandas. Y no las de la casta política. Así, nuestra conclusión es evidente: el camino de Chile está unido al destino de los pueblos originarios y su unidad con los excluidos que sufren la discriminación.
“Ahí radica el miedo real: demasiado poder para que los indios puedan decidir. El camino de Chile está unido al destino de los pueblos originarios y su unidad con los excluidos que sufren la discriminación.”
Como es conocido, las demandas de derechos colectivos, territoriales y políticas indígenas, colisionan siempre con los intereses de los grupos de poder. Su origen hace más de un siglo se explica, en buena medida, por las “facilidades” que les ofreció la Ley de Colonización, que entregó las tierras Mapuche a título gratuito, más dinero y animales. Bajo esas condiciones excepcionales, esos colonos fueron ampliando su influencia a partir de las “corridas de cerco”.
Un ejemplo de ello es Edmundo Winkler, quien asesinó al Lonko Juan Pailahueque en 1916 para usurparle las tierras. Este hecho es parte de la historia oculta de Chile. Esta forma de proceder se sigue repitiendo hoy con las forestales de Angelini y Matte, las hidroeléctricas o las inmobiliarias como la del señor Bruner Moreno en Pangipulli, que compra irregularmente tierras indígenas de títulos de Merced. Esas familias se transformaron primero en potencia económica agraria y luego en poder político de origen europeo, que acuñaron un discurso ideológicamente racista, arribista y violento contra los indígenas. Todo ello permitió justificar la tenencia de las tierras, bajo un supuesto discurso civilizatorio.
Chile despertó y en ese despertar se ve flamear la Wenufoye, la bandera Mapuche, símbolo de un pueblo expulsado y estigmatizado que hoy se vuelve estandarte de rebeldía y resistencia al modelo neoliberal. Foto: Leandro Crovetto.
El momento de decidir
Tanto los indígenas como el pueblo mestizo de Chile son siempre llamados a votar, pero nunca a decidir. La forma de elección de los constituyentes y la estrategia de nombramientos siempre llevará una letra chica, que será un manual de cómo conservar el poder. Esta es la única fórmula que tendrá la casta para evitar que Chile realmente cambie.
El Chile postergado en todas sus manifestaciones debe unirse. Por nuestro lado, como pueblos originarios podemos construir un nuevo Chile desde nuestras raíces más profundas, especialmente cuando hablamos del Kume Mongen o buen vivir. Esta forma de vida debe ser un pilar fundamental de la nueva Constitución: debe quedar de manifiesto que los derechos de la gente son inseparables de los derechos de la madre tierra o de la naturaleza. Comprender este pequeño punto, permitirá preservar la especie humana. Esta es la única forma de tener un mundo sano para que nuestros hijos ejerzan los derechos por los que tanto hemos luchado y tanta gente ha sufrido y hasta perdido su vida.
“El Chile postergado en todas sus manifestaciones debe unirse. Como pueblos originarios podemos construir un nuevo Chile desde nuestras raíces más profundas.”
Por ello hemos constituido una estrategia muy precisa: jugar con las reglas de juego del adversario y constituir nuestro propio instrumento de participación. Por ello, hemos tomado la opción de crear nuestro propio partido: Por el Buen Vivir de Chile, en el cual no existen ni grandes fortunas desesperadas por influir, ni intelectuales ajenos a la realidad ni tecnócratas del mercado. Aquí está la gente común, la que le cuesta llegar a fin de mes y la que sabe mejor que nadie cuál es el país en el que quiere habitar.
Seguiremos incansablemente este camino lleno de obstáculos. Al final y de un modo inevitable, este camino nos llevará al triunfo de los verdaderos representantes del pueblo.
Diego Ancalao Gavilán es Mapuche de la comunidad Lonko Manuel Ancalao de Purén Indómito, profesor, analista político. Es presidente de la Fundación Instituto de Desarrollo y Liderazgo Indígena, y autor de los libros “Mapuche, hijo de dos naciones” y “Otra vez hoy, la tierra se levanta, hacia un mundo del Kume Mongen (Buen Vivir)”.
GTANW, 2/12/20.- Líderes Wampís han sido detenidos por intermediarios ecuatorianos vinculados a la tala y comercialización ilícita de madera mientras intentaban cruzar del río Santiago al río Morona por la frontera. Se trata de los dirigentes del Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís Clovis Pérez, Juan Nuningo, Robert Hinojosa y del asesor legal Awajún Gil Inoach; además de 15 jóvenes de la escuela de liderazgo Sharian. Todos ellos se dirigían hacia San Juan de Morona, donde sostendrían un taller de capacitación, pero fueron impedidos de continuar su camino en Puerto Minas por los comerciantes ilegales. Piden que las embarcaciones con madera que han sido detenidas los últimos días por el GTANW, en el Río Santiago, sigan su curso, a cambio de la libertad de los líderes wampís.
Cabe señalar que durante los últimos dos meses, el GTANW ha denunciado a las autoridades nacionales y locales la problemática de la tala y comercio ilegal de madera[1] por parte de ciudadanos ecuatorianos, quienes a vista y paciencia de los controles del Ejército Peruano y SERNANP en las bases de Cahuide y Ampama, salen con embarcaciones llenas de madera obtenida de manera ilegal. Recientemente, la Autoridad Regional Ambiental se comprometió con los Wampís a colaborar con las acciones del GTANW, en el marco del derecho al uso sostenible, ordenado y legal de cualquier bondad de la naturaleza[2]. Sin embargo, hoy llegaron a la comunidad de Alianza Progreso, en el río Santiago, donde están las embarcaciones detenidas, sin la documentación necesaria para hacer su registro y confiscar la madera.
Recientemente, la Defensoría del Pueblo se pronunció al respecto[3] y exigió a las autoridades a nivel nacional abordar el problema; sin embargo, nada se ha hecho hasta ahora.
ACTUALIZACIÓN (2/12/20 22:00)
Según comunicación con una de las autoridades Wampís secuestradas, la delegación Wampís fue liberada al promediar las 21:30 horas. La liberación se dio tras la decisión de la Autoridad Regional Ambiental de Amazonas de dar un plazo de dos días más a los madereros ilegales y dejar ir las embarcaciones que habían sido incautadas.
Desde el GTANW expresamos nuestro alivio por esta liberación, pero expresamos también nuestra preocupación porque la problemática de la tala ilegal en nuestro territorio hasta ahora no recibe la atención pertinente de las autoridades nacionales.
Desde el GTANW queremos proteger nuestro territorio y apostar por vías de desarrollo sostenibles, con formalidad y regulación ambiental.
En esta segunda Columna de Maristella Svampa, ella comparte con nosotras algunas impresiones y apreciaciones sobre un tema muy estratégico para los países de Bolivia, Argentina y chile: El Litio, que es considerado como la llave maestra para la transición energética rumbo a una sociedad que se necesariamente tiene que abandonar el uso de combustibles fósiles sea el carbón, petróleo o gas, para encaminarse hacia una sociedad basada en el uso de energías limpias.
En esa línea el Litio aparece como crucial en este tránsito, sobre todo porque este mineral es utilizado principalmente en la fabricación de baterías para computadoras, teléfonos móviles, reproductores de música, etc y muy fundamentalmente como baterías almacenadoras de energía para ser utilizados en automóviles eléctricos. Esta es la principal razón: A través de la generación de baterías de litio, se podría abandonar los automóviles basados en el consumo de combustibles fósiles y avanzar en la construcción y uso de autos que consumen energía limpia. Este no es el único uso, además de las baterías de computadoras personales, teléfonos móviles, y también la industria farmacéutica, entre otros usos.
En los últimos años la demanda del litio se ha incrementado, sobretodo ha introducido el rol del litio en la transición, algo que comienza a tener gran impacto en América Latina en el llamado triángulo del Litio situado entre los Salares de: Atacama en el Norte de Chile, el Salar de Uyuni en Bolivia y los Salares de las salinas Grandes Polanski Chauri y Hombre Muerto en Argentina. Zona en las que se concentra entre el 60% a 80% de las reservas probadas de litio a nivel mundial…..
La Radio Anarquista de Berlín habló con Richard ODianna Roca, abogado y defensor de derechos humanos del Perú sobre la reciente ola de protestas masivas en torno al cambio de presidentes en este país suramericano que fueron acompañadas por una masiva represión estatal. El compañero, que coopera con el proyecto de medios alternativo Tomate Colectivo de Lima, explica brevemente el trasfondo de la situación política y de estas novedosas protestas.
Rompiendo Fronteras.
PERÚ: Revueltas en Perú. Cronología de presidentes en Perú . Las protestas populares contra la corrupción denuncian los abusos de los politicos. Radiotemblor.org
SAHARAHUIS: El frente Polisario se defiende. Se ha terminado el alto al fuego, Marruecos ataco de forma atroz a manifestantes pacíficos saharauis siendo que anteriormente tenían una cuerdo de no violencia. Por lo cual la comunidad Saharaui internacional pidió una respuesta ante las agresiones. kaosenlared.net
EUA MUMIA: Entrevista a Amigos de Mumia Mx sobre jornada del 9 de diciembre 39 años de prisión del activista y periodista Mumia Abu Jamal. Las jornadas anti carcelarias ante la Pandemia.
Breves
POLONIA El gobierno de ultra derecha PiS atenta contra los derechos de las mujeres. Decenas de miles de mujeres siguen defendiendo sus vidas, sus cuerpos, sus voluntades.
GUATEMALA : Fuertes protestas contra la corrupción, también se quemó el Congreso. El pueblo exige la renuncia de Giammattei y de Castillo, el veto del presupuesto asesino, la renuncia de los 111 diputados que votaron a favor del presupuesto asesino, que el CACIF deje de gobernar el país y la convocatoria a una Asamblea Constituyente Plurinacional
FGER Y REDTZIKIN
Desde el ombligo del monstruo
CDMX: Lucha por la Vida
Rodadas blancas y solidarias. JumpPerez de Los Trollingstones
CIENFUEGOS: Retiran los cargos contra el Ex Secretario de la defensa Salvador Cienfuegos, la justicia es acribillada por los gobiernos de México y E.U.
MUJERES CANCUN El 9 de noviembre la policía y guardia nacional reprimieron a balazos y macanazos una manifestación mixta en la fiscalía de Cancun, la manifestación fue por el hartazgo ante la impunidad y sadismo feminicida.
ZAPATEANDO LA NOTICIA
La Comunidad OTOMI rechaza la actitud dilatoria de las autoridades locales y federales en la #TomaINPI
EZLN cumple años 29 años de su fundación un 17 de Noviembre
EUROTOUR Colectivos europeos se organizan para la gira del EZLN y el CNI en Europa
CHIAPAS: Continuan los ataques paramilitares a comunidades indigenas en Chiapas frayba
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MEXICO NORMALES RURALES: El gobierno de la 4T dice defender a las escuelas normales pero les ha hecho el recorte presupuestal más grande de su historia, les normalistas marchan en la CDMX para exigir que se mantengan los 461 millones de pesos y no los 20 mdp que quiere ofrecer el gobierno.
TABASCO: Inundar primero a los pobres y la responsabilidad del organizador del Tren Maya
A pesar de la crisis sanitaria, el mes de octubre fue un mes de intensas movilizaciones en Colombia, en particular con la Minga social y comunitaria, por la defensa de la vida, el territorio, la democracia y la paz que se llevó a cabo a partir del 10 de octubre.
Miles de indígenas de diferentes pueblos, así como sectores campesinos, comunidades afros y otros sectores sociales de los departamentos de Nariño, Cauca, Huila, Valle y Caldas y Putumayo principalmente, recorrieron el país: empezaron en Monterilla, Zona Sat Tama Kiwe Cauca, para luego alcanzar la ciudad de Cali antes de dirigirse a la capital Bogotá, pasando por las ciudades de Armenia, Ibagué, Fusagasugá y Soacha.
Según lo cuenta la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), esta minga salió en medio de la pandemia para buscar “un debate político claro y hablar de diversas situaciones que desarmonizan la vida en los territorios, como la militarización, presencia de multinacionales, incremento de violencia en los territorios y despojo, esto ligado a un modelo de muerte que pretende dejar en el olvido a los pueblos”.
“Estamos pasando por cosas muy graves, se está matando a la gente. Ya estamos cansados. Ahora dicen que la epidemia nos mata, que el Covid 19, pero el Covid 19 es el Estado y su gente armada que está matando la gente, la Covid-19 donde estamos nosotros no ha matado”, lamenta la mayora del pueblo Nasa Blanca Andrade, en un audio difundido por la ACIN.
A este escenario le anteceden los registros de la ONG británica Global Witness quien registró que tan solo en 2019, Colombia y México encabezan la lista de los países con más altos índices de asesinatos contra defensores ambientales, en su mayoría, integrantes de pueblos originarios. Según el informe de 2019 de esta organización, de los 212 defensores de la tierra y el medioambiente que fueron asesinados, 64 eran colombianos. Una de cada 10 víctimas era mujer.
En lo que va del año 2020, por lo menos media centena de indígenas han sido asesinados en medio de la pandemia. Junto a ellos se suman los decesos provocados la Covid-19. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), desde la firma de la paz al menos 300 líderes indígenas, así como 600 líderes campesinos, afro y sindicales, han sido asesinados.
“Antes nos mataban, pero ahora estamos ante un genocidio”, denuncia Serna al respeto.
La minga, poderosa institución pre-colonial
La palabra “minga” o “minka” viene del Quichua y hace referencia a la reunión de diversos actores, saberes y herramientas en busca de un objetivo común. Es una forma de organización usada en todos los aspectos de la vida social, incluso en lo político. En este caso, “cada grupo apoya con lo que puede, comida, guardia, autoridades, música, pero el fin es la construcción de un país mejor”, explicó Marilen Serna, integrante de la comisión política de la Minga.
“La palabra minga tiene un significado profundo y busca aprender y construir trabajando en conjunto, hacer las cosas unidos en comunidad. Por eso, esta minga se desarrolla desde la base de escucharnos desde abajo, desde el pueblo, que es la base del entender que vivimos en lugares diferentes, pero, que las realidades no son tan distintas”, detalla por otro lado la ACIN.
En las últimas décadas, la Minga se ha organizado varias veces para enfrentarse a distintos gobiernos. En 2008, llegó a un punto de tensión importante durante el gobierno de Álvaro Uribe. Con la Minga Nacional de Resistencia Indígena y Popular, cerca de 45.000 indígenas de diferentes pueblos marcharon, por al menos 60 días, cerca de 120 kilómetros de territorio, entre Santander de Quilichao, departamento del Cauca y Santiago de Cali en el departamento del Valle del Cauca.
La minga siguió hasta Bogotá, donde fue recibida, en noviembre, por representantes de varios sectores sociales y por las organizaciones estudiantiles, que apoyaron el movimiento.
Hoy, la Minga social y comunitaria, por la defensa de la vida, el territorio, la democracia y la paz, coincide con el Paro Nacional de Colombia, un inédito movimiento de protesta que nació en 2019 y en el que millones de colombianos se manifestaron por razones económicas, educativas y de orden público.
En defensa de la vida, el territorio, la democracia y la paz
La minga que salió en octubre con rumbo a la capital de este país, Bogotá, buscaba plantear un debate nacional, en sintonía con otros sectores sociales, para sacar a la luz los problemas estructurales que el gobierno está ignorando.
Uno de ellos es la violencia que sigue golpeando al país, a pesar del mal llamado Acuerdo de Paz firmado en 2016.
“En el 2008 nos movilizamos por cuatro elementos: vida y derechos humanos, territorio, paz y modelo económico. Y hoy, incluso con la firma de la paz, la situación es la misma. O peor, porque tiene el sinsabor del fracaso del proceso”, explica Marilen Serna.
Otro problema, vinculado de cerca con el primero es el del saqueo de los territorios que están siendo entregados masivamente a la industria extractivista, para la explotación minera, hidroeléctrica, forestal o la agroindustria.
“La violencia ha sido compañera del reordenamiento extractivista de los territorios. Estos proyectos le abren otro frente de rentas a los grupos armados y narco paramilitares, que extorsionan y someten poblaciones. Esto también le abre el camino al acaparamiento de tierras y al despojo”, denuncia el Presidente de Indepaz, Camilo González Posso.
Por eso, lo que pretenden los pueblos originarios es provocar un cambio profundo del sistema: “la minga reclama otra forma de política, que defienda la vida y la paz: que el Estado responda con eficacia a la ola de asesinatos, masacres, desplazamientos y otras graves violaciones a los derechos humanos que se han disparado en los últimos años. Pero estos cambios no se logran con unos pequeños ajustes o concesiones. Para cambiar esta realidad, es necesaria una nueva forma de hacer política y de gobernar, con profundas modificaciones en el Estado. Por eso, la minga exigió una amplia conversación con el presidente para dar estos debates”, detalla González Posso.
“Estamos buscando que den la cara, porque queremos respuestas sobre lo que está sucediendo en el país, y no dinero o migajas de los que saquean al país, a la madre tierra”, agrega la ACIN.
Entre apoyo y criminalización, la lucha sigue
En su recorrido, la Minga de este año 2020 recibió mucho apoyo por parte de la sociedad colombiana.
“Vimos con la llegada a Bogotá que el pueblo colombiano tiene mucha esperanza en el movimiento indígena, en esta movilización que se ha hecho. Entonces el mensaje que estamos dando al país es que nos sumemos a este proceso que hoy como minga da una alternativa al país y ojalá en las próximas mingas no sólo seamos el suroccidente sino todo el país colombiano”, declaró por ejemplo un indígena Nasa del departamento del Valle del Cauca para la ACIN.
Sin embargo, la minga también recibió criticas y también sufrió una ola de criminalización y desprestigio por parte de la elite y de los medios masivos de comunicación. De forma repetida, las y los participantes de la Miga han sido calificados de “aliados de la guerrilla”. También han sido acusados de propagar la Covid-19 y de ser entonces un peligro para la salud pública.
El Consejo Gremial Nacional, una asociación de empresarios, publicó por ejemplo un comunicado en el que aseguró que, el “incumplimiento (de protocolos de seguridad) atenta contra la salud, no solo de quienes hacen parte de la marcha, sino de todos los colombianos”.
Acerca de la campaña de desinformación que sufrió la Minga, la ACIN señaló que “los opresores siempre buscan privilegios, ellos no quieren que caminemos la palabra y nos escuchemos. No quieren que aprendamos de lo caminado, nos quiere dividir con sus tentáculos utilizando la desinformación de los medios de comunicación que están a su servicio y mediante la estigmatización, creando paradojas y dudas ante la prensa nacional e internacional. El pueblo en general que desde lejos sin estar atento y participando no logra entender la grandeza de las acciones en la minga y lo que busca, que no es beneficio para unos pocos si no para el pueblo colombiano en general”.
La asociación del Norte del Cauca también recalcó que la minga es un movimiento histórico, heredero de las luchas que se han dado a lo largo de los últimos 500 años, y cuya fuerza no se dejará debilitar por las críticas.
“En la minga no somos pocos, somos un pueblo que creció como un río, con el dolor y la sangre de los más desfavorecidos, somos un pueblo que tiene el respaldo de la naturaleza, de la misma historia que narra en sus recuerdos todo lo que lo caracteriza por luchar por la vida y sus territorios es hora de volver a la lucha que da desde la invasión y saqueo cultural y de riquezas, hasta ahora. Hoy sabemos que es hora de cambiar estos malos sistemas de gobierno y de sostenimiento del mundo entero, es por eso que la conversa es desde el pueblo y para el pueblo”, concluye.
“Los pueblos hemos sobrevivido peleando. Ahora tenemos que pelear, esto va para largo”, afirmó por su lado la mayora Blanca Andrade.
El pueblo chileno rompió con décadas de conservadurismo y neoliberalismo al ganar la batalla por una nueva Constitución, que busca dejar atrás la larga noche del pinochetismo.
Por Andrés Kogan Valderrama
A propósito del histórico resultado del plebiscito en Chile el pasado 25 de octubre, en donde más del 78 por ciento de las personas votaron la opción “Apruebo” para elaborar una nueva Constitución, ahora el desafío es consolidar un proceso democrático que vaya mucho más allá de lo electoral.
Si bien la votación alcanzó el 50,9 por ciento del padrón electoral, nunca habían votado tantas personas en Chile en una elección (7.562.173 de sufragios). Además, es inédita tanta diferencia entre quienes optamos por votar Apruebo y por la Convención Constitucional Paritaria, frente a la opción conservadora del rechazo y convención mixta. De hecho, pudo ser mucho mayor la votación y diferencia en un contexto sin pandemia y con el voto obligatorio.
Una paliza electoral que muestra que la gran mayoría que votamos ese día queremos construir un país distinto, no de unos pocos solamente, y que responda realmente a la pluralidad de voces y experiencias para que la dignidad de las personas, comunidades y territorios se haga costumbre.
No es casualidad, por tanto, que en las llamadas zonas de sacrificio, íconos de la negación y violencia de parte del sistema neoliberal-extractivista, el “Apruebo” haya ganado por más del 89 por ciento de los votos (Freirina, Huasco, Mejillones, Petorca, Illapel, Tocopilla, Chañaral, Andacollo, María Elena, Diego de Almagro). Algo que nos muestra que el Chile más maltratado y pisoteado se levantó para decir basta.
Asimismo, esta gran votación no es solo el resultado de la gran revuelta de octubre del año pasado, sino que es algo que se viene construyendo desde hace décadas, en donde las luchas estudiantiles, socioambientales, feministas, indígenas, de disidencias sexuales, animalistas, de trabajadores, entre otras, fueron generando las condiciones políticas para abrir un proceso constituyente inédito en la historia del país.
Por lo mismo, esas luchas deben seguir articulándose para presionar y exigir grandes transformaciones a la misma Convención Constitucional, la cual es probable que sea cooptada por los mismos partidos políticos tradicionales, ya que el llamado “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” restringe bastante el acceso a personas que estén fuera de estas organizaciones para ser parte del nuevo órgano constitucional.
Por eso, como bien plantea el ex presidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador, Alberto Acosta, la Constitución no puede ser el resultado solamente del trabajo de quienes conformen la convención, sino de los mismos ciudadanos y ciudadanas, quienes son los y las reales constituyentes, quienes deben ser protagonistas en la construcción de este nuevo proyecto de vida en común.
De ahí que sea tan, o más importante, el proceso de elaboración de la Constitución que la Constitución misma, ya que, si se logra una mayor politización de la sociedad, en donde se instalen cabildos por todas partes, los nuevos integrantes de la Convención Constitucional estarán obligados a incluir las grandes demandas históricas. El desafío, por ende, es encontrar mecanismos ciudadanos para visibilizar lo que más se puedan esas demandas.
Las demandas son muchas, pero es fundamental que tanto los derechos humanos y de la naturaleza sean garantizados en la nueva Constitución, para que así la propiedad privada nunca más se interponga sobre otros derechos y se abra un nuevo camino que impulse múltiples soberanías (alimentaria, hídrica, energética).
Lo mismo con la necesidad de construir una Constitución plurinacional, en donde el centro no sea el alcanzar el progreso o el desarrollo, sino una vida sostenible territorialmente. Tenemos mucho que aprender de los distintos pueblos indígenas y su relación con los ecosistemas, y de cómo estos han aportado en otros procesos constituyentes de la región.
En cuanto a los peligros de que, luego de la aprobación de la nueva Constitución, su cumplimiento sea vulnerado por grandes empresas transnacionales o cooptada por caudillos autoritarios, como le ha pasado a países vecinos, depende de cuán organizada o no esté la sociedad para estar atenta y exigir el cumplimiento de los derechos.
Por todo lo señalado anteriormente, el proceso constituyente que estamos viviendo en Chile tiene que ser un proceso sin fin, como la democracia misma, y solo tenemos que seguir impulsándolo en todos los espacios posibles.
Visitamos Chile por primera vez en el año 2013. Un viaje intenso pero mínimo. La inevitable parada en los mil laberintos de Valparaíso –“la novia del océano” como la llamara el poeta-, su selecto y bohemio olor a orines, el intento tráfago cultural y sus cerros maravillosos, casi volcados sobre el Pacífico incluyendo, por supuesto, el incomparable Cerro Cárcel.
La primera impresión, sin embargo, fue la de una sociedad pacata y conservadora. Nos impresionaron profundamente ciertas pintadas en los muros vivando al tirano que parecían suscitar un escándalo más bien medido y apático. El carácter plástico de casi todas las cosas en Santiago, la ciudad que a diferencia de la Nueva York que cantara Rubén Blades, sentía que no terminaba de creerse sus propios cuentos sobre el milagro chileno, pese a los mall y el boom inmobiliario, el PBI per cápita y las ínfulas maiameras del Festival de Viña del Mar.
Pero lo más notable era sin dudas la permanencia químicamente pura de todos los trazos de las subjetividades neoliberales que tan bien conocíamos desde nuestros años ochentas: derrotistas, auto-denigratorias, silenciosas, apáticas, mezquinas, medrosas y apolíticas. “Chile, la alegría ya viene”, el célebre spot de campaña de los tiempos del plebiscito que dijo “No” a la dictadura de Augusto Pinochet, sonaba como lo que siempre fue: una consigna huera sacada de los tubos de ensayos del marketing.
Tras eso, una gira breve por varias ciudades y pueblos de la región del Bío Bío trajeron la brisa desprejuiciada y desprejuiciante de las sociabilidades del interior; algo común al interior de todas nuestras naciones.
El ritmo cansino del campesinado, su tenaz sentido de comunidad, la hospitalidad obligatoria y casi agresiva, las comilonas al estilo “Los 120 días de Sodoma”. De Valpo pasamos, sin escalas, a visitar a los raperos mapuches de las poblas, a los mineros del cobre enrolados en SIDECO, a los campesinos paperos de Santo Tomé y a los pesqueros y trabajadores marítimos de Talcahuano -universalmente famosa por su estatua a la chilena, célebre técnica futbolística que, como no podía ser de otra forma, nació en el país trasandino-.
Allí conocimos los fogones de la memoria que evocaban los tiempos del Chicho -Allende- y su criolla Revolución del Vino y la Empanada y las gestas del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, a algunos de cuyos mártires supimos honrar descendiendo los cerros populares de Playa Ancha mientras toda la pobla les rendía honores con sus brazaletes rojos y sus velas prendidas en las ventanas.
También supimos de los reveses y sinsabores actuales, del fracaso de las promesas de una post-dictadura eterna y su remedo de Moncloa. De las taras de una democracia que no supo dar de comer, no pudo curar y ciertamente no quiso educar, pese al final aparentemente feliz que parece contar el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, tan timorato para los izquierdistas como urticante y subversivo para los derechistas.
También supimos, claro, del fragor de los combates actuales, protagonizados hasta entonces una y otra vez por los jóvenes y los estudiantes, como si algo estuviera definitivamente perdido en la cabeza de las generaciones arrasadas: los secundarios en la “rebelión pingüina” del año 2006 y los universitarios en el año 2011.
El pueblo mapuche, en el Wallmapu, antes, después y siempre. También nos enteramos, entre las confianzas predispuestas por el pisco, de las seculares rencillas de la izquierda autóctona y de la eterna e inevitable viudez de todos respecto del Partido Comunista. Un viaje breve, decíamos, financiado íntegramente con la solidaridad de los movimientos sociales y por el tráfico al menudeo de cigarrillos traídos desde la Argentina que escaparon al celo de los pacos. Un viaje intenso y singularmente representativo de la clase, sus maravillas y sus miserias.
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Primer síntoma. Juraría que es la misma cuadra y la misma pared en donde siete años antes se podía leer “Viva Pinochet”. Ahora, en cambio, rodeado de la aureola crística de los santos, la imagen de un perro callejero, un cuzco cualquiera de terreno baldío, seguido de su singular nombre. Nombre que a la vez describe una habilidad y un oficio: “matapacos”.
El “matapacos”, si, un perro venerado transversalmente por todas las capas de esta sociedad bastante más revuelta que el desidioso Río Mapocho. Un perro-mártir que si se hubiera presentado a elecciones podría haber derrotado a una coalición de todos los otros partidos y candidatos reunidos. Un extraño rocinante sin Quijote que enfrentó con valor e hidalguía a los molinos de viento y a los blindados que escupen gas y agua pero sin vino. Algo grande y sísmico debe haber pasado en este país que ahora parece idolatrar a un perro pulguiento visible en todas las banderas, pancartas y pañuelos.
Segundo síntoma. Por una avenida céntrica de Santiago pasa a toda velocidad un carro de la que hasta ayer era la institución más venerada y sacrosanta del país: los Carabineros de Chile. Quienes cuentan, entre otros beneficios exclusivísimos, con su propio sistema pensional público y solidario por fuera de los tentáculos de las resistidas Asociaciones de Fondos de Pensión. Y también, más allá del orden profano, con su propia patrona: la Virgen del Carmen. En un acto prácticamente reflejo una anciana muy menuda -me recordó a aquella señora corajuda que supo conquistar el corazón de Fidel Castro en su visita al país en el año 71- toma una esquirla de adoquín y la arroja con precisión meridiana al blindado al grito de “paco culiaaaaaaooo”. Mientras tanto los negocios pacatos de la zona, bien ejercitados en la gimnasia cotidiana del estallido, comienzan a bajar las persianas que, viéndolo bien, siempre estuvieron entornadas.
Tercer síntoma. Nos acercamos a la zona cero, al epicentro de las movilizaciones que conmueven al país desde octubre del año pasado. Un buen amigo nos propone que lo acompañemos a conocer lo que él llama “el tour de la destrucción”. Andando las calles céntricas de Santiago constatamos el estado de deterioro del mismísimo centro político y económico del país, con estaciones intermedias como una selecta universidad privada incendiada, cuya cúpula se derrumbó frente a un verdadero aquelarre popular. Y también con cuadras enteras de asfalto arrancado a pico y pala para formar los cascotes que invariablemente iban destinados a los pacos y, durante la vigencia del toque de queda, a las aún más temibles fuerzas armadas. Chile despertó dicen todos desde entonces, y parece que con hambre y resaca después de una siesta tan larga.
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¿Qué pasa en la “felicidonia” chilena, en Las Condes, Vitacura y Providencia, los barrios “bien” de Santiago en donde se pasean las nanas negras haitianas y los niños “con los ojos, los cabellos y los dientes rubios”? Niños a los que ocasionalmente los traiciona el árbol genealógico y les sale una nariz aguileña más parecida a la de Caupolicán que a la del galán telenovelero de turno. ¿Qué ha sucedido en “las casitas del Barrio Alto” que describiera burlón Victor Jara para que el estallido social haya llegado a prender incluso entre los hijos e hijas de la alta burguesía capitalina?
Lo que sucede es que la fragilidad del milagro chileno se vuelve cada vez más evidente, y lo que derrama no son riquezas sino aguas cloacales, con buenas dosis de polarización social y desclasamientos masivos. Lo que hace eclosión es el endeudamiento serial de las clases medias, la certeza de un futuro pensional precario a merced de los fondos privados de pensión y el carácter incierto de una vida y un confort amasados en el amarrocamiento de herencias y apellidos o en la disciplina emprendedorista de la auto-explotación. El triste destino para muchos y muchas es el de trabajar como reponedores en un centro comercial hasta los 60, los 70 o los 80 años de edad. Eso que llaman una vejez activa y vital.
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Dios sabe de oficios inútiles y/o desagradables: el ondeador de banderas, el reservador de lugares en las colas, el conejillo de indias, el enterrador, el verdugo. Pero ninguno como el pájaro de mal agüero, infortunado burócrata del sistema de salud chileno. Así nos refirió nuestro amigo los detalles de su oficio gana-pan: “mi trabajo era llamar para notificar cuando se liberaban las camas solicitadas por los pacientes del sistema público de salud. La gran mayoría de las veces, esas personas, incluidas enfermos terminales, ya no las necesitaban, habían pagado ya un privado o, peor aún, se habían muerto hacía años.”
La misma rabia explica la presencia de discapacitados enfrentando a las fuerzas represivas en la heteróclita primera línea de combate en las movilizaciones. Una primera línea acaudillada a veces por Pikachu o Spiderman, en una de esas veleidades propias de rebeliones tan anti-neoliberales en sus programas como neoliberales en sus formas. Cojos, tullidos, mutilados, con muletas o en sillas de ruedas, porque total, “en Chile está la cagá y se muere de cualquier wea”, como afirma una militante anarquista.
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El país del anarquismo más acérrimo e irreductible es, no ha de extrañar, el del institucionalismo más asfixiante y universal. El mismo país en donde las concertaciones no fueron tan concertadas, ni las nuevas mayorías fueron ni tan nuevas ni tan mayoritarias. El mismo país en donde el neoliberalismo primigenio ha vuelto al centro de la escena tras girar en redondo, y en donde, según nos confiaron, más de un general anduvo en octubre a los telefonazos pidiendo mesura a los partidos políticos “para que las fuerzas armadas no se vieran forzadas a intervenir en la escena política”. Un país que ha estado lejos de hacer una revolución, pero que tras tocar fondo y quizás algo a destiempo, ha rebotado con fuerza. Lo que se discute en Chile ahora no es la vía pacífica o armada al socialismo, sino el camino más seguro y menos tránsfuga al post-post pinochetismo. No es poca cosa.
La Minga Indígena del Cauca ha capturado la atención de los grandes medios en las últimas semanas en Colombia y con su llegada a Bogotá en las últimas horas se han convertido en el tema central en muchas salas de redacción. A pesar del amplio despliegue y cubrimiento muchos aún no sabes qué es la Minga Indígena, cuáles son sus peticiones y por qué llegaron a la capital del país-.
De acuerdo con Martha Peralta Epieyú, presidenta del Movimiento Alternativo Indígena y Social, MAIS, la palabra Minga “se deriva del conocimiento que tenían los aborígenes sobre el trabajo compartido para el bien común. Es el encuentro donde circula la palabra, se piensa y se construye el Buen Vivir”.
En Colombia la figura de la Minga Indígena tomó relevancia en el 2008 cuando se dieron una serie de marchas y protestas, realizadas por aproximadamente 10.000 y 15.000 indígenas de diferentes etnias en el 2008, principalmente Nasa, que cubrió cerca de 120 kilómetros entre Santander de Quilichao, departamento del Cauca y Cali en el departamento del Valle.
La Minga Indígena de este año inició en Santander de Quilichao, posteriormente se desplazó a Cali,un punto de encuentro con otros indígenas, y donde se tenía como propósito, encontrarse con el presidente Iván Duque. Reunión que nunca se dio porque el mandatario envío un grupo de emisarios encabezado por la ministra del Interior, Alicia Arango.
A pesar del esfuerzo de los funcionarios del alto gobierno, no fue posible llegar a un acuerdo con la Minga Indígena que ante el intento frustrado de reunirse con Duque, anunciaron su travesía a Bogotá.
La llegada estaba prevista para este lunes, aunque ante la advertencia del alcalde de Soacha, la parada anterior planeada antes de la entrada a Bogotá, de que no contaba con los recursos para acoger a los integrantes de la marcha, la ‘minga’ ha seguido su recorrido hasta llegar a la capital.
El recorrido de la Minga Indígena desde el suroccidente de Colombia hasta la capital tardó cerca de una semana y en la tarde del domingo llegaron a Bogotá, donde ha sido recibida por la alcaldesa, Claudia López, que ha criticado la falta de un acuerdo ante la negativa del presidente, Iván Duque, de reunirse con los representantes de la marcha.
Duque ni lo ignora
Con la intención de reunirse con el presidente, Iván Duque, las participantes de esta marcha han llegado un día antes de lo previsto al Palacio de Deportes de la ciudad, que los albergará durante su estancia en la capital “con respeto y bioseguridad”, ha destacado López a través de Twitter.
La llegada estaba prevista para este lunes, aunque ante la advertencia del alcalde de Soacha, la parada anterior planeada antes de la entrada a Bogotá, de que no contaba con los recursos para acoger a los integrantes de la marcha, la ‘minga’ ha seguido su recorrido hasta llegar a la capital.
Durante las manifestaciones en la ciudad, la ‘minga’ estará acompañada “por su propia Guardia y los Gestores de Diálogo y Convivencia de la Alcaldía de Bogotá”, ha explicado la alcaldesa, que ha pedido “no estigmatizar la movilización social”.
López ha subrayado que “la ‘minga’ llega a Bogotá por la imposibilidad del Gobierno nacional de reunirse directamente con ellos en Cali y llegar a acuerdos en sus demandas y peticiones”, por lo que “con todo el respeto”, ha solicitado a Duque “resolverlos los conflictos con la ciudadanía y la ‘minga’ pacíficamente”.
La llegada de la marcha de casi 10.000 indígenas a la capital colombiana ha provocado tensión entre el Gobierno y las autoridades locales, ya que el primero ha emplazado a las segundas a asumir la logística y garantizar las medidas sanitarias de sus participantes.
Las reivindicaciones de la ‘minga’ incluyen la critica a la impunidad por parte de la Administración en relación al asesinato de líderes sociales, así como la implementación del acuerdo de paz y la violencia en general que ha sacudido al país
●EDF sería responsable por contribuir a violaciones al consentimiento libre,previo e informado así como por ataques a defensoras y defensores dederechos humanos en la implementación de su proyecto eólico Gunaa Sicarú
●La demanda solicita la suspensión del proyecto hasta que EDF cumpla suobligación de respetar los derechos humanos. La comunidad tuvo que acudira instancias extranjeras ante la falta de respuesta de la empresa y el gobiernomexicano.
Ciudad de México/Berlín, 13 de octubre de 2020.Miembros de la comunidad indígena zapoteca de Unión Hidalgo, Oaxaca, presentaron el día de hoy en París una demanda civil en contra del gigante energético Electricité de France (EDF) por violación a sus derechos humanos.Se trata de la primera acción legal de su tipo iniciada por una comunidad indígena de las Américas, y es acompañada por la organización mexicana Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, A.C. ProDESC, y el European Center for Constitutional and Human Rights, ECCHR.EDF sería responsable por contribuir a violaciones serias a los derechos de lacomunidad, al fallar en la identificación de riesgos y la implementación de medidas de protección en el desarrollo de su proyecto eólico Gunaa Sicarú.
La empresa firmó contratos y acuerdos, desarrolló procesos paralelos deinformación y comunicación, y contribuyó a la ruptura del tejido social en Unión Hidalgo, afectando el carácter previo, libre e informado de la consulta desarrollada por autoridades mexicanas respecto a tal proyecto.Estas omisiones de EDF llevaron a una escalada de violencia en contra de defensoras y defensores de derechos humanos de la comunidad, quienes son estigmatizados, amenazados y atacados por grupos cercanos a la empresa. UniónHidalgo buscó justicia en México.A partir de un amparo presentado por personas defensoras, en octubre de 2018 un Juzgado Federal en México falló históricamente en favor de la comunidad y ordenó a las autoridades Mexicanas el desarrollo de una consulta que cumpliera los más altos estándares internacionales.Sin embargo, la actuación de la empresa y la de sus socios comerciales locales no cambió.Asimismo, desde 2017 miembros de la comunidad buscaron un diálogo con la empresa, sin éxito. Inclusive, en 2018 presentaron una queja ante el Punto Nacional de Contacto de la OCDE en Francia, sin obtener resultados positivos. Es por ello que la comunidad tuvo que acudir hasta la Corte de París demandando el respeto a sus derechos. La demanda presentada solicita la suspensión del proyecto hasta que EDF cumpla su obligación de respetar derechos humanos, establecida desde 2017 en la Ley francesa del deber de vigilancia, y con ello evitar que se sigan cometiendo mayores violaciones en contra de la comunidad.
“Este es un llamado claro para que EDF termine sus abusos, cambie su mal comportamiento y deje de buscar imponer a toda costa su proyecto. El que un parque eólico se desarrolle violando los derechos humanos no es justo ni en Méxiconi en Francia ni en ninguna parte del mundo”, dijo Rosalva Martínez, defensora dederechos humanos de Unión Hidalgo.La demanda es apoyada públicamente por diversas organizaciones francesas, europeas e internacionales, tales como CCFD-Terre Solidaire, Sherpa, Les Amis de la Terre France, el Observatorio para la Protección de los Defensores de Derechos Humanos, SOMO, OECD Watch y Fair, Global and Green Alliance (FGG).“Las autoridades mexicanas han fallado en garantizar el derecho al consentimiento de la comunidad. Pero EDF también es responsable y tiene incluso una mayor responsabilidad en contextos de violaciones sistemáticas como México. Hasta ahora, nadie le había exigido rendición de cuentas por sus actuaciones; la demanda presentada constituye una gran oportunidad para ello. Es tiempo de que EDF cumpla.”, señalaronAlejandra Ancheita y Miriam Saage-Maaß de ProDESC y elECCHR.Diversos organismos de derechos humanos en México y a nivel internacional se han pronunciado en torno a la situación de riesgo de las y los defensores de UniónHidalgo, por su labor de defensa relacionada con el proyecto de EDF, requiriendo acciones inmediatas de las autoridades y la empresa. ProDESC acompaña desde 2011 el proceso de defensa de la comunidad deUnión Hidalgo.El ECCHR ha colaborado desde 2018 en el proceso de litigio transnacional.