Paz entre nosotros, guerra a los señores. Una tradición rebelde de alianzas
En este texto, dos militantes de la organización brasileña ‘Tejido de los Pueblos’ nos recuerdan siglos de resistencia indígena y negra contra el capitalismo colonial brasileño, rescatando la herencia de una tradición de rebeliones que indican la necesidad de repensar alianzas entre los pueblos, para conquistar la tierra y el territorio.
(Ensayo publicado originalmente en portugués en la revista brasileña Jacobin. Traducción: Carlos Aguirre Rojas.)
Por Erahsto Felício y Joelson Ferreira
En el momento en que escribimos estas palabras, el mal gobierno brasileño galopa veloz hacia el fascismo. Pero el Estado brasileño es, no obstante y desde su propio nacimiento, una verdadera máquina de guerra en contra de los pueblos. Pues el bolsonarismo no creó un tipo de violencia nueva, sino que la novedad hoy consiste en que un importante sector de las clases dominantes no se preocupa ya en maquillar su apariencia, o en engañar a la opinión pública con urbanidades típicas de la hipocresía de los neoliberales. Lo que llamamos “Brasil” fue siempre un genocidio racista estructurado sobre la base de la esclavitud. Por eso, no existe “retorno normal” para las mayorías oprimidas que viven en las favelas, en los campos, en las orillas de los ríos o en los bosques. Nuestros pueblos siguen en riesgo, incluso bajo los gobiernos “democráticos y populares”. Y esto incluye desde los Quilombos de Alcántara en Maranhão (violados por el gobierno “comunista” de Flávio Dino) hasta el pueblo indígena Juruna en la construcción de Belo Monte (en el gobierno do PT de Lula y Dilma). En el capitalismo no existe, nunca existió, porque no puede existir, paz para los pueblos.
Mirando atentamente la actual coyuntura, no se ve ninguna señal de que las instituciones de la República van a utilizar sus frenos y contrapesos para impedir un fascismo subcontratado de las milicias y de los grupos paramilitares de los fanáticos anticomunistas. Porque es difícil imaginar a los militares entregando tranquilamente el poder, después de los crímenes cometidos por este gobierno en la destrucción desenfrenada de la tierra o en el ocultamiento de los muertos generados por la pandemia —que pasarán de los cien mil hermanos y hermanas seguramente—.
La tarea que nuestro tiempo nos impone no es, por lo tanto, solamente la de derrotar al bolsonarismo como fuerza política. Es preciso, también, derrotar al racismo como estructura de poder político y desmontar la lógica de desigualdad del neoliberalismo. En este sentido, la izquierda institucional brasileña ya intentó su propio camino, pero con el máximo respeto que tenemos a esos compañeros, pensamos que ha llegado la hora de intentar un camino diferente. Y ahí es donde una larga historia de rebeliones de los pueblos, en todo el territorio brasileño, tiene todavía muchas cosas que enseñarnos.