Nuestros colores de lucha.-los muros de Santo Domingo acompañan a Ayotzinapa
Los colores de la primavera, nuestros colores de lucha
El barrio de Santo Domingo siempre ha sido solidario, desde que la ocupación que lo precede tiene lugar hasta ahora, las calles y las casas han sido parte de la lucha social de esta ciudad y de este México tan golpeado. De aquí han salido caravanas, delegaciones de apoyo, varias decenas de colectivos y organizaciones han encontrado en este barrio la posibilidad de reunirse, de confabular para construir ese otro mundo que tanto nos hace falta, ese otro país que necesitamos con urgencia. Las historias de vida que dan identidad a la que es una de las ocupaciones de tierras más grandes de América latina, son historias de lucha, de justicia, de dignidad. Hoy, con más de 30,000 desaparecidos y con 43 estudiantes normalistas reclamados por sus familias, Santo Domingo mantiene las puertas abiertas para que madres y padres de los estudiantes nos compartan su palabra y su fortaleza.
Afortunadamente no es sólo esta colonia, también hay otros barrios vecinos que componen la Comunidad Pedregales por Ayotzinapa, un esfuerzo organizativo que lucha junto con las familias de los 43 desaparecidos que también realiza trabajo de base informativo y de discusión, así como de denuncia de las diversas problemáticas que acontecen día con día en esta zona de la ciudad. El pasado 24 de abril recibieron por tercera ocasión a una comisión de los familiares de los normalistas para construir un diálogo con los habitantes e inaugurar 3 de los ya 25 murales pintados en estas calles; dos se presentarían este día y el 25 de abril sería el turno para el tercero.
En la víspera de los 7 meses de búsqueda
Don Epifanio, padre de Jorge Álvarez Nava, es quien asiste en esta ocasión a los eventos programados en diferentes puntos del barrio, lo hace acompañado de Ricardo, joven normalista que sobrevivió a los hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014 y hermano de Israel Jacinto Lugardo, uno de los 43 desaparecidos. Los dos comparten sus palabras en el primer acto –una esquina en la zona sur de Santo Domingo– el cual va dando forma a este conversatorio con los vecinos y vecinas que poco a poco se arremolinan en torno a los invitados.
El que se trate no sólo de un intercambio de experiencias e ideas, sino también de la inauguración de una serie de murales –que colectivos y habitantes de la colonia han pintado para expresar su solidaridad con la lucha de los familiares de los normalistas– hace de este encuentro algo entre compañeros y compañeras. A cada evento corresponde una serie de murales y estos se convierten en un marco que simboliza la lucha por la justicia y la presentación con vida de todos y todas las desparecidas. Una de las maneras en las que estas calles han encontrado para luchar es adornarse con muestras de la realidad de este país, por lo que cada muro pintado, en donde se expresa la rabia al saber de tantos desaparecidos, se equipara con un puño en alto o con una persona en una manifestación. No se trata sólo de pintura sobre la pared, se trata de la conciencia de un barrio expresada abiertamente.
Integrantes de la Comunidad Pedregales por Ayotzinapa nos reciben y dan la bienvenida, se aseguran de que todo esté conforme a lo planeado y de que el primer acto se lleve a cabo. Cae la tarde y don Epifanio habla acerca del contexto de Guerrero en estos días. Comenta que hay mucha confusión y muchos procesos acontecen en el estado, advierte que hay intereses importantes en juego y que algunos quieren sacar provecho de esta crisis para beneficiarse, por lo que –afirma– «nosotros no queremos involucrarnos en las peleas o conflictos que las organizaciones tienen en diversas zonas de Guerrero». Se refiere sobre todo al reciente enfrentamiento entre la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) y una escisión, el Frente Unido por la Seguridad y el Desarrollo de Guerrero (FUSDEG), en el que el número reportado de muertos reales no coincide con el que se dio oficialmente.
Aclara el padre de familia que en medio de tanto caos ellos quieren dejar claro que «no han recibido dinero y no lo harán ya que se trata de dinero sucio, manchado de sangre». Al termino del primer acto de inauguración, don Epifanio agradeció la invitación y las palabras de aliento de los asistentes y de igual manera, quienes estaban ahí le recordaron –también a Ricardo, el normalista– que no estaban solos y que seguirían buscando caminos para continuar la lucha hasta encontrar a los normalistas desaparecidos.
De falsos rumores y de la historia plasmada en los muros
En el segundo acto de presentación de murales, fue doña Fili –una de las mujeres más conocidas y respetadas de este barrio, por su lucha y por su ejemplo de vida– quien ofreció las primeras palabras y subrayó que: «Continuaremos en esta lucha con ustedes, sus hijos son también nuestros hijos». Cada vez se juntaban más personas aunque sin perder este ambiente familiar de platica barrial, entre amigos y vecinos, doña Fili continuó con sus reflexiones: «No vamos a voltear a ver a la clase política corrupta y millonaria. Vamos a voltear a ver a nuestros hermanos, porque los normalistas caminan la misma calle que nosotros y su lucha es nuestra lucha».
Han pasado dos semanas desde que un rumor cobró importancia y logró conjuntar a miles de personas en las calles: se decía que un robo sistemático de niños y niñas ocurría y que la finalidad era el tráfico de órganos. Luego se expandieron otros rumores que ponían en cuestión la veracidad de esta información y se le atribuía al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) –encabezado por Andrés Manuel López Obrador– el origen de estos dichos sobre el negocio ilegal que presuntamente sucedía.
Teniendo como escenario el conversatorio con el padre y el normalista, la Comunidad Pedregales por Ayotzinapa aclaró que los rumores del robo de infantes eran falsos y que no había registros ni documentación que acreditara tal acontecimiento; se puntualizó, en voz de un vecino, que en efecto, estos rumores habían salido de los partidos políticos y de empresarios que pretendían ocasionar pánico y de esta manera justificar la entrada de cuerpos policiacos como la Gendarmería, lo cual tendría como consecuencia, el control de estas colonias y su posterior apertura para proyectos urbanísticos gentrificadores como lo son Ciudad del Futuro y la Ciudad de la Salud, entre otros.
Con este intercambio de experiencias de lucha y la denuncia de las problemáticas sociales quedó claro que la lucha por la presentación con vida de los 43 normalistas encuentra ecos y solidaridades, teje redes y alianzas para fortalecer cada paso, para generar conciencia en quienes no la tenían y para evidenciar que los pueblos de México sólo reciben represión y muerte, miseria y marginación, olvido y discriminación.
Antes de concluir el acto se sumaron dos sobrevivientes de la matanza de Acteal (22 de diciembre de 1997) y uno de ellos, Agustín, celebró con mucho entusiasmo que se diera esta tercera visita de los familiares de los estudiantes desaparecidos, para él, «es fundamental seguir conociéndonos y seguir hermanando las luchas pacíficamente».
Finalmente se llevó a cabo la inauguración del mural, tal vez llamado «De la indignación a la organización», y el acto concluyó con las siguientes palabras de Rodrigo, uno de los organizadores del evento: «A lo largo de la historia de México, muchas de las paredes hablan y gritan –como dicen–, eso hemos visto en los Aguascalientes de antes y Caracoles de ahora, donde hay muchos murales de muchos compañeros y compañeras que a lo largo de la historia han estado ahí solidarizándose y creyendo que es importante acompañar y denunciar y estar presentes en las luchas. Entonces, así como en Chiapas, en Ayotzinapa, en varias partes de Guerrero y de Oaxaca y aquí en Santo Domingo que tienen una larga historia de lucha y de rebeldía, pues nosotros queremos recordar la historia de la rebeldía y la lucha de nuestras abuelas y nuestros abuelos, la gente que formó esta colonia con sus manos, sin partidos políticos y sin pedirle nada a nadie, la gente que construyó el barrio sin necesidad de pedirle permiso a nadie. Y es a esa historia a la que estamos pidiéndole permiso para seguir luchando, acompañando solidariamente a nuestros hermanos de Ayotzinapa todo el tiempo que haga falta, hasta donde ustedes digan y vamos a estar aquí presentes, expresando nuestra solidaridad y nuestro clamor de justicia. Muchas gracias».