Por la Colectiva Fugaz en solidaridad con la comunidad de Amilcingo.

Samir Flores Soberanes era oriundo de la comunidad de Amilcingo, en Morelos, y hoy estaría cumpliendo 38 años, sin embargo el 20 de febrero del 2019 fue asesinado en la entrada de su casa. Entre muchas otras cosas, Samir era padre, hermano, esposo y amigo del pueblo. Era campesino, herrero, locutor de la Radio Comunitaria Amilcinko y maestro solidario en la Escuela Primaria que actualmente lleva su nombre.

Desde que se creó la radio, Samir inundaba con su voz las casas de Amilcingo a través del programa Amanecer ranchero, creando un paisaje sonoro que llegaba a los oídos de quienes lo escuchaban e inevitablemente incitaba a los radioescuchas a reflexionar sobre los acontecimientos más importantes del momento.

Amilcingo y muchas personas más decidieron recordar y festejar a Samir este 2 de agosto, porque fue una alegría conocerlo y mientras vivió construyó lazos de amistad, solidaridad y resistencia profundos. Este año, se convocó a conmemorar como es debido a Samir, con actos para invocar su recuerdo y poner en evidencia las injusticias, acciones que nazcan y se expresen desde la resistencia y la organización, desde diferentes luchas ya sean por el territorio, en contra de la violencia, por la verdad, la memoria y la justicia.

Esta acción es un acto de solidaridad y memoria, es reconocer la lucha de Samir, y de la comunidad de Amilcingo, que siguen en resistencia y hasta ahora, junto a otros pueblos, han impedido que entre en operaciones el Proyecto Integral Morelos (PIM), que desde el 2012 se ha intentado imponer en la región oriente de Morelos y partes de Tlaxcala y Puebla. El PIM consta de tres megaproyectos para la generación de energía; dos termoeléctricas de ciclo combinado en la comunidad de Huexca, un gasoducto que sale de Tlaxcala y se conecta con las termoeléctricas y un acueducto que pretende llevarse el agua del río Cuautla.

El funcionamiento del megaproyecto llevaría riesgos graves para las poblaciones por las que pasan. Desde riesgos a la salud de los pobladores, hasta la posibilidad de la explosión del gasoducto, ya que pasaría a unos metros del volcán Popocatépetl, conocido por ser de los más activos de Latinoamérica. Además, las comunidades han demostrado que este tipo de megaproyectos conlleva otras amenazas a su forma de habitar el territorio. Si se llegara a poner en funcionamiento cambiaría la forma de vida de los pueblos. De ser dueños de su territorio y sus campos de cultivo, pasarían a ser trabajadores de las empresas. Cambiaría la forma y el significado del territorio para la gente que lo habita. Por estos actos de exterminio es que las comunidades les llaman ‘megaproyectos de muerte’, no es ninguna metáfora.

Desde que comenzaron los planes de su implementación, varios pueblos de la región se organizaron en un frente común (Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua) para evitar que se echar a andar el megaproyecto. Uno de estos pueblos es Amilcingo, y durante mucho tiempo eligió como a uno de sus voceros a Samir. Es así como las comunidades han construido poco a poco la resistencia a este megaproyecto, aunque la violencia hacia los pueblos, los ataques a las personas y comunidades que defienden el territorio no ha hecho más que aumentar. Cada vez es más larga la lista de asesinatos a defensores y defensoras del territorio. Sin embargo, a través de la memoria se continúa resistiendo, impidiendo que el horror le gane terreno a la alegría.

Acción en solidaridad.

A la vez que se resiste a la violencia, se construye organización y vida comunitaria, estas generan otras formas de pensar y estar en el mundo, que no reproducen las formas capitalistas de vivir, sino que se construyen desde la cooperación, la asamblea y los afectos. En Amilcingo por ejemplo se organizó un espacio de salud gestado por promotoras de la misma comunidad, una radio comunitaria, una asamblea que se reúne diariamente para discutir los temas importantes del pueblo y su propia escuela en la cual Samir era maestro. Esta escuela — que tiene más de cien años —, entró en un proceso de resistencia ya que el Estado la intentó derrumbar después del sismo de 2017, aún cuando se acreditó que no había daños estructurales. La comunidad la defendió, y junto con ella, también defendieron una forma de educación que va más allá de lo que imponen en las escuelas oficiales. Fueron los padres y madres de familia, la asamblea y el pueblo en general quien decidió de forma colectiva cuál sería la educación para sus hijxs. Se comenzaron a dar clases de náhuatl, danza, locución y agricultura orgánica, gracias al trabajo de maestrxs voluntarixs. Samir era el presidente de la asamblea de padres y madres de familia de la primaria y, a la vez, impartía clases de agricultura orgánica y locución a los y las alumnas.

En Amilcingo se luchaba por el reconocimiento oficial de la ‘Escuela del Centro’ cuando Samir fue asesinado. Sin embargo, lo que enseña la semilla de Samir ya lo han aprendido las nuevas generaciones. A través de la palabra y al involucrarse en las acciones, la niñez de Amilcingo también es parte de la resistencia y la organización comunitaria, lo cual les permite seguir con su forma de vida.

Hoy en día la ‘Escuela del Centro’ lleva el nombre de Samir y en calles se ha pintado su rostro. Amilcingo no lo olvida, como tampoco lo olvidan las diferentes personas que lo conocieron. Su nombre suena en varios países, se le recuerda en las ciudades y en los pueblos.

Con sus actos, Samir y Amilcingo han ido tejiendo una red extensa de afectos, ejemplo de esto es el Proyecto Samir, nombre que le dio la familia Flores Velázquez a la construcción de su casa, así es cómo esta red se materializa. Además de formar parte de la resistencia, Samir pensaba construir su casa para él y su familia. Antes de ser asesinado por su labor como defensor del territorio, tenía ideas claras sobre la manera de vida que quería. Ideas de respeto a la naturaleza y a aquellos que lo rodeaban. Así pensó su casa, imaginando una obra que recuperara las técnicas tradicionales de construcción en la zona, es decir, el adobe. La familia vivió durante años en la casa de los padres de Samir y debido a la cantidad de trabajo comunitario y solidario que la pareja realizaba, fue hasta hace poco que comenzaron los planes para la construcción. Para que la familia Flores Velázquez termine su casa, se ha creado una donadora para recaudar los recursos faltantes en los próximos dos meses.

Así como los de arriba articulan y confabulan para acrecentar sus ya exuberantes ganancias quemando selvas, secando ríos, asesinando y desapareciendo, desde abajo se sigue tejiendo una red que no deja de crecer. Con acciones de memoria, de protesta y de apoyo, se sigue protegiendo el territorio, se cultivan las semillas que solidariamente germinen en nuevos procesos y nuevas acciones.

Frente a una pérdida tan grande, frente a la herida abierta tan profunda como lo es el asesinato de Samir, se le sigue recordando y seguimos organizándonos. Ante el distanciamiento y el miedo que se quiere imponer, se sigue optando por la construcción colectiva, solidaria y desde abajo.