La complicidad entre las redes de tráfico de migrantes y la policía mexicana es palmaria
Especializada en psicología social e intercultural y violencias políticas, Ana Elena Barrios ha trabajado nueve años con personas migrantes. Primero como voluntaria en la Casa del Migrante en Ciudad Juárez (frontera norte de México). Después durante dos años en Francia, proporcionando atención psicológica a solicitantes de asilo y refugiados. La activista trabaja desde hace seis años en Chiapas con comunidades campesinas e indígenas de origen migrante. En la organización civil ENLACE Comunicación y Capacitación, realiza trabajo psicosocial con colectivos de mujeres y grupos de jóvenes que trabajan por el derecho a no migrar. Además, de la mano de la organización Voces Mesoamericanas Acción con Pueblos Migrantes desarrolla trabajo psicosocial con familiares de migrantes desaparecidos. La investigación constituye otra vertiente de su labor solidaria. En 2009 publicó “Sur, inicio de un camino”, resultado de un año de trabajo con una compañera después de adentrarse en diferentes puntos de la frontera. El libro es un diagnóstico de la situación de las personas migrantes en la frontera sur de México, en su triple condición de origen, tránsito y destino de migrantes.
-Chiapas, región en la que desarrollas tu trabajo social, constituye un importante lugar de paso fronterizo para la migración centroamericana (sobre todo de Guatemala, El Salvador y Honduras) que se dirige a Estados Unidos. ¿Cuál es la realidad cotidiana en los casi 1.000 kilómetros de frontera que separan México de Guatemala?
Movimiento intensísimo de personas, también de mercancías, legales y sobre todo ilegales, fuentes de negocios multimillonarios. Aunque es muy difícil tener cifras precisas en el tema de migración (especialmente la irregular), estimamos que cada año son 400.000 las personas centroamericanas que cruzan la frontera sur de México con intenciones en su mayoría de llegar a Estados Unidos. Son personas que en su mayoría huyen de la violencia y pobreza en sus países; son hombres, mujeres, jóvenes, niñas y niños quienes viajan, a veces solos, a veces en pareja o familia, a veces van con un “pollero” (traficante de personas).
La realidad de esos 1.000 kilómetros es una diversidad de puntos de cruce, que marcan también rutas de paso. Si bien existen algunas rutas predominantes, determinadas por el acceso al tren de carga que sirve de transporte a las y los migrantes, hay muchas otras rutas, que son menos visibles pero también intensas en términos de flujo de personas y de situaciones críticas.
Este movimiento intenso de personas está marcado por la creciente presencia de cuerpos policiacos, puestos de control migratorio y una diversidad de grupos delincuenciales. La mera línea fronteriza es en realidad bastante porosa, se puede cruzar con bastante facilidad; el control y persecución empieza más adelante, en las carreteras y los puntos importantes de paso; y esta dinámica de controles, detenciones y agresiones, no sólo es a manos de autoridades, sino también y sobre todo del crimen organizado (en la mayoría de los casos con anuencia de las autoridades). Este fenómeno no ocurre sólo en el sur del país, sino que se extiende a lo largo del territorio. De las 400,000 personas que entran por la frontera sur, se estima que sólo un 10% logra llegar hasta la frontera norte… por eso decimos que en realidad México entero es una frontera, que funge como muro vertical que retiene personas de las formas más violentas.
-¿En qué contexto socioeconómico se producen los hechos que señalas?
Paralelamente y ligado a este elemento de la activación creciente de cuerpos de seguridad en la región fronteriza, no debemos olvidar que Chiapas es una de las regiones de México (incluso, del continente) con mayor concentración de recursos estratégicos (agua, minerales, petróleo, maderas preciosas…). Este elemento es clave para entender el reciente abordaje de las acciones gubernamentales. A mediados del año pasado se inició el llamado “Plan para el desarrollo de la frontera sur”; se creó de la nada, es decir, no hay una política pública, ni un marco jurídico verificable que lo respalden. Tiene un enfoque de seguridad nacional, que ha dictado una mayor presencia de ejército, marina, y un cuerpo policiaco de reciente creación: la “Gendarmería Nacional”.
El responsable de dicho programa, mantiene un discurso desarrollista, habla de la entrada de distintos megaproyectos para esta “región olvidada”; estamos en la línea de las reformas constitucionales recientes que abren el acceso y disponibilidad total del territorio para las empresas transnacionales, especialmente la industria extractiva, lo que significará despojo territorial y desplazamiento forzado de poblaciones. Es decir, que con estas acciones de militarización se logra un doble control: de los flujos migratorios y también mayor control de la población, especialmente la que se organiza para defender su tierra y territorio.
-Parte del negro paisaje es el tren “la Bestia”, que atraviesa el territorio de México rumbo al supuesto sueño americano. ¿Por qué se le denomina también el “tren de la muerte”?
Por la cantidad de personas migrantes que diariamente pierden la vida, o quedan con la vida destrozada tras una amputación de una extremidad a manos de la Bestia; es terrible la cantidad y magnitud de accidentes que ocurren en ese tren. Se dan por diversas razones: muchas veces porque las personas que van a bordo se caen, porque se resbalan, pero también porque se quedan dormidas a bordo, porque el cansancio es tanto, si van viajando días sin dormir, sin comer, o si han caminado muchos kilómetros, a veces el sueño las vence.
En otras ocasiones los accidentes se dan porque tienen que subir al tren en movimiento, esto sucede porque la empresa de estos trenes contrata a los llamados “garroteros”, hombres que no permiten que las personas migrantes se suban al tren en algunas estaciones, entonces se tienen que subir más adelante, cuando ya el tren va andando y lleva velocidad y fuerza. Es muy peligroso subir así porque las ruedas en movimiento tienen una gran fuerza centrípeta, los migrantes dicen “las ruedas de jalan”. Otras veces los accidentes ocurren cuando hay “operativos de migración”, es decir que los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) llegan al tren para hacer detenciones masivas, entonces las personas saltan del tren aún en movimiento para no ser detenidas. Aunque aquí cabe destacar que no sólo los agentes del INM han hecho y hacen operativos, también otros cuerpos policiacos (como el ejército) que no tendrían derecho a hacerlo, pues no están acreditados legalmente para esas funciones; pero lo hacen, muchas veces porque la detención va acompañada de la extorsión, o porque esos operativos son casualmente sucedidos por asaltos o secuestros masivos a migrantes por parte de grupos criminales.
Aquí encontramos otra de las causas de los accidentes, que ocurren particularmente en ciertas rutas controlados por el crimen organizado y es que las personas migrantes son empujadas deliberadamente del tren por delincuentes, estos grupos criminales que cobran el “derecho de piso”, es decir, que han tomado control de ciertas zonas y rutas del tren para poder extorsionar a las personas migrantes. Cobran entre 100 y 300 dólares, sólo para permitir a las personas migrantes estar en el tren; si no tienen para pagar entonces las avientan del tren, a veces incluso las han asesinado ahí mismo. Es terrible, es una violencia sin nombre; porque además, lo más terrible de esta situación es que generalmente quienes hacen esto son jovencitos, muchos menores de edad, que muchas veces van drogados: así utilizan a los jóvenes como “carne de cañón” de las mafias que en México hacen negocio con las personas migrantes.
-¿Cuál es el papel de las autoridades migratorias, policía y ejército mexicanos en la frontera con Guatemala? ¿Se han demostrado vínculos con los grupos criminales?
El papel de las autoridades mexicanas en torno al tema migratorio no es muy distinto al que ejercen en torno a otros temas en México: dos caras. Por un lado, la cara del discurso gubernamental e institucional que pregonan protección y seguridad, que incluso adornan el discurso con eufemismos para parecer más respetuosos de los derechos humanos; como por ejemplo cuando dicen que “aseguran” a las personas migrantes, para decir que las detienen y priven de su libertad, o que las “devuelven voluntariamente”, para decir que las deportan. Los últimos cinco años hemos visto desplegarse una serie de campañas publicitarias gubernamentales, especialmente del gobierno estatal de Chiapas, vanagloriándose de las “ejemplares políticas a favor de las personas migrantes”, se ha declarado la frontera sur de México como una “frontera amiga” y el gobernador de Chiapas como “amigo de los migrantes”; estas campañas estuvieron tan bien logradas que incluso le valieron al gobernador Juan Sabines numerosos reconocimientos y premios de países centroamericanos por “su labor en beneficio de la población migrante”.
Pero al otro lado, muy lejos de la pantalla discursiva, tenemos la realidad, que está marcada por actos sistemáticos de violencia, en los que la mayoría de las veces hay colusión de las distintas autoridades.
-¿Cómo se concretan estas complicidades que denuncias?
La corrupción de las autoridades y su vínculo con los grupos criminales es mucho mayor de lo que quiere admitir el gobierno. Un ejemplo: en la investigación que realizamos mi compañera y yo en el 2009, tuvimos la oportunidad de entrevistar a una persona que trabajó como agente del Instituto Nacional de Migración. Él nos narró cómo funcionan en realidad las llamadas “garitas” (puestos de control): los agentes están en comunicación con ciertos “polleros” con los que ya tienen tratos, entonces cuando van a pasar con un grupo le avisan a los agentes; ellos ya saben a qué hora van a pasar, saben en qué camión vienen y cuántos migrantes traen. Por supuesto por cada migrante que pasen tienen que pagar una cuota, en promedio el pago para cada garita era, en aquél entonces, de 20,000 dólares. A cambio de esa cuota, cuando pasa el camión, simplemente lo dejan pasar, sin hacer ninguna revisión. La cuota que reciben los agentes se reparte a todas las personas que trabajan en ese puesto de control. Es tan frecuente que reciban ese tipo de pagos, que en las garitas hay cajas registradoras de dinero, como las de los bancos, para llevar un control de lo que ha ingresado; después ese dinero se lo reparten entre los agentes migratorios según jerarquía.
Eso fue hace ya cinco años, bastó asomar un poco la cabeza para ver la evidente colusión entre las redes de tráfico, extorsión y secuestro de migrantes con las propias autoridades migratorias y policías; no de manera puntual, sino como algo sistemático e incluso institucionalizado. Ahora, más recientemente lo han sacado a la luz, en el pasado mes de diciembre, el delegado del Instituto Nacional de Migraciones acaba de declarar la suspensión de 1,600 agentes en una acción de “combate a la corrupción”… mil seiscientos… y esa es sólo la capa visible… ya nos da una buena idea de la dimensión del problema…
Y no son solo las autoridades migratorias. También en diciembre corrió en los periódicos la noticia de la detención de tres policías por asesinar a golpes a un migrante guatemalteco, uno de los policías tenía también cargo por extorsionar a 11 migrantes… Estos son sólo algunos ejemplos puntuales que nos revelan hasta qué punto las raíces del negocio que representan las personas migrantes están entrelazadas con las autoridades.
-En agosto de 2010 causó una enorme conmoción la masacre de 72 migrantes (sobre todo de Honduras, El Salvador y Guatemala) en el estado de Tamaulipas, ejecutada por Los Zeta. Los hechos se dieron a conocer por algunos migrantes que sobrevivieron. ¿Es éste el día a día en la frontera?
En ese hecho tenemos otro ejemplo muy claro del papel de la policía en los secuestros de migrantes y su vínculo con el crimen organizado. Ahora tenemos la prueba (de algo que ya sabíamos), con la reciente desclasificación de documentos de la Procuraduría General de la República con información al respecto.
Estos documentos estaban clasificados y la organización National Serurity Archive, que trabaja por el derecho a la información, logró desclasificarlos en septiembre pasado y demostrar la participación directa de la policía en la masacre de los 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas en 2010. Estos documentos revelan cómo la propia policía de esa región tenía por modus operandi el interceptar y detener a personas migrantes para entregarlas al cártel de Los Zetas (cartel ahora de dimensiones continentales, uno de los más sanguinarios, que tiene como uno de sus “giros” el secuestro de migrantes). A cambio de este trabajo, los policías recibían un pago del propio cártel.
Una vez más: aquí tenemos la información de un caso, que logró filtrarse y tener ecos internacionales; pero hay otros tantos casos que están ocurriendo ahora mismo en distintos lugares de México y no logran salir nunca a la luz pública, porque ésta es la terrible realidad de violencia que está bien entretejida con las instituciones gubernamentales y por lo tanto oculta.
-La Comisión Nacional de Derechos Humanos cifra en 11.000 los secuestros de migrantes en México en un año. ¿Qué ocurre diariamente en la frontera entre México y Estados Unidos? Se ha denunciado, por ejemplo, la industria del secuestro que desarrollan cárteles del narcotráfico. ¿Qué papel ejercen las autoridades locales y estatales (también policía y militares) en la zona?
De hecho, esa cifra de 11,333 secuestros en realidad se refiere a seis meses, es decir que la cifra anual se duplica… y en realidad es mucho mayor, porque esos casos son únicamente los que se lograron documentar, que son la minoría, pues la mayoría de los casos no llegan nunca a manos de alguna institución de derechos humanos y si llega las personas tienen mucho miedo de dar su testimonio. En ese mismo informe hay testimonios escalofriantes que muestran claramente la participación directa de las distintas autoridades (municipales, estatales, federales, militares y agentes de migración) en los secuestros, su complicidad total con los cárteles.
El riesgo de secuestro para las personas que transitan por México es muy fuerte, y es que es un negocio muy jugoso, del que muchos se llevan una tajada. De manera que el gobierno mexicano puede anunciar muchas acciones para evitar los secuestros, pero esto no se resolverá hasta que no se desmantelen las estructuras profundas de nexo entre autoridades y grupos de secuestradores.
-¿Existe una violencia especial contra las mujeres?
Sí y es terrible… el machismo que objetaliza el cuerpo de la mujer alcanza dimensiones terroríficas… la mujer migrante es permanentemente acosada y abusada sexualmente por los distintos hombres que cruzan su camino migratorio: “polleros”, algún compañero migrante, por supuesto los delincuentes y también las autoridades. Se dice que seis de cada diez mujeres migrantes son víctimas de violación y nueve de cada diez sufren algún tipo de abuso sexual. Es tan sistemático y tan sabido que incluso ya la mayoría de las mujeres que migran, antes de salir de casa se inyectan anticonceptivos de manera preventiva… es escalofriante.
Algunos defensores y defensoras de migrantes hablan incluso de la ritualización de la violación de la mujer migrante, como un acto de ejercicio de poder… porque ya no es el acto delictivo instrumental para tener dinero, o cubrir una necesidad de subsistencia; estamos ante una lógica mucho más perversa. Es un reflejo en lo micro de lo que sucede en el territorio nacional: la disputa por el dominio territorial, encarnado en el cuerpo de la mujer vulnerable, al que se quiere “marcar” para dominar, para demostrar posesión y control; demostrarlo ante la mujer que es sometida, pero también ante los otros con quienes compiten por el dominio.
-¿Pueden rescatarse historias de solidaridad en esta desventura cruel? Por ejemplo, se ha citado en muchas ocasiones el papel de “Las Patronas” de Veracruz, un grupo de mujeres que asisten a las personas que realizan el itinerario México-Estados Unidos de norte a sur (3.200 kilómetros).
Si, definitivamente, aunque la realidad que viven las personas migrantes es muy dura, sería ingrato y ciego de mi parte decir que en México sólo existen abusos… también hay luces de esperanza, porque hay gente que se deja tocar por el dolor y la necesidad de las personas migrantes, y se solidariza. Pienso ahora en una experiencia muy concreta. En Comitán, Chiapas (donde yo vivo), una docena de personas, muy comprometidas, tomaron un diplomado en migración, no diplomado académico, sino muy centrado en mirar la realidad de nuestros territorios, comprenderla y preguntarse ¿qué podemos hacer para mejorarla? Estos compañeros vieron la realidad de las personas migrantes que transitan por aquí, y miraron que en Comitán no había ningún lugar que recibiera a las y los migrantes, que les ofreciera un plato de comida y un lugar para descansar de manera segura.
Entonces empezaron a organizarse y uno de ellos, Don Temo, prestó el patio de su casa para construir ahí una pequeña cabaña de madera, que hoy es la “Casa Mambré”. Entre todas y todos trabajaron para conseguir dinero para los materiales (ninguno de ellos es rico, más bien logran el día a día con mucho trabajo) y entre todas y todos trabajaron en la construcción.
Es muy motivador y esperanzador ver que cuando hay solidaridad que se ha vuelto acción, se convierte como en un imán de solidaridades; de manera que han llegado personas de muchas partes del mundo, que se han enterado de esta acción y que también han tenido ganas de ser parte de ella… Ese es sólo un ejemplo, pero en estos territorios, en las casas del migrante, hay muchas personas voluntarias, que trabajan todos los días para tratar de dar un rostro más humano a la vida de las personas migrantes. -Por último, ¿cómo afectará a estos problemas la reforma migratoria de Obama. Se dice que beneficiará a cinco de los 11 millones de migrantes que viven en Estados Unidos, aunque el actual presidente ha batido todos los records en deportaciones (unas 400.000 anuales)
Para empezar, hay que ver si realmente se aprueba esa reforma, porque lo peor es que aunque resulta insuficiente, ya la derecha recalcitrante reaccionó y está desplegando todo su poder para frenarla: han iniciado una acción legal con la cual, al menos se retrasará varios meses antes de poder aplicarse, los congresistas republicanos han presentado ya dos modificaciones e incluso están condicionando un presupuesto para seguridad nacional a detener la reforma migratoria… es decir, el panorama no es llano. Pero si se aprobara tal como está planteada, también significa un truco para esos otros seis millones que no lograrán ser regularizados; porque ahora se está promoviendo que todos los y las migrantes que están en situación irregular corran a registrarse para que “no sean prioritarios en la deportación”, eso significa darle al gobierno la información de cómo y dónde localizarlos; si no logran cumplir con los requisitos (incluido el económico) de regularización, entonces sí serán deportados.
Lo que podemos esperar en México y Centroamérica, a un mediano y largo plazo, es un mayor incremento en las deportaciones y una mayor presión de Estados Unidos, que ya se está dejando sentir, para el mayor control de flujos migratorios, especialmente en México, para lo cual contará el gobierno mexicano con la asesoría y probablemente también presupuesto.
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