En la plaza de la ciudad de Arriaga, Chiapas, miles de migrantes se acomodaban donde podían en un estado de visible deterioro. Desde que los hemos acompañado, hace sólo dos días, hasta ahora, el cambio es muy notorio. El calor es brutal, el cansancio es intenso. Un bebé yace en su carriola empapado en sudor, mientras su mamá intenta refrescarlo echándole aire con un pedazo de cartón. Gente acostada o sentada por doquier, miradas nubladas. Una mujer pide algunas monedas para poder comprar paracetamol para su hijo de un año, que llora con fiebre. Ver a los niños aquí es desgarrador. Estamos en la última parada en el estado de Chiapas, pero éste es sólo el comienzo de una larguísima travesía por el país. Y ya han sucedido varias tragedias. Dos muertes confirmadas, aunque se rumoran tres más. Un bebé muerto con un impacto de bomba de gas lacrimógeno de la Policía Federal en el puente en la frontera. Un joven de alrededor de 26 años que cayó de un trailer cerca de Huixtla y cuyas últimas palabras, según un testigo, fueron “No me quiero ir”. Pero varios migrantes cuentan también de dos niños que fallecieron ahogados durante la represión en el puente en la frontera. Cuando mucha gente se tiró al río para evitar los gases, las vallas y los antimotines mexicanos, una madre con dos hijos pequeños tuvo que lanzarlos primero antes de aventarse ella misma. Y ya no los volvió a ver. Y ayer se rumoró, sin que se haya podido confirmar, la muerte de una mujer que cayó de un trailer a la salida de Pijijiapan a las tres de la mañana. Al mismo tiempo, el miedo. Una joven de Arriaga, quien abrió las puertas a algunas familias migrantes para que pudieran descansar en su casa, escuchó decir a las mamás que en varias ocasiones han recibido ofertas de comprarles a sus hijos por parte de lo que asumen ser criminales.

Todo esto sucede en el contexto de un evidente esfuerzo coordinado por parte del Estado de debilitar y fragmentar a la caravana. Como mencionamos en nuestra nota anterior, ha habido un cambio notorio de estrategia por parte de las autoridades. En la frontera y en el primer día de camino rumbo a Huixtla, contención y represión, primero intentando impedir la entrada de los migrantes a territorio nacional por medio de la fuerza. Después, en Tapachula, al no ofrecer ninguna ayuda, condicionando la ayuda humanitaria a la detención migratoria e generando miedo en la población, que cerró sus puertas y les negó el paso a baños y cualquier asistencia. Ante ese calor, la gente no bebía agua para no tener que orinar. Después, en su camino desde la frontera hasta Tapachula, la presencia de policías antimotines en varios puntos, sobrevuelo de helicópteros, insistencia en que se registraran “de forma legal”.

Después de Tapachula, sin embargo, una extraordinaria y costosa acogida (sobre todo en Pijijiapan y Tonalá), con baños, agua, comida, tinas para refrescarse, cortes de pelo gratuitos, masajes, atención psicosocial, juegos y payasos para niños y transporte gratuito. Y en Arriaga, un absurdo y descontextualizado “show” proporcionado por Televisa San Ángel. Los ayuntamientos recibieron un protocolo de acogida desde el gobierno federal, y al parecer hubo algún acuerdo previo referente a los locales donde llegaría la caravana, pues los ayuntamientos tuvieron dos o tres días para prepararse.

Contener y dividir, la estrategia gubernamental

Estos días hemos podido observar varias estrategias por parte del Estado para contener, dividir y fragmentar la caravana. Por un lado, la estrategia del retorno. En todas las ciudades, frente al ayuntamiento, hay bocinas que de cuando en cuando anuncian que se están procesando pedidos de repatriación para quienes quieran regresar. Pero dicho procedimiento se hace por medio del engaño. No hay información fidedigna sobre los mecanismos legales para permanecer en México como refugiados o con permisos en México. En Tapachula, a muchos los subieron a camionetas de la policía municipal y los encaminaron a la Feria Mesoamericana, convertida en prácticamente en un centro de detención, donde perdieron contacto con familiares y el resto de la caravana. En los siguientes municipios, los han apartado del resto de la caravana, manteniéndolos esperando, diciendo que en breve llegarán autobuses para llevarlos, y la gente queda incomunicada hasta la noche, que es cuando en efecto salen los autobuses. En Huixtla las familias se quedaron aterrorizadas al permanecer en la calle de noche con los niños. Algunos desisten de la repatriación y deciden reincorporarse a la caravana, lo que implica el riesgo de viajar solos hasta alcanzarla. Hasta ahora, han regresado más de 150 en Huixtla, más de 80 en Mapastepec y alrededor de 30 en Tonalá y Arriaga.

Por otro lado, el cansancio. Con la justificación de evitar muertes como la del joven que cayó cerca de Huixtla, algunos efectivos de la policía federal están bajando a las personas de los vehículos, forzándolos a caminar largos trechos bajo un sol abrasador. En algunos trechos del camino no hay agua o alimentos, lo que impacta a las familias que tienen que caminar con niños pequeños por muchos kilómetros. Así, la caravana se alarga y se fragmenta en pequeños grupos, que por lo mismo se tornan más vulnerables.

Según las actualizaciones de las organizaciones de derechos humanos que acompañan a la caravana, se denunció una redada entre Tapachula y Huixtla, donde 79 personas que se habían rezagado al salir de Tapachula, fueron interceptadas y atacadas por agentes de migración, quienes detuvieron al menos a ocho personas. Suponemos que se puedan haber realizado otras redadas similares con otros grupos que se separan de la caravana a lo largo del camino.

Observamos una clara instrumentalización política de la caravana. Por un lado, por medio de la capitalización política de las acogidas en Pijijiapan, Tonalá y Arriaga, donde se montaron fiestas y una constante autopromoción. Estos espectáculos se transformaron en verdaderos circos mediáticos, aprovechando la presencia de los medios nacionales e internacionales de comunicación. En Pijijiapan, se provocó un estado de confusión y con el estruendoso reguetón, justo a la hora en que los migrantes intentaban descansar, cortando las luces por momentos, creando un ambiente de inseguridad para las familias.

Finalmente, desde el quiosco de la plaza de Arriaga, Irineo Mujica, de Pueblos sin Fronteras, anunció la noticia del nuevo plan de Peña Nieto “Estás en tu casa”, que propone permisos temporales de trabajo en México, acceso a salud y educación y una vía para regularizar la condición migratoria, con la condición de que se presenten a las autoridades migratorias en Chiapas o Oaxaca. Esto con la evidente intención de contener a la caravana en los estados sureños de Chiapas y Oaxaca e impedir que avancen más allá, algo que distendería las tensiones con Estados Unidos. Pero dicha propuesta fue rechazada en masa por los migrantes, quienes desconfían de las intenciones de la presidencia. “De 10 migrantes que piden refugio en México, sólo dos lo reciben… ¿qué va a pasar con los demás?”, afirmaron varios migrantes.

Dudosos liderazgos

Repetidas veces los migrantes nos han aclarado que la caravana es autoconvocada y no tiene líderes. Sin embargo, Irineo Mujica de Pueblos sin Fronteras ha asumido la coordinación de la caravana que por momentos parece muy dudosa, sobre todo en lo referente a dirigirse a la Ciudad de México para negociar con el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Pretendiendo utilizar métodos de asamblea, sin que en realidad exista ningún diálogo, él mismo hace propuestas y, sin escuchar opiniones divergentes, se llega a un presunto consenso. Pidió protección por parte de organizaciones internacionales, responsabilizó al Instituto Nacional de Migración (INM) por las muertes ocurridas hasta ahora y las que puedan venir a suceder, exigió la simplificación del proceso de solicitud de refugio en México y la eliminación de visas y un trato humanitario para los centroamericanos. Sin embargo, al plantear la propuesta de negociar con el gobierno federal (expresando que el gobierno de Morena representaba una esperanza), la reacción fue claramente dividida, pero Mujica continuó como si se hubiera llegado a un acuerdo, repitiendo: “La decisión es de ustedes, no es nuestra”. En conferencia de prensa después de la reunión, Mujica reiteró la supuesta decisión consensuada, pero inmediatamente varias personas reaccionaron con visible indignación: “Nosotros lo que queremos es que se nos permita entrar a Estados Unidos, nosotros no venimos para pedirle nada al gobierno mexicano”. “Quieren engañarnos para regresarnos a nuestro país, pero si regresamos nos matan. Estamos muriendo. Honduras está muriendo.” Desconocieron la supuesta coordinación de la caravana reiterando: “La caravana no tiene coordinación.” “Nosotros sabemos por qué salimos, por qué dicen que vamos a negociar cuando el objetivo no es México sino Estados Unidos.” (Ve abajo los videos.) Vale observar que Mujica ha estado reiterando la misma propuesta desde por lo menos Pijijiapan, y que en la página de Pueblos sin Fronteras se difunden comunicados no firmados como si se tratara de acuerdos de asamblea de la Caravana.

Al momento de la redacción de esta nota, nos llega la información de que esta mañana, 27 de octubre de 2018, la Policía Federal y la Gendarmería Nacional implementó un operativo entre los km 32 y 36 de la carretera federal entre Arriaga y Juchitán para impedir el paso de la caravana y forzar a sus integrantes a registrarse en el programa “Ésta es tu casa”. Hasta el momento desconocemos si la caravana pudo pasar, repitiendo la estrategia de contención y represión utilizada en la frontera, produciendo un estado de confusión y desasosiego permanente. (Lee el comunicado de Voces Mesoamericanas aquí.)

Testimonios