En Chiapas, modernas reservas indias, no tan nuevas
- Construcción de la ciudad rural sustentable Nuevo Juan Grijalva, Chiapas.
La memoria histórica en Chiapas se transmite de generación en generación mediante relatos a la luz del fuego o cuando se trabaja en la milpa, al igual que las noticias de otras partes del mundo. Después, con la paciencia y la mirada indígenas preguntan, observan, escrutan y opinan. Esto está pasando en muchas comunidades de población originaria, adonde llega el rumor de las ’ciudades rurales sustentables’, proyecto estrella del Gobierno de Sabines, con el apoyo del presidente Calderón, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y varias fundaciones empresariales (Televisa, Adobe, Instituto Carso de Carlos Slim, etc. a las que llaman “sociedad civil organizada”).
Juan José Sabines Guerrero, el gobernador del Estado de Chiapas, priísta de toda la vida aunque accedió al puesto con las siglas del Partido de la Revolución Democrática (PRD), se le distingue sobre todo por manejar de manera formidable la comunicación y la propaganda.
“Mucha publicidad pero poca información”, aparecía al respecto de las CRS en un documento reciente de la parroquia de San Pedro Chenalhó, un municipio de los Altos de Chiapas donde corre el rumor de que se construirá una de estas modernas reservas indias.
En ese documento se apela a la memoria histórica: “Hace unos 500 años, los españoles que llegaron a nuestras tierras en busca de oro también reubicaron a la población indígena diciendo, como Sabines, que era más fácil atender a varias poblaciones que se juntaran en un solo lugar que si permanecían dispersas. Estas poblaciones se llamaban reducciones”.
En el Gobierno de Chiapas explican que los objetivos de las CRS son: combatir la dispersión como causa de la pobreza y promover el desarrollo regional, generar crecimiento, inversiones, empleos de calidad y riqueza social. Pero la primera ciudad rural, Nuevo Juan de Grijalva, lleva un año en funcionamiento y sólo produce mucho descontento. Y ahora van a por la segunda, Santiago El Pinar, de las 25 que se propuso construir en su mandato de seis años, con más de 30 mil personas reubicadas.
Esta reubicación o reordenamiento territorial, como lo llaman, significa: aculturización para convertir al consumo occidental a las poblaciones indígenas; alejamiento de los campesinos de sus tierras para la “reconversión productiva” para dedicarlas al cultivo de agrocombustibles o la venta de bonos de carbono o para desarrollar minas, presas hidroelécticas e infraestructuras turísticas; dependencia de trabajos precarios para empresas exportadoras. Como dicen en la CRS Nuevo Juan de Grijalva: “ Aquí no es como antes. Aquí todo lo tenemos que comprar”. Y sin el contacto con la tierra cultivable se pierde toda la potencialidad comunitaria, las costumbres y formas de representación, y llega la desesperación, el alcohol y la violencia.
También se sabe en Chiapas que el estilo de las Ciudades Rurales Sustentables ya se utilizó en las guerras, en Vietnam (se llamaban Aldeas Estratégicas) o en Guatemala (Aldeas Modelo o Polos de Desarrollo) para combatir la insurgencia indígena, “quitarle el agua al pez” y controlar el descontento.